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Monochrome por Ellie77

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los derechos de Owari no Seraph (Seraph of the End) pertenecen a Takaya Kagami, Yamato Yamamoto y a Daisuke Furuya.

Advertencia:  AU ǀ  Yaoi (Boy’s Love) ǀ OoC ǀ Uso de sufijos honoríficos ǀ Contenido sexual.

Pairing: MikaYuu (Mikaela x Yuuichirou).

N/A: Lo prometido es deuda; no tarde taaaanto en actualizar XD.

Quisiera ver quién eres

Cada pulgada, cada cicatriz

 

Fly On The Wall Tatu

 

.

ǀ Monochrome ǀ

.

Y continuó observándola a la lejanía.

Era tonto, estúpido y ahora incluso podría pasar por un acosador. Mas no había otra manera, ella no dejaba más opciones. Y es que por más intentos que hiciera para tan siquiera poder tener una conversación decente, ella le rechazaba, tajante, vociferando que era un idiota y que la dejara en paz; a sabiendas del carácter tan temperamental de la joven, le sorprendía que esta aun no le hubiese lanzado un puñetazo.

Pero no iba a desistir, no todavía. No se daría por vencido hasta acercarse y poder obtener eso que tanto ansiaba de ella, aunque ni él mismo estaba seguro de qué era lo que esperaba encontrar en la chica de ojos esmeraldas. Lo meditaba, sí, durante sus ratos libres o en los momentos más aburridos del día, sin embargo la respuesta nunca llegaba. ¿Qué esperaba? ¿Qué quería? ¿Qué era lo que tanto le atraía de ella?

No era solo su físico; ni su piel bronceada, ni su cabello oscuro, ni siquiera sus grandes ojos verdes. Era algo más, algo tan irracional que su ordenada mente no se permitía comprender; quizá porque perdería la magia el sentimiento o porque en una vida llena de monotonía ya le era necesario el simplemente dejarse llevar.  

Por eso a pesar de los constantes rechazos, seguía insistiendo sin importarle que fuese a fulminarle con la mirada. Continuaba tras suyo a pesar de sus malos tratos y sus pésimos modales en lo que refería a relaciones interpersonales. De igual forma pasaba noches en vela rememorando los momentos del día que pasó a su lado y pensando en lo que podría decirle al día siguiente. Y cuando estaba dormido, también soñaba con ella, esta vez permitiendo que su imaginación volara y le regalase un espejismo de cómo sería la vida a su lado.

Al día siguiente sabía que todo sería igual, que apenas ella lo viera por los pasillos o cerca de su aula de clases, comenzaría a soltar un sinfín de impropiedades contra su persona y que sus ojos verdes no le mirarían con devoción sino más bien entre una extraña combinación entre fastidio y asco. Pero no importaba, todo lo malo a su alrededor pasaba a segundo o hasta tercer plano. Esa princesa… su princesa valía toda la pena.

 

Capítulo II

Había una vez... tú

 

—Yuu-chan.

El aludido ni siquiera se molestó en voltear y tampoco era como si hiciera falta; sabía de sobra de quién se trataba, a su pesar su mente ya tenía bien identificado ese tono de voz. Y tal y como predijo, en menos de un parpadeo Mikaela Bathory ya se encontraba caminando a su lado. Yuu suspiro cansinamente, quizá ya harto de la situación.

—Deja esto de una vez, ¿quieres? —comentó de manera aburrida —. Estoy cansado de esto: de tú insistencia, de que me sigas, incluso estoy hasta cansado de insultarte.

—Entonces ya hemos hecho un avance —terminó con una ligera sonrisa. Todo aquel que pasaba junto a ellos no podía evitar sorprenderse; ver sonreír a Mikaela Bathory no era cosa de diario, menos por una situación tan simple como esa —. ¿Acaso no lo notas, Yuu-chan? Esta es la primera conversación decente que tenemos sin estar de por medio tus gritos e insultos. Ahora sí podemos comenzar a conocernos.

—Como digas, Mikaela.

—Llámame solo «Mika», ¿sí? Quiero que nos tratemos con familiaridad. —Yuu rodó los ojos. A pesar de que aquello le molestó, Mikaela no dijo nada al respecto —. Por cierto, Yuu-chan, ¿cómo es que conoces mi nombre?

—¿Acaso eres idiota? ¿Quién no conoce tu nombre? —Esta vez Yuu giró su rostro hacia Mika, este no pudo más que contener la respiración; era la primera vez que veía tan de cerca a Yuuichirou sin que este quisiese molerle a golpes —. Eres Mikaela Bathory, el estudiante número uno de tu generación y de todo el colegio además de un gran deportista y sobre todo el chico por el cual el noventa y nueve punto nueve por ciento de las chicas mojan las bragas.

—Suena como si me tuvieras envidia, Yuu-chan.

—No te creas tan importante. —El moreno chasqueó la lengua, desviando la mirada.

La conversación pareció haber muerto en ese punto, no obstante Mikaela agradecía que Yuu siguiera caminando junto a él y todavía no le corriera de su lado.

En ese momento de silencio, hubo algo de lo dicho por Yuu que a Mika le llamó la atención: al parecer Yuu sabía de su vida, al menos conocía lo primordial y lo que comentaban los demás estudiantes entre sí; así que por ende Yuu había escuchado hablar sobre él. Lo cual le llevó a Mika a preguntarse el por qué él nunca había escuchado algo acerca de Yuuichirou Ichinose.  

No era un alumno de buenas calificaciones pero los busca pleitos de una forma u otra siempre llamaban la atención, al parecer también era bueno en deportes y sobre todo era un muchacho sumamente guapo; quizá no del mismo tipo de Mikaela que según las chicas era como un «príncipe azul», más bien Yuu encajaba en el estereotipo de «rebelde», un rebelde con facciones suaves en lugar de rudas.

También se preguntó el por qué no lo había visto antes. Estaban en la misma escuela, compartían algunos maestros y aunque fuera por mera casualidad debieron haber coincidido en algún otro sitio de la escuela. Sin embargo, por más que hiciera memoria, Mika no recordaba haber visto a Yuu sino hasta  aquella vez que lo encontró en esa riña callejera. Igual, Mikaela solía ser distraído con las cosas que no le interesaban así que supuso que en aquellos momentos debió considerar irrelevante hasta al mismo Yuu que ahora tanto le encantaba.

—Oye, Yuu-chan —llamó Mika de nueva cuenta. El nombrado volvió a rodar los ojos.

—¿Puedes dejar de llamarme así? Es embarazoso. Además no te he dado la confianza para que…

—Pero Yuu-chan... —Como nunca antes, soltó esa queja haciendo un leve puchero —. ¿Qué parte de «familiaridad» no te quedó clara?

—Ninguna.

—No seas aguafiestas, Yuu-chan, que suena muy bien así.

—¡Y también deja de repetir tanto mi nombre!

Mikaela hizo una mueca, realmente no se esperaba ese reclamo. Por su cuenta no se había percatado de ese hecho, sin embargo, al parecer estaba pronunciando demasiado su nombre. Era casi por inercia, no lo planeó en ningún momento. Y es que debía admitir que el nombre del moreno le fascinaba; podría decirlo todo el día sin cansarse.

—Lo repito: aguafie…

—¿Qué es lo que quieres, Mikaela? —Esta vez fue el turno de Yuu de interrumpirlo —. Lo acepto, llegué a mi límite, así que dime de una vez por todas qué mierda quieres de mí.

La respuesta a esa interrogante le era incierta. Mika sabía que buscaba más que una amistad pero menos que una relación amorosa con Yuuichirou; formar parte de su mundo sin convertirlo en una parte esencial del propio. Al menos eso era lo que su ahora casi inexistente parte racional de su mente le dictaba.

—¿Tan molesto te resulto? —cuestionó, intentando ganar tiempo para idear una buena contestación.

—La verdad, sí. Llevas siguiéndome por semanas con tú «Yuu-chan esto, Yuu-chan aquello». ¡Joder, todos  han comenzado a interrogarme qué que me traigo contigo! Y ni hablar de tus fanáticas; creen que quiero golpearte o algo así y tú buscas darme una lección. —Mika estaba por decir algo al respecto más el parloteo de Yuu se lo impidió —. Dime, ¿es tu forma de desquitarte por aquella vez que forcejeamos o tu vida de niño rico es tan aburrida que molestarme es como tu nuevo hobbie? ¿O qué? ¡Dime qué!

No sabía qué contestar, más que nada porque las palabras adecuadas todavía no se asentaban en su garganta. No podía decirle lo que pensaba tal cual, Yuu lo tomaría como un tipo demasiado raro, más de lo que ya debía creerlo. Y realmente no estaba dispuesto a dar un retroceso en esa relación que ni siquiera había iniciado.

—Quiero ser tu amigo. —Fue lo único que se le ocurrió decir. En parte era cierto, en parte no; contaba como una verdad a medias.

—¿Y piensas que voy a creerte? —respondió casi burlón —. Invéntate algo mejor.

—¿Qué te parece esto, entonces? Pues me resultas interesante, Yuu-chan, y en un mundo donde todos me parecen aburridos, no voy a desaprovechar la oportunidad de tenerte cerca.

—Ahora tú suenas como todo un engreído.

—Estoy siendo sincero.

—Ajá, lo que digas. —mencionó con incredulidad.

Estaba por rebatir el comentario sin embargo en aquel instante la campana que daba inició al siguiente periodo comenzó a sonar. Sin perder el tiempo, y sin siquiera despedirse, Yuu se alejó y se adentró en el laboratorio de química. Mika sabía que Yuuichirou no tenía clase en esa aula, ni siquiera tomaba la clase de química, no obstante no se permitió abatirse por aquella descortesía de Yuu-chan para con él.

Aunque de esa primera conversación decente le salió una duda, más que por Yuu, por él mismo: ¿qué esperaba de todo eso?

 

A pesar de que el corte de carne se veía sumamente apetitoso, Mikaela no pudo probar bocado alguno. Continuó el resto de la cena jugando con las verduras en el plato y bebiendo de vez en vez de su copa de agua. El tío del muchacho, Ferid, lo miraba entre curioso y divertido; quizá era buen momento para comenzar a socializar con el muchacho.

—Mika —lo llamó en tono demasiado dulzón, alargando las vocales. A pesar de que el aludido deseaba pasar de él, tuvo que girarse a verlo. No quería que su tutor se pusiese todavía más empalagoso —. Mika, ¿se puede saber qué te tiene tan distraído?

Soltó un suspiro. Estuvo a punto de chasquear la lengua, mas no quería que el imbécil de Ferid lo reprendiera por su mal comportamiento hacia su supuesta figura paterna.

—Recuerda que es mi último año; la escuela ha comenzado a ponerse pesada.

—¿Y si te inventas una mejor excusa, Mika? —contraatacó sumamente divertido —. Tu maravillosa mente la sacaste del lado de los Bathory, así que la escuela jamás te ha sido un problema. Te conozco muy bien, mejor de lo que te imaginas.

Aunque le molestara admitirlo, Ferid tenía razón, al menos en la parte de que era un estudiante modelo. De nueva cuenta tomó un sorbo más de la copa y miró de reojo a su tutor el cual le miraba con una ligera sonrisa.

—Sabes, de un tiempo a la fecha te noto distinto —continuó Ferid —. Tienes un semblante más… vivo. Incluso de vez en cuando sonríes aun estando aquí. Y te quedas pensativo, como recordando algo… —Mika siguió ignorándolo, bastante cansado como para lidiar con aquella situación —. ¡Oh, sí! Y ni hablar de tus historias. Ahora realmente me transmiten algo, ¡sobre todo tus cuentos románticos! Por fin lograste que me creyera que los protagonistas se enamoran entre sí.

—¿Te has atrevido a fisgonear entre mis cosas? —De eso le fue imposible pasar. Pronto frunció el ceño y agravó la voz, gesto que su tío pareció no notar.

—«Fisgonear» es una palabra muy fea, yo lo llamaría más bien «inspeccionar». —Se encogió de hombros, restándole importancia —. Solo aclárame una cosa, Mika: ¿por qué cambias tanto el pronombre de «ella» a «él»?

Pudo haberse parado de la silla, tirar la servilleta y retirarse haciéndose el ofendido pero eso sería darle la razón de forma tácita al estúpido de Ferid, por ello continuó imperturbable, con la mirada fija en su tío intentando no transmitirle su enfado.

El hermano de su desaparecida madre era una persona demasiado peculiar, de esas que te transmiten todo y nada a la vez.  Siempre tomaba las cosas a la ligera —o al menos aparentaba muy bien hacerlo— y eso sumado a su actitud burlona y despreocupada hacían casi imposible descubrirle un punto débil. Mika había intentado encontrarlo desde que llegó a vivir con él hacía siete años atrás, fallando de forma irrefutable en el intento. Debido a esa horrible personalidad, su tío Ferid jamás fue santo de su devoción.

—He decidido innovar un poco y eso ha dado un aire nuevo en mis escritos —explicó relajado. En parte era cierto, en parte no; aunque tampoco era como si con su tío siempre fuese el chico más honesto.

—Así que el Boy’s Love comieza a llamar tu atención —afirmó el otro con sumo interés, Mika suponía fingido —. Cuando termines esa historia, me permites leerla. Realmente esa sí me ha parecido interesante.

—¿Entonces mis otras historias siempre te parecieron una mierda? —No pudo evitar preguntar.

—Oh, no, Mika. Si tú escribes de forma fenomenal, solo que por primera vez me ha parecido que plasmas tu alma en alguna historia. Además tu protagonista me gusta bastante, imaginármelo es todo un agasajo. —Declarado eso soltó un suspiro con suma ilusión que hizo que a Mika casi le dieran arcadas.

A pesar de que la situación no lo ameritaba, no pudo evitar sentir una leve punzada de celos. Le recordó mucho a cuando veía a Yuu con sus amigos, en especial con el tipo de cabello teñido o la pesada de Shinoa Hiiragi —la cual para su mala suerte resultó ser cercana a Yuu-chan—. También, por un instante le llegó a la mente la imagen de aquel hombre joven con el que Yuu hablaba con tanta familiaridad aquel día que lo encontró en el gimnasio.

Harto de esa molesta sensación, negó de forma leve con la cabeza. Debía aprender a imponerse un límite en lo que refería a ese extraño sentimiento que Yuuichirou le provocaba. No podía dejarse dominar completamente por él.

—Ya veré si te permito leerla o no.

—De cualquier forma siempre puedo inspeccionar en tu habitación. No eres bueno ocultando tus cosas, Mika.

Eso no se molestó en responder, tampoco en ocultar su irritación. Ahora sí aventó la servilleta a la mesa y se retiró tan pronto como sus propios pies se lo permitieron. Creyó escuchar la risa que Ferid ocultaba sin mucho éxito mas no se permitió ni siquiera girar el rostro. Suficiente tuvo de Ferid Bathory por un día.

 

Como todos los miércoles  de hace unas semanas, luego de terminar con sus clases, Mikaela se dirigió al gimnasio del instituto.

Solía llevarse bien con el director del colegio, así que en una de las visitas que le hizo para recibir sus felicitaciones por su buen promedio, aprovechó para fisgonear en los horarios de todos los grupos del lugar. De esa forma descubrió en dónde podría ver a Yuu y a qué hora, lo que le facilitó muchísimo su tarea de observarlo. De observarlo, sí, porque todavía no llegaba al punto de ser un acosador.

En ese momento, Yuuichirou estaba por terminar su clase de deportes. Cuando Mikaela llegó al gimnasio de inmediato se dirigió a un lado de las gradas, escogiendo un punto ciego donde ninguno de los que se encontraban pudiesen verlo. Una vez encontrado el lugar perfecto para mirar sin ser visto, alcanzó a observar los últimos movimientos de Yuu en la cancha, como su forma tan explosiva de golpear el balón —dejando a más de uno con golpes en distintas partes del cuerpo— o su manera tan estruendosa  de gritar pidiendo un pase.

Continuó un rato así, únicamente mirando, hasta que el improvisado partido de vóley terminó. Todos comenzaron a dispersarse siendo Yuu la única excepción, el cual seguía de lo más entretenido botando un balón de cuero blanco.

—Idiota, deja de perder el tiempo y vamos a las duchas. —Mika escuchó decir al tipo teñido de rosa. Como le molestaba que ese imbécil se dirigiera de esa forma para con Yuu.

En cambio, al chico de cabello negro parecía darle igual, quizá demasiado acostumbrado a ese tipo de trato por parte de su supuesto amigo.

—Iré en un rato —le respondió Yuu al tiempo que lanzaba el balón contra la pared para volverlo a atrapar, repitiendo el movimiento reiteradas veces —. Practicaré un poco más

El otro negó con la cabeza.

—Que no se te vaya el tiempo, recuerda que iremos a casa de Yoichi a terminar el trabajo de física y lamentablemente te necesitamos.

—Lo sé. Solo unos minutos más.

Kimizuki —según recordaba ese era su nombre— decidió seguir con su camino e ir hacia las duchas, seguido de varios de sus compañeros. En cambió Yuu continuó practicando solo, con tantas ganas que por un momento Mikaela sintió envidia del espíritu y la voluntad tan férreos que poseía.

Pasaron los minutos, primero cinco, luego diez y al final quince. Yuu miró el reloj de pared y al percatarse de la hora lanzó el balón hacia el depósito para por fin dirigirse a las duchas. Normalmente la labor de Mika terminaba ahí, cuando Yuu iba en camino a asearse, no obstante esta vez podía llegar más lejos; había varios puntos a su favor como el hecho de que ya no había nadie más que ellos dos y que esa oportunidad no se le iba a presentar otra vez en la vida.

No había alcanzado a decidirse, sin embargo sus pasos ya lo habían llevado hasta las regaderas. Se cuestionó en ese momento, reprendiéndose a sí mismo con que eso sería caer demasiado bajo, que era una acción que ya no podía permitirse, que también pudiera ocasionarle problemas. Mas cualquier duda se disipó de su mente al escuchar el sonido del agua caer. El sonido sordo de la ropa caer al suelo lo atrajo al cubículo en el cual debía encontrarse Yuu casi como si de una hipnosis se tratara.

Se ocultó en uno de los cubículos que se encontraban al frente para poder seguir manteniendo una distancia prudente de donde Yuu se encontraba. Aun así, su vista era demasiado buena y pudo observarlo en todo esplendor. A pesar del vapor que emanaba del agua caliente, podía apreciar a Yuuichirou de forma casi perfecta y Mika no pudo más que deleitarse con todo aquello.

El cabello normalmente rebelde se veía manejable por la humedad que poseía, además de que de esa forma pudo percatarse del verdadero largo de aquella melena oscura. El agua le envolvía desde la cabeza a los pies, cayendo en su cabello y bajando para recorrer cada centímetro de su piel trigueña; si en aquel instante Mika hubiese tenido lápiz y cuaderno en mano hubiese escrito una analogía de que en lugar de ser las gotas las que recorrieran el cuerpo de Yuu, fueran sus propios labios saboreando cada célula de su ser….

Se maldijo internamente, ¿qué estupideces estaba pensando?

Yuu tomó el jabón y una esponja para poder seguir con su tarea de asearse, enjabonándose primero los brazos y el torso para después comenzar con sus piernas, dejando para el final aquel punto que por más que Mika hubiese intentado no ver, no pudo quitarle la vista de encima una vez que Yuu se giró de frente hacia donde él.

Yuuichirou tomó su miembro entre una de sus manos mientras con la otra aseaba todo a su alrededor. Llenó de jabón sus testículos y una vez que pareció cerciorarse de que todo aquello estuviera limpio, prosiguió a untarse la espuma del jabón en ambas manos y esta vez llevar ambas a su falo. Mika se mordió el labio, pareciera que lo hacía a propósito, como si supiera que lo estaba observando. Ajeno a la mirada azul de Bathory, Yuu continuó con su labor; comenzó primero en la punta de su miembro para después deslizar las manos hacia la base, repitiendo el mismo movimiento reiteradas veces. Mika fue consciente de que no solo estaba lavando aquel lugar cuando la boca de Yuu emitió algunos sonidos que se le antojaron placenteros y aquella parte de su anatomía pareció crecer entre sus manos.

Se masturbaba y Mika tuvo deseos de hacer lo mismo —o ser él quien masturbara a Yuu pero eso era ya mucho pedir—. Mientras Yuuichirou saciaba sus propias ansias, Mikaela debía conformarse con solo palmear su propia erección por encima del pantalón del uniforme. Joder, se sentía demasiado duro y le dolía como nunca antes en la vida, jamás nada ni nadie lo había logrado excitar tanto como la imagen de Yuu complaciéndose a sí mismo.

Bajó la bragueta y desabrochó el botón de sus pantalones, no se atrevió a quitárselos ni tampoco la ropa interior, aun así el hecho de no tener tan aprisionado el miembro le dio un poco de satisfacción a Mikaela. Sin embargo su fuerza de voluntad fue puesta a prueba demasiado pronto. Ahora Yuu había apoyado una de sus manos en la pared izquierda del cubículo y con la otra aceleró muchísimo más el movimiento que mantenía previamente en su falo. Ahora gemía un poco más fuerte, mordiéndose después los labios para evitar decir lo que al parecer dentro de su interior gritaba. El verlo tan concentrado fue demasiado para Mika, el cual ya sin poder resistirse metió la mano dentro de su ropa para menearse el miembro, en un intento de controlar el fuego que lo consumía por dentro.

Pasaron unos segundos que a Bathory se le hicieron eternos. Por fin, luego de aquella lenta pero placentera agonía, Yuu consiguió su orgasmo; Mika creyó alcanzar a ver que sus labios pronunciaban algo pero debido a su propio estado tampoco prestó demasiada atención. Yuuichirou se vino en su propia mano, manchando la pared en el proceso; rápidamente limpió sus dedos con el agua que seguía cayendo de la regadera. También tuvo que molestarse en quitar la evidencia de los azulejos azules, los cuales también gracias al agua calienta quedaron como si nunca hubiesen sido testigos de aquella actividad. Después de varios suspiros, normalizó su respiración y pudo recobrar su semblante. Continuó con su ducha como si nada, completamente ajeno a los problemas de Mikaela.

Mika tuvo que dejar de observar. Se dejó caer, ya sin importarle si hacia demasiado ruido o no, y continuó tanteando su parte íntima sin hacerse algo realmente. Necesitaba agua fría, ya fuera un trago o un cubetazo en la cabeza. Sus mejillas se sentían arder y sabía que no era precisamente por el vapor que inundaba el cuarto. Por suerte, luego de que Yuu terminara, su interior se había apaciguado un poco. Con la mente menos nublada, volvió a reprenderse, esta vez por haberse rebajado a tal osadía por aquel que al parecer era su inspiración.  

Mierda, solo la imagen de Yuuichirou desnudo lo había calentado como nunca y sumado el hecho del espectáculo que este le regaló, además de los sonidos que emitía… mierda de nuevo; Mika se sorprendía de no haber acabado él también. Todavía sentado en el suelo, abrió las piernas, esa protuberancia no podría disimularla con nada.

En ese momento la regadera dejó de escucharse.

Aun un tanto aturdido, Mika se levantó del suelo como pudo. Inhaló y exhaló, cerrando los ojos en el acto. Se pasó ambas manos por el cabello intentando calmarse y para ver si de esa forma su emoción de momento bajaba tan siquiera un poco. Necesitaba calmarse para poder salir, no podía ir por los pasillos de la escuela con semejante erección; si lo hacía podía despedirse de su imagen de estudiante modelo de por vida.

El bulto bajó solo un poco, mas Mika se dio bien servido con tan solo eso. Sin embargo apenas volvió a acomodarse los pantalones ya dispuesto a salir de las regaderas, alzó la vista, encontrándose con aquellos ojos verdes que le robaban el sueño y ocupaban todos sus pensamientos durante el día.

—¿¡Pero qué mierda haces tú aquí!? —vociferó Yuu sin contenerse.

A pesar de que la situación no lo ameritaba y de que Yuu ya iba vestido, sintió algo parecido a una punzada en la entrepierna. Y para rematar, había sido pillado; sí, mas no por ello iba a dejar que Yuu lo sobrepasara. A pesar de que todavía tenía aquel problema entre las piernas y que apostaba que seguía sonrojado, se irguió en su lugar. De esa forma fácilmente le sacaba a Yuu algunos centímetros de altura; lástima que ni eso ni la presencia tan imponente de Mikaela Bathory lograran amedrentar a Yuuichirou.

—Te he hecho una pregunta y…

—Puedo pasearme por donde se me dé la gana —respondió Mika intentando que su tono de voz saliera lo más normal posible.

—Aquí no puedes estar «cuando se te dé la gana». Joder, siempre pensé que los niños ricos tenían modales y sabían respetar la privacidad de las personas.

—Pues ya vez que no —volvió a contestar con simpleza.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —Las mejillas de Yuu se tiñeron de carmín. No sonaba tan amenazante como otras veces, incluso parecía vulnerable. Si no se tratara de otro hombre, Mika hubiese catalogado ese gesto como tierno.

—El suficiente como para descubrir una nueva faceta tuya, Yuu-chan —terminó diciendo en tono dulzón.

De nueva cuenta el ceño de Yuu volvió a fruncirse. Tomó a Mika por las solapas del saco del uniforme y lo estampó contra la pared. Lo hizo con tanta fuerza que Mika tuvo que admitirse a sí mismo que dolió.

—Deja ese juego, Mikaela. ¡Ya me tienes harto! —volvió a estamparlo tan solo para desquitar coraje —. A donde voy, estás; no hay un solo día en el que no te observe mirándome de lejos; te inmiscuyes en mis asuntos, en mi vida; y por si fuera poco, ahora también me espías. ¿En qué momento te parecí tan interesante, eh? ¿¡Por qué entre tantos malditos estudiantes en esta maldita escuela tienes que joderme a mí!?

Esta vez fue el turno de Mika de tomarlo por el cuello de la camisa blanca. Giro todavía sosteniendo a Yuu y ahora fue su turno de estamparlo a él contra los azulejos azules. Yuu soltó un quejido y por un momento Mika se arrepintió de haber utilizado tanta fuerza, sin embargo no desistió y continuó con el agarre.

—Te he dicho que me llames Mika. Solo Mika. Mikaela es muy formal.

—¡No me jodas ahora con eso!

—Pues sí lo hago.

Yuuichirou se removió entre su agarre, pero esta vez Mika le apresó ambas piernas con las suyas, evitando cualquier otro movimiento por parte del moreno. Con esa acción acercó tanto su cuerpo al del otro que fue imposible que su todavía despierta erección no rozara la intimidad de Yuu. Este pareció notarlo, ya que sus mejillas se volvieron a colorear al instante e intento en vano escapar del yugo de Bathory.

—¡Eres un hijo de puta, Mikaela! —mencionó conteniendo el grito entre dientes —. ¡Mikaela! —bramó, ya enfadado. Mika sonrió con el único fin de hacerlo enfadar.

—¿Sí, Yuu-chan?

—¿Qué es lo que quieres de mí exactamente?

De nuevo esa pregunta, la cual le descolocó por completo. Regresaba a lo mismo. A pesar de llevar semanas cortejándolo, no sabía que quería obtener de Yuu con exactitud. Le otorgaba inspiración, era cierto, pero si solo se tratara de eso no tendría la necesidad de seguirlo a todo momento y ahora mismo no lo tendría apresado de esa forma. Tampoco quería una relación formal con él porque tampoco era como si se considerase homosexual —el hecho de que Yuu fuera hombre y le hubiera puesto tan calienta era un punto y aparte en todo el asunto—. Quería tocarlo y besarlo, lo deseaba más que nada en el mundo; mas no quería estar a su merced ni prometerle la luna y las estrellas.

Mikaela no creía en el amor, eso todavía no cambiaba. Así que necesitaba un punto medio entre esas dos cosas; sin embargo, a pesar de su amplio vocabulario, no sabía qué etiqueta podía otorgarle a eso.

Al final terminó soltándolo, sin saber que contestarle. Cuando creyó que Yuu le asestaría un certero golpe o en su defecto saldría corriendo, para su sorpresa, no hizo ninguna de esas dos acciones. Permaneció en su posición, entre nervioso y dubitativo; Mika no supo si tomar eso como algo bueno o malo.

—Quiero que me dejes en paz —sentenció Yuu, ahora firme y claro. Se cruzó de brazos para darle más seriedad a su postura —, así que dime de una vez por todas qué es lo que quieres.

¿Qué quería? Al menos ya creía tener una idea más clara, el problema era saber cuáles eran las palabras adecuadas para hacérselo saber. No podía solo decirle que quería besarlo sin compromiso alguno y quizá hacerle otro tipo de cosas indebidas, y mucho menos podría soltarle que quería compartir tiempo con él, formar parte de su vida así como él podría formar parte de la suya. Que lo acompañara en los momentos que se sentía inspirado para que las palabras fluyeran de su mente al papel de forma mucho más rápida y después de eso, quizá, tomarlo de la mano y susurrarle que era especial para él. Eso sonaba mucho peor que lo primero.

Además, ¿y si Yuuichirou era heterosexual? Después de todo el mismo Mika hasta hace unas semanas también se consideraba como tal. ¿Qué tal si Yuu ya tenía pareja o una persona que consideraba especial? Sin duda en eso ya no podría meterse. Por más que le gustara que las cosas salieran a su favor, no podría entrometerse en la vida de Yuu, menos si se trataba de algún aspecto importante en su vida.

—No es necesario, Yuu-chan.

—Lo es. Yo ya estoy cansado de todo esto, de ti. Así que dime, ¿¡qué quieres!?

Mika hizo como si lo pensara únicamente para ganar tiempo. Mas no alcanzó a decir más. Yuuichirou se acercó a él y volvió a pegarse a su cuerpo, Mika sintió como se le restregaba de nuevo precisamente rozando miembro con miembro por encima de la ropa, no obstante no supo identificar si lo hacía a propósito o no

—Ya sé lo —mencionó Yuu como si del descubrimiento del siglo se tratase. Usaba un tono de voz hasta inocente en comparación con lo que hacía. Mika apenas podía contener los suspiros.

—¿Ah, sí? ¿Y qué se supone que quiero? —usó toda su fuerza de voluntad para que no se le entrecortara la voz.

Yuu lo miró desafiante.

—Tú quieres experimentar conmigo, ¿verdad, Mika?

Notas finales:

¡Hola!

Pues estoy aquí intentando cumplir mi palabra jajaja. Tardé, lo sé, pero no como la última vez. La inspiración y mi recién iniciado periodo vacacional han ayudado ;)

Sé que corté el cap en una parte crucial mas no quería que quedara tan largo… y de paso dejarlos a la deriva sobre qué ocurrirá o no (?). Pero tranquilos, tengo este fic como prioridad por lo que no voy a demorar tanto para el siguiente capítulo.

Gracias a todas las personas que se han tomado el tiempo de comentar o poner follow/favorite en esta historia. ¡Aprecio de todo corazón esos detalles!

Espero no tardar demasiado en actualizar (no lo creo, son vacaciones y mis dedos lo saben XD). Así que nos leemos pronto :3

Ellie…

  


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