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Luar por n a t a

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Notas del fanfic:

Este drabble no me pertenece, su autora es la linda ~sayan-girl, la cual me ha permitido traducirlo. Muchas gracias. Si desean leerlo en su idioma original pueden encontrarlo en su cuenta de SocialSpirit junto a sus otras historias... Recomendadas todas para aquellos que sepan portugués ;) 

Notas del capitulo:

Hola, hola, hola. Aquí les traigo un maravilloso drabble para aquellos a quienes les interesa todo el tema del angst. ¡Disfruten! 

Vendí nuestra casa, nuestro auto y nuestros electrodomésticos. Vendí mi personalidad, dignidad y mi yo verdadero.

Vendí mis sonrisas y mis lágrimas.

Vendí hasta mis pensamientos.

Vendí tu buena voluntad, disposición y dedicación. Vendí tu ayuda y tu mano extendida. Vendí también tus palabras de cariño.

Vendí mi vida a precio de bananas.

Pretendía vender nuestro amor enfermo, pero no había cómo vender mi corazón. Y tú lo sabías, KyungSoo. Siempre supiste qué era ese sentimiento mal hecho que nos mantenía atados por una línea.

Pero un día ésta se rompió. Y fue cuando te perdí.

No sabía que la soledad podía doler tanto.

 

Desde que te fuiste, sólo me queda el recuerdo del sonido de la puerta golpeándose, porque me ahogaba en un profundo sufrimiento. Me lanzaste todos mis errores al rostro y me dejaste en claro todas aquellas cosas que me negué a aceptar, por puro temor y orgullo propio. Tú, aquel que me mostró el amor cuando yo ya no era capaz de absorberlo o asimilarlo, pero entonces te rechacé. Y mismo así, este amor nació y floreció dentro de mí a partir de la semilla que plantaste con tu dulce sonrisa. 

Necesité perderte para sentir lo que realmente latía en mi pecho.

Era al ritmo de tu nombre que bailaban mis latidos cardíacos, KyungSoo.

Sin embargo, la sensación caliente en mi lado izquierdo del pecho no logró derribar el helado abrazo del abandono.

No sabía que eso me acompañaría hasta mi último suspiro.

Recibí la llamada una semana después de tu partida.

¿No soportaste, mi pequeño? Te rendiste y permitiste que eso te matara. ¿Pero quién puede culparte? Sujetaste todas las redes tú solo; soportaste hasta que tu límite te hizo desistir; perduraste e insististe hasta ser consumido por dentro, sentiste la necesidad de poner un fin de la forma más inmediata que hallaste.

La voz de tu madre, al teléfono, se oía más triste que con rabia de mí; creo que ella sabía que te destruí. Dijo, en medio de sollozos, que halló tu cuerpo en la bañera y que los cortes en tus muñecas formaban mi nombre; creo que ella sabe qué, de hecho, te mató. Dijo también, que había un billete con mi número de teléfono y las dos palabras que fueron su ruina; creo que ella no tenía noción de la grandeza de tu amor por mí.

Y a decir verdad, ni yo mismo la tenía.

Eso nos destruyó, mi pequeño. Ese amor fue el fin en nuestro comienzo; firmamos nuestras sentencias en el momento que nuestros ojos se cruzaron por primera vez. Allí, en aquel contacto tan sencillo, en aquella conexión que habíamos establecido, me diste el permiso irrevocable de consumirte hasta no soportarlo más.

 

No fui a tu funeral y te pido perdón por ello, pero no me sentía lo suficientemente hombre para encarar tu cuerpo dentro del ataúd, o las miradas de desaprobación de otros; no era lo suficientemente hombre para mirar tus ojos sin vida u observar tus labios morados y saber que yo merecía estar en ese cajón. En lugar de vestirme de luto, que ya estaba impregnado en mi piel y pintado en mis órganos, preferí visitar el parque que quedaba cerca de tu casa, aquel al cual solíamos ir aquellos soleados domingos.

Prefería recordar aquellas sonrisas que me regalabas en formato de corazón. Radiantes y cálidas, como un rayo de sol.

Prefería recordar el amor que me ofrecías con pequeños gestos, como entrelazar nuestros dedos y acariciar mi rostro de camino a casa, aquellos que aceptaba sin percibirlo.

Prefería recordar cómo era contigo y por ti.

 

Y ahora, el día en el que realizan la misa del séptimo día, finalizo esta carta que nadie leerá, antes de encaminarme en dirección a una luz que jura ser aquella que emanaba de ti cuando tus ojos se encontraban con los míos. Es tibia como tus brazos y su aroma es a vainilla, como el que desprendía de tu cuello.

La eternidad tiene el sabor de tus suaves labios, KyungSoo.

 

“Tu dolorosa sonrisa hacia mí, como si nada hubiera ocurrido

Pero tus esbeltos y blancos hombros comienzan a temblar, te digo

Puedes venir a descansar a mi lado

Cuando el amanecer venga puedes volar hacia la luna”

 

-  Moonlight, EXO

Notas finales:

Y hasta aquí llego. Nuevamente, mil gracias a ~sayan-girl.

 

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¡Hasta luego! 


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