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SIETE MESAS A LA DERECHA por Mashet_Engel

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Notas del capitulo:

A veces deseo tanto algo, que me es difícil discernir entre la realidad, donde no lo poseo, y la fantasía, donde es completamente mío.

:::::::…… SIETE MESAS A LA DERECHA …..:::::::

 

 

“Aprietas los parpados y frunces la nariz de manera graciosa, antes de permitirme observar de nuevo tus hermosos ojos azules.

 

Un par de mis dedos traviesos escala por la perfección de tu cuello hasta tu acalorada mejilla.  Quieren comprobar si es real el lindo bermellón que orgullosas ostentan.

 

Uno nuestros labios de nuevo, en un beso apasionado y necesitado, buscando aumentar tu temperatura corporal, hacerte olvidar los complejos y que te dejes llevar por el instinto irracional.

 

- Ahhh -

 

Incapaz de ser reprimido, un largo gemido escapa de tus labios y es sofocado en mi garganta, mientras tu cuerpo es sacudido por múltiples escalofríos placenteros que erizan tu piel.

 

Hechas la cabeza hacia atrás, dándome mas piel para conquistar y mi lengua ansiosa no se hace del rogar para salir a inspeccionar el antojable terreno.

 

Una de mis manos descansa en tus caderas mientras que su gemela, incapaz de mantenerse quieta, se desliza insinuante por tu esbelta silueta, en un intento por memorizar cada una de las sutiles curvas que componen tu hipnotizante figura.

 

Y mientras vuelvo a recrearme en la acalorante humedad de tu boca, mis dedos deslizan, veloces y ansiosos, los botones de tu camisa fuera de sus ojales.

 

En corto tiempo, demostrando así lo eficientes que son el la tarea de desvestirte, deslizan sagaces la molesta prenda por tus hombros.

 

La blancura de tu piel de porcelana y la sinuosa curvatura de tus hombros, deleitan mis pupilas.

 

Un amplio pecho de pálido color en contraste con la piel de mis manos de un color más tostado, que me recuerdan a la canela espolvoreada sobre blanca espuma de leche.

 

Fuertes pectorales de músculos sutilmente marcados, de una suavidad completamente apreciable a simple vista. 

 

Sonrosados pezones resaltando en lo aterciopelado de tu piel.

 

Mis dedos apresan una de tus tetillas, mi boca presurosa se acerca, mi lengua sale tentativamente, deseosa de probar la suavidad y dulzura de tus pezones.

 

Alterno mis atenciones entre uno y otro.  Endureciéndolos en tiempos iguales, mientras tú premias mis esfuerzos con roncos gemidos que brotan de tu garganta, gemidos que van subiendo de intensidad, como lo hace la marea en las noches de luna llena.  Pareciera que compiten entre ellos en profundidad e intensidad.

 

Tus crispadas manos cobran vida repentinamente, apresan mi ensortijada melena rubia, tirando de ella hacia abajo.

 

Sonrió ante tu ansiedad.  Mi boca abandona tu pecho para, con un suave movimiento deshacerme del apresamiento de tus manos y poder contemplar tus orbes azuladas empañadas de deseo.

 

Se lo que deseas, por que yo deseo lo mismo, solo que tal vez con mayor intensidad y movido por un profundo y sincero sentimiento.

 

Tus labios sobre los míos no logran borrar la sonrisa que los curva, pero si logran con eficiente rapidez que mis manos se movilicen.

 

Parto el beso y me deslizo por tu cuello, pecho y tórax.  Siempre e tenido una duda y es hora de complacer mi curiosidad.

 

¿Cuánto mides?

 

¿1.80? ¿1.83? no tengo ni idea, pero es un dato del cual pronto me haré conocedor.

 

Midiendo beso a beso la extensión de tu estatura derrapo por tu pecho y llego a tu abdomen, donde encuentro un adorable ombligo en el que me sumerjo vorazmente.

 

- Milooooo ……….. Mmnnh……. -

 

Gimes deliciosamente mi nombre y tus manos apresan nuevamente mi melena, la cual tironeas desesperado en un intento por controlar toda la excitación que bulle en ti.

 

No eres el único, yo mismo me siento ansioso por liberarme del asfixiante jeans que aprisionan mi erección.  Mi sangre hierve y mi cabeza palpita al mismo ritmo que mi entrepierna.

 

Con una última succión, ofrezco una tregua a tu ombligo para alzar la vista y toparme con tus ansiosos ojos.

 

Entreabres los parpados, permitiendo a tus hechizantes zafiros lanzar sus sortilegios sobre mis encandiladas esmeraldas, cuya pupila baila ansiosa al ritmo que le marcas con tus pestañeos.

 

Succionas tu labio inferior para seguidamente morderlo y clavas tu excitada mirada en mí, en un mudo ruego de que continué y calme con mis labios el calor que parece querer consumirte y del cual, para mi regocijo, soy culpable.

 

Deposito acalorados besos alrededor de tu ombligo y dejo un rastro de saliva en mi descenso por tu vientre.

 

Pero algo frena mi avanza.

 

Disgustado compruebo la existencia de un despreciable cinturón que se ciñe a tus caderas y mantiene a tu pantalón en su lugar.

 

Veloces, mis manos me asisten en la nada despreciable y hasta honorable tarea de deshacerme de ese inmundo accesorio que se atrevió a intentar detenerme.  Solo pocos minutos y pronto es arrojado a algún lugar oscuro y olvidado pronto.

 

Tu ropa interior sufrió la misma suerte y por fin puedo contemplar tu figura en toda su esplendorosa desnudes.

 

Relamo mis labios y mis manos apresan tu miembro erguido.  Entreabro los labios, acercándome de a poco.

 

Debes ser delicioso.

 

Tus labios se abren nuevamente, enfocas tú vista en mí mientras balbuceas palabras ininteligibles que pronto toman forma en mi cabeza.

 

- Señor…… Señor…. -“

 

 

 

- Señor…… Señor…. – levantó la vista encontrándose con los castaños ojos del mesero. - ¿Le sirvo algo más, señor? -

 

Giró la cabeza enfocando la vista varias mesas más adelante.  Justamente en donde una pelirroja melena sobresalía de las demás.

 

- No, gracias – Extrajo un billete de su cartera y lo coloco en la mesa. – Quédate con el cambio, chico -

 

Siete mesas a la derecha, un pelirrojo francés charlaba animadamente sin saberse el protagonista de las locas fantasías del rubio que en ese momento se marchaba.

 

 

:::::::…..  FIN …..:::::::


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