Capítulo 0: Comienzo
PoV: Saruhiko
Había pasado un mes desde que las clases habían iniciado y aún no había algo que me llamara la atención como para estar en clases al día con día y evitar saltarme cada clase que no fuera de mi interés o simplemente deportiva. Cuando lo único que ves son colores monocromáticos y sin vida, lo primero que haces es buscar una salida, algo que te de la calidez que te falta y los colores que necesitas. Es algo lamentable cuando se trata de un niño de 12 años.
Pero todo cambio cuando a mediados de mayo el maestro le dio la bienvenida a un chico, o eso supuse ya que no estaba prestando atención, escuchándose la puerta abrirse para dejar ver a un chico de cabello largo hasta la nuca con las puntas levantadas y totalmente desordenado que opacaba el suave color de su piel sutilmente morena con un lindo sonrojo en sus mejillas, pero lo que más llamaba la atención eran sus ojos de un color avellana brillante, de alguna forma me recordó a un gato. Su estatura era algo baja y su voz algo aguda tanto como para poder confundirle con una niña a plena vista. Todo en él era hermoso e inocente ante mis ojos, algo que poseía color en este monocromático mundo, me era difícil no quitarle los ojos de encima, sintiendo los nervios invadirme cuando el nuevo se acercó hacia mí, sentándose en la banca de mí lado, mirándome al darse cuenta que aún no le quitaba los ojos de encima, sonriendo de ladinamente. Solamente pude quitarle la mirada para ver el libro que tenía frente a mí.
La clase fue eterna, no podía evitar mirarlo de reojo aunque fuese una tontería, ya que no podría verlo bien si no fuera de frente, mis ojos no me lo permitían, por algo usaba lentes duh. Pero era extraño, a nadie del salón parecía gustarle su presencia por alguna razón, logrando que el ambiente fuera pesado incluso para mí, alguien que tenía que soportar de los abusos de su padre cada tiempo. Era frustrante el ambiente, daban simples ganas de salir huyendo del salón. Pero… cuando logre examinar por un segundo al nuevo… no parecía afectado en lo absoluto.
Era extraño.
Extraño porque todos parecían estar afectados, hasta el mismo profesor que aparentaba ser capaz de dar pobremente su clase con toda la posible calma.
oxo
Simplemente, comencé abrir mis ojos de forma lenta, sintiendo como si pesaran de forma anormal, incorporándome aun adormilado antes de acomodar mis lentes y recoger mis cosas del escritorio en calma, después de todo, las clases habían terminado hace mucho.
—Finalmente despiertas— Esa voz…
—¿Eh?... — Mire hacia la puerta cerca del librero. Era el niño nuevo, lo que no lograba entender es que hacia aun es la escuela, era extraño.
—Soy Yata, desde hoy estaremos en el mismo salón— Fue estúpido, bastante estúpido si es que intentaba iniciar una conversación. Solamente pude observarlo unos segundos mientras arqueaba una ceja antes de regresar mi mirada a mis cosas para acomodarlas y poder levantarme con el maletín. —Ahm… ¿Cuál es tu nombre? — Parecía que le había agotado las opciones de iniciar una conversación. Absurdo, pero adorable.
—Fushimi… Fushimi Saruhiko— Por alguna razón le respondí, logrando que el chico volviera a sonreír, pero apenas me acerque un paso a él este dio un paso hacia atrás.
—Y-Yo… Un gusto Fushimi, nos vemos mañana— antes de darme cuenta ya había corrido directo a las escaleras para poder llegar a los casilleros de la entrada.
¿Qué fue eso? ¿Por qué hablo si pronto saldría huyendo? No lo entendía, pero me hizo sentir algo el poder verle sin parecer un acosador. Ahora, no había razón del porque seguir en aquel vacío salón, pero no podía quitarme de la cabeza a Yata y la extraña escena que había ocurrido. Tsk, tal vez mañana podría preguntarle.
Apenas llegue a casa de mis padres, siendo recibido por el silencio, me fui directo a mi habitación para buscar algo con que entretenerme toda la tarde y poder irme a dormir cuando anocheciera, pero todo volvió a transcurrir de la forma más lenta posible. Era irritante. Era tedioso. Hasta hace apenas unas horas, todo ocurría de forma rápida hasta que llego él. No era agradable.
oxo
El salón se encontraba en murmullos cuando entre, pero no me interesaba en lo absoluto lo que hablaban, dedicándome a ir hacia mi lugar y sentarme para sacar un libro de portada poco llamativa y de gran cantidad de páginas, tal vez unas 500 o 600 paginas, abriéndolo a la mitad para continuar leyendo.
“¿Lo has oído? Alguien escucho que los padres de Misaki-kun eran ghouls”
No pude evitar seguir escuchando aquella conversación. ¿Misaki?... tal vez hablaban de Yata… Así que su nombre de pila era Misaki, era bastante femenino como para ser el nombre de un niño, tal vez su madre quería una niña.
“Que miedo, eso significa que Misaki-kun es un ghoul!”
“Escuche que ha cambiado de escuela desde su primer grado gracias a los rumores”
“Ahora siento escalofríos, ¡no quiero morir por un ghoul!”
¿Ghoul? Cierto, eran “demonios” que se alimentaban de los humanos, pero no entiendo por qué les tienen tanto miedo, es decir, ¿acaso tienen la culpa que su único alimento sea la carne humana? No. Además, le hacen un favor al planeta, bajan los números de sobrepoblación, o por lo menos lo hacen en Japón. Pero, ¿Yata un ghoul? O bien, ¿su familia era un grupo de ghouls? En tal caso, ¿Por qué pondrían a su hijo en una escuela? Llena de humanos. No había razón, era absurdo el pensarlo, los demonios no eran capaz de vivir en la sociedad y actuar según sus reglas, o no todos por lo mínimo. Había algo mal en el contexto.
Repentinamente todo el grupo se calló cuando el susodicho entro, dirigiéndose hacia su lugar junto a mí, dejando a un lado su maletín y recostar su cabeza en el escritorio ladeando la cabeza para quedar sobre su mejilla derecha, observándome por un segundo. Su mirada me cautivaba de una forma impresionante.
—Buenos días Fushimi— hablo con una sonrisa en sus labios.
—…— solamente pude asentir un poco ante su saludo. Tal vez, debería preguntarlo por lo de ayer —Ayer…— Logre conseguir su atención de nuevo — Ayer, ¿Por qué seguías aquí después de clases? — Eso pareció atraer la atención de todos a pesar de mi tono bajo de voz.
—Eh?... — lucia nervioso ante la pregunta —Por qué… pensé que te sentirías solo si todos se iban— Parecía una mentira. Una pésima mentira me atrevo a decir.
—Ya veo…— pero no le di más importancia, volviendo mi vista al libro, observando simplemente las palabras que veían en el sin leerlas, parecían tan extrañas ahora, sintiendo como los murmullos volvían al paso de los segundos.
“Él se quedó dormido ayer, ¿cierto?”
“Es un milagro que siga vivo”
“Evitare quedarme a solas con el nuevo. ¡Qué miedo!”
“Shhh, baja la voz, podría escucharte”
Pero por la expresión de Yata, parecía no preocuparle que la gente hablara de tal forma de él. Era algo perturbador, verlo tan calmado. No sentía miedo, eran rumores. Sentía más curiosidad por el que miedo a que todo rumor fuera real y el fuera un demonio. Además, ayer no lo vi bajar a la cafetería. A pesar que podría alzar todo tipo de dudas había 2 posibilidades, o había traído un obento o no tenía apetito, una de dos pero me negaba a pensar que era un ghoul de pies a cabeza, no parecía alguien que matara gente para poder alimentarse.
Tal vez, si lo seguía durante un par de días podría comprobarlo.