Abotonó el último botón de su camisa, ubicado en el cuello antes de agarrar su corbata bordó. Su mano fue atrapada por otra más morena y fuerte y sus ojos azules se encontraron con los rojos en expectativa.
¡Mantenme informado de lo que ocurra en tu casa!—dijo Kurogane serio.
Fye sintió el impulso de contestarle con una rebeldía pero esta murió de pronto y asintió en su lugar. Sabía lo que el otro le quería decir con esas palabras. El otro se estaba preocupando por el estado de su casa con respecto a él, no de los movimientos de su clan.
Alguien tocó a la puerta y el moreno fue a abrir, la persona entró justo cuando DeFluorite terminaba con su apariencia. Era uno de los empleados de Fuko que le susurró unas palabras al oído. Después de escucharlo el ojos rojos asintió.
El rubio lo miró un segundo pero apartó su mirada para no parecer muy concentrado en lo que hablaban. En lugar de eso partió diciéndole adiós al pasar al pelinegro.
¿Qué es eso de verte con Fuko a escondidas?—preguntó su tío entrando como un furioso viento por la puerta.
Fye estaba sentado en una silla Luis XV, tomando su café en una mesita hecha para tal fin, tenía un solo pie y un entramado fino en la madera cara que asemejaba una trenza en los bordes y en cada cara del pie. Fumaba un cigarrillo caro y largo que se asimilaba a uno de sus dedos, miraba con expresión aburrida al suelo mientras dejaba el objeto para exhalar su humo como si no supiera que el otro estaba parado casi delante suyo.
¿Y yo por qué debería decirte algo?—preguntó el otro antes de dirigir su azulina mirada hacia el otro.
¿Qué por qué? ¡Yo soy tu consejero!—afirmó furioso su tío, sus ojos azules casi negros relucían como navajas.
¡Pues yo no recuerdo haberte dado ese puesto!—retrucó el otro mientras volteaba su cara para mirarlo firmemente.
¿De que hablas? ¡Yo siempre he sido…!—Clark DeFluorite estaba algo sorprendido y se notaba.
Y porque siempre lo has sido has creído que por siempre lo serías—afirmó el rubio descruzando sus largas piernas. El otro estaba tieso, tanto de sorpresa como de furia—No digo que no puedas serlo. Es solo que me molesta un poco que lo des por sentado y más que empieces a mandonearme. Soy un adulto tío y sé como manejarme—
¡No intento mandonearte!—afirmó el otro con un deje de furia en la voz—Solo me intereso por ti. ¿Acaso eso está mal?—
¡Claro que no! Y lo agradezco. Simplemente quisiera que te dejaras de arrogar el derecho de tratarme como un niño. Soy el líder del clan y a todas luces tu jefe. Por más que me ganes en edad tienes que tener presente tu lugar en la familia—contestó el menor caminando hacia un cercano aparador donde apagó el cigarrillo apretándolo con fuerza contra el cenicero, el cigarrillo estaba a medio terminar por lo que se quebró en tres partes por la fuerza aplicada.
El mayor no perdió detalle. Todos los DeFluorites eran personas observadoras y a él no se le escapó ese detalle. El cigarro aún servía pero Fye había decidido deshacerse de él. Se preguntó si no sería un mensaje indirecto.
¡Ten por seguro que conozco mi lugar, sobrino! Solo me preocupan las implicaciones de esa charla a escondidas—dijo el tío.
¿Quién te ha dicho que era una charla a escondidas? Para empezar he llevado a mis hombres y para terminar deja de espiarme, utilizando la ventaja de tus años. Es molesto e innecesario. Yo estaba por contarte todo después de tomar una ducha. ¿Acaso quieres ir conmigo al baño y que te cuente?—preguntó el ojos azules, luego se fue dejándolo ahí parado.
Muchas veces antes tuvo que sufrir similares humillaciones. Tal vez fue porque eran de un igual y su hermano que las aguantaba pero el saber que ese pequeño… El verle pavonearse delante suyo con lo que debió ser para él era suficiente para revolverle el estómago. Si, eran familia pero no por eso dejaba de ser un molesto hijo…
Sabía que en adelante debía caminar con más cuidado, se dijo Fye mientras se sumergía en la cálida agua de la tina. Su tío era un DeFluorite después de todo lo que anunciaba que debajo de su tranquila apariencia amenazaba una tormenta. Cerró los ojos para relajarse. En el futuro sería un enemigo de cuidado. Hoy había sentado unas bases que el otro trataría de trasgredir por el simple hecho de que no lo estimaba ni conocía lo suficiente para respetarlo.
Si bien en el clan era respetado como un hombre de temple para su tío siempre sería un malcriado y ahora el que ocupaba el puesto que debió ser suyo.
También debería dejar de ver a Kurogane para no levantar sospechas ni más curiosidad de su parte. Con los ojos cerrados evocó imágenes que no eran tan relajadas como hubiera deseado. Chasqueó la lengua sin poder evitarlo. ¿Por qué ese hombre le provocaba eso? Debía concentrarse en sus propios movimientos ahora más que nunca. Fuko le había dicho que se encargaría de esos hombres pero él no podía dejar eso a la suerte o a él. Cuando saliera de la ducha haría una llamada.