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Monochrome por Ellie77

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los derechos de Owari no Seraph (Seraph of the End) pertenecen a Takaya Kagami, Yamato Yamamoto y a Daisuke Furuya.

Advertencia:  AU ǀ  Yaoi (Boy’s Love) ǀ Yuri (Shojo ai) ǀ OoC ǀ Uso de sufijos honoríficos ǀ Contenido sexual.

Pairings: MikaYuu (Mikaela x Yūichirō) ǀ Secundarias: MitsuNoa (Shinoa x Mitsuba). KimiYoi (Kimizuki x Yoichi).

N/A: En este capítulo el MikaYuu queda un tanto de lado así que les pido paciencia :3

No hay nada más.

Adiós, mi corazón.

 

París La Oreja de Van Gogh

 

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ǀ Monochrome ǀ

.

Su princesa perdió el habla y el aliento.

Él, confundido, intercaló la mirada entre la muchacha y el joven recién llegado, joven que tenía la fortuna, o desgracia, de conocer. Ellos se miraban de forma intensa, tanto que una punzada de celos no tardó en carcomer su interior.

No entendía nada. ¿Qué se supone que sucedía? ¿Por qué de pronto el aire se volvió tan denso? ¿A qué se debía la pesada atmósfera que de un instante a otro se formó? Esas y mil y un preguntas más se formularon en su mente, preguntas que sabía no tenían respuesta, interrogantes que ninguno de los otros dos iban a aclararle.

Otra vez ese sentimiento de sentirse de más en el escenario.

Luego de segundos que se le antojaron horas, la princesa tomó palabra. La lengua se le trababa apenas empezaba a formular frase logrando que de su boca no saliera nada coherente; gesto que encontró adorable, gesto que al otro sacó de sus casillas.

Sin poder hacer nada para evitarlo, aquel caballero alzó la mano para después estamparla en una de las mejillas de la muchacha. Ella, a diferencia de otras ocasiones, no regresó el golpe, no hizo ningún ademán por defenderse. ¿Dónde quedó ese espíritu salvaje que le había enamorado? No lo sabía; al lado de ese chico, la joven parecía más un gatito asustado que la fiera que siempre solía ser.

El caballero dio media vuelta y emprendió marcha a un rumbo desconocido, rumbo que ciertamente no le interesaba.

La conmoción no abandonó a la princesa sino hasta pasado un rato. Después de espabilar evaluó la situación para acto seguido salir disparada en la misma dirección a la que aquel joven se había dirigido.

No llegó muy lejos.

La sostuvo del brazo, impidiéndole cualquier movimiento. Ella intentó forcejear; vociferó, pataleó, lanzó golpes al aire a diestra y siniestra mas nada de eso funcionó para aflojar el agarre. Él no iba a soltarla, no iba a dejar que se fuera tras otro caballero, ¡no estaba dispuesto a compartirla!

Sin embargo eso a la princesa no le importaba. Luego de varios intentos logró zafarse y corrió en dirección desconocida… Lejos de él.

 

Capítulo V

El primer caballero

 

Mitsuba no era de las personas que les gustaba provocar lástima en los demás. Esa mañana, cuando se miró en el espejo y se percató de su pésimo semblante, decidió no ir a la escuela para no tener que dar explicaciones innecesarias. Ese día se convirtieron en tres.

Su biografía en Facebook estaba inundada con mensajes de los hipócritas de sus compañeros supuestamente preocupados por su inasistencia; le deseaban que se mejorara pronto de una enfermedad que no tenía, algunos otros comentaban que después le pasarían tareas y trabajos y unos cuantos inclusive pedían permiso para poder visitarla y ayudarla en cualquier cosa que necesitase. Volvía a repetírselo: hipócritas.

Sabía mejor que nadie que poseía un carácter difícil, una «personalidad de mierda» lo nombraba Shinoa. Estaba al tanto que no le caía bien a nadie, al menos a la mayoría; las chicas la despreciaban por no poder acoplarse a sus ritmos —además el ser bonita y tener buenas tetas acarreaba demasiada envidia al parecer— y los chicos la detestaban por ser tan mandona e irritable, según mismas palabras de ellos que llegó a escuchar por los pasillos. La única razón por la que se esforzaban en ser amables y mantener una buena careta delante de ella era debido a que su apellido era Sangū.

Dejó de quebrarse la cabeza por ello, sin embargo se arrepintió casi al instante. Al momento de despejar su mente, la imagen de Yuu besando a Mikaela se instaló en su mente como una película de terror que se repetía una y otra vez. Tomó una almohada y con ella se cubrió el rostro para ahogar el grito que salió de su garganta.

Para su mala suerte, justo en ese momento, su celular comenzó a emitir una canción tontamente cursi, tono que tenía como predeterminado para saber que se trataba de Ichinose. Tomó el aparato y colgó la llamada. La tonada volvió a escucharse y repitió la acción; a los siete intentos Yuu dejó de insistir de esa manera para ahora inundar su What’s App con cientos de mensajes. Mitsuba no se molestó en leerlos, ni siquiera se dignó a abrirlos. Se quedó contemplando la pantalla, viendo como llegaban uno a uno los mensajes. No pudo evitar soltar una risa seca; ni cuando eran pareja se molestó en enviarle veintidós mensajes seguidos.

Mitsuba conoció a Yūichirō Ichinose un día de abril, casi recién comenzado el curso. El chico acababa de ingresar al colegio y entró a la misma clase de Shinoa y Yoichi. Hizo buenas migas con ambos desde el primer día, eso contaba la versión de Hīragi; la de Yuu dictaba que con quien se llevó bien desde el principio fue con Yoichi y que Shinoa solo se limitó a acosarlo con el hecho de que era un idiota y que estar con ellos sería su única oportunidad de tener amigos.

Cuando Shinoa se lo presentó, lo primero que hizo después de la reverencia del muchacho fue darle una patada en la pantorrilla por un comentario que consideró inadecuado. Tiempo después Yuu le aclaró que no dijo aquello con mala intención y también pudo reconocer para sí que esa forma tan impulsiva de actuar se debió al flechazo que el chico provocó en ella.

A las dos semanas podían considerarse cercanos, al mes incluso podían llamarse amigos, a los dos Kimizuki se integró al grupo, a los tres ya eran un clan inseparable, a los cuatro Mitsuba fue consciente de que miraba a Yuu más de los debido y a los cinco pudo reconocer delante de Shinoa que Ichinose le gustaba.

Hīragi, como buena entrometida que podía llegar a ser, puso manos en el asunto. Movió sus supuestas influencias y fue capaz de descubrir que a Yuu Mitsuba no le era indiferente. Fue cuestión de días que lograra agendar una salida entre ambos, su primera cita; las demás se dieron casi sin que se dieran cuenta y al mes de ello ya eran pareja oficial.

A pesar de las «pocas luces» de Yuu y la «personalidad de mierda» de Mitsuba, lograron congeniar. Tuvieron sus diferencias, sí, pero nada de eso fue impedimento para que el noviazgo prosperara. Sangū descubrió en Yuu a una persona tenaz, optimista y que daría cualquier cosa por los suyos, y Yuu siempre solía comentarle que ella era mucho más dulce y gentil de lo que aparentaba.

Shinoa le decía que por ello habían logrado llevarse tan bien: porque eran demasiado similares.

Con el tiempo Yuu fue bien recibido en la residencia Sangū y ella parecía agradarle a Guren, el hermano de Yuu; sus amigos también estaban encantados con la idea de que como pareja se llevaran tan bien. A los tres meses de salir, y aunque nunca se consideró una romántica empedernida, sabía que estaba enamorada de Yūichirō. Curiosamente él fue el primero en decir «te amo» tan solo dos meses después de ello. Los momentos de ensueño fueron acumulándose haciendo que también el contacto carnal fuese necesario; aprovechando una tarde en la que Guren no se encontraba en casa, tuvieron relaciones por primera vez en la habitación del muchacho. Mitsuba lo recordaba como un momento mágico; el que la penetración le haya dolido una mierda pasaba a segundo plano.

El tiempo pasó, las estaciones igual, su relación en lugar de desgastarse parecía hacerse más fuerte con el tiempo.

Todo fue perfecto hasta aquel fatídico día de septiembre.

El día en que arribó el otoño —días luego de su primer y único aniversario— fue el mismo día en que Yuu la dejó, el día en que su pequeño mundo de adolescente de diecisiete años pareció desmoronarse conforme Yuu se retiraba del parque donde la había citado, el mismo donde le dijo que la amaba.   

Por días se preguntó qué era lo que había hecho mal, si hubo algún indicio que hubiera predicho que aquello pasaría. Sin embargo, por más que lo meditó no encontró ninguna explicación lo suficientemente razonable como para que Ichinose terminara la relación así sin más.

No la había habido hasta ese día que lo encontró comiéndose a Mikaela.

Irónico que el chico que iba a ayudarla a recuperar a Yuu, según el plan de Shinoa, fuera el mismo que lo había separado de ella.

De seguro Mikaela Bathory le contó a Yuu lo sucedido y entre los dos debieron burlarse de ella hasta el cansancio para después volver a comerse a besos; perdidos en su propio mundo donde ella no tenía cabida.

Mikaela acariciando a Yuu, Yuu dejándose hacer, ahora ambos desnudos recorriendo cada centímetro de la piel del otro, devorándose hasta la sombra…

¿Desde cuándo Yuu habría estado engañándola? ¿Acaso todas sus palabras de amor habían sido una mentira? ¿Mintió cuando dijo que la amaba? ¿Sería todo solo un juego que consistía en enamorar a una niña rica? ¿A quién Yuu quería era a Bathory? ¿Yūichirō Ichinose fingió todo ese tiempo ser una buena persona cuando en realidad solo era un hijo de puta?

La notificación de un nuevo mensaje detuvo sus cavilaciones. Ahora no se trataba de Yuu.

Shinoa:

«Mi-chan~ vuelve a la escuela. Te extraño :3

Estás bien?»                                                                                                                                                                                                              

De hecho ya comenzaba a extrañarse de que Hīragi no se comunicara con ella. Shinoa debió suponer que primero necesitaba darle su espacio para luego hablar, pero tres días habían sido demasiado incluso para ella. 

Mitsuba:

«Sí, estoy bien»

No demoró en contestarle. Había escrito una vil mentira pero no deseaba preocuparla por el momento… no, más bien ni siquiera sabía cómo abordar el tema de Yuu con Bathory.

La respuesta no tardó en aparecer.

Shinoa:

 «Ah, entonces no estás bien :’(

Te ves fea cuando estás triste XD»

Mitsuba:

«¿Cómo lo sabes si ni me estás viendo?»

Shinoa:

«Te conozco bien, Mi-chan

Cuando ni siquiera me saludas

Y te esfuerzas tanto en cuidar la ortografía

Es que estás triste

Así que dime que te sucede o te lo saco a la fuerza :3

Sabes que tengo mis métodos~»

Mitsuba:

«Pues no estoy triste.»

Shinoa:

«Jajaja claro, lo que digas

Te conozco mejor que nadie

No finjas, sí?»

Mitsuba resopló.

Era verdad, Shinoa debía ser la persona que mejor la conocía en todo el mundo. Y viceversa.

La conoció en el ensayo de la boda de sus hermanos mayores, Kureto y Aoi, donde ambas fueron pajes principales. Hīragi le sacó conversación a Sangū, Sangū respondió por cortesía, y cuando menos se dieron cuenta ya estaban conversando acerca de un anime shōjō que era tan famoso por esos días y del que ambas resultaron fanáticas. Se volvieron amigas como tal el día de la verdadera ceremonia y de ahí en adelante la amistad se fue forjando y fortaleciendo con los años.

Por todas esas cosas que las unían, le debía una explicación.

Mitsuba:

«Mañana iré a clases

Te contaré todo

Por ahora no me molestes»

 Shinoa:

«Más te vale contarme, eh

Recuerda que tengo mis métodos ;)»

Mitsuba:

«Lo que digas»

Shinoa:

«Te lo sacaré a la fuerza!!!

C:»

Por primera vez desde ese fatídico día, Mitsuba esbozó una sonrisa sincera.

.

.

.

Más le valía a Mitsuba cumplir su palabra.

Faltaban solo cinco minutos para el comienzo de las clases y no había rastro de Sangū por ningún lado. Miró por doceava vez la hora en su teléfono celular, ahora faltaban cuatro minutos.

Como su mejor amiga, Shinoa se sabía al derecho y al revés detalles que componían la personalidad de Mitsuba Sangū y ser impuntual no era uno de ellos, menos si involucraba su vida estudiantil. Pero últimamente su amiga había estado decaída y la tristeza la volvía impredeciblemente predecible.

Mitsuba, de carácter fuerte y testarudo, cuando se encontraba deprimida, podía pasarse las horas viendo un maratón de películas románticas así como también le surgía el instinto asesino y golpear a quién se le pusiera enfrente. Si le preguntaban, a Hīragi le resultaban entretenidas las dos facetas.

Cuando faltaba tan solo un minuto para que sonara la campana, a pesar de que se estaba arriesgando a perder una clase importante, no pensaba desistir, menos ahora que Mitsuba la necesitaba. Porque no se requería ser la persona más inteligente del mundo ni pertenecer a la misma clase de Kimizuki para saber que el causante del mal estado anímico de su amiga tenía nombre y apellido. El nombre de Yūichirō Ichinose estaba escrito por todos lados.  

Y hablando del rey de Roma…

Yuu arribó al salón de Mitsuba justo en el instante en que la campana sonó. No pareció percatarse de su presencia hasta que la misma Shinoa le saludó. Ichinose pareció un tanto sorprendido, sin embargo, tan rápido como sus ojos se habían abierto más de la cuenta, volvieron a la normalidad.

—¿También esperas a Mitsuba?

—Si no fuera eso, ¿por qué otra razón estaría aquí, Yuu-san?

Finalizó la frase con una cínica sonrisa, de esas que le salían con tanta naturalidad. Yuu, ya acostumbrado a ese tipo de contestaciones, solo rodó los ojos y le restó importancia al asunto y tomó lugar junto a ella, recargándose también en la pared.

—No ha contestado mis llamadas y mensajes. ¿Tú sí has podido comunicarte con ella?

Parecía que el mismo Yuu era consciente de que él era el problema, su tono lastimero de voz lo sacaba a relucir. Shinoa no pudo evitar preguntarse qué había pasado ahora entre Mitsuba y él cómo para que la situación tomara ese tumbo.

Momentos así, se arrepentía de haberla hecho de Celestina en esa relación. Como excusa se ponía que en aquel entonces fue lo que consideró correcto; Mitsuba moría por Yuu y Yuu mostraba cierto interés, eso fue suficiente para iniciar con un posible romance que prosperó a futuro y terminó más rápido de lo que cualquiera hubiese previsto.

Y ahora, luego de haber sido pañuelo de lágrimas de Sangū en innumerables ocasiones y de ver que Yuu no se veía especialmente afectado, se arrepentía de haberse metido en ese asunto. Si lo hubiera sabido, si hubiera tenido consciencia de lo mucho que Mitsuba sufriría no habría movido ninguna pieza. Quizá a Mitsuba se le habría pasado la fiebre por Yuu y estaría soltera, quizá hubiera encontrado a alguien mejor, un chico que sí supiera valorarla, un chico que la quisiera tanto como Mitsuba se lo merecía… 

—Alguien como yo.

—¿Qué dijiste?

La voz de Yuu actuó como un imán que la trajo de vuelta a la realidad.

—Te decía que ayer hablé poco con ella. Me dijo que hoy iba a venir pero a lo que veo me mintió. Después de todo es una cobarde —puntualizó con una sonrisa en el rostro.

—¿A quién llamas cobarde?

Tanto Yuu como Shinoa reaccionaron ante ese timbre de esa voz. Giraron un poco la cabeza para toparse con la mirada afilada de Sangū; ataviada en el uniforme escolar y peinada con sus típicas coletas que la hacían verse como la fantasía sexual de cualquier hombre.

Ichinose quedó sin habla; Shinoa se acercó tan rápido como pudo a su amiga.

—¡Mi-chan! ¡Por fin has decidido enfrentar tus miedos! —canturreó.

Mitsuba ignoró olímpicamente aquella frase. Pasó de largo de ambos chicos y abrió la puerta del salón. Estaba por ingresar cuando el agarre en su brazo le impidió cualquier movimiento; Mitsuba endureció todavía más la mirada cuando sus ojos se toparon con los verdes de Yuu.

—Necesitamos hablar —sentenció. Mitsuba zafó el brazo y volvió a enfocar la mirada en su salón de clases.

—Yo no tengo nada qué hablar contigo, la clase está por comenzar.

—De hecho, el profesor ni siquiera ha llegado —informó Shinoa. Si se pudiera, Mitsuba la hubiese matado con la mirada por no apoyarla en esa situación.

—No es lo que piensas —continuó Yuu. Una conversación en la que Shinoa se sentía ajena.

—¿Y según tú qué es lo que pienso?

—Sé que debe parecerte raro que luego de haber estado contigo yo… pues… ahora…

—Eso me tiene sin cuidado.

—¿Entonces por qué reaccionaste así?

Shinoa observó el momento exacto en que el ceño de Mitsuba se frunció más de lo habitual. Sus manos se volvieron puños y parecía estar a punto de explotar; conocía de sobra esa postura en Mitsuba, aquello no auguraba nada bueno.

—Lo que quiero decir… —A pesar de la alerta, Yuu continuó; quizá por idiota, quizá porque necesitaba aclarar ese asunto con Sangū, quizá porque de verdad le gustaba hacerla sentir miserable o solo se trataba de su aparente ingenuidad saliendo a relucir en el momento menos indicado —. Fuiste muy importante para mí y sabes que te quise muchísimo, que te quiero todavía. Pero lo que haga a partir de ahora… —Parecía que no tenía ni la menor idea de cómo seguir. Shinoa hubiera preferido que se callara, la cuenta regresiva estaba por terminar —. Bueno, todo podría resumirse en que no quiero perder tu amistad, Mitsuba, mucho menos por algo como eso. Por más egoísta que pueda sonar quiero que sigas a mi lado y sigamos siendo amigos, ¿qué dices? Por favor.

Tres.

Dos.

Uno.

Una certera bofetada dio de lleno en la mejilla de Yuu desencajando por completo su expresión. A esa le siguió otra que terminó por voltearle el rostro por completo.

—¡Eres un maldito imbécil, Yūichirō! —gritó Mitsuba al borde del llanto.

Mientras observaba la paliza que Mitsuba le daba a Yuu y que este no hacía nada por defenderse, Shinoa recordó que su amiga era impredeciblemente predecible en ese estado y que solía ver películas cursis o golpear al primero que se le cruzara en el camino, esta vez golpeó al causante de su desgracia.

.

.

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—Oh, Dios, ¡esa chica sí que tiene fuerza!

Mikaela ignoró por completo el comentario emitido por Lacus. No tenía tiempo para distraerse, menos ahora que los exámenes estaban a la vuelta de la esquina y que por estar tan embelesado con Ichinose no había prestado la suficiente atención en clases.

La profesora aun no llegaba y todos aprovecharon la falta de una autoridad para arrejuntarse junto a la puerta y observar el espectáculo que cualquier niña estaría armándole a su novio, a su amiga o hasta un desconocido que la miró mal. Fuera cual fuera la razón, no debía ser tan importante como en ese momento lo era la teoría de Descartes necesaria para su examen de Filosofía.

—Compadezco al tal Yuu o cómo se llame —mencionó René, el mejor amigo de Lacus.

Eso sí que había logrado llamar la atención de Mikaela.

Dejó el libro de lado, sus cuadernos y demás y se encaminó a donde la multitud. Se abrió paso entre sus compañeros de clase los cuales, a duras penas, le hicieron espacio para que pudiera salir. Creyó escuchar a Lacus diciéndole que era un cotilla pero pasó de ese y más comentarios. Se acercó hacia el alboroto, sin embargo al ver que en efecto se trataba de su Yuu-chan, y al percatarse de quién era la persona con la que estaba, decidió mantener una distancia demasiado prudente para su gusto.

Los golpes y las bofetadas iban y venían, no obstante daba la impresión de que mucho no debían de doler ya que Yuu no hacía el menor esfuerzo por detener o alejarse de la chica… de Mitsuba.

¿Dónde había quedado ese espíritu fiero que le conocía a Ichinose? Al igual que hace unos días, se esfumó de su ser en cuanto tuvo enfrente a esa joven.

Ahora entendía menos que antes aunque en realidad nunca entendió nada. Sí, era lógico que Mitsuba debiera tratarse de esa antigua novia por la que Yuu no quería nada serio. Cuando Yūichirō le confesó aquello pensó que había sufrido una decepción amorosa, que esa novia lo había engañado o algo parecido, pero cuando Mitsuba los vio besándose reaccionó como cualquier novia celosa lo hubiera hecho. Era evidente que Mitsuba aún debía sentir algo por Yuu, aun así ¿por qué se le había declarado a él aquella vez? ¿Por qué golpeaba a Yuu ahora? ¿Por asco? ¿Por celos? Mika intuía que se debía tratar de decepción.

¿Decepción de perder a Yuu ya que ahora era suyo? Mika no pudo evitar esbozar una suave sonrisa por ello. De verdad que pensaba tonterías. Ni Yuu era suyo ni viceversa. Lo único verídico era que Mitsuba había perdido y al parecer sin dar batalla.

A pesar de sonar como un hijo de puta, no se sentía mal por ella. Quizá le provocaba algo de lástima pero hasta ahí.

No movió ni un músculo para ayudar a Yuu a librarse de aquella golpiza, si lo hubiera hecho, Yuu se habría molestado por su intervención. Además parecía que el dejarse golpear era una manera de redimir la supuesta culpa que supuestamente Yuu sentía para con su exnovia. Un castigo que al parecer se merecía.

Además no hizo falta que se acercara. Pronto los amigos de Yuu intervinieron; el de lentes fue quien apartó a Mitsuba —todavía hecha una furia— de Ichinose mientras el castaño de ojos verdes atendía los rasguños y leves golpes que Yuu tenía repartidos por toda la cara y el cuerpo. Shinoa quedó estática un par de segundos pero una vez que hubo reaccionado se acercó al de pelo extravagante y le ayudó a tranquilizar a Mitsuba la cual ahora lloraba a mares.

—¡Nunca podremos ser amigos!

Ese gritó de Mitsuba hacia Yuu se escuchó por todo el pasillo. Ichinose sin decir ni hacer nada.

Por fin las autoridades de la escuela llegaron, con ellas incluidas la profesora de la clase de Bathory, Simm y Welt. Ellos y demás cotillas —no solo su grupo sino también otro sin fin de estudiantes— tuvieron que recluirse en su respectivo salón de clases, todavía con la duda del desenlace de la historia.

A la hora del receso, antes de que este se acabara, Lacus, como buen chismoso que a veces podía llegar a ser, le informó a Mika que en los pasillos corría el rumor de que tanto el chico de cabello negro como la chica tetona —Yuu y Mitsuba— habían sido suspendidos.

Al parecer Yuu se había echado parte de la culpa.

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A pesar de estar suspendido, Yuu estaba obligado a asistir al servicio social. Con esa esperanza, Mikaela comenzó a caminar hacia el hospital Hyakuya.

Tal y como su predicción lo dictó, ahí se encontraba. Estaba afuera del lugar hablando con Shinoa. Conforme se acercaba, Mikaela se dio cuenta de que no hablaban, más bien discutían. La pelea no se alargó demasiado ya que Hīragi al parecer recibió una llamada y se alejó de ahí. No entró a hacer el servicio; Mika supuso que tenía algo importante qué hacer, tal vez consolar a su amiga, y solo hizo acto de presencia para avisar al doctor Narumi que iba a faltar.

Yuu, en cambio, sí ingresó al hospital. Mika aceleró el paso para interceptarlo antes de que tan siquiera firmara de llegada. Él también tenía algunas cosas que aclarar con Ichinose.

Yūichirō le miró con una expresión aburrida. No habían hablado desde el incidente del beso en la calle donde Mitsuba los descubrió, ese mismo que había desencadenado toda esa serie de sucesos que ahora lo envolvían. Mika quiso ser cortés y darle su espacio pero tampoco iba a permitir que Yuu creyera que ya se había librado de él.

—¿Cómo estás? —inició Mikaela. Algo simple, algo demasiado banal pero algo que consideró adecuado.

—Bien.

—Me alegra.

—Ajá.

Como con Yuu había que ser directo, fue directo al grano.

—¿Quieres decirme algo respecto a esa chica?

Yuu guardó silencio. Cuando Mika hizo el ademán de tomar su mano, Ichinose la apartó de forma brusca.

—Nada que te importe.

—Pero Yuu-chan —reclamó Mika en un gimoteó para aligerar la atmósfera —, se supone que somos algo.

Rozó los dedos de Yuu con los suyos, por unos instantes el moreno le permitió disfrutar de la calidez que desprendía de su piel. Pero tan injusto e impulsivo como era, Yuu volvió a retirarse de Mika. Firmó la hoja y anotó su hora de llegada tan rápido como pudo para después encarar a Bathory.

—Ese algo no te da derecho a cuestionarme.

Por fastidiar, y también porque debía reconocerse que sí quería —necesitaba— saber algo más, Mika decidió ignorar lo dicho por Yuu y continuó:

—Ella era tu novia, ¿verdad? La persona por la que no quieres nada serio. —Como Yuu no decía nada, Mika se aventuró a preguntar —. ¿La querías?

—Eso tampoco te incumbe.

Esa contestación le provocó una punzada en el pecho que le es imposible ignorar. A pesar de que sabía que no debería sentirse mal, a Mika le dolió esa contestación; de hecho era una mezcla extraña de emociones: celos de saber que Yuu quiso o todavía quiere a Mitsuba, enojo porque Ichinose era demasiado reservado, tristeza debido a desconfianza y hasta alegría de saber que ellos dos ya no estaban juntos.

Pensó en reclamarle a Yuu su poco tacto y su falta de empatía para con él pero después recordó que eso era lo que debía ser y que quien estaba actuando de forma correcta era Ichinose y no él. Después de todo se suponía que no debían involucrarse de más, el mismo Mika lo había dicho; ahora debía de respetar su palabra. Además se suponía que solo quería follarse a Yuu y ya, sin ningún otro interés de por medio.

A pesar de ello, de nueva cuenta la punzada volvió a aparecer. Mika lo reconocía, dolía un poco no formar parte de la vida de Yuu.

Mika tomó el bolígrafo que previamente Yuu usó y e hizo lo mismo; firmó y anotó su hora de entrada. Siguiendo a Yuu de cerca, cada uno se encaminó a la habitación de su respectivo paciente. En ese instante una idea surgió en Mika. Una petición que ya venía siendo hora que cumpliera y un deseo egoísta de involucrar a Yuu un poquito en su mundo para que el moreno hiciera lo mismo para con él.

Antes de que Yuu tomara tan siquiera el pomo de la puerta de la habitación del pequeño Taichi, Mikaela llamó:

—Quiero presentarte a alguien.

Por el ceño fruncido de Ichinose, Mika sabía que iba a negarse. Pero cuando Bathory le señaló la puerta de la habitación de su paciente, la mirada de Yuu se suavizó y a pasos lentos se dirigió a donde él.

—¿Me vas a presentar a tu paciente?

Mika asintió.

—Le he hablado mucho de ti y realmente quiere conocerte…

—¡Cómo que le has hablado de mí! ¡Qué le has dicho!

—Realmente necesita conocerte. Quiero darle una pequeña alegría en este momento.

Eso iba muy aparte de los impulsos egoístas de Mikaela. Darle una pequeña alegría a Akane en un momento como ese era algo que ella necesitaba con urgencia, más cuando estaba pasando por una situación tan deplorable como la que enfrentaba ahora.

Como Yuu no pidió detalles, Mika se abstuvo de darlos. Abrió la puerta del dormitorio de la niña.

En la habitación había una ventana que ahora estaba cubierta por una cortina, también se encontraban un sinfín de aparatos además de un potente olor a alcohol que cosquilleaba el borde de las fosas nasales. En medio del cuarto, una cama individual cubierta con una insípida cobija blanca en su totalidad. Sobre esta el cuerpo menudo de una niña de unos nueve años, demasiado delgada para su supuesta edad, bastante pálida como para tratarse de una persona que apenas comenzaba a vivir, más ojerosa de lo que estaba la semana pasada y con la misma sonrisa con la que recibía a Mika todos los días en que debía asistir al servicio social.

El rostro de Akane se iluminó y adquirió un poco de vida. Hizo el ademán de acomodar la pañoleta que le cubría el escaso cabello que aún poseía y sus ojos marrones se enfocaron en la figura de Yuu.

—Como te lo prometí, Akane-chan. Quiero presentarte a…

—¡Es tu princesa! —interrumpió ella.

Si a Mika se le subieron los colores al rostro, Yuu fue un caso todavía más extremo. Bathory no recordaba haberlo visto tan sonrojado, ni durante los besos que habían llegado a darse.  

—Déjame decirte que es muy guapo, Mika, ¡perfecto para ti! —prosiguió Akane, ajena a la vergüenza de ambos chicos —. Tienes bonitos ojos —Eso lo dijo dirigiéndose a Yuu — y tu cabello es bonito, me gusta.

Yuu se echó a reír. Mika no sabía si por la vergüenza o porque realmente encontraba gracioso lo dicho por Akane, fuera cual fuera la razón él tampoco pudo evitar contagiarse con la risa de Ichinose.

—¡Y también tienes una bonita sonrisa! Ya veo porqué enamoraste a Mika.

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Próximo capítulo: Sonrisa de infante.

Notas finales:

Lo sé, lo sé, ¿y el MikaYuu? Como he dicho arriba: paciencia.

Esta historia es de romance, sí, pero también la componen otros factores que van moviendo la trama así que aviso que este no va a ser el único capítulo que aborde tan a profundidad a otros personajes. Aparte estamos por entrar a una etapa importante de la historia.

Vuelvo a repetirlo: paciencia :3

Gracias a todos por sus reviews, de verdad que los atesoro con muchísimo cariño c:

Como estoy de vacaciones (solo dos semanas por Semana Santa pero, ¡oye! Algo es algo) veré si puedo actualizar antes. Mas como ya deben saber, no prometo nada jajaj XD.

¡Gracias por leer!

Ellie…

 


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