Ed y Rose caminaron por la calle hasta llegar a la casa de su amigo Víctor, la música estaba a todo volumen, las persona bailaban, charlaban o bebían disfrutando del ambiente. Normalmente a Ed no le gustan tanto las fiestas, pero Víctor siempre le convencía de ir, después de todo, sus amigos estaban allí y le gustaba verlos y pasar el rato, además de que eso es justo lo que necesitaba en esos momentos.
Al llegar los recibió el rubio de cabello rizado. -¡ED, ROSE! Qué bueno que pudieron venir, hace un tiempo que no nos reuníamos todos.
-¿Qué hay Víctor? Veo que aun te gusta hacer fiestas cuando tus padres no están- Ed lo saludo mientras Víctor reía por su comentario. -¿Qué te digo? No tengo remedio alguno, pero dejemos eso a un lado, entren y disfruten de la fiesta, y cuando digo “disfruten“no hablo de que te emborraches Ed- Le dijo en tono burlón.
-Lo tendré en cuenta- Ed y Rose entraron a la casa, estaba hasta el tope de gente, como pudieron pasaron la multitud y encontraron a sus otros dos amigos, Mark y John. -¡Por fin llegaron! Esto comenzaba a ponerse aburrido- Comento Mark que estaba sentado en un sofá mientras bebía algo.
-No teman, el alma de la fiesta ya está aquí- Dijo Rose mientras señalaba con ambas manos a Ed en tono sarcástico. - Haha, muy graciosa Rose.
-Vamos chicos no seamos malos con Ed, el puede llegar a divertirse mucho en las fiestas- Dijo John quien se levanto a saludarlos. –Gracias John.
-Cuando estás ebrio, claro está- Todos se rieron del comentario de John, incluso Ed que intentaba poner una expresión seria. Sus amigos eran así, no le enojaba que lo molestaran de vez en cuando, estaba feliz de pasar un rato con ellos.
Todos se sentaron a conversar y ponerse al corriente de la vida de los demás, sabían que Helen dejo a Ed así que evitaron tocar el tema aun, pero fuera de eso charlaron de todo, bebieron un poco y vieron como John “bailaba” sobre la mesa. -¿No se supone que quien se emborracharía seria Ed?- Comento Mark a Rose en voz baja a lo que la peli-rosa solo se rio.
Todo iba de maravilla, hasta que cierta pelirroja apareció. Helen estaba no muy lejos de ellos charlando con su nuevo novio muy cariñosamente, todos vieron la escena y de inmediato comenzaron a murmurarse entre ellos.
-¿Qué hace aquí?- Menciono Rose molesta a lo que Mark le respondió. –Víctor no la invito, pero ya sabes cómo es esto de las fiestas, uno invita a alguien y ese alguien invita a otros cien. Ed no quería ver esa escena pero era inútil, sentía como su pecho se oprimía con fuerza, ya habían pasado semanas y aun le pesaba, se dio cuenta que le costaría mucho trabajo olvidarse de ella.
-¡Oye tu! ¿Qué haces aquí?- Rose se había levantado de su lugar y se dirigió a la pelirroja con furia. –Rose, ¿Qué te sucede?- apenas Helen dijo esto Rose le echo su bebida encima a la chica que termino empapada. -¡¿Estás loca?!- le grito Helen. Ahora las dos chicas eran el centro de atención de todos en la fiesta. Rose estaba a punto de abofetear a la pelirroja cuando Ed la detuvo.
-¡Vasta Rose! No necesito que hagas esto- Rose solo se molesto más. – ¡Esta mocosa no se merece que la defiendas Ed!
-Dije que vasta, no voy a pelear contigo Rose así que cálmate- Rose tuvo que contener las ganas de arrancarle la cabellera roja a Helen, su nuevo novio la tomo de los hombros y miro a Ed con una sonrisa sínica.
-¿En serio con eso salías?- Ed no dijo nada, su mirada estaba completamente helada, como sospechaba él era demasiado poca cosa para Helen, ahora si sus sentimientos se habían roto. Helen y su novio se fueron de allí de inmediato pero Ed ya no estaba de ánimos de nada, antes de que lo detuvieran salió de la fiesta dejando a Rose y los demás sorprendidos y molestos por lo que paso.
Ed caminaba rápidamente por la calle sin rumbo alguno, estaba molesto, pero no con Helen sino consigo mismo, ¿Por qué no solo se olvidaba de ella y lo superaba? Ella se olvido de él tan rápido ¿por qué él no podía? Casi comenzaba a correr cuando la primer gota de agua cayó en su cabeza, lo que le faltaba había comenzado a llover. Se resigno a volver a casa, quería dormir, dormir y olvidarse de todo.
Caminaba cerca de un callejón cuando vio a unos tipos salir corriendo de allí, le pareció sospechoso y echo una mirada. Habían golpeado a alguien que estaba tendido sobre el suelo. -¿Estás bien?- Dijo mientras corría a ayudar a la persona, esta levanto la vista lentamente. -¿Ed?– Era Owen, su voz se escuchaba débil, tenia algunos golpes en la cara y el cuerpo. -¿Qué fue lo que te paso?- Casi en cuanto dijo esto Owen se desmayo. Ed no sabía que paso pero no lo dejaría allí, lo cargo en brazos y se lo llevo a su casa lo más rápido que pudo.
Owen despertó a causa del ardor en su mejilla. – ¡AUCH! ¿Qué? ¿Ed?- se despertó confundido, estaba recostado en la cama de Ed mientras él le curaba las heridas del rostro con un algodón y agua oxigenada. –Quédate quieto, si no lo hago se infectaran- Owen se sentó en la cama y dejo que Ed le curara las heridas, parecía nervioso pero no decía nada.
-Dime, ¿Qué hacías en el callejón y por qué esos tipos te golpearon? –Owen se quedo en silencio, pero la mirada insistente de Ed lo hizo hablar- No lo sé, solo me jalaron del brazo y me llevaron allí, tal vez querían asaltarme, pero yo no cargaba con nada en ese momento- La historia no sonaba del todo creíble para Ed. -¿Seguro?- Owen asintió con la cabeza a lo que Ed decidió creer en él. –Listo, las de tu rostro ya están pero faltan las de tus brazos.
-No, está bien con eso gracias- A pesar de que dijo eso Ed sabía que sus brazos estaban heridos, unas pequeñas manchitas de sangre en su suéter lo delataban. –Deja de jugar y quítate el suéter- Owen se cruzo de brazos y desvió la mirada pero a Ed no le importo su opinión y comenzó a quitárselo. -¡Espera, no!- Owen se puso nervioso pero Ed no se detuvo. –Solo quiero ayudarte niño, coopera- Después de forcejear un rato logro quitarle el suéter mostrando la piel pálida de Owen. Llevaba una camisa negra sin mangas que dejaba parte de su piel expuesta, por alguna razón Ed se le quedo viendo largo rato lo que puso nervioso a Owen e hizo que se intentase cubrir con sus brazos mientras su rostro se tornaba en un rojo intenso.
-Deja de verme así, lo sé, soy un debilucho pálido, enano y sin chiste, pero no tienes que quedarte viéndome así- Owen estaba demasiado a la defensiva, la verdad es que Ed no lo miraba como él decía, más bien le gustaba lo que veía. Intentaba no verlo tanto o no ser tan obvio pero no podía, las cosas se ponían raras.
-Mira, solo cálmate ¿sí?, déjame terminar mi trabajo- Al final Owen le obedeció y extendió sus brazos para que desinfectara los rasguños que tenia y ponerles curitas. – ¡Listo! ¿Vez? No fue tan difícil- El albino hizo un puchero inflando sus mejillas. –Bien ahora dame mi suéter- Ed negó con la cabeza. –Está lleno de tierra y sangre, lo lavare y mañana lo tendrás listo.
-Pero… ¿Qué se supone que use por mientras?- Ese niño parecía no poder vivir sin ese suéter. –no lo necesitas, solo duérmete con lo que llevas, mañana estará limpio- Ed se levanto y salió de la habitación para llevar el suéter a la lavadora. -¿Dormir aquí?- El pequeño albino se puso nervioso ante aquella propuesta, pero tomando en cuenta la hora y que afuera llovía parecía no tener otra opción.
Mientras Ed metía el suéter del niño a lavar no pudo evitar recordar la imagen de Owen sonrojado usando esa camiseta sin mangas que dejaba mucho a la imaginación según él. De inmediato sacudió su cabeza ¿Qué le pasaba? Owen era un chico, uno menor de edad además, ¿Cómo podía pensar en el de esa forma? Definitivamente estaba perdiendo la cabeza. Dejo lavando el suéter y regreso para tomar una cobija y una almohada de su habitación, dormiría en el sofá esa noche.
Cuando llego le sorprendió ver a Owen dormido y abrazando el conejo de peluche que había comprado para Helen. Por un momento la imagen de ella llego a su mente pero fue rápidamente opacada por lo que miraba en ese momento, no pudo evitar soltar una risa y suspirar al ver como el albino abrazaba al conejo como un niño pequeño, lo cubrió bien con la cobija y se retiro para dejarlo descansar no sin antes echarle un último vistazo al niño espacial que abrazaba al conejo de la luna.