Jongin está un tanto nervioso.
Siente el corazón subírsele hasta la garganta, impidiéndole respirar adecuadamente y generando que un dolor se expanda por todo su pecho. Su mano comienza a temblar y deja el lápiz negro, levantándola despacio, con calma, dirigiéndola sigilosamente hacia la otra punta, de ese modo acercándola hacia la de Chanyeol. Éste está distraído, pintando con su mano izquierda un dibujo que le dio su profesora la última clase, con su rosada lengua salida unos escasos centímetros hacia afuera; la mano derecha está al alcance de Jongin y el corazón palpita en su esófago. Entonces traga con fuerza y antes de que pueda acariciar las falanges ajenas, el más alto se sobresalta y golpea su mano con un lápiz de color rojo.
—¡Está bien, Chanyeol! —asegura Jongin en voz alta. Ignorando el ardor en la zona golpeada, lo toma del rostro y lo obliga a mirarlo, mientras repite esas tres palabras, abriendo grande su boca y alejando una mano para mostrar su pulgar arriba, asegurando que todo está bien, sólo soy yo, Jongin.
Chanyeol cambia rápidamente su expresión de espanto por una de alegría y sonríe, abrazando a su amigo, dejando de lado el hecho de que se encuentra en una biblioteca y todas las miradas caen sobre ellos.
Las mejillas de Jongin cambian repentinamente de color y siente el cuerpo liviano entre los brazos de su amigo. Pero necesita ser rápido antes de que la campana suene, así que, con cierta dificultad, se deshace del conjunto de brazos y puede sentir nuevamente los pies sobre la tierra cuando su gran amigo lo suelta y acepta su mano, mientras mete todas sus cosas en la mochila y lo saca de allí, apurado y nervioso, muy nervioso.
Todo el alumnado observa curioso y, algunos, molestos cuando Kim Jongin los golpea para pasar, con el tiempo escaso corriendo con velocidad y Park Chanyeol tomado del brazo, el último sonriendo tontamente a todo aquel que le echa una mirada de más segundos que lo normal.
Finalmente, ambos amigos llegan al laboratorio de química, donde Jongin sólo suelta la mano de Chanyeol para abrir la puerta, así luego vuelve a tomar la diestra ajena y lo introduce al interior de aquel salón repleto de frascos, dos enormes pizarrones lleno de moléculas y más que algún esquema de un hidrocarburo aromático.
Jongin toma aire y suelta a Chanyeol, buscando con miedo un arrugado y desgastado papel en el bolsillo de su campera, el cual abre y sacude, sólo para distraerse con el tranquilizador sonido del papel golpeándose contra el aire del ambiente.
Con la confusa mirada de Chanyeol sobre él, Jongin se aclara la garganta y prepara su boca para comenzar a liberar un rio de palabras plasmadas en esa simple hoja de papel.
Chanyeol:
Comienza y el mencionado sonríe porque ese nombre sí logra descifrarlo leyendo los labios de su amigo. Jongin cierra sus ojos y los vuelve a abrir para proseguir.
La primera vez que te vi, fue en primaria, eras nuevo y la maestra te presentó ante todos como el "niño especial" que todos debíamos tratar como a uno más. Yo no entendía qué ocurría contigo hasta que lo supe, años más tarde. Y, aun así, no entiendo hoy en día qué hay de malo contigo, porque para mí eres perfecto.
La primera vez que te dirigí la palabra, me miraste con una sonrisa en tu rostro y me hiciste unas señas que no logré entender, por lo que entré en pánico y me fui lejos de tu lado, creyendo que estabas loco.
Y la primera vez que toqué tu brazo, fue ese día que te alejé de los idiota de quinto años que se burlaban de ti porque ellos estaban ciegos y no eran capaces de ver la belleza que escondes dentro de esos ojos que tienes y ¡tu sonrisa!, tú no escondes demonios, tú escondes ángeles, unos hermosos ángeles que me hacen querer permanecer toda mi vida junto a ti.
Yo sé...soy consciente de que tú no puedes entender nada de lo que estoy diciendo; sé que, día a día, no puedes oír mi voz ni yo puedo oír tu voz, pero no me importa, Chanyeol. Soy realmente feliz con tan sólo tener tu sonrisa, tus ojos, tus manos moviéndose y formando palabras para que pueda entenderte, tus abrazos, tu calor...soy realmente feliz teniéndote a ti, Chanyeol, que no me importa que no puedas oírme, que no puedas hablarme más que con señas. Yo te defenderé siempre de los que intenten lastimarte o burlarse.
Porque te amo. Demasiado. Y ésta es la forma más cobarde de demostrarte mis verdaderos sentimientos, pero no seré capaz de soportar perderte.
Por favor, no me dejes, nunca. Mantente una eternidad entera junto a mí, aunque sea en silencio, mantente conmigo siempre."
Cuando los labios de Jongin dejan de moverse y sus manos temblorosas permiten que el papel se deslice hacia abajo, hacia el suelo, es cuando Jongin decide levantar la vista y fijarla en el rostro confuso de Chanyeol.
—Perdón —se disculpa en señas y articulación vocal, apretando sus labios para impedir que algo más se escape de su boca, dejando que sus nudillos se tornen blancos por la presión—, pero esto es lo que siento.
No logro entender por qué te disculpas, Nini le informa Chanyeol rápidamente con sus manos y se acerca a él, tomando la carta del suelo y extendiéndosela, pero su amigo la toma y la vuelve a lanzar al suelo, dejando que sus dedos se apoderaran de la muñeca fría de Chanyeol.
Jongin traga saliva y, tras un pensamiento fugaz que pasa por su mente, el lado impulsivo de su cerebro toma el control y lo hace sonreír con nerviosismo ante de que sus resecos labios se posen sobre el fino labio inferior de Chanyeol.
Es un beso casto y cargado de sentimientos, emociones ocultas por meses que, finalmente, son liberadas, experimentando el sentido del tacto y explicando sólo de ese modo lo que a Jongin le tomó en trecientas palabras.
Y eso Chanyeol lo entiende a la perfección.