Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

"Juego de niños". por Crimson

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Dedicado a Kaishin. Perdón por tardar tanto, honey.

Mi primer Kaoi, estoy nerviosa sin razón aparente.

Advertencia: No contiene lemon, ni nada sucio; así que si buscas sexo intenso ¡Largo de aquí! Nah, no es tan así. Disfruten un Kaoi muy infantil.

 

 

   

   

Notas del capitulo:

Gracias por darle una oportunidad.

No jodo más, pasen a leer.

   

   

Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, cuando en realidad estas memorias llevan más de una década enterradas en lo más recóndito de mis pensamientos.

Yo tenía apenas ocho años; mi cumpleaños había sido la semana pasada. El día estaba soleado, nada inusual a mediados de primavera. Mi madre, siendo extrañamente permisiva, me había autorizado a salir a jugar en la calle sin la hostigante compañía paterna.

Mi barrio era aburrido, los compañeros de juego más próximos era los gemelos Suzuki, hijos de un renombrado abogado, que vivían colina arriba; aquello estaba más allá de los límites impuestos por mi madre, o sea, el pequeño parque de juegos a dos cuadras exactas de mi hogar.

No tenía con quién compartir el nuevo balón de futbol que mis padres me habían obsequiado por mi cumpleaños.

En medio de mi solitario juego, el sonido de un claxon me hizo correr atemorizado la media manzana que me separaba del seguro jardín de mi casa. Un enorme camión de mudanza se acercaba desde el lado sur, siendo seguido por un pequeño auto de un pálido color celeste cielo.

Observé consternado como fornidos y velludos hombres bajaban coloridos muebles, maletas y cajas de distintos tamaños y formas, del compartimiento de carga de su enorme vehículo de ocho ruedas. Un hombre, ya entrado es sus cuarenta, bajó apresuradamente del coche, para abrirle la puerta a, la que creí, era su esposa.

En ese instante comprendí de lo que hablaban mis padres durante la cena de la noche anterior, probablemente aquel caballero era el nuevo reverendo de la pequeña iglesia que se encontraba al final de nuestra calle. Una sonrisa hizo curvar mis labios ante tal idea; seguramente serían personas amables, de aquellas que regalaban muchos dulces la noche de halloween y te devolvían los balones si, por accidente, éstos caían en su patio. Aún así, en mi mente infantil solo cabía una preocupación principal.

¿Tendrían hijos?

Mi rostro debió expresar la más grande felicidad cuando vi a un sonriente niño de cabellos negro descender el vehículo familiar, y, pocos segundos después, una pequeña niña pelirrubia siguiendo de cerca sus pasos.

Ahora tendría amigos, por fin.

Sin soltar mi balón de futbol, emprendí mi corta carrera hasta la cerca que separaba mi hogar del de mis futuros amigos, y me empiné todo lo que me fue posible para lograr ver qué ocurría del otro lado.

Al parecer, no podían hacer que uno de sus sillones entrara por la puerta principal, situación que, en su momento, me causó bastante gracia. Lamentablemente, mis inocentes carcajadas me había delatado, y mi nuevo vecino pareció ser el único en notarlo, puesto que su madre gritaba como una histérica rogando a los trabajadores de la mudanza algo de delicadeza con su infinita colección de floreros antiguos.

 

— Hola, niño espía —Habló el pelinegro, al tiempo que, al igual que yo, se empinaba por encima de la cerca.

— Hola, niño nuevo en el barrio —Le respondí con una sonrisa— Me llamo Uke YutaKa.

—Yo soy Yuu Shiroyama —Se presentó igualmente— ¿Qué te pasó ahí? —Dijo estirándose para alcanzar mi rostro, y señalar el solitario hoyuelo que se marcaba en mi mejilla.

No pude evitar reír cuando casi cayó al suelo por no poder mantenerse colgado de la cerca con una sola mano.

— No me ocurrió nada, nací así. Cada que sonrió pasa. Mi mami también es así, y mis tíos dicen que es lindo —Concluí sin más.

—Me agradas, Yutaka. Te invitaré un helado. Espera que le pida permiso a mi mamá, y me llevas hasta la tienda ¿Sí? —En ese instante, Yuu desbordaba entusiasmo por cada poro de su cuerpo.

 

Yo solo atiné a asentir ante tal muestra de emoción, y, sin perder un segundo, el primogénito de los Shiroyama se perdió entre los muebles y cajas que descansaban en el jardín, en busca de su madre.

Ese día, pasé una de las mejores tardes de mi vida, y le siguieron muchas más. En un mes, Yuu y yo nos habíamos hecho los mejores amigos. Jugábamos juntos todos los días; hasta que el sol se ponía, y nuestras madres enojadas nos regañaban para que entrásemos a cenar. A veces uníamos a Lily, la hermana menor de Yuu, a nuestros juegos; pero aquellas ocasiones eran contadas con los dedos de una mano, ya que, al ser tres años menor, le ere demasiado difícil seguir el ritmo de nuestros juegos y, por lo general, acababa llorando o con las rodillas raspadas.

Cierto día, Yuu apareció en mi casa más temprano de lo usual. Me despedí apresuradamente de mi padres y salimos corriendo colina abajo; hasta llegar al pequeño bosque cerca del estero, ese era nuestro lugar secreto.

 

— Yuta, tengo un juego nuevo —Medio gritó mi pelinegro amigo, apenas nos adentramos entre los jóvenes arboles en crecimiento.

— ¿En serio? ¡Yo quiero jugar! —Exclamé con las ansias carcomiéndome por dentro.

— Será un juego secreto ¿Sí? —Añadió murmurando, a lo que yo solo asentí— Jugaremos a las telenovelas —Musitó aún más bajo.

 

Correteábamos por los prados; yo me perdía entre los árboles riendo de forma coqueta, o por lo menos lo intentaba, hasta que Yuu aparecía de quién sabe dónde, atrapaba mi cintura entre sus brazos, para, luego de un amistoso forcejeó y muy fingidos rechazos, juntar torpemente nuestros labios en, lo que se suponía, era un beso apasionado, tal cual ocurría en las telenovelas del medio día; o por lo menos así lo percibían nuestras mentes infantiles.

Yo era la damisela en apuros de Yuu, y no me molestaba serlo en lo absoluto.

Con el paso de los días, "las telenovelas" se volvió lo único a lo que jugábamos. Por las tardes, procuraba regresa temprano a casa para sentarme en la encimera de la cocina y, con el pretexto de acompañar a mi madre mientras hacía la cena, ver la telenovela. No quería perderme ni un solo detalle; cada palabra, cada gesto, cada imagen se guardaba en mi retina para, al día siguiente, emularla con Yuu una vez que estuviésemos en nuestro lugar secreto.

Cierto día, justo cuando mi amigo y yo no encaminábamos al bosquecillo, Lily apareció por su jardín, demandando que la dejásemos venir con nosotros. Por supuesto, ambos nos negamos rotundamente ante su petición; el juego era un secreto, nuestro secreto más especial. Y, como toda discusión de niños, terminó en lágrimas de la pequeña pelirrubia, y con Yuu siendo jalado de la oreja al interior de su casa por su padre, mientras éste verborreaba exasperado acerca de lo horrible que era ser abusivo como hermano mayor, y el castigo que le daría a mi amigo.

Aquella tarde, odié a Lily con todas mis fuerzas.

 

Las semanas seguían corriendo, y mi amigo ya no estaba castigado.

 

— No, Yuu. ¿Qué dirán tus padres? —Gimoteé fingidamente, mientras simulaba desmayarme entre los brazos de Shiroyama.

— Pero yo te quiero, Yuta. No importa que tú seas pobre y yo millonario —Sentenció "mi caballero".

 

Nuestras miradas se cruzaron, torpemente pasé mis brazos alrededor de su cuello, y, finalmente, el tan esperado beso llegó. Un contacto inocente, superficial, e inexperto, pero para nosotros era suficiente.

Hace mucho que, para mí, jugar era solo una excusa para seguir recibiendo esos tibios besos que causaban unas indescifrables cosquillas en todo mi cuerpo.

 

— Te quiero, Yuta —Susurró Yuu, con su mejillas teñidas de rojo.

— Yo también —Balbuceé extrañado por el repentino cambio de actitud de mi amigo.

Con una delicadeza impropia en él, Yuu sujetó mis mejillas y lentamente acercó su boca a la mía; movía sus labios con la mayor dulzura que su impericia le permitía. De forma un tanto abrupta, su lengua se coló en el interior de boca. Mi primer beso de adulto, pensé en aquel instante, y con regocijo admití que aquel músculo viscoso golpeara mis pequeños dientes, y babease la comisura de mis labios, además mis regordetas mejillas.

 

— Con la lengua se siente raro —Afirmé apenas Shiroyama se separó de aquel corto beso, que a mí me pareció eterno.

— Mi padres se besan así —Dijo sin más mi acompañante.

— Es muy mojado —Reclamé, mientras limpiaba los restos de saliva de mis mejillas— ¡Yo también quiero meter mi lengua! —Exigí como si de un caramelo se tratase.

 

Sin nosotros notarlo, la noche ya había caído, y el cielo se llenaba poco a poco de brillates estrellas; una postal de lo más atrayente para un niño sin conciencia del peligroso mundo en que vive, pero una enorme preocupación para los padres. Por supuesto, la señora Shiroyama no sería la excepción, y, como toda madre sobreprotectora, salió en la búsqueda de retoño apenas vio al sol esconderse tras el horizonte.

 

— ¿Qué estás pasando aquí? —La estridente voz de la mujer resonó en todo el pequeño prado en que nos encontrábamos.

— ¿Mamá, qué haces aquí? —Dijo Shiroyama con sus ojos abiertos a más no poder por la sorpresa.

— No quiero oír ni una sola palabra. ¿Entendido? Nos vamos a casa, ahora mismo —Gruñó totalmente colérica— ¡Y no creas que no le contaré a tu madre acerca de esto! —Añadió apuntándome acusadoramente.

 

Sin saber por qué, sentí unas enormes ganas de llorar.

La señora Shiroyama jaló de nuestras orejas durante todo el camino hasta el vecindario. Se formó un gran escándalo, ya que mis padres estaban tanto, o más preocupados por mi paradero, que los señores Shiroyama por el de Yuu.

Mi madre se espantó al ver que venía llorando y corrió a mi encuentro, mas la madre de Yuu no soltó el fuerte agarre que mantenía sobre mí.

 

— ¡Su mocoso está pervirtiendo a mi hijo! —Gritó la mujer apenas mis padres estuvieron cerca.

— ¿Qué? —Masculló totalmente incrédulo mi padre.

— Lo que escuchó, su hijo es un desviado y se estaba aprovechando del mío. No sé qué hubiera pasado si yo no hubiese llegado —Agregó la señora Shiroyama con excesivo dramatismo en su tono de voz.

— Solo tiene ocho años. Eso no...No es posible —Dijo mi madre, como siempre, siendo la voz de la razón.

— Piense lo que quiera, señora. Allá usted si desea vivir engañada, pero no quiero a ese engendro cerca de mi niñito. Ya bastante daño le ha hecho con aquella aberración, que vi, hacían en el bosque —Concluyó para luego tomar la mano de Yuu, y prácticamente correr hasta su casa.

 

Aquella noche, fue la más triste que pasé dentro de mis cortos ocho años. Al entrar a casa, mi padre me dio una cachetada que dolió como si me clavasen mil agujas en la mejilla, mi madre, desolada, lloró en la sala como si alguien hubiese muerto. Yo no entendía nada. Lo único que sabía, era que ya no podría jugar nunca más con Yuu, y eso me hacía sentir angustiado, mucho más de lo que mi corazón inmaduro podía comprender.

Yuu nunca dijo nada de lo ocurrido, no volvió a salir de su casa. Dos semanas después, su familia se mudó nuevamente, nadie debía enterarse de que el hijo del reverendo se había besado con otro niño al interior de bosque, porque, según mi padre, eso estaba mal.

 

— ¿Mamá, por qué está mal querer a Yuu? —Me atreví a preguntar un día durante la cena.

— No está mal, cariño. Es que aún eres muy joven para comprender la magnitud de esa palabra —Dijo calmadamente mi madre, al tiempo que servía más leche en mi vaso de súper héroe.

— Yuta, sube a tu cuarto —Sentí el temor escalar por mi espina dorsal ante el tono sombrío que había empleado mi padre, y sin rechistar, obedecí.

Esa noche, por primera vez en mi vida, oí a mis padres discutir.

 

 

—¿Cómo se te ocurre decirle eso al niño? Con esa educación no me sorprende que esté desviado.

— ¿Acaso escuchas lo que dices? Es tu hijo, no puedes tratarlo así. No está "desviado", solo es diferente. Nuestro amor a él no debe cambiar por algo así.

— Esto es tu culpa. ¿Cómo no lo vi antes? Ningún niño normal vería telenovelas con su madre; eso es de maricas.

 

 

En aquel entonces, no comprendía qué se refería mi padre con aquellas palabras; un niño de ocho años no tiene razones para conocer esos conceptos. Con los años logré entender cada una de las palabras que él usó, aunque preferiría no haberlo hecho.

Para mi noveno cumpleaños, las discusiones entre mis padres se habían hecho algo recurrente; y para el décimo, mi padre ya nos había dejado por no poder soportar tener un hijo, supuestamente, homosexual.

 

Es inevitable no rememorar aquellos momentos de mi infancia destruida al verlo tranquilamentye de pie en frente del salón. Casi diez años han transcurrido desde la primera vez que lo vi; su tez cambió de un pálido blanco de apariencia casi enfermiza a un suave dorado placentero a la mirada; su cabello azabache ahora luce un extravagante rosa brillante y una argolla adorna sus labios gruesos.

Él se presenta formalmente ante los veinticinco alumnos que poblan el salón de clases, mas no necesito escuchar su nombre para saber de quién se trata. Como olvidar a aquel niño que, hace casi diez años, eligió mi corazón como su juguete favorito.

   

   
Notas finales:

Espero les haya gustado este pequeño, y mierdero, "drama infantil".

Dato curioso: Escribí toda la noche para acabar este one-shot. Quizás por eso tega una que otra falla,  lo siento por eso.

Gracias por leer. Si les gustó, dejen un lindo review(?

Besos.

Au revoir~

   

   

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).