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Monochrome por Ellie77

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los derechos de Owari no Seraph (Seraph of the End) pertenecen a Takaya Kagami, Yamato Yamamoto y a Daisuke Furuya.

Advertencias:  AU ǀ  Yaoi (Boy’s Love) ǀ Yuri (Shojo ai) ǀ OoC ǀ Uso de sufijos honoríficos ǀ Contenido sexual.

Pairings: MikaYuu (Mikaela x Yūichirō) ǀ Secundarias: MitsuNoa (Shinoa x Mitsuba). KimiYoi (Kimizuki x Yoichi).

N/A: Lamento la tardanza pero más vale tarde que nunca ;3

Honestamente

Es alarmante lo encantador que puede ser

 

Carmen Lana Del Rey

 

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ǀ Monochrome ǀ

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Ella se fue sin decir nada más.

La siguió entre la multitud mas su silueta se perdió entre los cientos de personas. Fue imposible seguirle el paso, la pista se le esfumó en menos de un santiamén. El corazón se le partió.

Se quedó estático en su lugar todavía sin terminar de asimilar lo sucedido. ¿Qué acababa de pasar? ¿Cómo fue que todo se arruinó de un momento a otro? Todo iba bien, marchaba de maravilla; su lazo apenas se había afianzado un poco más y por una acción tan insignificante como esa fue cortado de forma tajante.

¿Ese era el fin? ¿Una historia que apenas comenzaba a ser escrita iba a terminar de forma tan repentina? No era justo, ni para ella ni para él, mucho menos cuando no era culpa de ninguno de los dos sino de una tercera en discordia que ni siquiera se encontraba físicamente entre ellos.

La otra era un recuerdo fácil de olvidar. La princesa era el presente que se le había tatuado en el alma.

No. No podía quedarse así como así. Ya no concebía la vida sin encontrarse con su amada todos los días; reflejarse en sus ojos y oler su pelo ya eran acciones necesarias para su existencia. Además había llegado demasiado lejos, no iba a lanzar todo por la borda a estas alturas, no cuando ya logró tanto.

Se juró a sí mismo que recuperaría a la princesa a como diera lugar.

Capítulo IX

Espejos Rotos

 

Enero era todavía más frío que diciembre y eso era algo que le gustaba. A mediados del mes era cuando se sentía aún más. Mikaela siempre había preferido el frío sobre el calor, le parecía mucho más soportable una nevada que una canícula; las caminatas eran más placenteras bajo el cielo nublado que teniendo en lo alto al sol abrasador.

Mientras paseaba por las calles de camino a la universidad, pensó que el escenario seria todavía más agradable si llevara a Yūichirō de la mano, al menos caminando a su lado. Lástima que aquello no podría ser. Primero porque Yuu sí tenía clases y segundo porque el moreno tampoco quería saber nada más de él. La maldita carta de Chess dejó más estragos de los que ella misma había logrado en la vida de Mika.

Por más que quisiera seguir meditando acerca de lo sucedido, no era el momento. Ahora debía mantener la cabeza fría, su prioridad debía ser el examen de acceso; había estudiado durante varios días y no iba a lanzar todo por la borda. Pensar en Yuu-chan y en sus bonitos ojos verdes tendría que esperar. La universidad era su prioridad.

Tōdai era gigantesca. Debía admitirse que se encontraba perdido entre toda la multitud de edificios y estudiantes. A cada paso que daba sentía como si se internara más en una jungla. Mika se maldijo por no haber memorizado el mapa que venía en uno de los tantos folletos que adquirió. Meditó la idea de preguntarle a alguien dónde se encontraba con exactitud la facultad de Literatura pero todos parecían tan inmersos en su mundo que tampoco quiso interrumpirlos; todos esos estudiantes también debían estar pasando por mucho estrés. Prefirió continuar por instinto, algún día llegaría, o en su defecto se toparía con algún directivo o docente y a alguno de ellos sí podría preguntarles sin culpa.

Más no sucedió. A su lado pasó un chico con una pila de libros, una chica que cargaba a modo de mochila un tubo parecido al que llevaban los arquitectos y otra con un termo de café en mano que bebía como si su vida dependiera de ello. Mika resopló. Miró la hora en su celular, el examen comenzaría en media hora y él ni siquiera sabía dónde iba a presentarlo; sumado a lo de Yuu peor suerte no podía tener.

—¿Puedo ayudarte en algo?

Mikaela se giró mas no vio a nadie, continuó así hasta que escuchó un carraspeó y tuvo que bajar la mirada. Era la misma chica de antes, la del tubo de planos; era demasiado bajita para ser universitaria y se veía demasiado mona como para estar sumida en el estrés de los exámenes. Su cabello era largo y sus ojos grandes lo miraban con un deje parecido al aburrimiento.

Dejó de analizarla y se enfocó en la pregunta que previamente le había formulado.

—Sí, te lo agradecería mucho —sonrió, amable, más por mera costumbre que por cortesía; él rostro de ella permaneció estoico —. Busco la facultad de Literatura, ¿podrías decirme dónde se encuentra?

La joven tan solo se limitó a asentir.

—Sígueme.

Ella caminó en silencio, algo que Mikaela agradeció; no se encontraba con ánimos de iniciar conversaciones ni de fingir que le agradaba conocer gente nueva.

—Las facultades de Literatura y Artes quedan cerca, no vuelvas a confundirte. —El silencio duró menos de lo que Mikaela hubiese querido, por suerte la chica estaba dando información valiosa —. Para sobrevivir aquí es esencial que sepas al menos a cuál lugar llegar.

No pudo evitar sentirse avergonzado. Ella tenía razón, debía dejar de ser tan descuidado. Se justificaba con el hecho de que Yuu le había absorbido parte de su materia gris.

—Gracias. Tendré más cuidado.

—Eso espero, porque aunque logres entrar no siempre seré tu guía.

El silencio volvió a hacerse presente. Mika se sorprendió de que una joven que de seguro no rebasaba el metro cincuenta tuviera tanta presencia.

El trayecto se prolongó un rato más. Se dedicó a repasar en su mente algunas de las lecciones que estudió mientras ella continuaba guiándolo. Luego de un par de minutos, la chica se detuvo cerca de la entrada de un edificio.

—Llegamos.

Mikaela hizo una reverencia a modo de agradecimiento.

—Gracias por su tiempo… —Fue consciente de que no sabía a quién agradecer —. Disculpa, ¿puedo saber tu nombre?

—Krul Tepes —respondió a secas.

—Un placer. Mi nombre es Mikaela Bathory.

Por primera vez desde que se toparon, la vio esbozar una pequeña sonrisa. De esa forma se veía todavía más bonita.

—No tienes nada qué agradecer, Mikaela. Ahora, si me disculpas, voy un poco tarde.

También dio una pequeña reverencia para después alejarse a paso apresurado del lugar. Mikaela tan solo le dedicó una rápida mirada para después ingresar al edificio, todavía tenía que repasar un par de cosas para el examen.

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Kimizuki lo sabía, no le hacía falta ser el genio que era para notarlo: algo se había roto.

Las acciones de todos lo delataban. El que Mitsuba evitara a Yuu, que Shinoa de pronto comenzara a tomar cierta distancia de con su mejor amiga y la peor y la que más le afectaba era que Yoichi también se había alejado de él para de la nada comenzar a ser más cercano con Hīragi.

Eso era justo lo que había querido evitar, que Yoichi se fuera. Por eso calló tanto tiempo, por eso prefirió guardarse sus sentimientos antes de perder su amistad. Pero ahora, por la borrachera de una noche, todo había quedado arruinado para todos y eso nadie podría evitarlo. Se sorprendía de que todavía se llamaran a sí mismos «amigos».

Ahora que Saotome era íntimo de Hīragi, Sangū se había acercado a él pero esta se alejaba cuando Yuu andaba rondando un par de metros por la redonda. Después Yuu se iba a con Shinoa y Yoichi conversaba con Mitsuba. Y así se iba el rato, siempre evitándolo a él.

Shihō optó por hacerse el desentendido, era mejor no darle tanta importancia al hecho. Si Yoichi veía que en verdad esa declaración había sido falsa, de seguro volvería; no obstante, ahora parecía que esa actitud en lugar de acercarlo, lo alejaba. 

—Es que te digo que a él también le gustas, por eso está así. —Como siempre, Yuu diciendo estupideces.

—Por extraño que parezca, Yuu-san tiene razón. Debes hacerle entender que sí ibas en serio cuando dijiste eso en el bar. —Y al parecer había contagiado a Shinoa.

—¿Quieren callarse los dos? —Kimizuki se encontraba al borde de la histeria.

—Pero Kimizuki-san…

—¡Silencio, enana!

—¿¡Cómo te atreves!?

Era uno de esos ya habituales días en que Yoichi se había ido apenas tocada la campana para evitarlo, por su parte Mitsuba también se había retirado temprano debido al apenas anunciado embarazo de su hermana; al parecer para ella era más importante que para Shinoa el hecho de tener un sobrino.  

—Déjenlo. Solo están diciendo estupideces.

—No lo son, poste. Decimos la verdad.

—¿Acaso Yoichi les dijo algo alguna vez?

—No pero…

—Pero nada, idiota. Yoichi se alejó porque no tolera que su amigo sienta algo por él. Acéptenlo y déjenme hacerme a mí a la idea.

De nuevo silencio. Ni Yuu ni Shinoa tenían derecho a querer arreglar algo cuando ellos también tenían sus propios problemas. Cuando Shinoa superará lo que hubiera ocurrido con Mitsuba y cuando Yuu aclarara qué mierda se traía con Bathory y dejara de dañar a su exnovia, podrían echarle en cara lo que quisieran.

Además quería que lo dejaran en paz. Por más que Yoichi le gustara lo que menos quería era hablar de él. Mencionarlo significaría continuar pensando en él; visualizar su cabello, su piel, sus grandes ojos; rememorar la fragancia de sus sábanas y su gran sonrisa capaz de iluminar hasta la noche más oscura. Era obvio que no quería seguir pensando en la persona que tanto quería y con la que había perdido cualquier oportunidad, incluso la de ser amigos.

Por suerte, Yuu y Shinoa permanecieron en silencio. Dijeron algo acerca de tener que ir al hospital Hyakuya más temprano y tomaron su propia ruta, acción que Kimizuki agradeció. Necesitaba estar a solas con su pesimismo.  

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El examen fluyó mejor de lo que previa, al menos eso quería seguir pensando. Una vez terminada su prueba, se despidió del docente que la impartió y salió volando hacia el hospital Hyakuya; confiaba en poder estar al menos un rato con Akane.

Por suerte fue así. Pagarse un taxi salió bastante caro pero valió la pena; no llegó a tan buena hora pero por suerte tampoco era tan tarde. Alcanzó a registrarse y pasó a visitar a la pequeña. Se alegró de poder verla, se veía un poco mejor, al menos no tan pálida como siempre; ella le presumió de su inesperado mejor estado de salud y Mikaela no perdió el tiempo y contó todo acerca de su día en la universidad de Tōdai; desde que había llegado y se perdió, pasando por el momento en que la chica, Krul, lo ayudó y sin perder el menor detalle de lo complicado y desgastante que había sido el examen.

—¡Sé que tú puedes, Mika! ¡Eres muy inteligente!

Cuando los halagos venían de la boca de Akane, se los creía.

Por suerte Akane no preguntó ni pidió ver a Yuu, la tuvo bastante entretenida con el rollo de la universidad. Cerca de la hora de salida, la niña se quedó dormida. La arropó como siempre lo hacía y salió de la habitación evitando hacer ruido.

Caminó a la recepción. Por fortuna —porque eso jamás lo vería como una desgracia—, Yuu se encontraba todavía ahí junto a Hīragi. No perdió oportunidad y dio un par de pasos a donde él. Al percatarse de su presencia, Ichinose firmó más rápido y casi le avienta la pluma a la pobre recepcionista. Le susurró algo a Shinoa para después tomarla del brazo y ambos emprender marcha.

También firmó como rayo y salió tan rápido como pudo para alcanzarlos. Poco le importó el helado clima que hacía, su único objetivo era alcanzar a Yuu y tener la oportunidad de hablar con él.

—¡Yuu-chan!

Distinguió una especie de respingo en Yuu mas este no se detuvo. Continuó andando a paso veloz el cual parecía que muy apenas y podía seguirle Shinoa. Volvió a gritar y no ocurrió nada más; y otra y otra y nada. Era tiempo de sacar la última arma.

—¡Si sigues así gritaré lo que sucedió entre nosotros!

El chantaje era algo muy bajo pero parecía ser la única alternativa.

Yuu se detuvo, al parecer había surtido el efecto que esperaba. Le dijo algo a Shinoa que Mikaela no alcanzó a escuchar, sin embargo debió ser algo poco grato debido a que esta pareció molestarse y se esfumó de la escena a paso apresurado.

Por fin se dignó tan siquiera a mirarlo. No movió ni un solo músculo, tuvo ser Mika quien se acercara a donde él. La expresión tan fría que adornaba el rostro de Yuu solo recordaba habérsela visto el día en que lo vio enfrentarse a esos tipos la vez en que lo conoció.

—No sé qué más quieres decirme si todo ya todo quedó claro.

—No, no quedó claro. Ni siquiera me diste la oportunidad de explicarme, solo te has dedicado a evitarme desde ese día.

—Es que no hay nada que explicar, al menos no debes darme las explicaciones a mí. —Yūichirō era necio, necio hasta las entrañas. Ese aspecto en su personalidad era el que más llegaba a desesperarlo —. Mejor ve a tu casa, escríbele también una carta a tu hermosa novia y déjame en paz.

Estaba por irse pero Mikaela lo tomó por el brazo y volvió a hacer que lo mirara. Antes lo hubiera besado para dejarlo descolocado pero hoy en día esa era una acción que ya no le acarreaba el menor sentido. Ya no quería no solo ignorar el problema, en verdad necesitaba aclarar las cosas.

—Que no es mi novia.

—¿Entonces cómo se le llama a una chica que te escribe ese tipo de cartas?

—Es mi ex, ¿sí? Fuimos novios hace un tiempo.

—¿Y cómo sé que no me estás mintiendo?

—¡Porque no tendría sentido hacerlo! —explotó, todo lo que se había guardado desde ese momento comenzaba a emerger —. Chess fue mi novia durante un periodo vacacional que pasé en Francia pero no prosperó. Por si también te interesa saber, y para que no te sorprenda en un futuro, también tuve otra novia llamada Aiko pero, ¿qué crees? Tampoco funcionó. He salido con más chicas pero igual no se ha dado nada y por si también quieres saberlo, mi último ligue fue con una chica rusa cuando pasé las últimas vacaciones de verano allá.

—¿Y tú qué hacías en Rusia? —Yuu sí que era impredecible.

Mikaela logró relajarse, al menos todo ese numerito había logrado que se desahogara. Ya más tranquilo, enfocó la mirada en Yuu.

—Mi familia materna es de allá[1].

—Eso explica muchas cosas. Sabes, siempre supe que eras extranjero.

—Bueno, Yuu-chan, pero nos estamos desviando del tema.

Yuu soltó un suspiró. Él también se veía más relajado, por lo menos ya no tenía la mirada tan endurecida. Hizo un par de gestos torciendo los labios, como meditando algo, para luego volver a mirar a Mikaela.

—Soy muy impulsivo.

—Eso ya lo sé.

—Pero sigo sin creerte del todo.

—Pues no deberías. Te he dicho la verdad.

—¿Pero qué esperas que piense? Sigues siendo un desconocido para mí. No sé ni siquiera identificar tus gestos o tu estado de ánimo, menos voy a saber si eres sincero o no.

—Pues eso puede cambiar. —Mikaela soltó un suspiro, el vaho saliendo de entre sus labios; dio un paso más hacia Yūichirō esperando todavía respetar su espacio —. Me llamó Mikaela Bathory y tengo dieciocho años, curso mi último año de preparatoria. Mi comida favorita es el curry. Vivo con mi tío debido a que mi padre se suicidó y mi madre me abandonó cuando era un niño. Mi pasatiempo desde siempre ha sido escribir y por supuesto que también tengo gusto hacia la lectura. Estudiaré Literatura en la universidad de Tōdai si es que logré pasar el examen. Actualmente escribo una novela que transcurre en un mundo post apocalíptico donde intervienen demonios, ángeles y vampiros, no vela que me gustaría que algún día pudieras leer.

Yuu se quedó callado, estático en su posición. Volvió a hacer el mismo gesto con los labios aunque esta vez tardó mucho más en mirarle a los ojos. Mika hubiera pensado que estaba molesto si no lo hubiera escuchado soltar una suave risa.

—Eres un imbécil.

—Un imbécil al cual ya conoces un poco mejor. —También le fue imposible no reir —. ¿Ya me crees?

—Un poco más que antes, sí.

—Entonces yo también necesito conocerte para saber si creo que me crees.

Yuu vuelve a reír. Todavía no le mira, pareciera que la gracia le impide hacerlo. Pasados unos segundos logra sostenerle la vista.

—Me llamó Yūichirō Ichinose y tengo diecisiete años. También me gusta el curry. Tengo un hermano mayor y vivo con él debido a que mis padres están muertos. Me gustan los autos de carreras, soy seguidor de la Formula 1[2]; también disfruto de los deportes como el vóley y el fútbol. No soy un hábido lector pero también tengo una preciada colección de libros que me han fascinado. Soy un asco en cuestiones académicas pero los idiomas se me dan muy bien, de seguro estudiaré algo relacionado con eso. Y tengo entendido que no tengo raíces extranjeras.

 Cuando Yuu terminó, Mikaela no pudo evitar acercarse más a él. Yuu no se movió, tan solo se dedicó a mirarle fijo. Cuando Mika inclinó levemente el rostro para romper la pequeña distancia que los separaba tampoco puso objeción alguna, únicamente cerró los ojos. Lo que Mikaela Bathory agradeció es que la única acción de Yuu haya sido responder a su beso.

Ese beso no se parecía a ningún otro que hubieran compartido. No había fuego ni pasión de por medio, más bien transmitía una calma infinita. El roce de sus labios fue tan suave que parecía más una caricia, una caricia que bien podría calificar como dulce. Fue prolongada, aunque Mika no se percató de qué tanto; él hubiera preferido continuar así toda la vida.

—Es difícil no rebasar los límites —mencionó Yuu apenas se hubieron separado.

—¿Eso significa que sí estabas celoso?

Su intención no había sido la de arruinar el momento pero lo logró. El manotazo de Yuu lo trajo de vuelta a la realidad.

—Joder, Mika, creo que prefería estar molesto contigo.

—¿Entonces ya no estás molesto?

—Solo cállate. —Mikaela no pudo evitar reír.

Yūichirō comenzó a caminar en dirección desconocida, a Mika no le importó seguirlo sin saber el rumbo al cual se dirigían. Únicamente le interesaba el hecho de haber recuperado esos momentos con Yuu-chan.

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—¿En serio me vas a seguir hasta mi casa?

Mikaela sonrió en respuesta.

—No voy a seguirte hasta tu casa. Te estoy acompañando a tu casa que es muy distinto.

—Podría denunciarte por acoso, ¿sabes?

—Creo que es muy tarde para eso, digo, si hubieras querido lo hubieras hecho desde hacía bastante tiempo —explicó para después agregar en tono dulzón —: pero al parecer ya te importo y no harías nada para alejarme.

Yūichirō no contestó nada a ello ni siquiera su usual «cállate», para Mikaela eso significó un gran avance. Significaba que ya se había ganado un lugar en la vida de Yuu; más que un amigo, menos que una pareja y algo más emocional que amigos con derechos.  

Caminaron un par de minutos más hasta que Yuu tomó una desviación hacia la izquierda. Mika continuó a su lado, atento a los movimientos del moreno. Las casas de esa calle no eran ostentosas pero sí lo bastante grandes como para saber que no eran para nada económicas. Yūichirō se dirigió a una en particular; dos pisos, color amarillo pálido, puerta de madera y amplios ventanales.

De su maletín, Yuu sacó un juego de llaves. Miró a Mikaela.

—Aquí es —anunció a pesar de ser algo evidente —. Supongo que gracias por acompañarme y pues nos vemos mañana.

—Espera, Yuu-chan —llamó a pesar de no haber alguna razón en particular para detenerlo.  

—¿Qué pasa?

Mikaela estaba por inventar algo cuando el sonido de un claxon llamó tanto su atención como la de Yuu. Mikaela se giró hacia dónde provenía el sonido, encontrándose con un auto negro bastante llamativo.  El coche aparcó en el estacionamiento de la casa. Después de activar la alarma, del coche bajó un hombre que Mika reconoció inmediatamente como Guren Ichinose, el hermano mayor de Yūichirō.

Se acercó a los muchachos a paso lento, hasta galante, como un felino merodeando su presa. Yuu rodó los ojos y su rostro adquirió una expresión aburrida; en cambio, Mikaela esbozó su mejor sonrisa, intentando brindar su mejor semblante.

—Hey, mocosos. —A pesar de su postura, el vocabulario de Guren parecía rayar en lo vulgar.

Antes de que Yuu contestara de igual forma, Mika se le adelantó.

—Buenas tardes, Ichinose-san. —Dio una pequeña reverencia.

—Te digo, Yuu, cada vez mejoras en la calidad de tus amistades. —Guren le sonrió; su  sonrisa era parecida a la de Yuu, eso y el color de cabello era lo que les delataba como hermanos.

Mikaela se alegró por el cumplido, al menos quiso tomarlo como tal. Entre líneas significaba que le simpatizaba a Guren y eso también era un avance para con Yūichirō.     

—Idiota —masculló Yuu.

Guren decidió ignorarlo y enfocarse en el amigo de su hermano.

—Sabes una cosa… ¿cómo me dijiste qué te llamas? —cuestionó.

—Mikaela. Mikaela Bathory.

—Sabes, Mikaela, deberías pegarle tus buenos modales a mi querido hermano —mencionó en tono de burla, mirando de reojo a Yūichirō —. Después de todo lo que he hecho por él lo menos que merezco es que me llame «onii-sama».

—De la única forma que mereces que te llame es…

—Por supuesto, Ichinose-san —interrumpió Mikaela cualquier grosería por parte del de ojos verdes —, estaré cerca de Yuu-chan para mejorar su vocabulario —bromeó.

—Yuu-chan, eh… —repitió Guren —. Eso espero, Mikaela.

Yuu, quien permaneció ajeno a la conversación, soltó un suspiro para volver a hacerse notar. Mika se giró a verlo y al notarlo tan incómodo, volvió a dar una pequeña reverencia.

—Debo irme ya. Comienza a oscurecer —sonrió de nuevo, hasta Mika se sorprendía de haber repetido tanto esa acción en tan poco tiempo —. Un placer saludarlo, Ichinose-san —. Después se enfocó en el otro Ichinose, en el que verdaderamente le interesaba —. Nos vemos mañana, Yuu-chan. —Sin agregar nada más, acabó por retirarse.

Sin esperar si quiera a que la silueta de Bathory desapareciera, Yuu ingresó a casa. Guren le siguió de cerca.

Apenas entrar Guren vio como Yuu lanzó su maletín y se aventó directo al sofá. A pesar de la descortesía de su hermano menor, lo pasó por alto y se sentó a su lado.

—No voy a hacer preguntas acerca del «Yuu-chan» por lo pronto. Ahora hay un asunto más importante que tratar. —Con un movimiento de cabeza, Yuu le hizo saber que tenía su atención —. Hoy hablé con Kureto de algo sumamente importante…

Comenzó a relatar. Palabra por palabra, citando varias veces las órdenes que Kureto le había dado. Conforme el relato avanzaba, Guren fue obteniendo la atención de Yuu al grado en el que no le despegó la vista más que para parpadear. Cuando finalizó, Yūichirō tenía los ojos abiertos lo más que sus cuencas oculares se lo permitieron.

—Es joda, ¿verdad? —Fue lo único que Yuu consiguió articular.

—Me temo que no.

Yuu no pudo decir nada más. El peso de la noticia pareció poder con él.

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Próximo capítulo: Luna de miel.

Notas finales:

Aclaraciones:

[1]: En Kyuuketsuki Mikaela no Monogatari (La historia del vampiro Mikaela) Volumen 1, queda aclarado en el prólogo que el padre de Mikaela era ruso. Sin embargo esa información me era desconocida cuando comencé a escribir este fanfic (la novela se publicó luego de ello); tan solo tenía conocimiento de que uno de sus padres era ruso. Para efectos de esta historia elegí que fuera su madre y no su padre.

[2]: F1: Se trata de la competición internacional de automovilismo más popular y prestigiosa de su índole.

¡Hola!

Tardé un poquito más de lo esperado pero aquí está :3

¡Gracias por leer!

Ellie…


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