Me llamo Camila tengo 16 años, me encanta pasar tiempo con mis amigas, ir de compras, el rosa, las fiestas,
me considero una adolescente normal a diferencia de que quiero ser hombre. Siempre me ha llamado la
atención ser un chico desde que era pequeña, aunque me gustaran las cosas de chicas como las barbies,
vestidos, maquillarme y me gusten los chicos, me he sentido interiormente un chico, nunca se lo he dicho a
nadie por miedo aunque tampoco nunca nadie lo ha sospechado porque no tengo comportamientos
masculinos, no encuentro una explicación lógica para ello simplemente así me siento.
-Camila despierta, ya es tarde!-gritó mi mamá desde el piso de abajo mientras cocinaba el desayuno.
Mi mamá me despierta todos los días a la misma hora para ir al colegio es una mujer trabajadora y me ha
dado todo lo que necesito a pesar de que mi papá nos abandonara desde que se enteró de que mi mamá
estaba embarazada, sin embargo consiguió un trabajo en una multinacional lo cual nos ha poscicionado en
un nivel socioeconómico relativamente alto. Hice un esfuerzo sobrehumano para levantarme de mi cama, miré
el relog y me apresuré a entrar al baño y abrí la ducha mientras esperaba que se calentara el agua pensaba
en que hoy por fin les diría a mis amigas que había la tomado la descición de ser un hombre, estaba
nerviosa no sabía cómo lo tomaran, pero tienen que saberlo a fin de cuentas son mis amigas y siempre nos
hemos confiado nuestros secretos, bueno excepto este, el vapor comenzó a salir de la ducha y supe entonces
que ya podía entrar, espero que un baño me ayude a relajarme pero no ayudó mientras me bañaba no podía
dejar de pensar en todos los escenarios posibles desde que simplemente me aceptaran hasta que me
excluyeran del grupo.
-Cami, amor te estás demorando mucho ¿estás enferma?- preguntó mi mamá desde afuera del baño,
sacándome de mis pensamientos.
-No mamá, ya salgo.-le dije mientras me terminaba de bañar, oí que bajó las escaleras, me emvolví con dos
toallas y salí del baño, me cepillé los dientes, me vestí y me secaba el cabello mientras bajaba las escaleras
para desayunar.
-Hoy tengo mucho trabajo para hacer, no han dejado de entrar pedidos hay muchos clientes nuevos así que
desayuna rápido.- decía mientras terminaba de arreglarse frente al espejo de la sala.
Observe la comida sin ganas mientras volvía a mi cabeza lo que iba a decirles a mis amigas, aunque lo
hubiese practicado cientos de veces seguía sintiendo miedo de cómo lo tomaran, así que guardé el plato en
la nevera ya que mi mamá ya se encontraba afuera encendiendo el auto, salí y me le uní en el asiento de
copiloto. Durante el camino traté de no pensar más en lo que haría hoy así que encendí el radio y empecé a
cantar esa suave melodía (sho sho sho le paro el taxi) lo que me ayudó a despejar mi mente cuando me di
cuenta ya había llegado al colegio y pude ver a la mayoría de estudiantes ingresando al colegio así que me
bajé del auto.
-Adiós cariño, nos vemos.-dijo mi mamá y la vi alejarse.
-Camila!- gritaron mis amigas cuando me vieron a lo lejos haciéndome volver a la realidad, hoy finalmente
les contaría la verdad a ellas y a todo el mundo y seré quién realmente soy.