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Hablamos de segundas oportunidades por Vanille

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Notas del fanfic:

Aqui va mi loca idea.

Notas del capitulo:

Holas solo queria aclarar q en mi fic existen 7 infiernos.

tambien decirles que disfruten mucho.

 

Capitulo 0

 

Esperaba de rodillas en el suelo a que su final llegara. Sonrió con nostalgia al recordar lo cerca que estuvo de poseer el cielo para transformarlo en un infierno más, pero no faltaron los traidores que delataron su plan a los arcángeles, ahora él se encontraba esperando su sentencia, llevaba al menos dos días en espera, ¿Qué tanto podía tardar el "todo poderoso" en tomar una decisión? ¿ O es que acaso planeaba algo? Era bien sabido que el regente del cielo no tomaba decisiones sin tener un motivo, por lo que él, el juez del séptimo infierno, sabía a la perfección que el veredicto dictado no sería su ejecución, pues Dios siempre perdonaba a los pecadores. Él era un pecador que no quería ser perdonado pues no se arrepentía de nada, es más se enorgullecía de su cometido pues cuando estuvo en el frente de batalla logro que muchos seguidores de la pureza cayeran a la tierra. Así es ese día los ángeles cayeron a montones.

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Cuando la luna se asomó en el cielo el arcángel Miguel escucho la grave voz de su señor.

-No se preocupe mi señor yo velare para que sus deseos sean cumplidos- ya no escucho más pues ya no había más que decir. Reunió a los demás guardianes del cielo para comunicar el mensaje recibido.

Dado la media noche el prisionero fue trasladado al borde del cielo. Los arcángeles le rodearon todos encapuchados con capas blancas menos uno, Miguel, quien dictaría la sentencia, este vestía de rojo y llevaba en sus manos un libro con sus hojas totalmente en  blanco.

-El señor se ha  presentado ante  mí, el arcángel Miguel, me ha dicho tu sentencia y yo se las he dicho a mis hermanos presentes. Tú Dantalión, juez del séptimo infierno quien se atrevió a dominar los otros infiernos para acabar con el cielo, acusado de la muerte de tus hermanos y la caída de los míos, se te sentencia primero al dolor físico- Miguel levanto su mano izquierda trazando una cruz en el aire, el demonio rio ante el gesto pero inmediatamente jadeo al sentir el dolor más inimaginable. Sus alas negras fueron consumidas por el fuego hasta desaparecer. Nadie de los presentes decía nada, pues no tenían la autoridad de hacerlo, el único que podía hablar era Miguel, pues el señor había confiado en el para esa tarea tan cruel.- tu segunda sentencia será escrita en este libro cuando tu tercer castigo sea cumplido.-

-ja. ¿Y cuál es mi tercer castigo?- el resignado rostro de Dantalión casi logro hacer que el arcángel sintiera compasión de él.

-tu última sentencia es...Caer.

Sin más fue empujado al abismo por el cual muchos ángeles cayeron antes, sin sus alas no podía detener su final. Pudo ver el suelo a unos metros, aun no entendía que pretendían al arrojarlo al vacío ¿Matarlo?, aunque eso era imposible pues siendo el demonio que era no moriría al llegar al suelo, es más lo atravesaría llegando nuevamente al infierno. ¿Acaso pretendían que su sentencia fuera entre los suyos?. Una luz salió de su pecho sintiendo como era partido a la mitad. Entonces recordó lo dicho por Miguel...aún faltaba la segunda sentencia.

-que ingenioso se han vuelto los ángeles...pero olvidan que soy un demonio.-llevo su mano a su talismán, el cual era grande de color plata, con una piedra roja al centro, y al igual que su cuerpo este se dividió en dos- al final...este talismán volverá a ser uno solo. Y yo volveré-

 

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Arriba todo lo que se escuchaba era el sonido de la pluma siendo estrellada contra el papel. Miguel escribía la segunda sentencia con la atenta mirada del resto. Una vez finalizada su tarea cerró el libro retirándose con el sequito detrás de él.

-Nosotros velamos por el bien. Hoy se hiso lo correcto- no dijo nada más, no había nada más que decir, una de las cosas que su señor le había pedido era su silencio y discreción. Y él no pretendía revelar información.

Entro en la  gran biblioteca y deposito el libro abierto en el escritorio, tomo asiento apoyando sus codos en la mesa.

-esto es lo correcto - se convenció así mismo.

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-Cariño, te dije que doblaras por la ruta 24, ahora estamos perdidos - la  regordeta mujer arrugo el entre ojo cruzándose de brazos - yo tuve que haber manejado.

-si lo hubieses hecho tú, mi camioneta estaría destrozada - comento el alegre hombre haciendo enojar más a su adorable esposa- tranquila cariño, daré la vuelta.- Estaba en proceso de cuando la camioneta paro en seco. Parecía que batería había muerto.- rayos ¿ahora qué?- el delgado hombre bajo de su vehículo para poder revisar que es lo que fallaba. Al momento de rodear la camioneta quedo helado, frente a él, o mejor dicho, frente a su camioneta en medio de la carretera y solo envuelto en una manta se hallaban dos bebés los cuales dormían profundamente. Dio gracias al cielo que su camioneta dejara de funcionar porque si no hubiese sido así, habría arrollado a esos dos bebés. -Cariño- llamo la atención de la mujer golpeando su ventanilla.

-¿Ya encontraste la solución?- pregunto aun con el ceño fruncido.

-no, pero encontré un milagro.- dijo abriendo la puerta y ayudando a su esposa para bajar. La mujer al ver dicho milagro no pudo hacer más que llorar por la crueldad del mundo.¿ Quién era la madre de tan frío corazón que se le ocurrió abandonar a unos inocentes?

-será mejor subirlos al auto, hay que llevarlos con las autoridades- hablo la mujer cuando seso su llanto, tomo a los niños en sus rollizos brazos y los subió dentro acomodándose ella también en la camioneta sujetando a los pequeños para que no cayeran. Lo que paso después fue que  el hombre ingreso a la camioneta y por inercia movió la llave encendiendo el vehículo que supuestamente ya no servía. Minutos después su  esposo conducía camino de vuelta a casa.

-podríamos adoptarlos...- su esposo le miro con un brillo singular. Ellos no tenían hijos por su infertilidad, por lo que se encontraban viajando a la ciudad para establecer un contrato de adopción cuando ocurrió su milagro-

-sí, podríamos hacerlo- la mujer acaricio el rostro de los bebes-hay que volver a casa.

Ambos sonrieron.

 

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Miguel aun no podía convencerse de si era eso lo correcto o no, tenía muchas dudas.

-El señor es piadoso...el perdona...deberías agradecer que te dio una segunda oportunidad.- soltó sin más mirando el libro dejando que una lagrima bajara por su mejilla. Lloraba porque su señor era muy bondadoso.

“Tú, demonio Dantalión, serás condenado a ser separado de ti mismo. De tu maldad y de tu bondad. Caerás para renacer, para ascender y descender, porque yo, el todo poderoso te despojo de tu pasado para concederte un futuro. Para que conozcas lo que te han privado. Más que una condena te doy un regalo, porque si los buenos tienen oportunidades los malos también. Te regalo la vida. Pero te divido en dos, para que conozcas las dos versiones más puras de ti mismo."

El arcángel se paró de la silla apago las luces saliendo del cuarto, cerró la puerta y suspiro. No había nada que hacer el libro se escribiría solo. Dantalión trazaría su propia historia

 

 

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 Ya estaban en casa, acostaron a los bebes en su propia cama y se encontraban viéndolos. Eran un niño y una niña de facciones muy diferentes. El niño tenía una redonda naricita, una piel un poco más bronceada y el cabello castaño. La niña era de facciones mas afiladas, pestañas gruesas, piel blanca y cabello negro.

-qué curioso...-comento el hombre- ambos tienen el mismo collar. O mejor dicho la mitad de este.

-no se ve bien en sus pequeños cuerpo...hay que guardarlos.

 

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Una mujer de alrededor de  cuarenta años se encontraba mirando por enésima vez el DVD que le regalo su esposo sobre la charla dada por el padre Josué a  la que asistieron hace años. Era su disco favorito, nunca se cansaba de él. Se hallaba aun acostada en su cama pues era muy temprano. Esa mañana parecía ser perfecta para descansar, los niños estaban en la escuela y no llegarían hasta la hora de almuerzo, su esposo estaba trabajando en la vulcanización que tenía con un amigo y ella, pues ella disfrutaba de la tranquilidad que había en ese momento, pues ser madre de mellizos no era cosa fácil.

A eso de las diez de la mañana fue  por el correo como acostumbraba hacer cada lunes después del matinal que pasaban por la televisión. Tomo las cartas y se dirigió al sofá de la sala para leerlas  con calma. La mayoría de ellas eran facturas de la luz, el agua, alguna que otra deuda pequeña que estaba pendiente, en fin un correo común y corriente salvo por dos sobres que no tenían remitente  alguno. Miro el reloj notando que ya era hora de sacarle brillo a su casa. Dejo las cartas en la mesita de centro para que su esposo las revisara, guardando en su bolsillo solo las que no tenían dirección.

-no me gustan esas películas...me dan miedo- fue la respuesta de una niñita de diez años a la pregunta de su hermano. El chico giraba el pomo de la puerta mientras decía su típica frase de "Deberías de madurar y dejar de ser bebé", pero Sahara no era una bebé pues ella sabía que ser madura no significaba tener que ver películas de terror si no que ser responsable de sus acciones y afrontarlas, cosa de la que su hermano no era capaz.

-hola mis dulzuras- la mujer abrazo a ambos niños besando sus frentes y dejando marcado el pintalabios rosado que usaba en ellas- a lavarse las manos para comer-

Luego de un almuerzo, nada delicioso según Abel, los chicos se encontraban haciendo sus deberes en la sala. Mamá estaba ordenando su closet, reacomodando toda su ropa hasta que recordó las cartas que aun residían en su bolsillo esperando ser leídas. Abrió el sobre de una de ellas y se sorprendió al ver que solo había un nombre escrito en el centro de esta.

-Miguel- pronuncio la mujer- que nombre más común- agrego después dispuesta abrir el otro sobre pero al momento de girar palideció al ver delante de ella a un bellísimo hombre que parecía brillar por todos lados. -¿Quién eres tú?- pregunto luego de que pudo recuperar el habla.

-Soy Miguel, el arcángel Miguel- se presentó haciendo una reverencia ante la mujer - tú me has llamado. Más yo esperaba que lo hicieras. Tengo algo importante que decirte y es necesario que me creas.-

-¡llamare a la policía si no te vas ahora!- Donde rayos estaba su esposo cuando se le necesitaba.

-espera, antes que nada quisiera demostrarte que no he venido aquí con intenciones impuras. He venido aquí para hablar de tus hijos, Sahara y Abel-.el desconcierto en la cara de la mujer era total y antes de que ella pudiera decir algo  Miguel agrego la última gota que termino de rebalsar el vaso-¿Crees en los ángeles?

Desde ese día la regordeta mujer comprendió que nada pasaba por accidente. Escucho todo lo que el arcángel le contaba, desde la rebelión del infierno hasta el nacimiento de sus hijos los cuales provenían, de un mismo ser, Dantalión, el juez del séptimo infierno.

-Para evitar que Dantalión vuelva a ser uno de nuevo tengo que llevarme a uno de tus hijos que representa la bondad que alguna vez tubo ese demonio, para educarlo por el lado del bien y mantenerle lejos de los pecados-

-¿Y a quien debes llevarte?, ¿A Sahara?-

- A Abel- respondió con firmeza- él es la pureza de Dantalión.-respondió el ángel cruzando sus manos. La mujer medito unos segundos…si Abel era bondad…Sahara era la maldad.

-¿Vas a llevártelo ahora?- su voz sonó un poco ahogada, la idea de perder a uno de sus niños no le gustaba.

-no, debe ser cuando cumpla dieciocho, además debe ser por voluntad propia. No lo obligare a irse conmigo.  Te pediré un favor. No le ocultes quien es...porque cuando yo vuelva y él no sepa nada...las cosas serán difíciles. No pongas esa cara mujer, no es una amenaza. Sera difícil por que el sentirá que le has mentido desde siempre...asique es mejor que él sepa- sin más el arcángel desapareció.

La mujer quedo pensativa con un nudo en su garganta que cada vez crecía mas. Miro el otro sobre que no tuvo oportunidad de abrir, lo tomo y lo oculto bajo toda su ropa al fondo de un cajón, puesto que tenía miedo de abrir dicha carta ,encontrarse solo con un nombre escrito y que al leerlo este se quisiera llevar a su niñita. Sabía lo que tenía que hacer, con Abel no había vuelta atrás, ella le diría todo aunque dudaba que el vivaz muchacho le creyera. En  fin debía ser decisión de su hijo. Pero su Sahara era otra cosa. Como madre no podía darse el lujo de perder a sus dos bebes. Era momento de buscar  a su hijo, su esposo y  el medallón oculto.

Notas finales:

hola de nuevo jejeje.

acuerdense de dejar comentarios,.

besos.

Vanille <3


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