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Strawhat corporation por sunshinebunny

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Notas del capitulo:

¡Hola! Hoy no diré mucho, por favor disfruten.

 

Gatito gordo te amo P.D. miau miau miau, mia miau, miau miu miau.

Siete

 

 

El tono del teléfono cuando el rubio colgara había resultado tan sinceramente irritante como el sonrojo que aquella maldita declaración le había provocado.- Que jo... que se...- mirando al celular casi perplejo no sabía si estar agradecido o molesto de que el otro le hubiera colgado sin escuchar su contestación, la situación en que aquella confesión amorosa le dejaba era francamente extraña por decir lo menos, desde que aceptara aquel compromiso se había hecho a la idea de un matrimonio sin amor, que el rubio viniera a decirle ahora aquello venia a sacarle de balance completamente, claro que siempre podía ser una declaración totalmente arbitraria y falsa pero aquello no le parecía de aquella manera en lo absoluto.-...ugh...- pasándose la mano por el cabello había apretado un poco de aquel de manera un tanto desesperada al encontrarse demasiado confundido ante aquella situación.

Notando la manera como el pecoso aun continuaba viéndole tan desorientado como él mismo se sentía le había lanzado una desagradable mirada antes de tomar un poco molesto la ropa del piso.- Vístete, vamos a salir.- si antes había considerado a invitarle cortésmente ahora no le daría la oportunidad de negarse, necesitaba algo en que distraerse y Ace necesitaba ropa nueva, no podía ir por ahí en bermudas y camisas sin mangas toda la vida, por muy bien que estas dejaran lucir esos deliciosamente torneados músculos de sus brazos.

 

Necesitaba salir de ahí antes de que acabara follándose al chico en su cama pensando en el rubio, aquello no habría sido justo para el moreno, si él no quería que Ace pensase en nadie mas mientras se lo hacía como mínimo tenía que cumplir con lo mismo. No era una buena persona y no tenia demasiados principios, pero los que tenia prefería respetarlos.

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Sabo podía sentir su ya acalorado rostro hervir tras aquella llamada, sosteniendo el teléfono con ambas manos contra su frente intentaba de alguna manera calmarse un poco tras la precipitada confesión.

No sabía muy bien que se había apoderado de él para decir aquello, probablemente no era más que un niño idiota todavía, pensando que las cosas serian mejores si le ponía un nombre cursi a esas sensaciones que desde hacía no poco tenia por el menor cada que este estaba cerca, el doble nerviosismo de no saber cual habría sido la respuesta del otro si le hubiera dado tiempo a reaccionar y de si aquel le diría algo el lunes le tenían la mente trabajando a tiempo extra, porque bien podría ser que este no recordase el asunto para el día lunes, pero también podía ser justo lo contrario y no estaba muy seguro que alternativa le asustaba más.

Poniéndose en pie tras algunos segundos comenzó a guardar la ropa regada por el piso lentamente, intentando distraerse con todas las tareas que aun tenía pendientes antes de que acabase el día, casi daba gracias a no haber hecho absolutamente nada antes de aquella llamada.


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El lunes había llegado demasiado pronto, el día anterior Luffy había pasado un agradable rato dándose cuenta de que si había alguien con nulo gusto para vestirse en ese mundo aquel era Portgas D. Ace, le había dejado solo por unos cuantos minutos para que escogiera algo de su agrado en la primera tienda a la que le había llevado y no estaba seguro como Balmain y Alexander McQueen podían lucir tan mal juntos, quizá solo estaba siendo pretencioso pero no pensaba que ningún diseñador, ni siquiera los más valientes que conocía, se hubieran atrevido a poner esa camiseta violeta con esos pantalones a rayas en color crema y salmón juntos, mucho menos estaba muy seguro como es que el pecoso le había convencido de comprárselos junto con aquel ridículo sombrero color ocre... y la misma pieza en negro.

Cuando había hecho que el chico entrase a los probadores con el montón de ropa que el mismo le había escogido ni se había fijado en lo que el muchacho llevaba en los brazos hasta la hora de pagar pues al menos parecía que el muchacho había tenido el sentido común de no mostrárselos cuando le hiciera modelar alguna de la ropa para ver si esta le sentaba bien, cuando estuvieran en los mostradores sin embargo había acabado botando a un lado varias camisas de estampado demasiado llamativo, cuando levantase una camisa azul índigo con puntos anaranjados había tenido que levantar una ceja hacia el mayor.- ¿De dónde se supone que sacaste todo esto Ace?- había cuestionado viendo la etiqueta de H&M ¿De qué jodida colección era esa barbaridad de pieza? El pecoso había desviado la mirada por unos instantes, como aparentemente nervioso, parecía que no era precisamente el primero en criticar su mal gusto para vestir.

-Dijiste que escogiera lo que a mí me gustara.- Había contestado el pecoso por fin después de unos segundos, sin sostenerle la mirada aun, bueno, quizá aquello era lo que le había convencido de dejar de escoger la ropa y así era como, además de las chaquetas de cuero y rayón, los pantalones de vestir y los deslavados de mezclilla, de las camisas lisas o con estampados discretos, las botas clásicas y las de trabajo, además de eso también había acabado comprando aquellas camisas que solo usaría en un viaje al Caribe o una fiesta de temática hawaiana o retro y otras cosas que había preferido no ver.

 

El gusto para vestir de Sabo súbitamente le parecía hasta bueno. Y no es que este fuera malo del todo, simplemente no había riesgo en el guardarropa de aquel chico, el pecoso por otro lado parecía querer llevar mas allá del limite la simple experiencia del vestir, seguro que si lo llevaba a hottopic o banana republic no haría la diferencia, el chico compraría las mismas barbaridades en cualquier lado, lo cual resultaba francamente gracioso.

A pesar de aquellos pensamientos la mañana de aquel lunes había pasado como en un borrón, tan atareado había estado que las pocas veces que había vislumbrado a su prometido en la cercanía no había tenido oportunidad de hablar con él siquiera, era uno de esos días en los que mandaba a alguno de los muchachos que iban de aquí allá con los recados y el café por algo para comer y lo devoraba mientras seguía trabajando, no había podido pues encontrar tiempo de ir por el mayor hasta la hora de la salida, al entrar en la oficina del rubio sin avisar sin embargo no le había encontrado en esta, por un segundo había pensado que el muchacho ya había abandonado el lugar pero la computadora de escritorio aun encendida y los múltiples papeles en el escritorio habían delatado que aun seguía ahí, con un suspiro resignado se había sentado en la silla frente al escritorio esperando a que aquel regresara, no iba a andar buscándole como loco por la oficina y estaba algo cansado, se sentaría a esperar.

 

No habían pasado ni cinco minutos cuando viera entrar a Sabo con la cara completamente roja por motivos que no tenían nada que ver con él aparentemente.- ¿L-Luffy...? ¿Que...que haces aquí? - el chico parecía verdaderamente sorprendido de verle, probablemente habría olvidado que irían a cenar, valiente amor, parecía ya habérsele olvidado, torció un poco la boca en un gesto de irritación ante aquella pregunta, no era el que hubiera olvidado su compromiso lo que le hacía sentir irritado, no, el mismo casi lo había olvidado con aquel día tan ajetreado, pero había algo en la manera como el más alto comenzaba a guardar sus cosas apresuradamente y le miraba apenas prestándole atención que no le gustaba, algo que le hacía sentir molesto solo de mirarle así.

El rubio lucia como cuando ÉL se le acercaba demasiado, nervioso, tímido, sonrojado... adorable, no era que se viera así lo que le molestaba obviamente, le molestaba que era más que obvio que no había sido él quien causara aquella reacción.

 

-Dije que te llevaría a cenar hoy.- había contestado intentando no mostrar su molestia, ¿Era eso que sentía celos a caso? hacia demasiado tiempo que no les experimentaba y el sentirlos ahora por alguien que ni siquiera era suyo oficialmente aun probablemente lo hacía todo peor, pero era su prometido, eso tenía que significar algo... aunque si para él mismo no pesaba lo suficiente ¿Por que debía hacerlo para el rubio? No, aquello era diferente, si algo le faltara al rubio podría habérselo dado, solo era cuestión de que lo pidiera, si había cambiado de opinión en cuanto a eso de no hacerlo hasta su noche de bodas él no podría estar más de acuerdo con aceptar ese cambio, pero no, dudaba realmente que pudiera ser aquello, aun así su mente se empeñaba en ponerle aquel escenario primero en la lista, Sabo estaba así por otra persona.

-Oh.- la débil respuesta del ojiazul le había hecho enfadar un poco más si aquello era posible, a tal punto que mientras el chico comenzaba a apagar su equipo de computo él había hecho su camino hasta el mismo lado del escritorio que el rubio y jalándole del antebrazo le había acorralado contra aquel mueble.

-¿Quien fue?- La pregunta en aquel demandante tono solo le había hecho a su prometido sonrojar mas, aun así Sabo no había desviado la mirada, viendo a los ojos del mas bajo se había preguntado vagamente si aquel chico llegaría quizá con los años a ser más alto que él, tenía toda la genética necesaria para serlo, o al menos viendo al padre del menor había una buena posibilidad de que lo fuera, no quería decirle a aquel chico lo que acababa de pasar pero tampoco consideraba apropiado ocultarlo, la pequeña batalla moral que se librara con él mismo se había visto inclinada hacia el resentimiento al desviar levemente su mirada del rostro ajeno hacia su cuello, las leves marcas de lo que el otro habría estado haciendo la noche anterior haciéndole sonreír amargamente, no tenía nada de que sentirse mal... probablemente.

-¿Quien fue qué?- murmuro inocentemente, sonriendo un poco más normal a pesar de la cercanía ajena, empujando ligeramente su propio cuerpo hacia atrás para quedar sentado en su propio escritorio y alzando una de sus manos al rostro ajeno acaricio aquel con suavidad, la mayoría de las luces fuera de aquella oficina ya estaban apagadas o iban extinguiéndose conforme pasaban los minutos.- lamento haber olvidado nuestra cita, ¿esperaste mucho?- murmuro sobre los labios ajenos antes de sellar aquellos sobre los del menor en un beso no tan casto, halando el labio inferior del menor entre los suyos mientras sentía las manos del otro rodearle por la cintura levemente indecisas.- Te recompensaré.-

-¿Quién eres y que le hiciste a mi prometido?- escucho al moreno susurrar, haciéndole sonreír sardónicamente, era verdad que no era muy propio del rubio incitar a contactos muy íntimos en la oficina pero no había ya muchos que pudieran verles y quien podía, quizá verlos, sería mejor si lo hacía, aun si no le debía fidelidad a su prometido su propia moral le obligaba a respetarle al menos a cierto punto y el besarse con el padre de este definitivamente estaba muy, pero muy, muy lejos de ese punto. Solo esperaba que lo que estaba a punto de hacer por el chiquillo fuera suficiente para acallar su propia conciencia moral.

 

Sin contestar la pregunta del as bajo sello de nueva cuenta sus labios con los del azabache, enredando sus dedos en los obscuros cabellos del menor de manera invitadora y suave, acariciando por su cuello y sus hombros mientras rodeaba un poco la cadera ajena con sus piernas, incitadora el más joven a pegarse todo lo posible a su propio cuerpo de manera que podía sentir la naciente erección del chico entre sus piernas hacerse relamer los labios al separarse apenas unos milímetros del lascivo beso.-¿Importa acaso?-

 

-No… supongo que no.-


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Contrario a lo que podría parecer Ace realmente disfrutaba de las compras, no era tanto lo que comprase en si como el ambiente brillante, limpio y bullicioso de las tiendas, había nacido en un barrio no necesariamente malo pero donde el mejor regalo que podían hacerte para navidad era, quizá, una camiseta completamente nueva, desde pequeño la mayoría de su ropa provenía de tiendas de segunda mano o guardarropas de vecinos y amigos de su madre y su abuela que, compadeciéndose de estas, le regalaban aquella ropa que a veces le quedaba demasiado holgada y otras tantas demasiado ajustada, no se quejaba obviamente y aun cuando consiguiera su primer trabajo y pudiera comprar su propia ropa prefería ayudar al menos un poco en casa que gastar aquel dinero en si mismo ¿Cuando había sido pues que se había enamorado de las compras? Probablemente había sido en aquel primer trabajo como acompañante, aun antes de enterarse del todo de que se trataba aquel ambiente, por aquel entonces solo daba compañía, después había comenzado con lo otro, pero siempre voluntario y solo con quien él deseaba realmente.

Nunca se había considerado a si mismo especialmente apuesto, quizá un tanto llamativo por la notoriedad de todos aquellos puntitos en su rostro herencia por parte de su madre, pero nada mas allá de eso, el cabello y los ojos negros regalo de aquel padre al que nunca había conocido no le desagradaban pero tampoco pensaba nada especial de ellos, probablemente le habría gustado mucho mas parecerse un poco más a aquella chica que era su madre o incluso a su abuela, tal vez por eso nunca había sentido especial atracción por las morenas, y quizá por eso también que su primera benefactora fuera aquella chica de cabello desteñido hasta el rubio azulado le había causado tanta simpatía, Whitey Bay, la hechicera helada, había cogidole especial afecto al adolecente medio flacucho que había sido en aquel entonces, había sido por ella que comenzara a ponerse en forma y también gracias a ella se había visto introducido a aquel mundo de las apuestas, claro que la chica no había tenido ninguna mala intención con aquello y probablemente ni siquiera supiera que el menor caería presa de una adicción a estas, habían sido años desde que no se acordase siquiera de aquella mujer.

Lo que si recordaba eran los escaparates del centro comercial la primera vez que la chica le había llevado a uno de verdad y las noches llenas de luces brillantes en salones repletos de gente con las ropas más extrañas que Ace hubiera visto, apostando y perdiendo y ganando cantidades que un mocoso como el apenas si podía comenzar a imaginar, todo eso aun estaban irremediablemente grabado a fuego en su memoria... claro que él solo había sido un capricho no más importante que las botas nuevas que Whitey le llevase a escoger cada semana (probablemente con Luffy terminase siendo lo mismo ahora que lo pensaba un poco), no eran para él, no, el se conformaba con un regalo de vez en cuando, pero acompañar a la ojiazul de compras era una de las cosas más divertidas que recordaba de su juventud, si la chica se sentía de buen ánimo incluso dejaba a Ace escoger algún regalo de entre las compras para Dadan o Rouge... probablemente aquello era lo que más disfrutaba.

 

La cara de ilusión de su madre con algún prendedor para el cabello o el regaño por parte de su abuela que decía no necesitar aquellos pendientes nuevos pero que veía con aquellos con ojos cristalizados por las lagrimas que era demasiado orgullosa para dejarlos ver derramar eran, sin lugar a dudas, las mejores cosas que recordaba de aquella época, quizá había sido el querer ver más de aquellas expresiones lo que le había orillado a querer buscar ese dinero fácil ¿Como estarían ellas en aquel momento?

El estaba ahí, con mas ropa nueva para sí mismo de la que alguna vez había visto junta en toda su vida arremetida en bolsas de diferentes tiendas, una al lado de la otra sobre la mesa de centro, sentado en el sillón de la sala con las rodillas contra el pecho y absorto en aquella extraña visión solo podía pensar en aquellas dos mujeres que en verdad eran lo más importante para él, le habría gustado poder llamarles y no era que no tuviera los medios para hacerlo, simplemente no parecía capaz de reunir el valor de aquello.

El silbido a su espalda era lo que le había hecho salir de su ensimismamiento, no había notado en qué momento la chica que le hacia el aseo y aquel otro muchacho que a veces la acompañaba habían entrado en la habitación.- Valla, no puedo creer que Luffy-ya se halla encariñado tanto ya con su nueva mascota para llevarle de compras, lo siguiente que sabré es que te llevara a bañar y desparasitar.- había una cierta mordacidad bastante desagradable en aquel muchacho que por primera vez le dirigía la palabra justo para aquello, quería ignorarle como había hecho anteriormente pero sus puños comenzaban a cosquillearle.- Apuesto a que debes ser un cachorrito muy obediente para que te sacaran a pasear tan pronto.-

El pecoso nunca había sido alguien de mucha paciencia o temperamento controlado y la situación en la que estaba no era precisamente la mejor, su sangre se había encontrado hirviendo ya desde que aquel individuo hubiera abierto la boca y, antes de lo que podría haberse imaginado, antes de que el otro lo esperase y sin darle tiempo siquiera a gritar o quejarse su puño se había estrelladlo contra la quijada ajena, tirando a aquel chico ojeroso al suelo y encaramándose a él para desquitar la frustración que se había acumulado desde el principio de aquella situación en el siguiente golpe, sin darle oportunidad al contrario a defenderse.

De no haber sido por el familiar sonido del arma de fuego siendo cargada probablemente habría seguido golpeando a aquel flaco larguirucho hasta desquitar todo su resentimiento contra él, aquel sonido sin embargo le resultaba demasiado inconfundible y había hecho que detuviera la trayectoria de su nuevo golpe justo en el aire, volteando a ver a la pelinegra que le apuntaba con aquella pistola.- Tranquilo, se que Law es un idiota, pero no debiste dañar su "lindo" rostro, Doflamingo se molestara si no te detengo ahora.- había escuchado a Baby5 decir, el nombre de aquel rubio haciéndole temer más que el arma que sostenía aquella mujer... Joder, no salía de una y ya se estaba metiendo en otra, pero en su defensa era el tal Law quien se lo había buscado.


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Continuara

Notas finales:

Y Bueeeno~ ando un poco errática así que puede que no respete los órdenes de actualización por un tiempo~ pero igual seguiré actualizando muchas gracias por leer y los comentarios son apreciados <3

 

Gatito gordo, mientras yo escribo esto tu estas mimidito, espero tengas sueños bonitos y si no pondré una pequeña coneja de los sueños en tu almohada para que espante a las pesadillas.


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