“... Entonces creó que sencillamente estoy enloqueciendo, hermanita” —escribía tranquilamente Ryou, en un perfecto inglés, sobre una hoja de papel blanca con tinta azul.
Un ligero ruido se escucha, como una mano golpeando el escritorio, Ryou se sobresalta, eso le estaba contando a su hermana, sucesos extraños que lo azoraban desde hace no mucho.
Dirige sus bellos ojos color chocolate al lugar donde sonó el golpe y no ve nada.
La lámpara que le alumbraba el escritorio se apaga intempestivamente, Ryou sufre un nuevo sobresalto pero simplemente lo deja pasar, enciende la luz y continúa su faena.
“Es extraño, pero sabes que soy fiel creyente de lo paranormal y oculto, así que también estoy algo emocionado” continua el joven de 13 años “a veces siento como algo que me acompaña, no es desagradable pero realmente no sé qué pensar al respecto.
Eso es todo. Saluda a mamá de mi parte, dile que sigo portándome bien y no le causo problemas a padre” tuerce el gesto “te quiero mucho hermanita. Con cariño, Ryou Bakura”
Con una sonrisa finaliza su escrito y dobla la hoja en tres partes, coloca pequeño adhesivo color plateado circular y en la parte de atrás el destinatario de aquella carta.
“Amane”
Toma la carta y abre el último cajón de su escritorio, coloca la carta, sumándola a una gran pila, algunas ya amarillentas por el tiempo que llevan allí, todas con el mismo nombre escrito.
Suelta un suspiro y se recarga en la silla cerrando los ojos hasta que escucha un delicado tintineo, descubre sus bellas orbes para bajar la mirada hasta su pecho, allí reposa el colgante que dorado que lo acompañaba desde, aproximadamente, un año; lo toma entre sus manos y le dedica una sonrisa al dije, la luz de lámpara vuelve a apagarse sin motivo aparente y Ryou, ya acostumbrado, se dirige a su cama para dormir.
Pocos minutos después cuando la suave respiración del joven albino que indicaba un sueño tranquilo cambia a un ritmo más agitado, al tiempo que el tierno rostro se desfigura en una mueca de desespero y angustia -una pesadilla sin lugar a dudas- una figura similar pero de aspecto mayor se hace visible sentado en el escritorio donde antes escribiera el chico. Este personaje, sentado de brazos cruzados, observa unos minutos a su igual sin expresión en su rostro, más luego baja al piso y se encamina al lecho, se sienta en el colchón al lado del menor y lleva una de sus manos a sus cabellos.
El efecto es instantáneo, el gesto del menor se relaja y su respiración regresa al suave ritmo inicial, una pequeña sonrisa se dibuja en sus finos labios; cada gestos es atentamente observado por su igual.
Una de las manos de Ryou viaja hasta hacer contacto con su acompañante y este, sin darle más vueltas al asunto, se acuesta al lado del menor, manteniendo su contacto con el chico.
─Eres un chico peculiar… me interesas cada día más… ore no yadonushi.