10
Me iré. Pero te prometo que volveré...
Ambos jóvenes despertaron luego de varias horas de dormir. Sus cuerpos se encontraban juntos, abrazados. Se separaron, y se sentaron viendo hacia el frente, soltando uno que otro quejido por su cuerpo acalambrado.
—Pudiste tener la decencia de llevarme cargando a la cama, ¿sabías?— dijo Vegeta con un poco de burla.
—Es cierto—dijo nerviosamente mientras se rascaba la nuca.
—Oye... —dijo y se sonrojó—. Ehm… te amo... —susurró algo apenado.
—Yo también te amo, Vegeta—le dijo sin pena alguna. ¿Qué vergüenza podrían tener, si ya hasta se habían visto completamente desnudos y sentido los lugares más profundos de su cuerpo?
Goku se puso de pie y cargó al menor. Lo colocó sobre la cama delicadamente y se acostó encima de él. Lo besó en los labios y se quedó viendo sus hermosos ojos color negro.
—¿Qué tanto me ves? —preguntó nervioso ante la penetrante mirada del mayor. Era un poco incómodo para él ya que seguían sin ropa, cosa que no parecía afectarle al más alto. Bueno, también había que reconocer que ese idiota con peinado de palmera era un desvergonzado y siempre había sido así.
—Nada, es sólo que... —no pudo terminar de hablar, un pitido inundó la habitación—. No... —murmuró al darse cuenta de qué era eso.
Siempre llevaba un llavero en forma de cachorrito dálmata amarrado en el pantalón. No era uno común y corriente, era una alarma, la cual siempre había permanecido en silencio como si estuviera apagada.
—¿Qué pasa, Goku? —preguntó confundido ante su gran preocupación.
El aludido bajó de la cama y tomó ese llavero. Volteó a ver a su novio y se acercó para abrazarlo. Besó su cabeza y acarició su cabello constantemente, inquietando al más bajo.
—¿Qué ocurre? ¡Habla de una vez!—exigió, sintiendo algo de temor.
—Dábura escapó de su prisión.
—¿Quién demonios es Dábura?
—Hace millones de años, las criaturas de amor tuvieron una gran batalla con unos demonios anti-amor. Su líder era Babidi, hijo de Bibidi, padre de Buu. Él y otros demonios juraron lealtad eterna a la causa, siempre cumplirán su objetivo, a pesar de que los líderes ya murieron. Ellos hacen que las personas odien a otras; al igual que cupido sólo dura unos días u horas. Pero han arruinado muchas relaciones a causa de eso. Tengo que ir a detenerlos...
—¿Y si es peligroso?
—Es mi obligación—murmuró con decisión. Se acercó más a su rostro y juntó sus frentes, lo tomó del rostro con ambas manos—. Sabes que te amo. Volveré. Tendré mucho cuidado, te lo prometo. Cuando regrese podremos estar juntos y nadie nos separará.
Tras decir esto, lo besó en los labios. Vegeta sintió sus ojos llenarse de lágrimas, se esforzó por no comenzar a llorar pese al dolor, no quería alejarse de él. Goku besó su frente, causando que aquellas lágrimas cayeran, las limpió cuidadosamente y se puso de pie. Se acercó a la ventana, dispuesto a comenzar a volar.
—¿No piensas vestirte? —le dijo el menor con una sonrisa divertida, aunque los residuos de lágrimas seguían en su rostro.
—¿Eh? —no se había percatado de su desnudez, así que inmediatamente se vistió—. Sólo tú puedes verme sin ropa—dijo, causándole un gran sonrojo—. Tengo que irme.
—Goku.
—¿Sí, Vegeta? —preguntó volteando a verlo.
—Te esperaré todo el tiempo que sea necesario. Te amo.
—Yo también te amo—dijo finalmente y salió volando por la ventana.
Vegeta se puso de pie, tenía que ducharse y después limpiar el piso que estaba lleno de la evidencia de sus actos. Al querer dar un paso cayó de rodillas, sentía cómo ese líquido blanco resbalaba lentamente por sus piernas. Volvió a ponerse de pie e intentó caminar hacia el baño que había en su habitación. Sentía muchas punzadas en su entrada, pero no se quejaba; después de todo le había gustado mucho esa experiencia y además había sido la muestra de cariño más pura que tuvo con su novio.
Al entrar y quedar bajo la regadera abrió la llave del agua. Sentía cómo recorría su cuerpo ese líquido transparente, cómo caía desde su cabellera hasta sus pies. Lavó cuidadosamente cada centímetro de su cuerpo y salió.
No podía caminar, pero tenía que ocultarlo, incluso aunque sea complicado. Logró limpiar el suelo de su habitación. Oler ese aroma que se conservaba dentro lo hacía recordar todo lo ocurrido, sintió cómo sus mejillas ardían y adquirían un tono carmesí de sólo pensar en esos movimientos impúdicos y los gemidos que salían de su garganta por sentirse invadido de esa manera.
Tomó una bocanada de aire para relajarse. Iba a bajar a la cocina, pero se mareó un poco repentinamente, su vista se nubló, poco a poco iba perdiendo el control sobre su cuerpo. Cayó desmayado al suelo.