Y allí estaba yo una vez más, preguntándome “¿Cómo demonios llegue a esto? ¿Por qué termino tan mal?”
Me encontraba tirado en el piso boca abajo, con el cuerpo tenso a causa del dolor, mi labio inferior estaba hinchado, emanaba sangre de el y mi vista se volvía poco a poco más borrosa a causa de las lágrimas que se iban acumulando en mis ojos, debatiéndose en si salir o no. Y en esas terribles condiciones, no me encontraba solo. Frente a mí, desde la posición en que me encontraba lo único que podía ver era el calzado de mi agresor y, hasta hace unos minutos, mi mejor amigo.
¿La razón de la tremenda paliza que acababa de recibir? ¡Fácil! Soy gay
Justo ese día, me había armado de valor, y se lo acababa de contar a mi mejor amigo en nuestro periodo libre. En un inicio, creí ciegamente que me apoyaría, ya me había preparado mentalmente para la bomba de preguntas que surgirían a causa de esto, pero que a fin de cuentas, él se quedaría a mi lado, pero no sucedió así. ¡Que equivocado estaba!
-Tengo algo que decirte….
-Suéltalo
-Soy gay – solté sin mas
-¿Qué? ¿Cómo?- dijo con cara de confusión
-Que… -respire profundo –Que me gustan los chicos, Kai- y después, su cara se transformó en una mueca sin apartar la vista de mí y un silencio incómodo nos invadió. Kai parecía estar perdido en sus pensamientos
-¿Kai?- le llame bajito para llamar su atención, al no ver resultado trate de acercarme despacio, pero al tratar de tocar su hombro se movió bruscamente evitando el contacto y haciéndome retroceder un poco asustado.
-No me toques- dijo entre dientes
-Kai… ¿Qué…?- tratando de acercarme nuevamente y recibiendo la misma respuesta, pero más violenta, sumada a un grito
-¡¡No me toques!!- escupió sus palabras con desdén
-Kai… por favor… no…- frunció el ceño –No me hagas esto, somos amigos desde hace 5 años- le suplique
-¡Por eso mismo imbécil! ¡Viví engañado por 5 años! ¡5 malditos años en los que pensé que eras normal!
-¿Normal?- sentí como algo se partió en mi interior- Este hecho no cambia nada en cuanto a nuestra amistad
-¡¿Qué no cambia en nada?! ¡¿Cómo carajo se te ocurre decir semejante estupidez?! ¡Por supuesto que cambia! ¡Lo cambia todo!- dijo exasperado
-Kai… - dije en un susurro, decepcionándome de su reacción
-¡Maldita sea Taemin! ¡Cállate! ¡No digas nada!- obedecí, tratando de que mi silencio ayudara a que viera las cosas claras - ¿Cuándo…? – dijo sobando el tabique de su nariz en un intento por controlar la cólera.
-Yo… me di cuenta hace… tiene aproximadamente un año
-¿¡Qué!? ¡¿Cómo no se te paso por la maldita cabeza dejar de ir a mi casa?! ¡Carajo! ¡Te quedabas a dormir, me viste cambiándome!- a cada palabra, su enojo aumentaba - ¿¡Cuantas veces me viste cambiándome maricon de mierda!? ¡¿Cuántas veces has estado en el vestidor de chicos?! ¡¿Cuántas veces me abrazaste?! ¡¡Qué asco!!
-¡KAI!- grité, sus palabras me habían lastimado, y me estaba empezando a enojar – ¡Cálmate ya! El hecho de que sea gay, no significa que me gusten todos los chicos del instituto.
-¿Qué me calme? ¡¡Eres puto!!- y se dio la vuelta con la intención de irse
-¡Espera Kai! ¡Ya basta!- dije desesperado, caminando hacia él para intentar frenarlo -SOMOS AMIG-
-¡NO! ¡Que ni se te ocurra!- gruñó, volteándose rápidamente y haciéndome retroceder varios pasos.
Estire mi brazo con la intención de tocarlo, pero al parecer, no fue buena idea, pues ese gesto hizo su ceño se frunciera, haciendo parecer un animal rabioso. Cerró sus puños haciendo que sus nudillos se tornarán blancos por la presión y sin más, soltó el primer golpe.
Su puño dio de lleno contra mi cara, reventándome el labio. Nunca había estado en una pelea; era el primer golpe que recibía en mi vida, y dolía demasiado, así que solo me limite a cerrar mis ojos. Un segundo golpe llego y poco después un tercero. Todos dirigidos a mi cara. Perdí un poco el equilibrio, lo que él aprovecho ventajosamente. Me tomo por el cuello de mi playera y me estampó contra una pared cercana. Un gemido ahogado escapó de mis labios al tiempo que mi espalda chocaba contra el muro. Abrí los ojos y levante mi cabeza para mirarlo directo a los ojos tratando de encontrar al Kai que había estado a mi lado todo este tiempo, por que la persona delante de mí, era un desconocido, ¿Dónde había quedado mi mejor amigo?
No dijo nada. Solo nos miramos durante unos segundos. El con rabia; yo con miedo.
Respire agitado, porque ahora, me sentía completamente desprotegido.
Tomando valor de no sé dónde, tome sus muñecas con la intención de hacer que me soltara y se alejara de mí, pero al parecer el simple gesto le molesto, pues solo conseguí que halara de mí, despegándome unos cuantos centímetros de la pared para poder azotarme nuevamente con la pared. En ningún momento mis manos abandonaron sus muñecas. Necesitaba algo a lo que aferrarme y él era lo único. Sin previo aviso su mano derecha soltó mi playera para golpear directo en mi estómago.
Inmediatamente lleve mis manos directo a la zona que recién había sido agredida, buscando aliviar de alguna forma el dolor, aunque eso paso a segundo plano cuando a los pocos segundos note que no podía jalar aire….
Kai me soltó como si el contacto le quemara y no pude mantenerme más de pie.
Caí de rodillas al suelo delante de Kai, pegando mi frente contra el piso, cerrando una vez más mis ojos, jadeando de manera desesperada. No podía levantarme, ni tampoco respirar. Al levantar la vista lo único que pude divisar fueron sus zapatos, y en mis ojos se empezaron a acumular lágrimas, mismas que intente contener lo más que pude, pues lo último que quería era verme débil ante una persona que me había hecho daño y a decir verdad, no sabía a ciencia cierta si lloraba por el daño físico infringido o por el hecho de que la persona que estaba parada frente a mí, era a quien alguna vez, había considerado parte de mi familia. Como un hermano.
Mi cabeza dolía y mis oídos zumbaban, pero eso no evito que escuchara claramente lo que mí hasta entonces amigo había dicho antes de irse.
-Podría partirte la cara, pero eso no te quitaría lo marica ¿cierto?- fue despectivo, altanero y burlón. Me dio la espalda mientras caminaba a la salida y continuo –Solo quiero dejarte algo bien claro. No somos amigos; no te atrevas a volver a llamarme amigo y más te vale que no te me vuelvas a acercar, o si no, me encargare de golpearte tan duro, que no te quedaran ganas de pensar en ser joto, así que ya sabes “delicada mariposita”- y se fue. Yo solo baje la vista acongojado, recargue mi frente en mi brazo que descansaba sin fuerzas sobre el piso, resignado.
Y me quede ahí, solo. Sus palabras resonaron en mi cabeza como eco. Me quede llorando; no sé si fueron solo minutos o fueron horas, solo sé que llore hasta que no pude hacerlo más.
Habría esperado una reacción así por parte de cualquier persona, menos de Kai. Habría soportado los golpes y los insultos de cualquier persona menos de él, incluso hubiera opuesto más resistencia y tratado de regresar los golpes con todas sus fuerzas, pero venían de Kai, venían de mi mejor amigo, venían de la persona en la que había puesto toda mi confianza, y eso, eso dolía, dolía más de lo que lo hacían todos los golpes que me había dado.
Me quede pensando unos minutos más en lo que había pasado.
-¿Cómo se lo diré a mis padres?- solloce. Si así había reaccionado Kai, no quería ni imaginarme lo que harían mis padres. No eran malos, siempre fueron bastante considerados, pero no creo que lo sean en este caso. Ahora mi miedo a admitir lo que realmente era, había crecido a mayores magnitudes.
No podía evitar lo inevitable, ya lo había decidido, les diría y no cambiaría de opinión. Después de todo ¿Qué podría ser peor que la paliza que acababa de recibir?
Me levante con dificultad del piso, sintiendo punzadas de dolor tanto en la boca como en su estómago y espalda. Pensé que mi día realmente no podría ser peor. Irónicamente lo fue.
Al abandonar el salón, me encontré con que Kai no había tenido la consideración de guardarse aquella plática para él. Todo el grupo de amigos y compañeros con los que alguna vez había compartido vivencias escolares me miraron con odio, con repulsión, con asco.
Sentí que mi mudo se venía abajo y los insultos no tardaron en llegar.
“¡Ahí va el marica!”
“¡Qué asco, es puto!”
“¡Maldito afeminado!”
No resistí más. Tome mi mochila y salí corriendo lo más rápido posible de allí. No me iba a quedar al resto de las clases para seguí soportando ese tipo de gente.
Mientras me encarreraba a la salida, algunos estudiantes no dudaron en empujarme e incluso algunos me metieron el pie; tropecé algunas veces, pero no me detuve. No me detuve hasta llegar a casa, entrar a mi cuarto y encerrarme el resto del día.
Ese día, fue el peor de mi vida… Hasta ese momento al menos. Sabía que se avecinaban cosas peores si no me andaba con cuidado.
Ese día perdí algo importante. Perdí a mi mejor amigo.
A partir de ese día, la escuela se volvió más difícil. En general, mi vida se volvió más difícil, llena de problemas, insultos y demás.
Y yo, sinceramente, ya no esperaba nada más.