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Monochrome por Ellie77

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los derechos de Owari no Seraph (Seraph of the End) pertenecen a Takaya Kagami, Yamato Yamamoto y a Daisuke Furuya.

Advertencias:  AU ǀ  Yaoi (Boy’s Love) ǀ Yuri (Shojo ai) ǀ OoC ǀ Uso de sufijos honoríficos ǀ Contenido sexual.

Pairings: MikaYuu (Mikaela x Yūichirō) ǀ Secundarias: MitsuNoa (Shinoa x Mitsuba). KimiYoi (Kimizuki x Yoichi).

N/A: Me hubiera gustado actualizar antes pero diversos asuntos me lo impidieron.

El martes regreso a clases por lo que dudo tener tiempo para escribir. Eché weba casi todo el semestre (no sigan mi ejemplo) y ahora se viene lo decisivo; por tal razón me esforcé en tener pronto la continuación :3

Todo el peso de la vida se ha ido de mí

¿Dónde comienzan y terminan nuestros sueños?

 

Lava POP ETC

 

.

ǀ Monochrome ǀ

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La sonrisa de la niña iluminó cada rincón de la habitación.

La princesa y él se acercaron a ella, sentándose uno a cada lado del trono de la infante. La pequeña reía e intercalaba la mirada entre ambos, comentando lo bonita que la princesa era y lo buena pareja que hacían. A su amada los colores se le subieron al rostro; sabía que él se encontraba en las mismas condiciones.

Pronto la conversación dejó de incluirlo y entre las dos altezas comenzaron una amena conversación. Se cuestionaron sus respectivos nombres, gustos e intereses además de que la pequeña le exigió a su mayor la historia de cómo lo conoció.

La princesa no entró en detalles.

Las manecillas del reloj avanzaban. Aunque le encantaría tener la capacidad de detener el tiempo, eso era imposible. La joven tuvo que levantarse, y al observar la hora, dio un respingo y se disculpó con los presentes. No tardó en dirigirse a la puerta, apurada por otro compromiso que tenía.

Quedaron solo la niña y él. Al notar la mueca en su rostro, la infante le concedió unos minutos más para que pudiera despedirse de su princesa de forma adecuada.

Sonrió.

Capítulo VI

Sonrisa de infante

 

Mika encontró a Yuu apoyado en la pared de la habitación de Akane. Aún se veía sonrojado; sus mejillas todavía no lograban volver a su color natural, cosa que encontró adorable. Curiosamente el sentimiento quedó en eso. Esta vez la sensación dentro de sí estaba completamente alejada de cualquier impulso de índole sexual.

Al notar la presencia de Bathory, Yūichirō alzó la mirada. Por primera vez desde que lo conoció Yuu le regaló una amplia sonrisa.

—¿Te agradó Akane? —Sabía que sí, Mika solo preguntó por iniciar conversación.

—Muchísimo. —Yuu no pudo evitar soltar una carcajada —. Nunca nadie me había dicho que le gustaba mi cabello. Sé que es un asco.

—A mí también me gusta.

—Tú opinión no cuenta.

Ese comentario pudo ser despectivo mas el tono tan animado que Yuu empleó le dio un sentido totalmente diferente. Al instante Mika sintió el estómago revuelto, casi como si fuera a vomitar.

—Akane-chan es una niña maravillosa, no se merece lo que le está pasando. —Mika no pudo evitar que su rostro esbozara una sonrisa melancólica —. El tratamiento iba bien, no tengo ni la menor idea de qué pudo haber sucedido.

—Son cosas que simplemente pasan, no busques una explicación porque no la hay. Lo único que puedes hacer es estar con ella y te aseguro que Akane va a estar muy feliz con eso. —Mika abrió los ojos más de la cuenta, sin poder apartar la mirada de las orbes del moreno. ¿Acaso estaba intentando reconfortarlo?

Ante la idea, el estómago volvió a revolvérsele al mismo tiempo que sentía como si algo explotara dentro de él. Era la primera vez que sentía algo similar. Extrañamente la sensación no era del todo desagradable.

—Eso hago pero… Este mes termino el servicio social.

—¿No piensas seguir viniendo a verla?

—Obviamente vendré pero no será lo mismo. No será tan seguido. Los exámenes y la universidad no van a permitírmelo.

—Si yo fuera tú, vendría a pesar de eso.

—Si tú fueras yo, yo sería un completo insensato.

Yuu se sobresaltó y clavó sus verdes ojos en los azules de Mika; este, en defensa, solo soltó una risa, restándole importancia al asunto. El enojo de Ichinose se fue tan rápido como vino, ahora también reía a la par de su acompañante.

—¿Tú podrías hacer eso por mí?

—¿Eh? —balbuceó Yuu sin entender a lo que Mika se refería.

—¿Tú cuidarías a Akane cuando yo ya no pueda hacerlo? —Yuu estaba por replicar mas Mika se le adelantó —. No te pido que asumas la responsabilidad de otro paciente, ya tienes al tuyo después de todo. Solo te pido que la vigiles cuando yo no pueda venir y que me mantengas informado. ¿Harías eso por mí?

Al parecer tomó a Yuu desprevenido. Aun así, el moreno no pareció meditarlo tanto cuando le dijo:

—Por supuesto, ¡cuenta conmigo!

Y otra vez ahí estaba esa maldita sensación rara que se asentaba en su estómago. Ignoró ese malestar por completo y decidió enfocarse en Yūichirō. Era mejor mirar los grandes ojos del muchacho que cuestionarse mentalmente si había comido algo caducado o no.

—¿Entonces me pasarías tu número de celular? Ya sabes, para estar más en contacto —pidió Mika empleando el tono juguetón que le salía tan natural al lado de Ichinose.

Yuu alzó una ceja.

—Ya me parecía raro que no insistieras con eso —masculló, irritado.

—Si no quieres darme algo tan privado como tu número de celular me conformo con agregarte en Facebook o seguirte en Twitter; no uso ninguno de los dos pero sí tú sí me hago una cuenta.

—Dame tú celular. —A pesar de que parecía molesto y de que incluso rodó los ojos, en cuanto Mika le pasó el aparato, Yuu comenzó a teclear —. Es este. Llámame para también poder guardar tu número.

Mika obedeció. Marcó el número que Yuu había dejado y pronto comenzó a escucharse el tono de alguna serie o anime de la temporada, al menos eso se le figuró.

—¿Puedo mandarte algún mensaje en estos días? —se aventuró a preguntar —. Por lo que escuché, estás suspendido. No sé cuánto tiempo no vayas a ir a la escuela.

—Puedes verme cuando estemos aquí, ¿no?

—Sí pero es muy poco tiempo. Necesito saber de ti durante más horas al día sino no estaré tranquilo.

El moreno resopló.

—De acuerdo, puedes hacerlo, ¡pero tampoco exageres! Aparte serán solo tres días. Mitsuba no me dejó tan mal parado.

Mika quiso preguntar pero se abstuvo de hacerlo. Yuu le había pedido que no se metiera y tampoco era lo correcto tomando en cuenta el tipo de relación que llevaban.

Yuu miró la pantalla de su celular. Sus ojos volvieron a abrirse esta vez con cierto aire preocupado. Mika sabía de qué se trataba: ya iba bastante tarde a visitar a Taichi. Yūichirō soltó lo que parecía ser una despedida y pasó por un lado de Mika, corriendo un par de metros en dirección a la habitación de su paciente.

Antes de entrar y de que Mika también lo hiciera, Yuu le llamó. Giró el rostro hacia él.

—Sabes, Mika, eres mejor persona de lo que esperaba.

—¿Tan mal concepto tenías de mí?

—Te creía solo un niño rico y caprichoso pero veo que eres más que eso. Ya me resultas un poco más agradable. Solo un poco, eh, tampoco te creas tanto.

Habiendo terminado esa frase, Yuu ingresó a la habitación de Taichi.

A Mika esas palabras le hicieron el resto de la tarde.

.

.

.

El día siguiente, a pesar de que ni Yuu ni Mitsuba habían asistido, transcurrió con normalidad. Aun así Yoichi no pudo evitar resentir la ausencia de su amigo así como tampoco evitó pensar en las consecuencias que acarrearía lo ocurrido el día anterior.

Negó con la cabeza, impidiendo de esa forma que tales pensamientos se instalaran en su mente. Por el momento tenía otras cosas de las cuales encargarse como del examen de cálculo que se llevaría a cabo la próxima semana, materia a la que para su mala suerte no le encontraba ni pies ni cabeza. Aunque le gustaría seguir pensando en el posible futuro que la pelea entre Yuu y Mitsuba traería, ahora su vida escolar estaba en juego.

Miró el cuaderno y analizó su contenido por quién sabe cuanta vez en toda la hora. A sus ojos solo habían «x», «y» y algunos otros símbolos a los cuales no les encontraba sentido alguno. Dejó caer su cabeza en la mesa del pupitre, su frente recibiendo el golpe de lleno. Era un asco. Él lograría entender cálculo el día en que Kimizuki se declarara homosexual o sea nunca.

La campana que daba inicio al receso resonó en toda el aula. Uno a uno sus compañeros salieron; Shinoa se colocó a un lado suyo, preguntándole si iba a ir a por algo a la cafetería para ir los dos juntos—aunque al final terminaría mandándolo solo a él, como siempre—. Aún sin levantar la cabeza, Yoichi negó; escuchó cómo Shinoa suspiraba para después oír sus pasos alejarse.  

Pasó algunos segundos en esa posición, reprochándose a sí mismo el ser tan imbécil en cuestiones matemáticas. Si el examen fuese de biología hasta podría resolverlo, pero no, el maldito destino le ponía matemáticas en cualquier aspecto de su vida. A veces dudaba si realmente podría ir a la universidad. Si eso pasaba no sería por falta de recursos sino por ser un cabeza hueca.

—Debería estudiar idiomas como Yuu-kun —susurró para sí mas esa opción también quedaba descartada. Muy apenas pasaba inglés, mucho menos podría aprender otros idiomas.

—¿Qué tal leyes o filosofía? Tengo entendido que ninguna de esas carreras tiene que ver con matemáticas.

Levantó la cabeza para encontrarse con el rostro de Kimizuki. Estaba sentado en la butaca delante de él, con ese aire despreocupado que siempre lo caracterizaba y que incluso llegaba a repeler a las personas. Yoichi sentía eso como algo negativo, la mayoría se perdía de la maravillosa personalidad de Shihō. Aunque en parte así estaba mejor.

—No tienen mucho…

—Abogados siempre van a ser requeridos y profesores fuma-hierba también, no seas tan negativo desde ahora —interrumpió el muchacho de gafas.

—¿Tú qué vas a estudiar, Kimizuki-kun?

—Gastronomía. —Ante eso Yoichi no pudo evitar reír. Kimizuki se encontraba entre los cinco alumnos más sobresalientes de la generación, bien podría estudiar lo que quisiera, y a pesar de ello optaba por una carrera como esa; mas no podía negar que Shihō tenía buen sazón —. ¿Tiene algo de malo acaso? ¿También lo ves como un desperdicio?

—No, no, nada de eso, solo que no creo que en esa carrera vayas a necesitar matemáticas. Sabes, deberías regalarme tu cerebro; tú no necesitarás saber de cálculo en la vida.

Shihō desvió la mirada de los ojos de Yoichi hacia el cuaderno de este; la hoja estaba repleta de borrones y garabatos que hacían la información apenas entendible. Kimizuki le arrebató la libreta y un lápiz y comenzó a corregir los errores de Saotome los cuales eran bastantes, el ochenta por ciento de todo lo que tenía escrito.

—Tienes errores desde el principio, ¿qué no miras tan siquiera el formulario? —Yoichi asintió a la vez que comenzaba a sonrojarse, estaba quedando como un completo tonto —. Te equivocas hasta en las operaciones fáciles.

—¿Lo ves? Soy un idiota. ¡Más que Yuu-kun!

—No exageres, nadie es más idiota que el idiota de Yuu —mencionó a la vez que le entregaba el cuaderno con todos los ejercicios ya corregidos.

—El examen es la próxima semana y no sé absolutamente nada. Voy a reprobar otra vez y Shigure –sensei ya me había advertido que no iba a poder seguir ayudándome.

Yoichi volvió a dejar caer su cabeza sobre el cuaderno. Kimizuki no pudo evitar resoplar ante la actitud tan pesimista de su amor platónico; momentos así se preguntaba qué cosa le había atraído de Saotome aparte de sus enormes ojos verde olivo o su cabello castaño levemente ondulado. 

Mas no iba a enojarse por no poder encontrar una respuesta, menos por el poco intelecto que Yoichi poseía en esa rama, y como buen amigo que también era, además de no poder soportar ver al otro chico tan frustrado, propuso lo siguiente:

—Te ayudaré a estudiar.

—¿De verdad? —El cuerpo de Yoichi se enderezó rápido como si tuviese una especie de resorte. Le sonrió; Shihō admitía que la sonrisa de Yoichi le gustaba mucho —. ¿Lo harías por mí?

—Verte en ese estado tan patético hace que cualquiera se compadezca.

—Oh, Kimizuki-kun, gracias, gracias, gracias, gracias…

Con cada «gracias» que pronunciaba, Saotome iba acercando su rostro de a poco al de Kimizuki. El muchacho de gafas apenas y podía luchar con sí mismo para no sonrojarse; lo peor del caso es que tampoco podía echar la cabeza para atrás.

—¿Interrumpo algo? —La voz chillona de Shinoa lo hizo volver a la realidad. Desvió el rostro de Yoichi hacia Hīragi, la cual tenía una sonrisa ladina instalada en el rostro.

—No realmente —respondió Shihō —. Estábamos pasando el rato, nada más.

—Los días son muy aburridos sin Yuu-san y Mi-chan —lamentó Shinoa en tono demasiado dramático pero común tratándose de ella.

Yoichi concordó con Hīragi. A su pesar, Kimizuki también le dio la razón. Extrañaba pelear con Yuu o ver como discutían entre Mitsuba y Shinoa. Aunque también reconocía que gracias a la ausencia de esos dos, pudo pasar un momento a solas con Saotome y ahora pasarían más ratos así debido a las próximas reuniones de estudio que tendrían.

—Shinoa-san, ¿qué pasará con nosotros a partir de ahora? —cuestionó Yoichi, era más una pregunta general que solo dirigida a Shinoa. Kimizuki tampoco pudo evitar cuestionarse sobre ello.

Ya nada podría ser como antes, quedaba claro. Mitsuba no quería volver a tener nada con Yuu y nadie podía sugerirle lo contrario, sería demasiado injusto para ella. Y aunque el mismo Yūichirō quisiera mejorar la relación con Sangū —recuperar su amistad como decía él—, por el momento no podría ser posible.

—Eso es fácil. Los lunes, miércoles y viernes salimos con Mi-chan y los martes, jueves y sábados con Yuu-san. Los domingos quedan libres —sugirió Hīragi. Shihō alzó una ceja y Yoichi abrió de más los ojos.

—Es joda, ¿verdad? —habló Kimizuki.

—Era una idea al menos. —Shinoa se encogió de hombros —. En realidad no tengo ni la menor idea. Supongo que por ahora solo hay que dejar que las cosas se calmen. Ya veremos qué hacer.

Yoichi y Kimizuki concordaron. Shinoa tomó asiento en su respectivo pupitre y abrió el jugo que recién compró. Miró por un par de segundos a sus dos amigos; sabía que lo mejor sería darles un poco de espacio pero enojar a Kimizuki siempre era divertido.

—Díganme la verdad, ¿de qué hablaban antes de que yo llegara?

A pesar de que la que tomaba algo era ella, Kimizuki fue quien se ahogó con su propia saliva. Mientras el de gafas dejaba de toser, Yoichi aclaró.

—Kimizuki-kun va a ayudarme a estudiar para el examen de cálculo.

—Oh, en serio —canturreó Hīragi —. Los dos, solos en la casa de Shihō, con el invierno en puerta lo único que querrán hacer será compartir calor. —Mientras recitaba aquello se abrazó a sí misma —. No quiero ni imaginarme lo que harán sin nadie que los vigile… Vaya, realmente me hace falta Mi-chan para estas actuaciones.

Yoichi lo tomó como una broma; Shihō también sabía que lo era pero eso no evitó que un tic apareciera en su ojo izquierdo.

—Si quieres puedes venir —sugirió Yoichi, algo avergonzado. Quería evitar a toda costa que Shinoa siguiera con la burla.

Kimizuki sintió un escalofrío. Sus tardes con Yoichi ahora con Shinoa incluida quedaban completamente arruinadas.

Al observar el semblante de Kimizuki, Shinoa rio.

—No te preocupes, no voy tan mal en cálculo. Y tampoco quiero arruinar sus citas.

Yoichi sonrió avergonzado; Kimizuki en cambio se encontraba hecho una furia.

.

.

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Luego de llegar del colegio, Mikaela se encerró en su habitación. Tenía que adelantar varias tareas sino quería volver a tener el tiempo encima, además con los próximos exámenes en puerta apenas y tendría tiempo ya que se dedicaría únicamente a estudiar; eso sin contar los futuros trámites —y otro jodido examen— para ingresar a la universidad.

De su mochila sacó varios cuadernos y procedió a encender su portátil. Primero haría la de química, después la de álgebra y por último la de literatura; según sus cálculos podría terminar con las dos primeras en menos de una hora. Pero antes de iniciar, solo porque realmente no se aguantaba las ganas, tomó su celular y mandó un mensaje a Yuu por What’s App. Joder, no lo había visto en todo el día y ya necesitaba saber de él.

Mikaela:

«¿Cómo estás? :)»

Segundos después se arrepintió de haber usado el emoticón. Las dos palomitas aparecieron junto al texto, el mensaje había llegado pero Yuu seguía sin verlo. Como no tenía tiempo que perder, dejó el celular de lado y se concentró en lo suyo.

Como había predicho con la tareas, sucedió. Pasados cuarenta minutos, guardó los cuadernos de química y álgebra, ahora podría dedicarse a una de sus asignaturas favoritas. Revisó en sus apuntes para recordar el trabajo a realizar; se trataba de un informe acerca de Matsuo Bashō [1]. Mika conocía muy poco de la vida de ese sujeto, al menos no lo suficiente como para el informe. Se enfocó en su portátil, abriendo el navegador y tecleando en google el nombre del susodicho para que después aparecieran un montón de enlaces.

Justo en ese momento recordó que también tenía qué investigar otra cosa. Abrió una nueva pestaña y esta vez introdujo el apellido «Ichinose» en la barra del buscador. Como aparecieron otros resultados tales como nombres de personajes y de actores agregó «familia importante en Shinjuku, Tokio», esta vez obteniendo resultados.

Los Ichinose, familia que desde hace décadas se veía relacionada con los Hīragi y que los miembros de esta siempre actuaban como mano derecha de la familia más importante de la ciudad. Así que su suposición acerca de que Yuu era de buena familia no había sido errónea. Para estar más seguro que se trataba de los mismos Ichinose indagó un poco más. Entre tantas páginas y enlaces estos lo llevaron hacia noticias y artículos dedicados a Tenri Hīragi, antigua cabeza de la familia, y a quien en ese entonces fue su mano derecha: Sakae Ichinose.

Persona de la absoluta confianza de los Hīragi, culto e inteligente, esposo ejemplar y padre de un solo hijo: su primogénito, Guren Ichinose; había adjunta una fotografía del susodicho el cual, aunque más joven, Mika pudo reconocer como el hombre con el que había visto a Yuu, el que el mismo Yūichirō le había aclarado que se trataba de su hermano. Aquello extrañó a Mikaela, el que solo se hablara de un hijo. Buscó la fecha de la publicación; fue en el 2000, año en el cual Yūichirō ya había nacido. En otro artículo dedicado exclusivamente a Sakae, leyó que era un hombre muy receloso con su vida privada razón por la que debió haber ocultado el nacimiento de su segundo hijo tal y como ocultó la enfermedad de su esposa la cual salió a la luz poco antes de que ella muriera víctima de leucemia. Aunque por su mente también cruzó la idea de que Yuu pudiese ser adoptado o algo por el estilo, al ver una fotografía de Sakae cualquier duda quedó disipada. Yuu se parecía más a su padre que el mismo Guren.

Siguió investigando más en la vida de aquel hombre solo para descubrir que había muerto hacia unos nueve años en un accidente automovilístico en compañía de su asistente, meses después de la muerte de su esposa. Las noticias y fotografías acerca del fallecimiento y el funeral de Sakae ya incluían a Yuu en ellas. Al parecer con todo ese alboroto su existencia salió a la luz. Y ahí terminaba todo con cualquier información respecto a Sakae.

Buscar únicamente información de Yuu no arrojaba ningún resultado por lo que por mera curiosidad ahora Mikaela escribió «Guren Ichinose. Shinjuku, Tokio». De Guren había todavía menos resultados que de su padre y la mayoría de estos iban ligados a Sakae o a los Hīragi. Hubo uno diferente que a Mika le llamó la atención debido a que el título incluía la palabra «compromiso». Estaba por abrir el enlace cuando la vibración de su celular detuvo cualquier acción. Tomó el aparato y al ver la notificación, sintió un vuelco en el estómago. Era un mensaje de Yuu.

Yuu-chan:

«El idiota de mi hermano no me dejaba en paz

Es un imbécil >:(

Estoy bien

Te veo en el servicio»

Que Yuu también usara emoticones le alivió por una extraña razón. Respondió al instante.

Mikaela:

«Ahí nos vemos, entonces :D»

Yuu-chan:

«C:»

Sonrió a la pantalla de su celular. Tan ensimismado estaba que apenas y alcanzó a reaccionar a que alguien ingresara en su habitación sin siquiera tocar. Al ver que era el estúpido de Ferid, cerró el navegador y dejó el celular de lado para fingirse concentrado en el cuaderno. Era una reacción bastante tonta, lo sabía, pero no pudo evitar sentirse pillado.

Levantó la mirada de la libreta y la detuvo en su tío. Al ver que este no hacía ningún ademán de irse. Suspiró.

—¿A qué viniste? —preguntó en tono fastidiado.

—A leer si Kenshō ya logró meterse en los pantalones de Miyu. [2] —Como aquello no causó ninguna gracia en Mikaela, le entregó a este un sobre —. Tu hermosa exnovia que no sabe que ya te va el boy’s love mandó correspondencia y estos folletos también.

Mika leyó el remitente de la carta para verificar que su información fuera correcta. En efecto, la carta era de Francia y escrita por Chess, aún reconocía su caligrafía. Chess Belle y él se hicieron novios durante un periodo vacacional que Mikaela pasó en París sin embargo la distancia y otros factores evitaron que la relación prosperara. No sabía porque la chica recurría al correo y no a la mensajería en línea pero entonces recordó que se trataba de una romántica empedernida en extremo, razón principal por la cual también terminó con ella; demasiada miel para su gusto.

Guardó la carta en el cajón de su escritorio, ya podría leerla después. Se concentró en analizar los folletos que esta también le envió, los cuales eran de distintas universidades. A pesar de que habían terminado como pareja, luego de unos meses del suceso, retomaron su relación de amistad —si Chess tenía algún motivo oculto de por medio no lo sabía ni le interesaba—. Numerosas veces le había mencionado a Belle que le encantaría tomar sus estudios universitarios en el extranjero no obstante ahora esa idea ya no estaba entre sus planes.

Irse lejos significaría no ver más a Yuu.

Fue como si de una epifanía se tratase. Soltó otro suspiro, esta vez por darse cuenta que de verdad estaba dependiendo demasiado de Ichinose. Negárselo ya era posible. Quizá, solo quizá, quería a Yuu para algo más que experimentar.

—Es una mierda… —soltó sin meditarlo.

Saber que efectivamente sentía algo, por más mínimo que fuera, por Yuu era una reverenda estupidez.  

—Que ya no te gusten tanto las mujeres no es razón para que andes maldiciendo, Mika —soltó Ferid, burlón. Mikaela rodó los ojos. No iba a desgastarse en darle explicaciones que no le incumbían a su tutor —. Mejor déjame leer cómo…

—Lo lamento, debo irme. —Mikaela comenzó a guardar sus cosas, dejando a su tío con la palabra en la boca.

Todavía faltaba una hora para que tuviera que ir al servicio pero realmente no tenía ganas de convivir con su tío, mucho menos ahora después de descubrir que Yuu era más que una musa y le inspiraba otras cosas aparte de lujuria.

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El doctor Narumi era tan buena persona que le autorizó faltar otros dos días al servicio social. También había hablado con Chihiro, la nena que cuidaba, acerca del estado anímico de su mejor amiga y la niña, con una sonrisa en el rostro, dijo que entendía la situación. Cuando le dijo eso, Shinoa le prometió que la compensaría. El tratamiento y recuperación de la niña habían sido exitosos y el día de su alta del hospital coincidía con la fecha en que Hīragi veía finalizada su labor de cumplir más de cuatrocientas horas en el servicio social. Le compraría un hermoso vestido para conmemorar la fecha en que oficialmente venció aquella horrible enfermedad.

Por el momento quien requería más de su atención era Mitsuba la cual debía estar todavía más deprimida de lo que antes se encontraba.

Llegó a la residencia Sangū donde la recibieron como siempre, con sumo respeto y alta consideración. La familia de Mitsuba, después de todo, le debía mucho a los Hīragi, y si Guren no estuviera estaba segura que alguno de los Sangū sería la mano derecha de su padre y de Kureto.    

Una mucama le indicó que Mitsuba se encontraba practicando esgrima en el jardín así que decidió dirigirse hacia el lugar. Estaba por pasar el salón principal cuando encontró a medio camino a Aoi, la hermana de Mitsuba y su cuñada, esposa de su hermano mayor.

Al verla, Aoi la saludó cortés, como siempre lo hacía. A diferencia de Mi-chan, su hermana sabía guardar la compostura y mantener la calma con naturalidad; Aoi Sangū era una persona fría por naturaleza, cualidad que muy en el fondo sabía que Mitsuba le envidiaba.

—Aoi-san, un gusto saludarte.

—lo mismo digo, Shinoa —mencionó Aoi en tono calmo —. ¿Has venido a ver a mi hermana?

Shinoa asintió.

—Tenemos un examen pronto y Mi-chan y yo acordamos estudiar juntas.

—No dudo que el asunto del examen sea verdad pero no te molestes en guardar apariencias. —Shinoa dio un respingo; fue muy leve pero no dudaba que Aoi lo hubiera notado —. Estoy al tanto de que Mitsuba se metió en problemas y está suspendida del colegio.

—¿Por eso viniste a verla?

Aoi negó. Aquello no sorprendió a Shinoa; Aoi era igual a Kureto en ese aspecto: para ellos los asuntos familiares eran una pérdida de tiempo.

—Vine por otro asunto y mi madre me informó. Sea como sea ya hablé con Mitsuba respecto a ello. No debe dejarse llevar por sus sentimientos ni perder los estribos, menos por un chico.

A pesar de parecer apacible, dentro de sí, Shinoa estaba hecha una furia. Si no fuera debido al hecho de que Aoi era su cuñada y alguien a quien le debía respeto, le hubiese dicho un millón de cosas hirientes. Sus verdades. ¿Cómo era posible que menospreciara de esa forma los sentimientos de su propia hermana?

Aunque de que se extrañaba, en esas cuestiones la familia de Mitsuba y la de ella eran idénticas.

Sin tener nada más que agregar, Shinoa se despidió. Antes de dar tan siquiera un paso, Aoi volvió a hablar, deteniendo cualquier acción por parte de Hīragi.

—Tal vez no deba decirlo pero cada vez que te veo te pareces más a Mahiru.

Tal y como dijo, no debía decirlo. Eso era algo que a Shinoa le tenía sin cuidado. Volvió a mascullar una despedida y siguió su camino.

Se encontró con el instructor de esgrima a mitad de camino el cual solo le dio una pequeña reverencia para seguir su andar. Después de ello, Shinoa no tardó en llegar a donde Mitsuba. Su amiga se encontraba cambiándose el uniforme de esgrima; como siempre, siendo toda una desvergonzada cuando suponía que nadie la miraba. Hīragi no la interrumpió para continuar deleitándose con la imagen que su amiga le brindaba.  

Mitsuba poseía el cuerpo que Shinoa había anhelado en su pubertad: pechos grandes y redondos, pronunciadas caderas y una diminuta cintura; su tez blanca era la envoltura perfecta para esa obra de arte. El largo y sedoso cabello rubio era la cereza del pastel que volvía a Mitsuba todavía más apetecible.

Mientras las prendas se deslizaban por la piel de Sangū, Shinoa también recorrió su piel con la mirada, deseando poder tocar, anhelando ser tocada de igual forma.

Cuando Sangū estuvo lista, Shinoa soltó un suspiro para salir de su ensoñación. Se acercó hasta donde su amiga como si nada, aparentando que no había presenciado tal espectáculo. Aprovechando que Mitsuba estaba descuidada, la abrazó por la espalda.

—¡Mi-chan! —tanteó como pudo la cintura de la aludida a través de la blusa holgada; también le dio un leve apretón a sus senos. Ventajas de ser mejores amigas y de que Mitsuba supusiera esos toqueteos como algo normal entre ellas.

Luego del forcejeo amistoso, Mitsuba se alejó. Se sentó en el césped, cerca de las rosas que su madre cultivaba. Si Hīragi hubiese tenido a la mano la cámara de su celular le habría tomado una foto en ese instante.

Sin dejar que sus sentimientos afloraran —estaba más que acostumbrada a enterrarlos en el fondo de su ser—, se sentó junto a ella y sonrió. Una sonrisa diferente a las de siempre; esperaba que Sangū supiera distinguir sus sonrisas sinceras de las otras.  

—Tenemos una conversación pendiente —declaró Shinoa.

Mitsuba bajó la mirada. Abrazó sus piernas y escondió la cabeza entre estas. Hīragi creyó escucharla sollozar, suposición que se confirmó tan solo unos minutos después, cuando el llanto se volvió fuerte y desgarrador. Shinoa pasó un brazo por la espalda de su amiga, acariciándola.

Una hora después, Mitsuba terminó de llorar; habiendo normalizado su respiración, le contó todo acerca de lo sucedido con Yūichirō y Mikaela.

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.

 

Los dos días restantes de la suspensión de Yuu pasaron con suma lentitud. A pesar de que lo veía en el servicio social y de que se mensajeaban varias horas del día, eso no era suficiente. Necesitaba más de Yuu; verlo más tiempo, sentirlo más tiempo, volverlo a besar también. No importaba si sentía el estómago revuelto al verlo o si de pronto comenzaba a sentirse nervioso cuando intercambiaba palabras con él. Yuu era necesario, casi como respirar.

Por suerte, ese día volvía a clases. Aunque no era propio de Mika ser impaciente, no pudo aguantarse y esperó a Yuu en el jardín de enfrente de la escuela. Se sentó en una banca y procedió a sacar su libreta y un lápiz, se sentía especialmente inspirado para escribir. Tenía tantas ideas, ideas no tan claras que debían ser plasmadas en papel.

De pronto pensó en un muchacho como Yuu, con su terco carácter e impulsiva personalidad, yendo contra el mundo, quizá enfrentando algo, una catástrofe tal vez. ¿Cuál podría ser una buena base para su próximo cuento? Ya no quería algo cotidiano ni aburrido, los slice of live [3] no iban con la personalidad de Yūichirō; la fantasía parecía ser una mejor opción, sí, un mundo fantástico donde Yuu fuese el protagonista.

Un momento en que las ideas le dieron un respiro, levantó la mirada y no pudo evitar sentirse más afortunado en ese momento. Yuu venía entrando, con ese aire de chico rudo que se esforzaba en aparentar, llevando el maletín recargado en su espalda y con la mano contraria en el bolsillo. Mikaela se levantó de inmediato y fue a su encuentro, tampoco pudo aguantarse a que los pasos de Yuu llegaran a donde él.

—Yuu-chan —saludó al tenerlo frente a frente. Para su sorpresa, una grandiosa sorpresa, Yuu dejó atrás esa expresión agresiva y sonrió; su sonrisa le llegaba a los ojos.

—Eres un exagerado, Mika, solo fueron tres días.

—Tres días en los que te extrañé.

—Lo repito: exagerado.

Comenzaron a caminar a la par. Mika no pudo evitar que sus labios se curvaran en una sonrisa simulando ser una mueca. No podía estar más feliz.

—¡Yuu!

Ambos se detuvieron en seco.

De nuevo, como tantas veces había ocurrido, un tercero se interponía en la escena. Fue de nuevo el turno de Guren Ichinose quien, con una expresión aburrida en el rostro, los alcanzó. Una vez que estuvo junto a Yuu le dio un leve coscorrón en la cabeza. Yuu hizo una mueca, enfadado, después resopló.

—Serás cabrón, Guren.

—No puedo evitarlo. Me sigues haciendo perder el tiempo con tus peleas estúpidas.

—¡Creía que ya lo habíamos arreglado en casa! —bramó Yuu a modo de reproche.

Aun cuando el lazo entre esos dos continuaba siendo palpable, y de que la mirada de Guren se sintiera más pesada que las otras veces, Mika ya no sintió aquella punzada. Los celos con respecto a él desaparecieron.

Guren soltó una risa, pareciera que los arranques de su hermano menor le divertían; luego de ello posó la mirada en Mikaela.

—Cada vez mejoras en tu gusto de amigos, Yuu, este se ve decente.

A pesar del tono tan seco que empleó, Mika quiso tomarlo como un halago.

—Mikaela Bathory, un gusto conocerlo. —Mika hizo una reverencia, gesto que Guren devolvió.

—Creo que ya te había hablado de él, Mika. —Yuu volvió a tomar la palabra —. Este imbécil es mi hermano, Guren.

—Creo que el título de «imbécil» te queda más a ti. —Guren se mantenía estoico cosa que al parecer lograba irritar más a Yuu.

—¡Siempre me dejas en vergüenza!

—Tú solito lo haces.

—Me desquitaré cuando lleguemos a casa, verás que no podrás conmigo.

—Ya me das suficientes dolores de cabeza, mocoso. Dame un respiro.

A Mika le pareció enternecedora esa escena familiar. Según lo que investigó, sus padres murieron y solo debían tenerse el uno al otro. Aun teniendo esas peleas tan absurdas, se notaba que su relación era estrecha.

Y ahora que también recordaba, Yuu debía sufrir al momento de ir al hospital Hyakuya a realizar su servicio social, después de todo su madre había muerto de cáncer.

—Adiós, niño. —Esta vez Guren se dirigió a Mikaela. Al parecer el Ichinose mayor era igual de irrespetuoso que su hermano—. Tengo que ir a dar la cara por los problemas del idiota de Yuu.

Guren no le permitió a Yuu replicar. Lo tomó del brazo y se encaminaron hacia la institución. Escuchó como Yuu seguía reprochando, alegando que deseaba quedarse junto a Bathory un momento más. El corazón de Mika pareció dar un brinco, las náuseas volvieron y la respiración se le cortó. Los sentimientos hacia Yuu afloraban con cualquier mínima acción de este.

A pesar del agarre de su hermano, Yuu volteó su rostro y le sonrió. Una sonrisa amplia, la más bonita que Ichinose le había regalado hasta ahora. Eso multiplicó todavía más las sensaciones que Yuu-chan provocaba en él.

Ya no podía ocultárselo, lo mejor era reconocerlo y enfrentarlo: Yuu le gustaba demasiado.

.

.

.

Próximo capítulo: Vals de invierno.

Notas finales:

Aclaraciones:

[1]: Matsuo Bashō fue un poeta y escritor japonés famoso durante el período Edo (1603-1868).

[2]: Kenshō y Miyu son los protagonistas de la historia boy’s love de Mikaela. Elegí sus nombres debido a Ono Kenshō e Irino Miyu, seiyūs de Mikaela y Yuu respectivamente.

[3]: Slice of live o recuentos de la vida es un género de ficción que retrata, tal y como su nombre lo da a entender, la vida cotidiana. Obras tales como Lovely Complex, Free!, y Bakuman entran en este género.

¡Hola!

Debo recalcarlo: odio las matemáticas y cualquiera de sus ramas.

Espero que el capítulo le haya gustado, de verdad. Me esforcé por terminarlo en poco tiempo así que espero también haya quedado bien; miren que cuando hago las cosas a prisa suelo cometer muchos errores, más de los habituales.

Gracias a UmiKawaii, Guest y a Arenka por sus reviews :3

Espero que la universidad me permita actualizar pronto.

¡Gracias por leer! c:

Ellie…


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