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Monochrome por Ellie77

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los derechos de Owari no Seraph (Seraph of the End) pertenecen a Takaya Kagami, Yamato Yamamoto y a Daisuke Furuya.

Advertencias:  AU ǀ  Yaoi (Boy’s Love) ǀ Yuri (Shojo ai) ǀ OoC ǀ Uso de sufijos honoríficos ǀ Contenido sexual.

Pairings: MikaYuu (Mikaela x Yūichirō) ǀ Secundarias: MitsuNoa (Shinoa x Mitsuba). KimiYoi (Kimizuki x Yoichi).

N/A: Actualización antes de volver el lunes a clases :3

Como si no hubiera un mañana

Como si no hubiera una próxima vez

 

House Of Cards BTS

 

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ǀ Monochrome ǀ

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Los días transcurrieron hasta convertirse en semanas. Cuando menos se dio cuenta, el frío poco a poco comenzaba a desaparecer; repentinamente el reino fue envuelto por una brisa fresca, menos gélida. La primavera comenzaba a asomarse a través de las rendijas de los ventanales del castillo.

Mas la vida no había comenzado a sonreírle por ese hecho.  Su sonrisa se debía al hecho de que la princesa poco a poco lo dejó adentrarse más en su vida; regalándole sonrisas cada vez que la veía, mirándolo a los ojos cada vez que lo necesitaba, brindándole suaves caricias cuando consideraba su existencia miserable… ella vino a iluminar cada rincón.

Siempre terca y testaruda pero cada vez más accesible. Su felicidad era tanta que muy apenas notaba cuando la mirada color esmeralda de su princesa se veía opacada por un fugaz recuerdo que jamás le compartió; a veces se daba cuenta de ese hecho, otras prefería ignorarlo y en algunas ocasiones pasaba desapercibido. No quería que nada empañara su reciente felicidad, ni siquiera la causante de ella.

Las horas se le iban pensando en ella, en algunas ocasiones besando sus labios o acariciando su piel. Aunque tuviera otro sin fin de responsabilidades como el caballero que era, estas pasaron a segundo plano por la princesa. Su vida ahora era ella y solo ella, la dueña de sus fantasías, su princesa, ¿qué diablos haría si la perdiera?

Sus ojos verdes, su cabello negro, su piel tostada, su nariz fina, sus dientes no tan perfectos, su amplia sonrisa, el lunar bajo su mentón, la cicatriz en su brazo izquierdo, su sencillo estilo de vestir, las zapatillas gastadas, su estatura, sus palabras… no había ser más perfecto que ella y, gracias al Dios del que dudaba su existencia, ella era casi suya. Casi. Solo un poco más y podría poseerla en plenitud.

De nueva cuenta no pudo evitar preguntarse: ¿qué haría si la perdiera?

La respuesta era sencilla: morir en vida.

 

Capítulo X

Luna de miel

 

—Entonces… ¿es un adiós?

A las palabras de Akane, Mikaela negó con la cabeza. Acarició el cabello de la pequeña, los suaves mechones castaños enmarañándose entre sus dedos; al retirar su mano pudo ver un sinfín de cabellos de la pequeña en ella. Obvio ese detalle y le regaló una suave sonrisa.

—No es un adiós, es un hasta luego. —Se paró de la silla en la que había estado todo el rato para sentarse en la cama, a su lado —. Prometo venir a verte siempre que me sea posible.

—¿Es en serio? ¿Lo prometes?

¿Cómo negarse ante el pueril rostro de Akane y su expresión tan desmejorada?

—Te lo juro —aseveró con seguridad. La pequeña a su lado se lanzó a abrazarlo —. Además no estarás sola; tus papás están aquí contigo, el doctor Narumi seguirá al pendiente de ti y Yuu-chan seguirá viniendo a verte.

Akane alzó la vista sonriéndole en el acto, aun así algunas lágrimas lograron escaparse de entre las comisuras de sus ojos. Mika sabía que ella se había encariñado demasiado con él, casi tanto como él mismo con ella. Para él también era demasiado duro dejar de verla; todavía no se encontraba preparado para separarse de la niña, mucho menos en un momento tan difícil como en el que se encontraba. Sin embargo las semanas finales de preparatoria y su próxima vida universitaria en puerta absorbían todo su tiempo.

—Voy a estarte esperando, Mika.

—Y vendré, te doy mi palabra —volvió a declarar. Ella rio.

—Solo espero que cuando vuelvas a venir mi mamá ya me haya comprado unos bonitos pañuelos. —Ella misma acarició su cabello; tal y como sucedió cuando Mikaela hizo lo mismo, en los dedos de Akane quedaron enredados muchos de sus cabellos —. Pronto se me caerá todo y me veré fea.

—Tú eres una niña hermosa, Akane-chan —susurró de manera dulce —, con o sin cabello lo seguirás siendo. Además, saldrás de esta y te convertirás en una señorita preciosa.

—¿En una princesa? —Sus ojos, hasta ahora opacos, comenzaron a iluminarse.

—En la princesa más hermosa de todo el reino.

Aquello logró hacer reír a Akane. La atmosfera ligeramente depresiva logró aminorarse, haciendo que ambos se tranquilizaran. Mikaela continuó abrazándola, no quería separarse de ella todavía.

—Te prometo que voy a curarme, Mika —comenzó a hablar en tono suave —, pondré todo mi empeño en el tratamiento y cada vez que vengas me verás un poco mejor. ¡Oh, ya sé! Te mandaré cartitas con Yuu para que así sepas siempre como estoy.

—Me parece una gran idea.

—Sí, es más fácil que veas a Yuu, es tu princesa después de todo. —A pesar de que eso no fuera verdad, no se atrevió a desmentirla —. Me alegra tanto que hayas encontrado una princesa y te hayas enamorado, se nota que lo quieres tanto. ¡Me gusta mucho Yuu para ti!  

—Él vino a cambiarme la vida de muchas maneras la vida.

—¿Y todavía vas a seguir negándome que estás enamorado?

Mikaela no se atrevió a responder algo, sin embargo la calidez que sintió en sus mejillas y la posterior sonrisa de Akane ante ese hecho delataron lo que su interior gritaba.

—Por Yuu-chan siento muchas cosas —balbuceó.

—No hace falta que me respondas algo, ya sé la respuesta. —Claramente, Akane se estaba burlando de él; no la corrigió —. Te deseo mucha suerte con tu princesa.  

—En verdad que la necesitaré.

—Si le dijeras a Yuu lo que sientes por él, yo creo todo podría cambiar.

—¿Cómo es que…? —Mikaela no pudo evitar sorprenderse. ¿Cómo era posible que Akane notara que su relación con Yuu no era tal y como se la había pintado?

—Seré una niña pero no soy tonta —respondió Akane —. Además recuerda que soy una experta en el amor. Puedo asegurarte que no le eres indiferente a Yuu, confía en mi intuición femenina. —Al terminar le guiñó un ojo.

—A tus nueve años pareces saber más de esto que yo.

—Casi diez —corrigió ella —. Pronto cumpliré años así que espero un bonito regalo, aunque con que me digas que lograste confesarte a Yuu será suficiente… ya que si se hacen novios pues será mucho mejor.

Mika no pudo evitar reír, le fascinaba la facilidad con la que Akane podía hablar de ese tema. Envidiaba esa inocencia que ella aún poseía, esa que le permitía soñar, volar alto sin temor a caerse. Hacía tanto había perdido esa capacidad, capacidad que ahora añoraba. No obstante, ahora que se encontraba tan cerca de Akane, parecía como si ella le hubiese contagiado esa ilusión y las ganas de luchar y no darse por vencido.

Tenía tanto que aprender de ella.

—Así como tú me prometes que te esforzarás en tu tratamiento, yo te hago la misma promesa con respecto a eso.

—¿Entonces trato hecho?

Mika asintió.

—Trato hecho.

El pacto lo sellaron con otro abrazo.

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En el momento en el que Mika terminó de firmar, Yuu salió de la habitación de Taichi. Le sonrió suavemente como ya siempre lo hacía para luego acercarse y también firmar su hora de salida. Mikaela miró a su alrededor, esperando esta vez sí ver a Hīragi alrededor, no obstante no hubo ni un rastro de ella.

Cuando Yuu terminó se acercó a donde Mika para que juntos salieran del hospital. Afuera ya no hacía demasiado frío; los estragos del invierno estaban desapareciendo poco a poco conforme se adentraban en marzo. Aunque ya no hubiera nevadas, Mika había cumplido su sueño de caminar con Yuu de la mano, al menos cuando este se encontraba de humor y se lo permitía. Ese día fue uno de esos aunque no necesariamente se debía al hecho de que Yuu se encontrara contento, al contrario, su expresión denotaba una melancolía infinita.

—¿Cómo está Taichi? —cuestionó Mika, excusa para iniciar conversación.

—Bien, bien. El tratamiento va muy bien por lo que dice. Se ve desmejorado pero el doctor Narumi me comentó que las probabilidades de éxito con él son muy altas —comentó con alegría, incluso una leve sonrisa surcó su rostro, sin embargo a los pocos segundo su rostro volvió a ser opacado por una mueca.

La duda carcomía a Mikaela.

 —¿Pasa algo, Yuu-chan?

Curiosamente, Yuu no zanjó el tema ni le dijo algo acerca de que no debía importarle lo que sucediera con él, en cambio tan solo soltó un largo suspiro. Mika supuso que el tema tenía el suficiente peso para detener el andar así que caminaron hacia el parque y se adentraron en él, ya ahí buscaron un punto en el que pudieran tener privacidad.

Cerca de un gran árbol del cual desconocía su clase había justo una banca debajo. Eligieron ese lugar para sentarse.

—¿Ahora sí vas a decirme qué te sucede? —Bathory insistió —. ¿Tiene qué ver con Shinoa Hīragi?

Mika suponía que ella debía ser el problema. Desde el día en que se reconciliaron él y Yuu después del incidente de la carta de Chess, no había vuelto a ver a Shinoa cerca de Yūichirō. Al ser tan amigos era obvio que su distanciamiento iba a poder con el estado anímico del moreno.

Como respuesta, Yuu volvió a suspirar.

—Son demasiadas cosas. Con mis amigos, con sus problemas, con Mitsuba… con Guren. —Lo último parecía ser lo que más pesaba.

—¿Y qué sucede con todo eso?

—No sé si seguimos siendo amigos —confesó con pesar —. Shinoa me evita; está molesta conmigo por lo de la otra vez, se siente ofendida de que no me sincere con ella, ¡pero tampoco es como si fuera fácil! Además, a pesar de todo, siempre estará del lado de Mitsuba de la cual por cierto también se ha distanciado —tomó aire para poder continuar —. Y por otro lado están los imbéciles de Kimizuki y Yoichi que se mueren el uno por el otro pero son idiotas y no se dan cuenta. ¿Lo entiendes, Mika? ¡Por idioteces se termina nuestra amistad!

Mika guardó silencio, esperando que prosiguiera con su relato. Irritado, Yuu volvió a tomar la palabra.

—¡Y Guren! —Ahí estaba lo que más le irritaba —. Nunca me considera para sus decisiones, nunca toma en cuenta mi opinión. El muy imbécil me salió con la estupidez de que nos iremos a vivir a Estados Unidos en poco tiempo…

Eso sí que lo tomó por sorpresa.

—¿¡Qué!? —Mika no pudo contenerse.

—Lo que oíste. Al parecer van a expandir la farmacéutica, no recuerdo el término que Guren utilizó. Y él por ser el consentido del imbécil de Kureto Hīragi va a hacerse cargo del negocio allá.

—¿Pero cuándo, cómo…? —Era imposible salir del shock.

Lo que Yuu relataba era algo que no tenía previsto en sus planes y algo que se le salía de las manos. Todos sus esfuerzos hasta ahora habían sido en vano. ¿De qué le servía quedarse en Japón si Yuu terminaría por irse más temprano que tarde?

—No sé cuándo con exactitud pero supongo que será apenas terminen de afinar detalles. De hecho Guren está en Massachusetts arreglando eso.

—¿Y te irás sin más?

—Ese es el problema, Mika, que no quiero —habló entre lamentos —. No me importa como sea la situación entre mis amigos y yo ahora, no pudo dejarlos. Está la escuela, estás tú, está todo. He vivido en esta ciudad desde hace varios años y no puedo pensar en irme así como así.

El corazón de Mikaela dio un vuelco al verse incluido en las razones de Yuu para permanecer en Japón. Aquello fue lo que le motivó a decir lo que justamente se encontraba pensando.

—Entonces no te vayas. —Sonó más a una súplica que a cualquier otra cosa —. Este año cumples los dieciocho, ya tu hermano no tendrá por qué ser tu tutor. Puedes tomar tus propias decisiones, puedes elegir quedarte.

—No es tan fácil…

—Vamos, el Yuu-chan que conozco daría pelea.

Sin algún reparo, tomó una mano de Yuu entre las suyas. La apretó fuertemente sin importarle mucho si esa presión provocaba dolor en el otro. El moreno le miró a los ojos por un instante para después bajar la mirada hacia sus manos. Daba la impresión de que meditaba esas palabras.

—No puedo, Mika… —respondió n un susurro —. Es mi única familia, lo único que me queda.

—¿Y dónde quedamos tus amigos y yo, eh? —bramó —. Vas a dejarnos sin más para largarte a Masachūsettsushū[1].

—Es Massachusetts.

—Lo ves, Yuu-chan, te necesito para que corrijas mi horrible pronunciación del inglés; te necesito porque haces más entretenidos mi días… ya no veo mi vida sin ti.

A pesar del peso de las palabras de Mikaela, Yuu terminó por retirar su mano para ocultarla en uno de los bolsillos de su sudadera. Mika no supo de qué forma interpretar ese gesto.

—No lo entenderías —Yuu volvió a murmurar.

—Entonces explícame.

—¡Ya, Mika! Te lo conté para desahogarme no para que me estreses más.

Ante eso no pudo replicar nada. Por más que hubiera querido, sabía que quedarse callado era lo mejor que podía hacer por el momento, más si quería evitarse otro pleito mayor con Yūichirō. Eso no evitaba que se sintiera molesto con el moreno por no querer indagar en su situación.

Después de varios minutos en silencio, escuchó a Yuu llamarlo. Quiso ignorarlo al principio pero Ichinose podía a llegar a ser el mayor cabezota de todos y no parar hasta conseguir su objetivo; en este caso, su atención.

—Guren no está en casa —recordó Yuu; Mika rodó los ojos.

—Ya me lo habías dicho —escupió.

—¿No que eres tan listo, Mika? —Esta vez Yūichirō se cruzó de brazos —. Te lo vuelvo a repetir: Guren no está en casa.

Aún y cuando su mente continuaba nublada por el enfado, poco a poco esa nube comenzó a disiparse conforme analizó esas palabras. Al entender el mensaje oculto en su frase, miró a Yuu a los ojos; las esmeraldas de Yūichirō lucían decididas.

—¿Acaso…?

—Sí, Mika, te estoy invitando a pasar la noche conmigo.

Bathory presentía lo que esa invitación significaba. Tragón en seco; aun así no necesitó pensárselo dos veces.

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Apenas entraron a la casa de Yūichirō, este le mencionó algo acerca de que se pusiera cómodo y que iría a traer algunas bebidas, jugando a ser buen anfitrión. En cuanto Yuu desapareció, Mikaela tomó asiento en el sofá de la sala, no obstante la curiosidad pudo más con él y le fue inevitable no querer recorrer un poco el lugar.

Por dentro, la casa de los Ichinose no era demasiado ostentosa como para tratarse de la residencia de una familia con buen apellido. No había cuadros estrafalarios ni adornos costosos, la decoración tampoco era elegante como la de la casa Bathory, inclusive todo se encontraba un poco desordenado. Mika adjudicaba eso al hecho de que faltaba el toque femenino, algo que ni Yuu ni Guren podrían aportar; al menos en su casa contaban con Horn, ama de llaves contratada por el mismo Ferid, de gustos exquisitos y amante ocasional de su tío.

Aunque sí hubo algo que logró llamar su atención. Uno de los adornos que se encontraban en el lugar era un tocadiscos, de esos sacados de mediados del siglo pasado. Mikaela solo había visto uno en su vida en una tienda de antigüedades que visitó hace un par de años. Se acercó al objeto y tocó los bordes de la caja de madera con sumo cuidado, temiendo de romperlo; también delineo la aguja y rozó con los dedos el disco de vinilo que se encontraba puesto.

—Oye, disculpa el desorden pero la mucama viene hasta mañana al medio día. Ah, y solo tengo refresco. —En cuanto volvió a escuchar la voz de Yuu, se giró hacia donde él; lo vio sosteniendo un par de latas de refresco de cola —. ¿Te gusta la onda de las cosas vintage?

Por inercia, retiró los dedos del objeto. Miró a Yuu con una sonrisa al mismo tiempo que negaba con la cabeza.

—Solo me llamó la atención, me pareció curioso que tú tuvieras algo así.

—No es mío, es de Guren. No sé si te llegué a mencionar que él es fanático de la música de ancianos, el jazz y todas esas cosas.

—Creo que lo hiciste, no recuerdo bien. —Yuu le lanzó una de las latas la cual abrió al instante. Dio un ligero sorbo —. ¿Seguro que no hay problema con que me quede aquí?

Yuu negó.

—Ninguno. Aparte de Guren no debo darle explicaciones a nadie, y él no está. Más bien, ¿tú no tienes ningún inconveniente? Dijiste que vives con tu tío, ¿no?

—Sí pero con él no hay problema alguno. Y mientras menos tiempo pase con él, mejor.

—¿No se llevan bien?

—Yuu-chan, no quiero desperdiciar el tiempo hablando de mi tío cuando puedo estar contigo. —Mientras pronunciaba esas palabras se iba acercando de a poco al moreno —. Me has invitado aquí por una razón, ¿no es así?   

Yuu guardó silencio y Mika imploró a Buda, a Alá y a Dios —maldito hereje— que no fuera a arrepentirse. La invitación que Yūichirō le había hecho contenía un mensaje implícito que, por más temor que pudiera llegar a causarle, también era algo que le atraía en sobremanera. La felación que Yuu le hizo en Navidad fue la gloria, tener sexo con él debía ser parecido a tocar el cielo con la punta de los dedos. O de su miembro.

—Lo hice —contestó luego de un rato, de nuevo adquiriendo ese porte rebelde y altanero que le caracterizaba —, pero no creí que fueras a ser tan impaciente.

En cuanto lo escuchó reír le fue imposible no sonrojarse. Bien, había quedado con un urgido —de paso pervertido— ante los ojos del moreno. Aun así, a pesar de la vergüenza, no se retiró ni un centímetro de Yuu, al contrario, se atrevió a tomar su mano.

—Bueno, yo vine por algo y me gustaría que fueras un hombre de palabra y cumplieras —habló juguetón, ocultando de forma magistral su bochorno.

—Eres un maldito caliente —vociferó Yūichirō.

Yuu entrelazó sus dedos y tiró del cuerpo de Mikaela escaleras arriba. Bathory iba tan encantado con la idea que esta vez no se fijó en las fotografías enmarcadas ni en la decoración de esa parte de la casa en ese punto. En la planta alta había un pasillo con puertas en ambos lados y una al fondo, y tan pronto llegaron arriba, Ichinose volvió a jalar el brazo de su acompañante hacia la habitación del fondo a la izquierda; Mika se preguntó si en la de la derecha se encontraba el baño, soltó una suave risa ante su propia broma.

La habitación de Yuu fue un lugar que se vio en la necesidad de analizar. Paredes azul cielo; posters de bandas que en su vida había escuchado hablar y uno que otro de los autos fórmula uno de los cuales se había declarado fanático; había un pequeño estante con libros, de seguro su colección privada de obras que admitió amar; un closet de madera, sobre la cómoda un despertador y una lámpara, la cama estaba hecha, había un par de prendas regadas y su escritorio en el que de seguro hacía sus deberes era un desastre.

Yūichirō soltó la mano de Bathory  y tomó la portátil que tenía sobre su cama para ponerla sobre la pila de papeles que había en el escritorio. Mika rio.

—Tu habitación es justo como la imaginé: un desastre.

Contrario a lo que esperó, Yuu no hizo ningún ademán de ofenderse.

—Hay veces en que está peor.

—Aunque… —Mika dio un leve recorrido alrededor de la habitación para solo para cerciorarse de que ningún detalle se le hubiese escapado —. No creí que fuera azul; no sé, me imaginaba te iban otro tipo de colores.

—Es mi color favorito —reveló el moreno —. Cuando llegamos a esta casa, Guren dijo que podíamos pintarla del color que quisiera. Es uno de los pocos caprichos que me ha cumplido.

—Ya veo.

Le hubiese gustado escuchar algo como «es azul porque es el color de tus ojos, Mika» pero el tan solo imaginar una declaración como esa era inmensamente insólito y cursi.

Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se percató del momento en el que Yuu se había acercado a donde él. El moreno tomó su rostro entre sus manos y depósito un beso que Mika pudo calificar de todo menos suave; era desesperado, sofocante, iba demasiado rápido. Apenas y pudo asimilar que Yuu lo estaba besando cuando este ya pretendía meterle la lengua hasta la garganta.

Mikaela se alejó de golpe de él, la necesidad de aire y de raciocinio se hicieron presentes. Mientras intentaba normalizar su respiración, miró a donde Yūichirō; el pecho del moreno subía y bajaba rápidamente además de que le miraba con los ojos bien abiertos. Antes de que Mika pudiera soltar un comentario o alguna broma con respecto a su aspecto, Yuu volvió a atacarlo, volvió a besarlo con fuerza, impidiendo de esa forma que Mika se alejara.

Aprovechando que Yuu era quien llevaba el ritmo de aquel intercambio de saliva, Bathory prosiguió a desabotonarse el suéter y quitárselo lo más rápido que podía. Yuu se percató de aquella acción y, sin todavía soltar los labios de Mikaela, aventó su chaqueta a un punto incierto de la habitación. Los manoseos por debajo de las playeras de ambas partes no se hicieron esperar.

Mikaela fue el primero en sacársela a Yuu. Teniendo el pecho del otro a su merced, sus labios recorrieron desde su mentón pasando por la mandíbula hasta llegar a los pezones de Ichinose. Por mero instinto succionó, provocando que el otro soltara un alarido que solo podía describirlo como sensual.   

—Creía que… no tenías… ni la… menor… idea… de esto. —El moreno apenas y podía hablar; su voz entrecortada le calentó todavía más.

Mikaela continuó chupando un par de segundos más. Le dio un leve mordisco al pezón y lo soltó. Su cara se acercó peligrosamente al otro, comenzando a delinear la aureola con la punta de la lengua antes de volver a succionar. Para incrementar todavía más la sensación, separó con una pierna las de Ichinose y de esta forma comenzar a rozar su intimidad con la rodilla.   

—No me subestimes. —Chupó un poco tan solo para lograr que Yuu soltara más y más gemidos. Realmente lo ponía. Una de sus manos tomó el miembro de Yuu por sobre sus pantalones; dio un leve apretón, otro jadeo no se hizo esperar —. Vaya, realmente reaccionas rápido. Ya estás duro.  

No era necesariamente que supiera algo relacionado al sexo entre dos hombres, se trataba más bien del instinto, de hacerle a Yuu lo que a él le gustaba —o le gustaría— que le hicieran.

Continuó chupando sus pezones y masturbándolo unos minutos más; se sentía tan duro como el mismo Yūichirō, además los sonidos que este soltaba no ayudaban en nada para controlar su erección. Quizá ya era momento de recostarlo y continuar con el juego previo en la cama, pero antes de tan siquiera poder dar un paso, Yuu se alejó.

—Me toca —espetó el moreno con voz ronca.

Le sonrió de forma socarrona para ahora él tomar las riendas. Continuando con ese porte altanero, fue él quien lo guio hacia la cama. De un empujón, Mikaela cayó sobre el colchón, rebotando levemente. Antes de poder incorporarse, con una mano Yuu volvió a tumbarlo. Tomó los bordes del pantalón de Mikaela para sacárselos de un tirón. No pudo evitar reír ante la vista.

—Todavía no vamos ni a la mitad y ya estás así. —Yuu mencionó como si de un chiste se tratara.

—Sabes, deberías sentirte halagado. Después de todo, tú me has puesto.

—No creo que dures mucho —dijo y a Mika le hubiera gustado poder objetar algo contra eso.

Yuu volvió a besarlo para después ahora él bajar hacia sus pezones. Al contrario de Mika, Yuu no fue nada suave; tironeó de ellos y succionó fuertemente hasta que la tonalidad cambio de una rozada a una rojiza. No se entretuvo demasiado con ellos ya que comenzó a bajar más y más. Con su lengua simuló penetraciones en el ombligo mientras su barbilla le hacía cosquillas en el nacimiento del vello púbico. Mika rogaba no patearlo, eso sin duda arruinaría el momento.

Pronto la ropa interior también comenzó a estorbarle a Yūichirō. Se la quitó con tortuosa lentitud, ganándose varias maldiciones por parte de Mika. Una vez que Bathory se encontraba completamente desnudo, sonrió de lado, señalando la entrepierna de Yuu.

—No es justo que solo tú puedas verme. —Se sentó en la cama, acercándose peligrosamente a donde Yūichirō. De un solo movimiento tumbó el cuerpo de Yuu quedando ahora él encima —. Yo nunca lo he visto.

Tampoco se tomó la molestia de avisar. Desabotonó y bajó el cierre de los vaqueros del moreno y sin tiempo que perder también se deshizo de la ropa interior.

—Te digo que eres un impaciente.

—He esperado tanto este momento, Yuu-chan, tengo derecho a serlo.

Besó alrededor del falo, lamió la longitud y lo tomó entre sus dedos para comenzar a masturbarlo. Pronto no pudo resistirlo más y, debido a la intensidad del momento, también lo chupó.

Yuu tan solo se dedicó a observar su pene entrar y salir de la boca de Mikaela en todo momento. Tomó entre sus dedos las hebras doradas para así él también ayudar a que la penetración fuera más profunda. Mikaela abrió los ojos ante ese hecho, de esa forma era difícil continuar con la felación. Cuando realmente no pudo más, se sacó el falo de la boca, tosiendo un par de veces. Yuu alzó una ceja.  

—Ni siquiera lograste que me corriera —reclamó Yuu; Mika le lanzó una mirada irritada.

—Es que eres un salvaje. —Mikaela continuó tosiendo, intentando también tranquilizar su respiración —. Era la primera vez que lo hacía, ¡y me dejas sin respirar!

—Ya, ya, lo lamento. Ya iremos a tu ritmo.

Mikaela agradeció esas palabras aunque al instante volvió a quedar desconcertado. Yuu volvió a tirar de su cuerpo, volviendo a quedar encima, sentándose justamente donde su erección se encontraba. Miró al moreno, buscando sus ojos verdes, esos que tanto le gustaban y que durante todo ese rato no se había detenido a mirar. Yuu lucía demasiado guapo; su bonito rostro adornado con un sonrojo producto de la situación, el cabello negro rebelde odavía más enmarañado y su suave piel tostada adornada con una capa de sudor. Nunca ninguna persona en esas condiciones le había parecido tan atractiva como Yūichirō.  

Yuu dejó de mirarlo para dirigir la atención a la cómoda justo a un lado de su cama. Se acercó a donde ella, abriendo uno de los cajones y sacando algo de su interior. Volvió a sentarse encima del pene de Bathory logrando que este soltara un suspiro y, a continuación, comenzó a maniobrar con lo que tenía en sus manos. En ese momento Mika distinguió que se trataba de una botella bastante pequeña.

—Oye…

Fue completamente ignorado. Mika estaba por preguntar otra cosa más cuando Yuu se alejó un poco. Vació un poco del contenido de la botella en su mano y prosiguió a untarlo en el pene de Mikaela, simulado una masturbación. Ahora ya sabía qué era exactamente eso, y se sentía un tanto tonto por no haberlo supuesto.

—Me alegra saber que yo seré quien la meta.

—Tú eres tan marica que de seguro lloras si es al revés —objetó Yuu como si fuera el mejor argumento del mundo —. Sea como sea, también voy a querer probar de la otra forma.

—Como sea da igual, muero por hacerlo.

Al contrario de lo que imaginaba, Yuu no usó el lubricante en él. Tampoco empezó metiendo uno a uno sus dedos para dilatarse. Él desde un comienzo empezó a lo grande. Volvió a acercarse a Mika, quedando su trasero justo debajo del pene erecto de Mikaela, y sin ningún aviso, comenzó a bajar lentamente, introduciendo de a poco  el falo en su ano.

Mika cerró los ojos y dejó caer su cabeza hacia atrás. Se sentía increíble. Mucho más apretado que el interior de una chica y más cálido por el simple hecho de tratarse de Yuu. El morbo pudo con él y con todas sus fuerzas levantó la cabeza, encontrándose con la obscena escena de estar siendo devorado por Ichinose.

No extrañaba en nada ver pechos saltando o una larga cabellera. Yuu y su falo rebotando eran más que suficientes para para hacerlo acabar con tan solo verlo.

—Debe… deberías… ver tu… cara —soltó Yuu, entre risas y gemidos —. Das pena.

—¿Y crees que… eso… me… importa? Solo… muévete —espetó.

—Necesito acostum… brarme.

En cuanto terminó de pronunciar esa frase, comenzó a moverse —demasiado rápido como para tratarse de sexo por detrás—, subiendo y volviendo a bajar de forma lenta, también moviéndose de enfrente hacia atrás, para aumentar la sensación.

Cuando comenzó a aumentar el ritmo de las penetraciones, usó el pecho de Mikaela como apoyo, a quien poco le importó ser aplastado. Únicamente podía concentrarse en lo apretado que Yuu estaba y en el simple hecho de que estar follándolo era la gloria. Un sueño realidad. El hecho de que aún no había dado una verdadera etiqueta a sus sentimientos por el muchacho, que en la vida de este él no significaba lo mismo y que obviamente Yuu había estado con alguien —o algunos— antes que con él, se esfumaron con cada estocada que lograba asestar en el interior de Ichinose.

Los minutos pasaron de esa forma, Yuu subiendo y bajando y Mika clavándole las uñas en las nalgas, intentando por todos los medios durar aunque fuera un poco más. No quería perder ante Yuu, no cuando estaba tan acostumbrado a ser quien siempre tenía la razón. Aprovechando que tenía el pene del otro justo a su vista, comenzó a juguetear con él.

—Eso… es… jugar… su… sucio —comentó el moreno. Joder, hasta su sola voz era un afrodisiaco —. No… vas a… poder, Mika… ¡Ah!

Punto a favor para Mikaela.

Creyó que una sonrisa surcó en el rostro de Yuu, al menos eso fue lo que su nublada vista le permitió captar. Ichinose continuó subiendo y bajando, yendo de atrás hacia adelante al mismo tiempo pero esta vez haciendo una leve presión con sus nalgas que logró que dentro de sí sus paredes se contrajeran más.

Eso fue irresistible para Mikaela, un martirio y una placentera tortura que no logró sino hacer que soltara un sonoro gemido que rebotó en toda la habitación. Su cuerpo se sintió desfallecer y al mirar hacia donde Yuu y él se volvieron uno, la salida de un líquido blanco tan solo confirmó que, en efecto, había llegado al orgasmo.

—¡Te… gané! —se jactó Yūichirō.

El moreno continuó auto penetrándose, también se masturbó buscando su propio orgasmo. Mika no pudo más que cerrar los ojos, ya bastante exhausto, y sonreír. A pesar de haber perdido —según palabras de Yuu—, él se sentía increíblemente satisfecho.

Sin dudas, la mejor follada de su vida.  

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La recamara de Yūichirō Ichinose olía a sudor y a semen.

Mikaela sentía el cuerpo entumecido, nunca antes una sesión de sexo lo había dejado tan agotado. Miró a Yuu por el rabillo del ojo para verificar que el muchacho se encontrara en las mismas condiciones; también lucía exhausto aunque no tanto como lo hubiese esperado.

Giró un poco su cuerpo hacia donde él, movimiento del que Yuu no pareció percatarse. Viéndolo de forma más atenta, su vista lucía perdida, miraba el techo como si de la cosa más interesante se tratase; Mikaela no pudo evitar sentirse intrigado.

—¿Yuu-chan? —llamó, el aludido le ignoró —. ¿Yuu-chan?

—Perdón, ¿qué decías? —respondió mas no despegó la vista del techo.

—Nada realmente —soltó un largo suspiro para volver a dejarse caer, después frunció el ceño.

—¿Estás molesto porque hice que te vinieras demasiado rápido? —comentó Yūichirō con una sonrisa; Mika no cambió su expresión.

—¿Puedo preguntarte algo? —cambió el tema drásticamente. Yuu asintió, aun así Mika tardó un par de minutos en poder formular de forma adecuada la pregunta que le carcomía la mente —. Yuu-chan, esta no es tu primera vez, ¿verdad?

—Obviamente no, con Mitsuba varias veces…

—No me refiero a eso —interrumpió de forma tajante —. Esta no es tu primera vez así, ¿verdad?

Yuu lo miró, parecía estar bastante sorprendido por su pregunta. Mikaela intentó por todos los medios intentar no perder la cordura y enfrentarlo.

Se mentiría a sí mismo si dijera que no ser el primer chico en la vida de Yuu no lo hacía sentirse decepcionado. La presencia de Mitsuba y saber que fue novia de Yuu le molestaba pero saber que además hubo antes otro hombre le provocaba unos celos infinitos. Él no significaría en la vida de Yuu lo que él si representaba en la suya.

—No. —Yuu reveló de forma tajante y sin anestesia.

Mikaela sintió algo que tan solo podría describir como su corazón rompiéndose en miles de pedazos. Intentó disimularlo con una risa que salió seca y sin emoción.

—Eso quiere decir que tú no estabas experimentando.

—Bueno, pero te ayudo a ti a hacerlo. Eso debería contarme como servicio social, sabes —bromeó aunque a Mika no le causó ni un pelo de gracia.

—Eres un demonio, Yuu-chan.

Él lo decía muy en serio, Yuu no pareció captar el peso de esas palabras.

—Vamos, Mika, no te lo tomes tan a pecho. Lo importante aquí es pasarla bien, ¿no crees?

Mika no tenía ganas de responderle absolutamente nada, de hecho se veía tentado a levantarse de la cama, tomar sus cosas e irse a casa para meterse en su cama y olvidar que existía, no obstante los planes de Yuu eran otros y sus siguientes acciones lo tomaron desprevenido.

Yuu se sentó a su lado y rebuscó entre las sábanas hasta volver a dar con la botella de lubricante. La abrió con cuidado y comenzó a untar el viscoso líquido en sus dedos.

—¿Acaso quieres otra ronda? —cuestionó Mika al verlo tan absorto. Yuu le sonrió.

—Me dejaste con ganas.

Yuu se colocó a sus pies, algo que obviamente extrañó a Mikaela. Antes de que pudiera tan siquiera replicar, con la mano libre Yūichirō alzó uno de sus muslos y su otra mano comenzó a acercarse peligrosamente a su zona baja. Fue imposible no adivinar sus intenciones.

—¿¡Qué mierda se supone qué haces!?

—¿Qué no es obvio? —respondió con simpleza —Tú mismo dijiste hace rato que te daba igual. Anda, cúmpleme el capricho. A final de cuentas acaba sintiéndose muy bien, confía en mí.

Mika intentó zafarse, sin embargo, apenas y con mirar a Yuu a los ojos, aquel brillo sensual volviendo a reflejarse en ellos, no pudo sino más que quedarse en la misma posición. A pesar de cómo se sentía, ¿era capaz de hacer eso por Yūichirō?

—¿Qué tan doloroso es? —preguntó dubitativo.

Al parecer, sí.

—No lo sé, no sabría compararlo con algo. —En verdad parecía buscar una buena analogía mas su mente no parecía ayudarle. Eso no tranquilizó a Mika en nada. Al ver su semblante tan ansioso, Yuu agregó de forma suave para tranquilizarlo —: Mika, lo haré poco a poco. Si te incomoda, dilo; si quieres que pare, lo hago. Pero al final verás que se siente increíblemente bien.

Mikaela no dijo nada más, intentó relajarse a pesar de la situación. Se recostó en la cama y dejó que Yuu hiciera lo suyo.

—Quiero confiar en ti.

—Pues entonces hazlo. No seas miedoso —contestó con simpleza, como si fuera lo más fácil del mundo. Extrañamente, Mika se sintió un poco más aliviado.

No dijo nada más, para no arruinar el momento y porque le era imposible concentrarse en otra cosa que no fuera el dedo de Yuu presionando su esfínter. Se sorprendió de que el índice se deslizara con tanta facilidad, supuso que se debía a la cantidad descomunal de lubricante que el moreno había usado.

Era extraño. No era doloroso pero tampoco podría calificarlo como algo que le agradara. Suspiró profundo, intentando continuar relajado; sabía que todavía faltaba demasiado y que eso no era nada comparado con lo que iba a sentir.

El segundo dedo sí logró que su ceño se frunciera, aun así pudo retener cualquier quejido que amenazara con salir de su garganta. Para poder amortiguar el dolor, apretó con ambas manos las sábanas amarillas; sus nudillos se volvieron blancos pero todavía sentía que era capaz de soportar más. Para su sorpresa, Yuu comenzó a palpar en su interior un punto que, siendo honesto consigo mismo, lograba transmitirle una sensación agradable. No supo si lo que soltó a continuación fue un quejido o un gemido ahogado, mas no negaba que esa caricia sí había logrado serle placentera.

El tercer dedo hizo que soltara un alarido. Esta vez apretar la sábana no fue suficiente y tuvo que recurrir a clavar las uñas en el mismo colchón. Se abstuvo de llorar, no quería verse débil en un momento como ese, no cuando Yuu parecía encantado con su cuerpo y con su ano. Debía hacerlo por él, para complacerlo tal y como el moreno lo había hecho.

—¿Cómo vas? —habló Yuu por primera vez en bastante rato. Mikaela se vio tentado a golpearlo mas el dolor se lo impedía.

—Pues… voy, eso es lo importante.

Yuu sonrió, la curva de sus labios apenas elevada y denotando algo de culpa. Mika estaba por decirle algo para tranquilizarle pero en ese justo momento Yuu sacó los dedos de su interior y le sostuvo por los muslos; después le abrió las piernas de manera suave. Dentro de todo, Bathory lo consideraba excitante.

—Y dijiste que el maldito caliente era yo —bromeó Mika.

—Cállate. Y recuerda…

—Sí me aprendí tu palabrería. Ahora hazlo antes de que me arrepienta.

Yuu soltó un bufido y tan solo se acercó más a Mikaela. Este, curioso por las acciones del otro, no pudo despegar la mirada del falo de Yūichirō que rozaba peligrosamente su entrada. No tuvo tiempo ni de cuestionarse de qué tanto dolería cuando el ardor se hizo presente en esa parte de su cuerpo. Yuu presionaba con su miembro, exigiendo la entrada de manera brusca. Mika contuvo el aliento, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera el maldito miembro de Yuu desgarrándole.

Una vez logró meterlo, el moreno sostuvo a Mika por la cadera para lograr deslizar su falo hasta el interior. Para Mika era demasiado extraño, extraño  y lacerante; le hubiera gustado encontrar una buena comparación pero el acto en sí le impedía concentrarse en otra cosa que no fuera Yuu, su pene y la explosión de emociones que ocurrían dentro de su cabeza.

Creyó escuchar que Ichinose susurraba algo acerca de que había entrado, sin embargo no prestó demasiada atención. Se le figuraba que las palabras de Yuu podían romper con su concentración y eso era lo que menos quería en esos momentos. Cuando el cuerpo del moreno se acercó al suyo, lo abrazó y tomó su rostro entre sus manos. Necesitaba de un beso y era algo que el otro no podía negársele en esas circunstancias; por suerte Yuu cedió sin objeción alguna.  

Pasaron dos minutos, tres, cinco o tal vez casi diez. Mika continuaba sin pronunciar palabra alguna y Yuu comenzaba a impacientarse. Ichinose abrazó el cuerpo pálido de Mikaela y salió un poco de su cuerpo para volver a entrar de una sola estocada. Bathory tembló, soltó un par de maldiciones y le clavó las uñas en la espalda de una forma que de seguro dejarían marca, aun así no le pidió que parara. Tomando su mudez como una buena señal, Yūichirō repitió su acción. El resultado fue el mismo.

—Relájate, Mika —susurró contra su oído de forma suave. El aludido cerró los ojos, dejándose arrullar por la melodía de su voz —. Estarás bien.

De nueva cuenta quiso creerle. Y así lo hizo.

Volvió a salir y volvió a entrar un par de veces, Mika continuaba tenso pero conforme pasaban los segundos parecía más resignado. Cuando menos lo esperó, las embestidas eran más y más rápidas, y comenzaba a sentirse un poco bien.

En efecto, ya no dolía tanto, pero continuaba siendo incómodo. Era capaz de sentir a Yuu abrirse camino entre sus piernas para después salir y dejarle una sensación de vacío que por suerte llenaba en escaso tiempo. El placer era algo que percibía por debajo de todas las demás sensaciones que lo embargaban; también gemía, también jadeaba, pero lo adjudicaba más al hecho de que Yuu le masturbara inconscientemente con su abdomen que por estar siendo penetrado. No obstante no podía negar que cuando Yuu le embestía en cierto punto, se sentía desfallecer. Era una lástima que se sintiera tan abrumado como para poder tan siquiera indicarle exactamente donde era.

Fuera como fuera, dentro de todo Yuu había tenido razón: terminaba sintiéndose delicioso. Lo repetiría, sin dudas. Porque a pesar de lo doloroso que fue al principio, admitía que el simple hecho de que Yuu le hubiera abierto las nalgas le había calentado. Todo era obsceno, todo era inmoral y un deleite.

Entre besos, caricias y embestidas llegó al orgasmo. Yuu también lo consiguió después de varios minutos; sentir a Yūichirō correrse dentro de él le hubiera provocado otro de no haber quedado tan exhausto.

Todavía percibía todo a su alrededor borroso y el olor a sexo se intensificó aún más en la habitación, pero eso y todo lo demás ya no tenían cabida en su mente. El placer y el dolor le hicieron olvidarse de todo.

.

.

.

Próximo capítulo: Jazz & Blues.

Notas finales:

Aclaraciones:

[1]: Supuesta pronunciación en japonés de Massachusetts, estado perteneciente a E.U.A..

¡Hola!

¡Última actualización antes de mi regreso a clases! La rutina regresa el lunes ;)

Este capítulo lo tenía casi listo desde hacía bastante pero no había podido subirlo por la cuestión del lemon. ¡No me gustaba como quedaba! Por suerte, después de miles de millones de intentos, creo que logré hacerlo bien, creo… y he aquí el resultado. Espero les agrade :3

Y sí, sé que ahora se preguntarán “¿qué esto no era un MikaYuu?”. Y pues lo sigue siendo. La verdad es que la onda seme/uke o arriba/abajo me tiene sin cuidado. Pero bueno, a grandes rasgos esta historia también cuenta como YuuMika aunque prefiero  nombrar a la pareja en general MikaYuu debido a que me gusta más como se escucha fonéticamente de esa forma.

Dejando de lado eso, es mi deber avisarles(?) que ya vamos por la mitad de la historia, ¡la mitad! Según mis cálculos (que tampoco son buenos; yo creía que esto no pasaría de los 12 capítulos) este fanfic contará con 18 capítulos. Espero ahora sí atinarle :D

¡Gracias por leer!

Ellie… d84;

 


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