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Hablamos de segundas oportunidades por Vanille

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Notas del capitulo:

Hola! no subi el viernes por motivos personales!

Antes que nada quiero aclarar que lo que se cotara en este capitulo es inventado por mi asiq ue no tiene nada que ver con la historia original de lucifer.

Bueno esho!! a leer!

Capítulo 4  Luzbel.

 

Sentado en su trono el juez del séptimo infierno dictaba órdenes a diestra y siniestra. Su mal humor crecía a cada minuto. ¿La razón?, hace más de una semana que Rumiel no lo dejaba subirá la tierra solo porque descuidaba un poco sus obligaciones. Era el colmo, él era el supremo de ese infierno, no Rumiel. El tendría que poder hacer lo que quisiese.

-Mi señor- Asahir se arrodillo frente a él. Asahir era el duque del infierno principal y fiel ayudante de Satán.  Todos sabían que cuando Asahir se presentaba en los infiernos era por que traía noticias no muy agradables- En nombre de mi señor Luzbel traigo un mensaje para usted- El demonio extendió una  carta con el sello de la corona roja.

Saga  movió su mano y uno de sus lacayos tomo el sobre depositándolo en sus manos. Abrió el sello bajo la atenta mirada de Asahir. Saco la carta leyéndola en silencio. Sus facciones se contraían con lo escrito. Arrugo  la carta tirándola con furia al suelo, se levantó de su silla  y se retiró, no sin antes darle las gracias al demonio. Después de todo la cortesía era importante.

“De: Luzbel, rey de los siete infernos.

Querido Saga, juez del séptimo infierno, eh sido informado de tus constantes idas a la tierra y me parece bien. Todo demonio debe conocer el mundo humano. No obstante el motivo por el cual te escribo no es para hablarte de la maravilla que es la tierra ni de los lujosos burdeles que existen sino más bien es para hablar del humano a quien visitas. Tengo entendido que sois buenos amigos. Y eso es lo que no me parece bien.

Como rey velo por la seguridad de todos mis servidores, por lo que debo advertirte que aunque no lo parezca los humanos pueden causar mucho daño. Para evitar que sufras, mi querido Saga, te prohíbo volver a solicitar permisos para subir.

Sin nada más que decir, se despide cordialmente, Luzbel, TÚ REY.

PD: Queda usted cordialmente invitado a asistir al baile que se dará en mi castillo.  No falte.”

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-Saga… tendré que tirar la puerta si no sales.-  Dos horas, dos malditas horas llevaba ahí parado tratando de hacer que su amo saliera.

-Si tiras mi puerta yo tirare la tuya.-Grito el menor desde adentro.

-Vaya, esa es la peor amenaza que me han dicho- La puerta se abrió de golpe dejando ver al juez totalmente furioso delante de él. Llevaba el cabello despeinado, su playera de cuero ajustada, pantalones del mismo material y los ojos llorosos- Saga…

-Más respeto…soy tu señor-

-Supongo que tienes todo listo para ir al infierno principal.- comento Rumiel mirando el desastre en la pieza del demonio.

-Supongo que viniste a mis aposentos para que te decapitara.- el chico se giró volviendo a entrar a su cuarto, dejo la puerta abierta dándole a entender a Rumiel que era bienvenido a entrar. El guardián cerró la puerta tras de sí, observo como Saga sacaba un bolso de debajo de su cama para rellenarle con ropa. Es que simplemente su señor odiaba doblar sus vestimentas. Los ojos de Saga se posaron en Rumiel un momento, esa simple mirada le basto a Rumiel para saber lo que su amo quería.

-El malito debe estar regocijándose de alegría en su estúpido infierno-cometo Saga sentado en su cama- le encanta quitarle la felicidad a las personas.

-Pues eso se debe a que él no es feliz.- Rumiel escuchaba cada palabra e intentaba responderle a su amo de la manera más segura posible pues últimamente su humor estaba por las nubes.

-Claro que lo es Rumiel. Luzbel es feliz haciendo a los demás infeliz…es malo.- hizo un puchero tan tierno que por unos segundo el guardián se derritió.

-Es un demonio- Rio colocando la última prenda perfectamente doblada en el bolso de Saga.-Listo, todo en orden.

-Rumiel…él dijo en su carta que los humanos eran peligrosos…¿qué tiene de peligroso un humano?-Saga escucho el profundo suspiro de Rumiel.

-Pues…Cuando el infierno era aún muy joven y Luzbel muy inexperto decidió dejar en manos de sus aliados el poder por un tiempo.- Rumiel tomo asiento cerca de Saga quien le escuchaba sin perder detalle-  Tenía dudas en su mente. ¿Sabes cómo Luzbel llego al cielo?- el muchacho negó con la cabeza- Cuando el hijo de Dios agonizaba en la cruz, conoció a dos hombres, unos ladrones. El buen ladrón y el mal Ladrón.  Uno de ellos era Luzbel que en ese tiempo se llamaba Dimas. Dimas reconoció a Jesús como su señor y este le dijo que antes de caer el sol, estaría con él en el paraíso. Dimas nació de nuevo como Luzbel; Luzbel se enamoró del señor. Pero no como los otros ángeles. Luzbel se obsesiono con él. Castigaba a cada humano que negaba la existencia de cielo y de sus habitantes, castigaba a todo aquel humano que hablase mal de su señor. Fue desterrado del paraíso por creerse dios… No obstante Luzbel no se llenó de odio, sino que se regocijo de alegría, pues sintió que el infierno al que eran desterrados realmente era un regalo del todo poderoso para que el castigara en su nombre. –

-¿Y eso que tiene que ver con que Luzbel piense que los humanos son peligrosos?-Pregunto Saga mientras se estiraba en la cama  boca abajo llevando sus manos a su cara para tener mas apoyo.

-Al momento de ser desterrado muchos le siguieron. Habitaron el infierno. Poco después construyeron su propio reino. Cuando luzbel dejo su cargo a sus hermanos subió a la tierra, permaneció en ella el tiempo necesario para darse cuenta de sus errores. Comenzó amar a los humanos  a uno en específico…Rafael.

-¿Rafael, como el arcángel?-

-Rafael,  el arcángel- Los ojos de Saga de abrieron a mas no poder-  en ese entonces Rafael no era más que un adolecente que hiso caer a Luzbel a  sus  pies.  Se amaron por un tiempo hasta que Rafael  fue reclamado por el cielo. Rafael pudo haber elegido a Luzbel, quedarse con él para seguir amándose…pero prefirió el cielo.  Para Luzbel el amor tuvo nombre, Rafael. Para Luzbel el peligro tuvo origen, la tierra. Para Luzbel el mal tomo forma, forma humana. Desde ese entonces no ha permitido que nadie se enamore de humanos con el pretexto de que son peligrosos y traicioneros

-Pero Rumiel…Dios no puede reclamar a todos lo humanos que estén con demonios…

-Dile eso a Luzbel.-Rumiel lo pensó mejor- No, mejor ni se lo menciones- ambos compartieron una sonrisa cómplice.

 

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Llegaron al infierno  principal cerca de las ocho de la  noche. Se les asigno las habitaciones de la torre del ala norte. Cerca de la media noche Rumiel golpeo la puerta de la habitación de Saga para avisarle que ya era hora. El joven salía desganado y siguió al guardián.  Para sorpresa de Saga el ambiente era agradable, había buena música, comida por todos lados  y un grupo de demonios bailando de forma sensual para el Rey. Se acercó al trono arrodillándose delante del regente., pues todo demonio debe presentar sus respetos ante el gran Rey de los infiernos.

-Así que el séptimo juez al fin acepta una invitación mía.- Luzbel era hermoso en todo el sentido de la palabra. Hermoso y muy cruel. Su azabache melena le llegaba hasta  debajo de los  hombros, sus ojos eran la sangre misma y sus facciones estaban hechas por dioses….bueno por Dios.

-Oí  rumores de que sería una fiesta inolvidable.- Saga se paró cruzando miradas con todo el sequito del rey hasta toparse con los ojos del rey mismo.

-Mis fiestas siempre son inolvidables, mi querido Saga.-  Corrigió llevándose la copa de vino a sus labios.- Disfruta de ella.

 

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-Mi señor Saga…no creo que sea buena idea.

-Cállate llorón, tu solo vigila- Saga había aprovechado que todos estaban ocupados para escabullirse a los subterráneos donde, según Rumiel, estaban los brazaletes. El solo tomaría unos cuantos para poder ir a la tierra.

Para su suerte dio con ellos, estaban ocultos en el último cajón de un escritorio lleno de papeles arriba. Saga de ambicioso quiso llevárselos todos pero recapacito al darse cuenta de que si lo hacía obviamente estaría en problemas y su plan de ir  a la tierra seria arruinado.

-Hora de volver a la fiesta, mi estimado guardián.- Rumiel sonrió al ver salir a su señor con una mueca de triunfo en sus rostro.

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Luzbel se  recostó en su cama de doseles negros con la intención de dormir. Hace siglos que no lo hacía pues cada vez que soñaba lo veía ahí, con sus castaños cabellos y alegre sonrisa; con sus promesas que se rompieron con el tiempo. Promesas que a pesar de todo Luzbel aun esperaba que se cumplieran. Negó con la cabeza, basta de pensar en estupideces. No tenía por qué vivir en el pasado. Ahora él era rey y debía actuar como uno.

 

Notas finales:

No olviden comentar!

nos vemos el proximo viernes!!

besos Vanille!

 


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