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Hablamos de segundas oportunidades por Vanille

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Notas del capitulo:

Lo prometido es deuda XD,

Weña a todos, aqui les traigo el primer capitulo de mi fic. 

 

Cap. 1. Ascender

 

Con el paso de los años Abel demostró que era digno de ser llamado "un ángel", aunque aún no era uno pronto lo sería. Porque él ya  estaba decidido y nadie lo haría cambiar de opinión. Se encontraba aun envuelto en las sabanas. Era viernes, pero para su suerte, no había clases por ser feriado. Ya solo quedaba un día para su cumpleaños y él estaba  dispuesto a aprovechar al máximo sus últimas horas como mortal.

Sahara, por otro lado, era totalmente ajena al destino de su hermano. Al avanzar el tiempo ella descubrió que todo lo que hacía por muy buena  que fuera su intención, resultaba en caos, como cuando intento ayudar a una mujer  a cruzar la calle y termino haciendo que la pobre fuera atropellada, actualmente la señora ya no aceptaba que le ayudasen. Además hace algunos meses sufría de dolores horribles en la cabeza que le hacían estar más agresiva que de costumbre logrando mantener la tensión en sus familiares. Cualquier cosa, por poco molesta que fuera, le hacía estallar. Y  las pesadillas que tenía no le ayudaban.

-Abel- pronuncio la chica después de haber dado tres suaves golpecitos a la puerta-

-adelante- respondió con flojera. Su hermana atravesó el umbral yendo directo a  meterse entre sus mantas. El cómo instinto de hermano le abrazo por los hombros atrayéndole a su pecho-  ¿Tuviste malos sueños de nuevo?

-vi algo malo...pero no fue un sueño. Yo estaba despierta y las imágenes se apoderaron de mi-

-¿Cuál fue tu visión?-

-vi...que ya no volvía a verte...por qué te ibas para siempre- por un momento Abel dejo de respirar. Él sabía que su hermana era especial y como no serlo si él era un ángel. Mamá siempre le dijo que nunca le contase nada a Sahara sobre lo que él era, o sería, puesto que querían protegerla...pero siempre se había cuestionado el de que tenían que protegerle. El chico sabía que su madre le ocultaba algo.

Luego de tranquilizar a Sahara esta salió de su cuarto. No le gustaba mentirle.

Llegada la tarde papá les había ofrecido el ir con el de compras, Abel acepto gustoso y Sahara gustosa declino la invitación. Su padre era peor que su madre para las compras, no se decidía nunca además de que siempre alegaba de la alza de los precios. Prefirió quedarse en casa con mamá a terminar el pastel de cumpleaños.

-cariño, la mitad con betún rosa y la otra azul- el pastel era de dos pisos hecho de biscocho de vainilla y relleno con no sé qué cosas le habrá puesto su madre, pero de que sería delicioso lo sería.

-mamá... Por qué te esmeras tanto en esta fiesta. Has hecho un montón de preparativos, has invitado a mucha gente. Solo cumplimos dieciocho no iremos a ninguna parte. - y hay estaba de nuevo tratando de poner de buen humor a su madre logrando que esta pusiera una cara de ultratumba.

-Sahara termina el pastel- sin más salió de la casina dejando la decoración a su hija.

Se encerró en el baño para derramar unas cuantas lágrimas. Se sentía culpable por ocultarle todo a su pequeña, también se culpaba por haberle alejado de ella puesto que sus mentiras hacían distante a la chica de ella.

Su esposo llego dos horas después con muchas bolsas y un cansado Abel tras suya quien era el encargado de cargar las compras. Sahara suspiro de alivio, si hubiese aceptado la invitación, seria ella quien cargaría ese montón de bolsas.

Cenaron en una amena conversación en la cual Sahara no estaba incluida ni interesada en ella. Ya en la comodidad de su habitación la chica se acercó a su escritorio dispuesta a leer un libro. Recorrió con su dedo la pila de antiguos textos que ya había leído, tomo uno de gruesas tapas sobre mitología. Solo lo había ojeado una vez por lo que hoy le daría una oportunidad,  al momento de abrirlo cayo un medallón que parecía partido a la mitad. Era idéntico al que portaba su hermano hace unos cinco años. ¿Qué significaba esto? Pensó que tal vez Abel lo había extraviado ¿Pero cómo llego a su libro?, al momento de tomar el objeto un nombre salió de sus labios. "Dantalión".

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La fiesta iba de maravilla, mucho de los amigos de Abel asistieron, los de Sahara...bueno ella había decidido no invitar a nadie. Sus padres sabían que ella no era muy sociable por lo que no dijeron nada al respecto. En las mesas había comida de todo tipo, su madre sonrió satisfecha, había valido la pena gastar su pensión y la de su esposo en una agradable velada.

-Cuando mi esposo y yo nos rendimos en intentarlo decidimos adoptar un niño. Pero no pudimos llevarnos solo uno jejeje- rio la mujer. Para la mayoría de sus conocidos ellos solo habían adoptado a unos niños, lo más cercanos sabía que eso no era cierto.-  ahora mírenlos, eran unos bebés cuando llegaron a esta casa y ahora ya son adultos...como no sentirme vieja si ya son tan grandes- soltó unas lágrimas de felicidad, se encontraban todos escuchando el discurso de la mujer.

-para nosotros como padres es un orgullo decir que hemos tenido éxito-pronuncio el hombre arreglando sus largos bigotes casi grises- éxito en criar a dos bellezas...hoy empiezan una etapa nueva mis niños, nunca olviden que siempre contaran con la ayuda de sus padres- Abel sollozo, por que él los iba a extrañar a montones, Sahara solo pensó que sus padres exageraban mucho las cosas...solo eran un cumpleaños.

Sahara no pudo dejar de pensar en Dantalión en todo el trascurso de su fiesta de cumpleaños. Incluso su deseo al apagar las velas era conocer de dónde provenía ese nombre.

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La capa era de color plata, los bordes eran de oro y Miguel no dejaba de pensar en si hacia lo correcto. No dudaba del plan de su señor, jamás aria eso. Dudaba de su capacidad para hacer su voluntad.

Deslizo sus vestiduras para cubrir su desnudez con dicha capa. La hora estaba cerca. Tomo una caja de madera en donde deposito un cáliz de oro. Cerró la caja saliendo de sus aposentos.

Ya era hora.

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Al llegar la madrugada Sahara no podía dormir. Rodo por su cama múltiples veces. Se puso a escuchar música, incluso pensó en jugar un video juego hasta que un susurro cerca de su oído la hiso saltar de la cama. Prendió las luces notando que estaba sola en su cuarto.

"Sahara".

Sacudió su cabeza con fuerza, estaba segura de haber escuchado su nombre. "Sahara".

Salía de su cuarto guiándose por la voz, llego al cuarto de sus padres y al momento de entre abrir la puerta noto que estaba vacía. Al instante pensó que de seguro se había dormido y esa era una de sus pesadillas. Abrió la puerta por completo. El mueble de la ropa de su madre tenía un extraño encanto. Sin saber muy bien lo que hacía abrió la cajonera metiendo su mano por entre las ropas. Entonces encontró algo. Un sobre. Se acercó a la ventana para que la luz de afuera le permitiera leer. El sobre no tenía ningún remitente  pero si su nombre escrito en ella. "Sahara". Se sobresaltó fijando su vista en la ventana hay estaban sus padres y su hermano, en el patio trasero. Guardo su carta en el bolsillo de su bata y descalza bajo al patio evitando causar ruidos. Al llegar se escondió tras el damasco que había en su casa. Y escucho.

-Te queremos, ¿Lo sabes?- la pareja iba vestida de negro, pues estaban de luto.

-claro que sí. Yo a ustedes igual.- Abel se lanzó hacia ellos abrazándoles con fuerza. El chico siempre había sido muy cariñoso  con sus padres.

Se separaron un poco después y su madre le extendió la carta. "Miguel" pronuncio Abel el nombre escrito en el papel. Apareció frente a ellos una figura que parecía brillar, cubierta con una capa plateada y llevaba una caja.

-Soy Miguel, unos de los guardianes del cielo y tu protector- hiso una reverencia.  Abel miro al arcángel, era realmente bello.

-Se quién eres...la pregunta es ¿Quién soy yo?- la dulce mirada de Abel atravesó la serena expresión del Arcángel estremeciéndolo.

-Tú eres quien decides ser. Sabes porqué estoy aquí, así que por favor quiero oír tu respuesta-

- mi respuesta es sí. Yo deseo servir al cielo - sus padres permanecían en silencio. Sahara no hizo ruido. Pareciese que nada hacía ruido en ese momento.

- En este cofre hay un cáliz que será llenado de tus pecados, los cuales serán perdonados - Miguel abrió la caja sacando de este una copa de oro sencilla, se la extendió Abel y cerro la caja- que la maldad en  ti desaparezca.

La copa poco a poco se llenó de una negra espesura. Luego se volvió liquida y finalmente trasparente como el agua. Ahora debía decidir, si morir para servir o vivir para morir. Llevo sus pecados a su boca bebiendo hasta la última gota.

Abel abrió los ojos. Ya no estaba en casa, estaba en un gran jardín con un alto árbol de manzanas.

-Cuando Eva fue tentada y comió de la manzana, el fruto prohibido, los misterios  del mundo les fueron revelados.- Abel elevo su rostro para ver al arcángel- Cuando Adán y Eva fueron expulsados de su jardín por desobedecer, el Edén, junto con este árbol fueron traídos de vuelta al cielo.- Miguel le sonrío extendiendo su mano para levantarle del suelo.- Con la madera se forjo una copa, la copa que juzga los pecados, cuando bebes de ella, tu verdadero ser es revelado, Bienvenido al cielo, ángel Rachel.

Abel se miró en un estanque notando sus alas en la espalda, el cambio en sus facciones y la angustia de su rostro. No se arrepentía para nada de haber ascendido, la angustia se debía  a que al haber bebido del cáliz le había sido revelado todo lo desconocido y ahora  su preocupación era otra.

-Sahara- pronuncio en un susurro. Susurro que fue ignorado por Miguel

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Todo había sido muy rápido, Sahara no sabía muy bien lo que había sucedido pero si estaba segura de que su hermano no estaba y que sus padres la miraban con desconcierto.

Subió a su cuarto, ya pediría explicaciones en otro momento por ahora dejaría todo como estaba. Se recostó en su cama mirando el techo. Aun no procesaba lo ocurrido. Un hombre había llegado le daba algo en una copa a su hermano y después ya no estaban. Analizo la situación llegando a la conclusión de que todos en su maldita casa sabían lo que pasaría, incluyendo Abel, todos menos ella...como siempre le dejaban afuera.

"Sahara"

La voz de nuevo se escuchó y ella creyó saber que quería, llevo su mano al bolsillo sacando la carta, encendió la lámpara de su mesita de noche y rompió el sobre.

Se llevó una gran sorpresa al notar que solo había un nombre escrito en el centro del papel.

-Rumiel-  pronuncio - que nombre más extraño. - agrego después.

Y Rumiel sonrió.

Notas finales:

Gracias a todos los que lo leyeron, cualquier duda que tengan con respecto a la historia, pues ya saben dejen comentarios. 

Besos a todos los que les gusta esta historia XD

Con mucho love. <3

 

Vanille <3


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