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Ya shosla s uma. por Onny

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Ya soshla s uma, ya soshla s uma,

mne nuzha ona, mne nuzha ona.
Ya soshla s uma, ya soshla s uma,
mne nuzha ona, mne nuzha ona

 

YA SO-SHLA S U-MA
MNE NU-ZHA 0-NAAAA

                                                           

Aquellas palabras resonaron sobre el escenario en el que las dos rusas cantaban en conjunto. Sus voces sonaban tan dulces como siempre, conquistando los corazones y los oídos de cada uno de los oyentes.

 

En el momento en que las dos acabaron esos versos unieron sus bocas en un beso tan profundo que hizo que las chispas de la conexión atravesaran sus cuerpos de arriba hasta abajo. Los gritos de los fans subieron decibelios, todos emocionados por lo real que parecía.

 

Tal vez algunos creerían que aquello era puro marketing. Pero no era verdad, o al menos no por aquel momento. Las manos de Lena se movieron decididas hasta acabar sobre las caderas de Yulia, la cual rodeó el cuello de la pelirroja con sus brazos a la vez que enredaba los dedos entre las rizadas y suaves hebras.

 

Las lenguas de ambas chicas luchaban una contra la otra en una constante batalla de dominación que, finalmente, tuvo que quedar en tablas puesto que las letras de la canción estaban demasiado cerca otra vez. No iban a dejar a los fans sin la canción.

 

Bez tebya ya ne ya,
bez tebya menya net.
A oni govoryat,
govoryat et bred.

 

Las palabras fluían como un río. Cada una de ellas estaba grabada en la cabeza de ambas chicas. Su significado tan auténtico y cercano a la realidad que no había manera de que se confundieran.

 

Sus miradas coincidieron cada poco en el concierto. Roces disimulados con apariencia inocente eran proporcionados a ambas de parte de la otra. Y las palabras que salían de la boca de una, iban totalmente dirigidas a la otra.

 

Eso se había convertido en una rutina en cada uno de los conciertos. Las miradas, los roces, los besos… a veces Lena ni siquiera se acordaba de cuando ni por qué había surgido todo aquello. Puede que simplemente fuera un choque fortuito o tal vez algo más. Incluso había llegado a pensar que ese era el destino de ambas. Ver aceptación de su relación en Rusia, pero eso era simplemente un autoengaño el cuál su mente desarrollaba cada vez de manera más compleja.

 

Para el momento en que el concierto terminó ambas estaban sonrojadas, sudadas y sedientas. Se dirigieron rápidamente al coche que las llevaría a casa a pesar del cúmulo de personas que las esperaban en la puerta con pancartas, fotos y gritando sus nombres fuertemente.

 

El paseo de vuelta a casa fue tranquilo y silencioso. Cada una miraba por su ventana algo perdidas en sus pensamientos y entonces la mano de Yulia se aventuró bajo la falda roja de Lena. La pelirroja miró a la morena con una sonrisa lasciva y llevó su propia mano hasta la de la otra para poder entrelazar los dedos con ella.

 

— ¿Podrás esperar hasta que lleguemos a casa? — preguntó Lena en un susurro.

 

Tras pensarlo durante unos segundos la morena asintió con la cabeza pero no retiró la mano. Fueron proporcionándose suaves y disimuladas caricias hasta que el coche paró frente al edificio en el cual ambas rusas residían.

 

Lena y Yulia se despidieron de su conductor y subieron las escaleras de la entrada cogidas de la mano. Caminaron de esa manera hasta el ascensor y pulsaron el botón de su piso, esperando a que la máquina comenzara a moverse.

 

Sabiéndose solas, Lena empujó a Yulia contra la barandilla y atacó sus labios de una manera incluso más obscena y desesperada que sobre el escenario. La pelirroja subió las manos de la otra sobre su cabeza y las sostuvo allí mientras en sus bocas una batalla abandonada anteriormente resurgía de nuevo a la vida. Una lengua resbalaba sobre la otra, explorando cada recoveco y rincón de ambas bocas. Sus dientes chocaron un par de veces por la intensidad del beso, provocando escalofríos placenteros a través de los cuerpos de ambas.

 

Lena mordió suavemente el labio inferior de la menor y tiró de él para causar algo de tensión. La pelirroja se separó del rostro de Yulia y observó sus labios enrojecidos e hinchados por los besos, adquiriendo de esa manera un aspecto de fruta prohibida, tentándola. La respiración de Yulia se encontraba trabada, como la de Lena misma, y sus mejillas tenían un adorable tono rojizo que resaltaba sus ojos azules, aún más claros, brillantes e impresionantes a causa de la lujuria reflejada en ellos.

 

Una sonrisa ladina hizo acto de aparición en la cara de la pelirroja justo en el momento en el que el suave timbre del ascensor indicaba que este había llegado a su planta. Caminando hacia atrás, Lena agarró la mano de Yulia y tiró de ella hasta que acabaron frente a su puerta. La mayor de las dos rebuscó en el diminuto bolsillo de la minifalda hasta que sus dedos dieron con la llave de la puerta. Introdujo el pequeño objeto en la cerradura y la giró dos veces mientras escuchaba el clic.

 

Finalmente abrió la puerta con un empujón y tiró de Yulia hacia el interior. Cerró detrás de ella con una patada y tiró la llave sobre la mesita de la entrada.

 

— Bueno… estamos un poco sudadas. Nos vendría bien una ducha, ¿No crees? — preguntó la morena con una sonrisa “inocente”

 

Lena rio por lo bajo ante la insinuación de Yulia pero aun así decidió tomarle un poco el pelo. La morena era adorable cuando pillaba un berrinche.

 

— Oh, bien, entra tú primero — le dedicó a la otra una sonrisa y se giró para evitar que la menor se diera cuenta de cómo se comía la risa.

— Ah, no. No me refería a una ducha por separado — dijo Yulia.

— ¿Estás segura? Así tardaremos menos. No hay distracción de esa manera, ya sabes — Lena se mordió el labio.

— ¡Lena! ¡Ya sabes a lo que me refiero! — se quejó la más joven.

 

Finalmente Lena estalló en carcajadas y salió corriendo hacia el baño cuando la otra comenzó a perseguirla alrededor de la casa con el rostro enrojecido y maldiciendo a su compañera.

 

— ¡Siempre me haces lo mismo! ¡Lo has hecho a posta! — se quejaba dando voces.

 

Cuando esta entró en el cuarto de baño fue acorralada contra la pared por una sonriente Lena la cual atacó sus labios una vez más, cortando cualquier hilo de pensamientos que pasasen por su mente en ese preciso momento y, de esa manera, acabando la rabieta de la más joven.

 

Las manos de Lena vagaron hasta el primer botón de la blusa de la morena, el cual desabrochó con un suave y delicado movimiento. Las manos de Yulia, por el contrario, se enredaron una vez más en el cabello pelirrojo, dando pequeños tirones placenteros.

 

Uno a uno, los botones de la camisa de Yulia fueron pasando por sus respectivos ojales hasta que la negra tela del sujetador fue lo único que cubría su pecho. Lena retiró la camisa del cuerpo de la morena con una suave caricia, dejando caer la blanca tela al suelo, disfrutando por tan solo unos segundos del susurro que provocó el movimiento de la misma.

 

Justo en el momento en el que el material rozó la plana superficie del suelo la pasión se desató de un modo extremado. Sus labios chocaron con tanta fuerza que Yulia pudo probar el metálico sabor de la sangre sobre su lengua pero no le importó. Tenía cosas más importantes en las que pensar en ese momento.

 

Las manos de la morena vagaron hasta encontrar el broche de la falda de su acompañante, prenda la cual cayó al suelo formando un círculo alrededor de los pies de la pelirroja. Lena salió del círculo en un paso y le dio una patada a la tela a cuadros, mandándola a la otra esquina del baño. Se separó de los labios de Yulia y le sonrió.

 

Yulia no necesitó ni una palabra para entender que ya era hora de quitarse la ropa. Con rápidos movimientos ambas chicas se deshicieron de cualquier prenda que se interpusiera en el camino para que sus pieles acabaran totalmente en contacto por lo que, finalmente, el suelo del baño quedó atestado de ropa esparcida por cualquier rincón.

 

La pelirroja se acercó al ancho plato de ducha y abrió el agua, dejando que esta se calentase levemente antes de colocarse bajo el chorro. Notó como su sudor y cansancio se iban por el desagüe junto con el agua y entonces Yulia entró junto a ella, abrazando su cuerpo para poder colocarse las dos bajo la pequeña cascada.

 

Ambas cerraron los ojos unos segundos, dejando que el agua hiciera su magia, disfrutando del roce de sus pieles juntas. Cuando volvieron a abrir los ojos no había ni rastro de cansancio en ellos, tan solo pasión y lujuria, oscureciendo sus ojos y haciéndolos más brillantes.

 

Lena se inclinó ligeramente hacia delante y atrapó el labio inferior de Yulia entre sus dientes una vez más, provocando en esta un jadeo algo desesperado. La morena se relamió los labios y Lena no pudo hacer otra cosa más que sonreír.

 

— Hazlo — dijo la mayor.

 

Yulia cayó de rodillas y se acercó a Lena hasta que su cara quedó a centímetros del sexo de la otra. La portadora de los ojos azules dirigió una de sus seductoras miradas hacia arriba y entonces se dispuso a hacer lo que tenía planeado. Comenzó pasando las manos suavemente por los muslos de la otra, arañándolos ligeramente de vez en cuando y entonces subió ambas manos hasta la humedad de su amante. Con los pulgares separó los labios superiores de la sensible zona y entonces acercó su lengua hacia el rosado botón que sobresalía.

 

La pelirroja gimió ante el primer golpe de la lengua de la más joven contra su clítoris y en seguida llevó sus manos a las hebras oscuras para buscar una sujeción. Yulia sonrió con suficiencia durante un segundo antes de empezar con golpes de lengua y lamidas más insistentes. Su lengua bajó tentativamente hacia la húmeda entrada de la pelirroja y entonces se decidió por introducir el músculo mojado en el estrecho y cálido interior de la otra, sacando de esta un largo y placentero gemido a parte de un tirón de pelo.

 

Lena se apoyó contra la pared cuando sus piernas empezaron a temblar pero, aun así, resbaló hacia abajo por la superficie de baldosas hasta quedar recostada en el suelo con la boca de Yulia aún pegada a su humedad. A la lengua de la morena se le unió un primer dedo que comenzó acariciando con suavidad sus paredes internas. Unos segundos después un segundo dedo hizo acto de presencia y Yulia los movió en tijera, abriendo la entrada de la pelirroja mientras lamía y mordisqueaba suavemente su clítoris.

 

— ¡No puedo! ¡Yulia! ¡Yulia! — esas fueron las únicas palabras que la pelirroja fue capaz de pronunciar antes de acabar alcanzando su clímax gracias a la boca y los dedos de su amante.

 

Yulia se arrastró sobre el cuerpo de Lena con una sonrisa felina en sus labios mientras se relamía los mismos. Sus pieles se frotaban provocando escalofríos que atravesaban a Lena desde el cabello hasta los dedos de los pies. Cuando la morena tuvo sus labios sobre los de la pelirroja esta pudo saborear su esencia de la boca de la otra.

 

— Vamos a la cama — susurró Yulia — me debes un orgasmo.

 

Lena se rio pero asintió con la cabeza. Yulia ayudó a la mayor a ponerse de pie y se lavaron el cuerpo y el pelo rápidamente. Ni siquiera se molestaron en secarse en gran medida, simplemente pasaron un par de toallas por su cuerpo y cabello para quitar el exceso de agua e hicieron una estúpida carrera entre risas hasta la habitación pero, por el camino, Lena tropezó, cayendo al suelo y entonces… se despertó.

 

El bebé había empezado a llorar una vez más. Lena se incorporó en la cama y miró a su esposo.

 

— Te toca a ti — murmuró este adormilado, con la cara hundida en la almohada.

 

La pelirroja se levantó de la cama y se acercó a la cuna que se encontraba situada un par de metros al lado y se inclinó sobre esta, cogiendo a su pequeño en brazos. Comenzando un constante mecer en sus brazos se perdió en sus pensamientos durante unos momentos. Últimamente no paraba de soñar con Yulia, desde que su primer hijo había nacido no había dejado de revivir los recuerdos de cuando estuvo con la morena mediante sus sueños…

 

Al ver que el pequeño había parado de llorar pero que la miraba con los ojos completamente abiertos Lena depositó a su hijo de nuevo en la cuna y cantó muy suavemente.

 

— I’ll never forget you, but i’ll be gone. I’ll always respect you, and life goes on. I’ll never forget you, I’ll never forget you.

 

El pequeño se quedó dormido y, una vez más, Lena se recordó a si misma que nunca olvidaría a Yulia.


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