Capítulo 3 Ya era hora.
Los suaves labios de Rachel rosaron los tibios labios de Miguel haciéndolo olvidarse de todas aquellas cosas que le preocupaban.
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Miguel aun pensaba en ese beso, gracias a ello ahora no sabía que hacer consigo mismo. Se acercó al árbol sagrado solicitando a su señor que le asignaran a Rachel otro protector. Miguel no quería pasar tiempo con el ángel. Pasar tiempo con el despertaba sentimientos no debidos en él. Además de que no podía hacer sus labores con el cerca. Si se quedaba con Rachel, Miguel no tendría más opción que caer. Ser un ángel caído era más digno que caer en la tentación. Su petición fue denegada, "Nadie mejor que tu puede hacer esto" eso había dicho su señor.
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-Tu rostro no luce feliz, Rachel- el arcángel Gabriel era uno de los más hermosos del cielo. Sus ojos dorados acompañados de su cabello color miel le hacían encantador a primera vista. Un ser agradable sin duda, hasta que lo conoces.
Rachel lo conoció poco después de ascender, era amigo íntimo de Miguel pero pasaba muy poco tiempo con el arcángel. Se había presentado amablemente ante él y luego de unos meses mostro sus intenciones. Seducirlo.
-No estoy feliz porque tu estas acá- Rachel hiso distancia entre ellos pues el descarado invadía su espacio personal.
- ay, mi querido ángel, tus palabras me lastiman.- dramatizo llevando una mano a donde estaba su corazón en signo de que estaba herido-
- , nada me gusta más que herirte-
-Rachel...no seas cruel, solo quiero animarte- Rachel miro al arcángel, el tenia razón estaba siendo muy cruel. Gabriel solo había ido para levantarle el ánimo y él le respondía mal. Estaba a punto de disculparse cuando se vio invadido por un cálido beso.
Beso que Miguel vio. Beso que Gabriel sabía que Miguel veía.
Los libros de Miguel cayeron al suelo sobresaltándolos. Rachel corrió ayudarle a levantarlos. Gabriel solo observo la escena con una sonrisa leve en sus labios. El muchacho le decía una y otra vez que podía explicarle lo sucedido. Pero Miguel estaba perdido.
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Saga comía todo lo de la mesa. Estaba hambriento.
Luego de ser mojados el chico le ofreció ir a su casa por ropa limpia. Y ahí es donde estaban. Saga vestía un pantalón de buzo, una pollera negra que se suponía debería ser ajustada y calcetines.
- Ahora que no hay interrupciones te diré mi nombre- dijo el joven llamando la atención del demonio- Soy Adriel.
-Saga- respondió el menor bebiendo de su taza de té.- se me acabo- reclamo luego de unos sorbos. Con la sonrisa en el rostro Adriel sirvió más agua en la tasa de Saga.
-y bien Saga...¿te escapaste de casa?.
-algo así.- Saga no era muy bueno mintiendo, pero en casos como estos era necesario. No podía soltarle al joven que venía de infierno y menos que gobernaba uno de ellos- digamos que tengo unos días libres y los quise pasar en...
-Los ángeles.
-eh?
-esta ciudad se llama Los ángeles.-
- Si lo sabía- murmuro con reproche sacándole una sonrisa al joven.
-Claro que lo sabías.-
-No tengo donde quedarme.- Saga le miraba con sus enormes ojos negros. Ya no eran rojos, pues no era un demonio en esos momentos.-Y tampoco tengo dinero.
-¿Cuantos días?- Adriel siempre había vivido solo. Sus padres nunca estaban en casa. Pero eso no significaba que no le gustase la compañía-
- hasta pasado mañana- sorbió su té y lo dejo en mesa-
-No tengo problemas...pero te quedarías solo en las noches-
-¿Por qué?-
-...porque trabajo.
- cierto, eres stripper. - Adriel se sonrojo y Saga rio.- me dejar ir a verte. Ya soy mayor de edad.
- ¿Así? ¿Y qué edad tienes?
-dieciocho
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El ambiente en el pub era embriagador. Dentro hacía mucho calor. Se encontraba tomando bebida, Adriel no le dejo beber alcohol a pesar de ser mayor de edad.
En aquel lugar solo había mujeres. Saga no se sentía extraño entre ellas, pues toda su vida fue mujer, salvo los últimos meses. Y siendo sinceros a Saga le gustaba más ser hombre. El humo del escenario capturo su atención. Las luces bajaron de intensidad para luego prenderse con violencia dejando ver a cuatro jóvenes vestidos de bomberos. A Saga casi le salta el corazón del pecho cuando la electrizante música comenzó, haciendo que los "ahora bomberos" movieran las caderas en un ritmo provocativo. Aparto la mirada sonrojado cuando sus ojos se toparon con los verdes de Adriel. El cuerpo moreno del chico le volvió loco unos segundos. Cuando regulo su respiración quiso volver a mirar pero el escenario ya estaba tapado por todas esas mujeres con las hormonas descontroladas.
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-estuviste...bien- Saga rompió el silencio. Estaban caminando caminado rumbo a la casa de Adriel.
-¿Por qué no me miras cuando me hablas?- y como lo iba a mirar si con solo levantar la vista se lo imaginaba casi sin ropa bailando de una forma muy sensual.
- Porque eres muy alto - La risa de Adriel resonó en las desoladas calles. El bostezo de Saga lo hiso parar, después de todo eran cerca de las cuatro de la mañana.- creo que me dormiré mientras caminamos.- ser humano afectaba de sobre manera a demonio.
- Ya queda menos.- trato de alentarle pero finalmente ofreció a llevarlo en su espalda.
- Cuando mueras sin duda iras al cielo- susurro Saga en la oreja de Adriel y este solo atino a preguntar el por qué- porque eres bueno, amable y stripper...de seguro a los ángeles le gustara verte bailar en su paraíso.
Adriel hubiera reído con ganas si Saga no se hubiese dormido con sus últimas palabras.
Al llegar al departamento Adriel le recostó en su propia cama. Le quito los zapatos y la chaqueta para que durmiera más cómodo. Él se dirigió a la ducha.
Tomo mantas del closet para no pasar frio y se dirigió al sillón de la sala. Estaba cansado, bailar le agotaba, las mujeres le agotaban y le agotaba que tener que mirar como Saga le miraba desde la puerta.
- ¿Y si duermes conmigo?...-Ofreció el menor jugueteando con su pelo.
- ¿Ahora eres prostituta? - las palabras de Adriel le habían ofendido, él no era una puta, el solo no quería tener que ser la causa de que ese hombre no durmiera en su cama. Más furioso que nunca Saga se marchó al cuarto se puso sus zapatos y camino a la puerta de salida.
Fue detenido del brazo por Adriel.
-vale...no eres prostituta. Saga lo que dije fue porque estoy cansado. - el suspiro le llego a los oídos. Saga sabía que estaba cansado. El también lo estaba, había olvidado que ser humano era difícil.
Saga le miro a los ojos.
-eres alto- ambos sonrieron.
Saga durmió en el costado derecho y Adriel en su opuesto. La cama era un poco estrecha pero eso no importaba. En los días que estuvo con el humano llego a la conclusión de que le gustaba estar con él...y verle bailar, a pesar de solo haber estado tres días en la tierra lo había aprovechado al máximo.
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Ignorado. Así se sentía Rachel desde hace unas semanas, el arcángel Miguel no le dirigía la palabra desde hace mucho. No sabía con certeza si era causa del beso que él le dio o por el que recibió de Gabriel. Lo que si sabía con certeza era que tenía que hacer algo. La indiferencia de Miguel le dolía. Pero más le dolía que prefiriera hablar con Gabriel que con él,
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-No -fue la corta respuesta de Miguel.
Se hallaba en los jardines exteriores hablando con Gabriel. Comenzaron con una charla normal, hablaron de los buenos tiempos, luego de la guerra y finalmente de Rachel. Miguel no quería hablar de él. Aquel joven de varonil belleza le quitaba el sueño y le hacía llorar por horas. Miguel sabía que le gustaba a Rachel, pero este a su vez no sabía nada de los sentimientos de Miguel. Y es que el arcángel se negaba rotundamente a pensar en tener algo con el joven.
-Miguel, cada día me decepcionas más- Gabriel suspiro hondo. La actitud de su amigo le descolocaba- ¿Que te hizo cambiar?, tú no eras así. Te recuerdo en mejores dias.
-vete Gabriel, no estoy de humor.
-En estos años nunca has estado de humor- Gabriel ya estaba empezando a molestarse- ¿Puedes responderme mi pregunta al menos?
- ¿Cuál era?-
-¿Que te hizo cambiar?
- para que me preguntas eso si ya sabes la respuesta- Miguel encaro al arcángel. En sus ojos de a galopaban las lágrimas de furia.
-No, no lo sé-
- Gabriel...por favor- Bajo su cabeza en vano intento de que no se notara que limpiaba sus lágrimas.
-no Miguel, hasta que lo digas.- él sabía que todo esto lastimaba a Miguel. Pero como amigo deseaba que sacara toda su tristeza fuera para que pudiera vivir sus días tranquilos.- ¿Que te hizo cambiar?...mejor dicho ¿Quién te hizo cambiar?
Miguel elevo su rostro, dejo las lágrimas correr, lágrimas que había retenido más de veinte años. Sus lágrimas eran amargas pues lo que las producía eran malos recuerdos. Desde siempre guardo sus problemas para sí mismo. Tomo aire, Debía pronunciar el nombre que tanto le dolía decir pero por más que intentaba no lograba articular nada.
-¿Quién?- insistió Gabriel
-Dantalión- listo lo había dicho, con sus palabras vinieron los espasmos y seguidos de estos el llanto incontrolable que Gabriel no dudo en consolar.
Gabriel odiaba a Dantalión, siempre lo odio, incluso mucho antes de que se revelase contra el cielo.
Gabriel mantuvo abrazado a Miguel hasta que sus lágrimas se secaron. Ahora estaban frente a frente. Había llegado la hora de la verdad. La hora de que miguel confesara sus pecados.
- Dantalión me cambio- por extraño que pareciese pronunciar su nombre después de haber llorado por el ya no le dolía.- y yo lo cambie a él. Cometí errores...cause la guerra. Gabriel, me torturo todos los días al recordar su muerte. Al recordar que yo le di final. Yo lo hice...lo destruí. - El arcángel solo escuchaba porque si interrumpía probablemente Miguel ya no querría hablar. - Dantalión confiaba en mí, yo le falle. Mirar a Rachel todos los días me hace recordarle. Y eso me aterra, me aterra porque no siento pena al verle si no felicidad. Me recuerda al cuando Dantalión aún era bueno. Todo es confuso para mí, Gabriel yo no puedo enamorarme, lo sabes. Ningún ángel puede, es una regla.
-No lo es- Miguel le miro desconcertado- la única regla que existe aquí es el de no pecar. Y tu Miguel nunca pecaste.
-Pero Dantalión...
-Escucha... el amor no es pecado. Por algo existe.-Gabriel puso sus manos sobre las del menor- Si el amor fuera pecado todos estaríamos en el infierno.
- Yo...-
-Si...tú estás enamorado, niégalo todas las veces que quieras, huye de él, escóndete...pero el amor siempre te encontrara...Rachel siempre te encontrara.
Miguel ya lo sabía y ahora por fin lo aceptaba. Luego de semanas de estar ignorando a Rachel decidió que ya era hora de ir a buscarle.
Con un suave gracias se retiró dejando a Gabriel atrás. Encontró a Rachel en el gran árbol sagrado. Rezando.
-¿Rachel?-llamo con timidez. No quería interrumpir al joven pero si no de lo decía ahora temía que el valor que había reunido desapareciese. Para su sorpresa escucho un rápido “Amén” de parte de Rachel y en un dos por tres ya estaba a su lado con el rostro contraído. Rachel estaba afligido.- ¿Qué hacías?
-Pedir consejos. Miguel perdóname…el beso fue…yo…
-Rachel te amo- tan rápido como sus palabras fueron los pies de Miguel. Apenas soltó su confesión corrió. Rachel corrió tras él. Le dio alcance en los pasillos empujándole contra la pared.
-Eres un arcángel muy malo. Decirme eso y después huir- Rachel lloraba pero no de pena.
Cuando Abel despertó como Rachel y la verdad le fue revelada supo que no debía acercase de más a Miguel…pero el amor era más fuerte.
-OH…mí querido Rachel yo…-a Miguel le encantaban los dulces pero ninguno de ellos se comparaba al dulce beso que estaba recibiendo en esos momentos. Ya era hora de que Miguel se diera una segunda oportunidad.