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Quebrados por Jesica Black

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Capitulo 13
Los meses que pasan

 

Y los meses pasaron, Camus ya entendía que no se encontraba solo en este mundo, su vientre había crecido demasiado, a niveles insospechables y estaba a punto de dar a luz al que sería su primer y único hijo. Luego del dolor que sintió por perder a Milo gracias a su estupidez, no estaba en sus planes comenzar una nueva pareja, siquiera tener más hijos.
Ese día, como siempre, se levantó, le había costado bastante dado que su volumen era diferente ahora. Fue ayudado por su hermano menor quien le miraba con una sonrisa socarrona, obviamente él no sabía lo que era estar embarazado. 
Se peinó, cambió y dispuso a bajar las escaleras, mirando de a poquito las gotas de rocío en los vidrios junto a la escalera. Sintió un pequeño dolor, puntazos en el vientre, pero no era nada al lado de los dolores de las fuertes contracciones que solía sentir durante la noche. Tomó su desayuno como solía hacerlo, mientras escuchaba a Kardia quejarse de la televisión, era cotidiano que su padre se quedara a dormir ahora, además que el perrito se había trasladado con él al igual que su ropa y restos de sus cosas, pero Dégel continuaba con el discurso de: a la primera que te mandas, te meto una patada de nuevo a tu departamento. Aunque eso nunca pasaba.

Pasada las once de la mañana los pinchazos fueron aumentando, prácticamente no podía pararse del sofá y apenas respiraba un poco sentía un terrible dolor en su bajo vientre. Los doctores, en sus estudios mensuales, solían comunicarle que el bebé se movía constantemente allí dentro y por eso sentiría molestias y patadas, pero ahora el dolor era terrible.

—¡Brendan! —Alertó cuando vio a su hermano paseándose mientras tomaba un helado de palito—. ¿Está papá arriba?

—No, recuerda que se fueron al mercado —se acercó metiéndose toda la paleta helada en la boca—. Quesh qfers….

—¡Quítate eso de la boca y habla apropiadamente! —criticó, el más joven bufó molesto y se lo sacó.

—Dije ¿qué quieres?

—Nada, nada, es solo que me duele un poco, el bebé anda molesto —inmediatamente el más joven se acercó sonriente, clavó sus rodillas en el sillón sentándose en este y le tocó la panza—. ¿Qué haces?

—Quiero sentir al bebé moverse. ¡wooo, wooo….se está moviendo!

—Creo que eso fue lo que dije —sonrió, luego una pequeña carcajada escapó de los labios de Camus.

—¿Quieres que llame a mamá por teléfono?

—No, tranquilo, no es algo muy fuerte….—a pesar que Camus intentaba calmar a su hermano menor, este no parecía demasiado conforme, aunque no tuvo mucho tiempo para pensar, pues el timbre sonó estrepitosamente.

—¡Oh! ¡Ya voy! —gritó, se levantó del sillón.

—Ay, el susto que me pegó el timbre casi hace que el bebé se me salga —susurró tocándose el vientre.

Camus volteó para ver desde el living y cuando la puerta se abrió notó al gamberro novio de Brendan, Zaphiri Sifakis, el cual arrojó el cigarro que estaba fumando y abrazó a Brendan para darle un muy apasionado beso que el chico correspondió. Desde donde estaba, se notaba el hambre del muchacho por mantener relaciones sexuales, no por nada tenía veintidós años, las manos del mayor bajaron hasta los glúteos del menor e inmediatamente Camus interrumpió la escena con un carraspeo. Zaphiri se alertó por la llamada de atención, creyendo que era Kardia y se separó abruptamente del muchacho.

—¡Oh, Camus, eras tú! —Pasó limpiándose las botas en el tapete—. Casi me matas del susto, pensé que Kardia me había descubierto nuevamente.

—Tienes suerte, ¿desde cuándo le tocas el trasero a Brendan cada vez que le besas? —preguntó con el ceño fruncido, Zaphiri sonrió de costado y entró, caminando lentamente hasta el sofá.

—No lo sé…. ¿dos semanas?

—No lo hagas más —respondió en seco, casi con agresión en sus ojos, Brendan cerró la puerta.

—Oh, vamos, no es tan malo —dijo el menor de los pelirrojos acercándose a su hermano—. Zaphiri me cuida…..además tú no hacías nada de eso y mira cómo has terminado —le señaló.

—Bueno, eso fue por otras circunstan…..aaaay —se tomó el vientre por el dolor.

—¿Sucede algo? —preguntó sorprendido el pelinegro.

—Tiene contracciones, el bebé se está moviendo mucho…

—Es mejor que vayas a una clínica, el novio de mi papá tuvo uno de esos y de repente ya estaba dando a luz al bebé…—señaló inquieto, Brendan miró a su novio.

—¿Y qué hacemos?

—Lo primordial, debes respirar….inhala…..exhala….—susurró acercándose a Camus, pero el que respiraba era Brendan—. Tu no, Brendan, el embarazado.

—Oh, perdón….

—¡Sé respirar! Llamen a emergencias….—se tomó el vientre y frunció su cara, Zaphiri inmediatamente se abalanza hacia el primer teléfono mientras Brendan se queda junto a su hermano tomándole la mano.

—Tranquilo, hermano, todo estará bien ¿quieres que llame a Milo?

—No lo sé….aaagh…. ¿por qué me duele tanto? —preguntó y se miró abajo, estaba completamente seco.

—Tranquilo, todo estará bien.

 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

—¡Qué casualidad encontrarnos aquí! —comentó Manigoldo mientras llevaba a su hija menor en brazos, la mayor estaba escuchando en su celular música y Albafica arrastraba el changuito del supermercado.

—Menos mal que no estaba comprando algo que me avergonzara —masculló Kardia mientras sonreía.

—¿Qué hacen por aquí? —preguntó Dégel, una pregunta estúpida dado a las circunstancias.

—Oh, nada, queríamos ver como estaba el día —bromeó Manigoldo y acomodó mejor a la nena.

—Papi, papi, mira….—señaló un dibujo de princesas.

—Sí amor, ya la vi —suspiró el mayor—. Me tienen los huevos al plato con las princesas de Disney.

—Bueno, tú culpa por tener puras niñas.

—Pero la tercera es la vencida —acarició el vientre ligeramente abultado de Albafica—. Tiene que ser la vencida, sino, no me dará el pulmón para otro más.

—¡Bah! Como si no te oyera entrarle a tu esposo en el servicio del gym, Mani —comentó Kardia, descarado.

—¿Darle a mami qué, papi? —preguntó la pequeñita Bianca, Kardia comenzó a reír mientras Dégel le miraba de costado.

—No deberías decir esas groserías estando una menor cerca —cruzó los brazos el peliverde.

—Oh, no te preocupes, escucha siempre el chirrido de la cama durante las noches —comentó Manigoldo—. Nosotros le decimos que son los monstruos que viven bajo la cama.

—Y ahí van dos años más de terapia —susurró Albafica.

—Vamos, hoy los niños ven mil cosas peores con eso de la internet, escribes porno en el buscador y ya te salen todas esas cochinadas —divulgó Manigoldo.

—Cochinadas que no hace mucho mirabas —respondió el peliazul.

—¿Qué es porno? —nuevamente la pequeña hizo alusión a una palabra, Kardia volvió a reír.

—Nada hija, es cosa que hacen los grandes —bufó Manigoldo—. Ya deja de reírte de esto, verás que cuando nazca tu nieto aprenderá todas esas cosas y te querrás matar.

—Pero ya no es mi problema, no es mi hijo —cruzó los brazos, Giannina se acercó, quitándose un auricular.

—Papá, es tarde, tengo clases….—murmuró la joven.

—Cierto, bueno debemos dejarte, debo llevar a estas dos princesas a sus clases de ballet y danza folclórica, así que nos vemos —Manigoldo se va, siendo seguido por un muy divertido Albafica.

—Sabes, hablando de Manigoldo y su sex appeal hasta por las nubes, ¿no te parecería divertido ir a entretenernos en los servicios públicos?

—Kardia, no somos adolescentes, eso solíamos hacerlo a los quince años, ahora somos adultos responsables….

—¿Das el alerta tú o lo hago yo? —sonrió.

—Lo hago yo, tu eres un despiste….—y dejando sus cosas en el carrito a un lado del baño de servicios, entraron para cerrar la puerta con seguro.

 

Los besos no tardaron en aparecer y las manos en recorrer cada palmo del cuerpo del otro. A Dégel le encantaba que Kardia le haga vibrar como si fueran adolescentes y no era diferente a esa época, se podía sentir como el calor aumentaba al igual que otras partes de su cuerpo. El peliazul levantó una de las piernas al nivel de sus caderas para apoyar más una erección contra la otra y frotarlas de forma animal. Dégel acariciaba el cabello ajeno mientras intentaba desprender la camisa con la otra mano. El calor no paraba de aumentar, y los gemidos se hicieron presentes con los movimientos de pelvis. Estaban a punto de alcanzar la sima y tirarlo todo para tener sexo ardiente allí dentro, apretujados, cuando el celular de Dégel sonó. Kardia pidió que no lo tomara pero inevitablemente ante la insistencia del mismo lo agarró y vio el mensaje de Brendan.

—Es un mensaje de Brendan —susurró para leerlo, Kardia se alertó—. Dice que Camus está por dar a luz.

—Que inoportuno….

—Vamos Kardia —no dudó un segundo en apartarse de su marido, aun con todo el calor que tenía, se le bajó al saber que su hijo estaba en apuros, sin lugar a dudas, su bebé le necesitaba.

 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

Habían ingresado en el hospital hacía unas pocos minutos, seguramente pasaba de y media y sus padres aún no habían llegado. Brendan se intentó comunicar por todos los medios con ellos pero ninguno de los dos respondían, por lo que optó mandarles un mensaje directo. Zaphiri mientras tanto le había costado horrores por la terrible señal dentro del lugar pero al fin había dado con Milo, quien abandonó su clase de derecho civil y comercial, para ir corriendo al hospital de la zona al saber del nacimiento de su primogénito.
Pasado otra media hora al fin recibió la respuesta de su madre diciéndole que iba en camino, pero seguramente este mensaje debió llegar tarde porque al girar su cabeza vio a los dos entrando rápidamente. Ambos con un aspecto lamentable, traían la ropa desacomodada y los labios hinchados, Brendan se hizo una idea de lo que pasó.

—¿Les informaron algo?

—No, sólo que estaba en trabajo de parto hace media hora, le harían cesaría por obvias razones —suspiró y miró su celular para ver la hora—. Ya el bebé debió haber nacido.

—¡Qué emoción! No sentía esto desde que Krest tuvo a Erin, fue un momento tan hermoso.

—¿Erin? —preguntó Zaphiri sorprendido—. ¡Oh, claro, Krest está saliendo con mi papá!

—¿Cómo? —preguntó Brendan abriendo la boca muy grande, Zaphiri le comentó que hacía muy poco se había tenido una comida familiar con su hermanito y su “madrastra”, le causó mucha curiosidad ver su rostro, ya lo había conocido—. ¿Te diste cuenta recién hace unos meses que mi tío y tu madrastra eran la misma persona?

—No soy bueno reconociendo gente…..

—¿Familiares de Camus Antares? —un doctor sale del quirófano mientras se saca los guantes de látex ensangrentados, Brendan lo mira con espanto, pero Dégel intenta calmarlo diciéndole que era normal aquello.

—Aquí estamos —habló Kardia.

—Felicidades, nació Ian…. ¿Gemini? ¿Es así? —preguntó el hombre, Kardia suspiró y afirmó resignado—. En unos minutos Camus se alojará en la habitación ciento quince. Estará bajo observación médica al menos 48 horas, luego tendrá que cuidar los puntos de la cesaría y venir a controles periódicos con el bebé.

—Gracias señor….—agradeció Dégel haciendo una reverencia.

 

El hombre se fue y los cuatro ingresaron a la habitación asignada, esperando a la “mamá” y su bebé. No tardaron mucho hasta que lo desplazaron en silla de rueda, estaba solo, ya que el pequeño se encontraba en controles pediátricos como era lo común. Una vez que los enfermeros lo ayudaron a colocarse en la cama, se retiraron sin antes anunciarle que el bebé lo traerían en unos minutos. Camus se veía cansado y nervioso.

—¿Estás bien, hermano?

—Sí, pero no puedo estar tranquilo hasta que no vea a Ian —susurró angustiado, miró para ambos lados.

—Tranquilo, cariño, están bañándolo y haciéndole los controles para ver su estado de salud, te lo traerán en un momento —intentó relajarlo Dégel, él sabía más que nadie lo que era estar preocupado por su bebé.

—¡Ya quiero ver al pequeñito! —el menor de los Antares parecía el más emocionado, aún más que la madre, y no paraba de saltar ideando las miles de cosas que podría enseñarle al pequeño.

—Me olvidé de todo lo que iba a regalarte, ni siquiera un baby shower pudiste hacer —comentó Zaphiri reclinándose en una pared.

—Bueno, lo importante es que todos están aquí.

—¡Con permiso! —una enfermera entró con un carrito-cuna, allí había una bolita blanca envuelta en una cobijita color azul, Camus brilló en sus ojos al notar ese mechón rubio que sobresalía de su hijo—. Ian quiere conocer más a mamá y sus familiares —le tomó con cuidado para depositarlo en los brazos de Camus.

—Es hermoso —murmuró Dégel, sentándose junto a su hijo—. Es muy parecido a ti cuando naciste, Cami, ¿verdad, Kardia? ¿Verdad que se parece?

—Por supuesto —la sonrisa de los labios del vuelo abuelo no podían más.

—Me dan tantas ganas de tener otro….—susurró el peliverde abrazándose, dado a este gesto Kardia se acercó y le besó la cabeza.

—Si tanto deseas podemos intentarlo, aun te quedan dos años más todavía….

—¿Cómo es eso? —preguntó Brendan.

—Los hombres pueden quedar embarazados hasta los cuarenta, Bren —comentó Dégel—. Y dado que en Febrero cumpliré treinta y ocho, no me queda mucho tiempo si quiero ser mamá de nuevo.

—Ah, pero tú eres joven mamá….—susurró el menor acercándose al pequeño.

—Sí, lo sé, pero la “naturaleza” es así….—comentó bastante angustiado, Kardia le abrazó.

—¿Llegué tarde? —una nueva voz se asomó por la puerta, unos mechones rubios alertaron a Camus y sonrió al ver al flamante papá aparecerse, su sonrisa era enorme y se notaban sus dientes, más al ver a ese pequeñito en brazos de Camus—. Oh, pero qué hermoso….—se acercó, Kardia le miró de reojo, bastante molesto.

—Le puse Ian, espero no te moleste —se disculpó el pelirrojo.

—Está bien, me gusta mucho el nombre —se acercó a pasos lentos y fue con su mano corriendo ese mechoncito para ver su carita—. Es precioso, te traje algo….para el bebé.

—¿En serio? —comentó emocionado el pelirrojo, Milo asistió.

—Ivonne, pasa por favor —si en algún momento Camus estaba sonriendo, inmediatamente dejó de hacerlo cuando la muchacha, con un apretado vestido negro, se acercó. Zaphiri silbó solo de lo descarado que era, recibiendo un codazo del menor de los Antares.

—Oh, Ivonne, que gusto verte —dijo con una falsa sonrisa, mientras por dentro ideaba al menos mil formas de asesinar a la muchacha.

—Hola Camus, estoy tan feliz de verte y mira ese pequeño —dijo con desprecio la última palabra—. Se parece tanto al papi.

—Sí, es igual a él —inquirió, haciendo enojar más a la joven, ésta sin decir más le extiende las rosas que llevaba y un osito de felpa.

—La compramos para ti.

—¿En serio? Gracias, es hermoso….—susurró mientras Dégel recibía los regalos, dado que Camus aun sostenía al pequeñito.

—¿Puedo cargarlo?

—Claro, es nuestro —resaltó, miró de reojo a Ivonne que lo asesinaba con la mirada y entregó al pequeño a su padre quien lo meció suavemente.

—Sí, ese despreciable enanito —murmuró muy bajito la mujer, Brendan, quien estaba cerca de ella, frunció el ceño.

—Al menos no será una zorra como tú —hizo lo mismo, obviamente no se quedaría atrás en la maraña de insultos.

—¡Ja! Lo dice la reina madre de las perras, puta pelirroja —decoró con ese apodo al menor de los Antares mientras le miraba con desprecio, de alguna forma ya lo odiaba y ni siquiera lo conocía, pero intuía que le traería varios dolores de cabeza más adelante.

—Bueno, apenas pueda iré al registro para anotarlo como hijo propio, ¿podrían prestarme los certificados de nacimiento? —le preguntó Milo a Dégel, este asintió.

—Apenas los tengamos te lo haremos llegar —comentó con una sonrisa que decoraba su rostro, estaba feliz con el nacimiento del pequeño.

—Perfecto….aaah, me quedaría aquí toda la tarde —apretó suavemente el chupete que le habían puesto apenas abandonó el quirófano, uno que le había comprado Kardia con imágenes de patitos—. Eres el niño más hermoso del mundo y mira, tienes ojos amatista rojizos como mamá.

—Jajaja, es verdad, no le había visto los ojos….—Camus se acercó para verlo.

—Bueno, debemos irnos Milo, tenemos que probarnos el traje para la boda —sonrió con cizaña,  Brendan le miró, señaló a la chica para que su hermano le viera y luego hizo un giro con su dedo sobre la cien, dando a entender que estaba loca.

—Oh, diablos, es verdad —besó la frente del niño y lo entregó a Camus—. Lo siento, me gustaría quedarme más tiempo.

—Puedes venir cuando quieras, abajo están los horarios de visita, se quedará por 48 horas —señaló Dégel, el rubio asistió y se retiró junto a su futura mujer, Camus frunció el ceño cuando se alejaron.

—¡Que descarada! —gruñó el menor, Zaphiri rio a carcajadas y le abrazó por detrás.

—Pensé que le morderías en un momento —comentó el pelinegro.

—No importa, Ian y yo estaremos bien, y por lo que veo Milo también quiere ser parte de esto ¿a poco no vieron como babeaba por su hijo? —preguntó Camus a su familia, Dégel y Kardia se miraron y sonrieron.

—Aférrate a tu bebé, Camus…. —comentó el peliverde.

—Él estará siempre contigo….—terminaron la oración en conjunto.

 

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Luego del nacimiento de Ian Gemini, Zaphiri había llevado a Brendan a su departamento, pues en la casa no habría nadie y él odiaba estar solo. Dégel y Kardia habían decidido acompañar a su hijo mayor en este momento tan especial. El pelirrojo solo llevaba lo puesto, que es con lo que se paseo en todo el hospital, la ropa de entre casa. Al llegar al apartamento, Zaphiri encendió la calefacción, prendió las luces y se fue quitando la ropa mientras le pedía a Brendan que hiciera lo mismo para estar más cómodo. La casa del mayor de los Sifakis era completamente caótica. Había ropa por doquier, discos, una guitarra eléctrica tirada, dos o tres estéreos con parlantes gigantes, posters de autos y mujeres en biquini sobre autos. 
El pelinegro encendió la música, era de rock heavy metal bastante duro, por lo que el más joven se tapó los oídos hasta que bajara a un volumen donde su salud auditiva no estuviera en peligro.

—Lo lamento, amo tener la música fuerte —se quitó los pantalones de cuero para ponerse unos holgados, pero casi no tenía pudor frente al más joven.

—No está bien que te desnudes frente a mí, no estamos casados —el más joven miró para otro lado, bastante sonrojado, pero de vez en cuando echaba un vistazo hacia el cuarto abierto de su pareja.

—No te preocupes, no me verás desnudo a menos que quieras hacerlo—inquirió con lascivia y salió de su habitación con unos pantalones de algodón, color gris, y sin camisa—. ¿por qué esa cara?

—No sabía que tenías tatuajes —señaló uno de un dragón que empezaba en su espalda y la cola terminaba al costado de su cuerpo, se podía ver perfectamente de frente.

—Me lo hice en la adolescencia, un tipo me retó a hacerlo.

—¿Sueles hacer cosas locas porque los demás te retan a ello?

—Cuando eres adolescente lo haces —se sentó en su sillón de cuero—. Siéntate.

—No hay sofá para eso…

—Está este de aquí —señala donde se encuentra él.

—Pero estas tú allí.

—Podemos besarnos un rato, anda, no te haré nada que no quieras…—esas palabras ya las había escuchado tantas veces, suspiró pesadamente y se sentó entre las piernas del muchacho, quedando de espalda a él—. Así no nos podemos besar.

—Pero me gusta sentarme así….—murmuró y se dio una semi vuelta, Zaphiri le tomó de las piernas para colocarlo como si estuviera alzando a una princesa—. ¿Qué haces?

—Te quiero besar, ya no aguanto —le tomó el rostro y le besó.

 

Este no era un beso normal como lo fueron en los primeros meses de relación, este era apasionado, como se había vuelto en el último tiempo. Recorrió las piernas desnudas con las manos, acariciándolas gentilmente, mientras su lengua investigaba cada recodito lugar en su boca. Se sentía demasiado bien, y Zaphiri sabía que de continuar así su amigo despertaría, por lo cual, intuyendo que probablemente el muchacho no quería avanzar más de allí, se separó.

—¿Por qué te detienes? —preguntó el pelirrojo, Zaphiri al ver el entusiasmo del chico, comenzó a reír—. ¿De qué te ríes?

—Me detuve precisamente por ti….sé que cuando estemos a punto caramelo me vendrás con que no quieres, tienes miedo, no puedes o esas cosas….y te juro, una vez más que me la pajeo y me voy a matar —las manos aun recorrían las piernas del menos con serenidad.

—Pero no planeaba pararte….

—¿Hm?

—Estoy diciéndote que no planeaba pararte —Brendan se levantó como puede y una vez de pie, se vuelve a sentar, esta vez de frente con las dos rodillas flexionadas clavadas a los lados del cuerpo del hombre, se sentó encima de las caderas de este y sonríe—. Creo que lo mereces, estoy preparado.

—¿Enserio?

—Confío en ti….

—Brendan, no quiero arrebatarte la virginidad…¿entiendes? Eres muy joven….—el pelirrojo miró para otro lado algo ruborizado, se muerde el labio pero decide hablar.

—Pasa que no me robarás nada porque no lo tengo.

—¿Qué? —preguntó sorprendido.

—No soy virgen, a eso me refiero….

—¿Qué? —Esta vez la sorpresa pasó a espanto—. ¿Qué quieres decir con que no eres virgen? Pero si odias que te toquen…. ¿cómo pudiste….?

—Precisamente, odiaba que me toquen porque había tenido un traumático incidente, ¿viste ese hombre al que golpeaste? Él me violó….mi abuelo—la mirada de Zaphiri se tornó diferente—. Zaphiri, aunque no sea virgen, siento que lo soy de aquí —se señaló la cabeza—. Y quiero que seas el primero con quien haga el amor.

—¿Pretendes que lo haga luego que me dijiste eso? —El pelinegro no salía de su asombro, pero un suave beso de Brendan le devolvió a la vitalidad—. ¿Qué haces?

—Quiero estar contigo, Zaphiri, has estado conmigo desde antes que yo supiera que estabas a mi lado, cuando me salvaste de morir atropellado, cuando viniste a mi cumpleaños con un regalo, cuando me acompañaste día y noche en el psiquiátrico…..por favor, acepta lo que te entrego….—murmuró bajito y nuevamente le besó.

 

El joven se derritió completamente con las palabras y usó una de sus manos para tomar la palanca a un lado del sillón y bajarlo completamente para darle más libertad al muchacho. Brendan sonrió y le besó suave la boca para luego hacer una hilera de besos poco a poco hasta llegar al vientre. Metió la lengua en el ombligo, lo que hizo tiritar al mayor  y reírse, para luego seguir bajando, esta vez, ya no estaba más en el sillón, sino agachado en el piso. Bajó los pantalones para ver el creciente miembro de su novio y observó este.

—¿Qué debería hacer ahora? —preguntó.

—Lámelo —respondió en un gemido, Brendan tragó duro y pasó la lengua por él para degustar toda la longitud, sabía extraño, como una mezcla de amargo y salado, pero era increíblemente adictico.

 El pelirrojo aprendía realmente rápido, en un dos por tres y dándole pequeñas instrucciones, ya se encontraba haciendo una felación maestra y arrancando gemidos de la boca del pelinegro. Sentía como el muchacho se estremecía en cada lamida, cada pasada, cada chupada, y sin ir más lejos el jovenzuelo sabía donde tomar, donde chupar, de donde empezar. No obstante, al sentir que estaba a punto de llegar, Zaphiri lo detuvo.

—¿Qué pasa? ¿Lo hago mal? —preguntó mientras se secaba la boca.

—No cariño, lo haces excelentemente, pero quiero entrar en ti….—los ojos de Brendan se abrieron y su piel se torno pálida—. Pero si no quieres…

—No, no….está bien.

—¿En serio?

—En serio, resistiré…. ¿qué debo hacer? —preguntó parándose, Zaphiri señaló uno de los muebles que estaban a la derecha.

—Allá, en el primer cajón, hay una botella de líquido rosa, por favor, tráelo —Zaphiri se tropezaba con las palabras, no podía creer que estaba a punto de hacer el amor con ese muchacho que le encendía tanto, y sobre todo, no podía comprender la flexibilidad que tenía el joven.

Brendan abrió la cajonera y empezó hurgando las cosas, el mayor sonrió ante la torpeza del más joven y sin resistirlo más se levantó, quitó sus pantalones por completos para quedar desnudo,  se acercó al muchacho haciéndole sentir su dureza en esos pequeños pantalones de tela que llevaba el más joven. Frotó un poco, solo un poco, pero fue suficiente para encender a Brendan, quien comenzaba a sentir una oleada de placer. Pasó su mano por encima de la del pelirrojo y lentamente la guió hacia la botellita rosa. Le ayudó a abrirla y se la quitó de las manos. Brendan no sabía exactamente qué hacer, por lo cual se quedó allí mientras le quitaban los pantalones, que eran una especie de bermudas. Sintió entonces los dedos fríos, ahora pegajosos por la sustancia ingresar en él, y apretó fuerte los dientes y ojos.

—¿Te duele?

—A-algo….—susurró, ingresó aun más dentro y esta vez apretó fuerte las manos, arrugando algunos papeles que estaban allí.

—¿Te duele?

—S-Si….

—Tranquilo, es lubricante, te dilatará….

 

Zaphiri se encontraba maravillado ante las reacciones del chico, el cuerpo estaba realmente preparado para cualquier cosa y dilató bien y rápido. Le dio la vuelta y lo arrinconó hacia una pared al lado de mueble, la altura no era buena, por lo que con su pie arrastró un cajón de madera boca abajo que se encontraba allí. Le indicó que se pare en él y el muchacho lo hizo. Sin dar más vueltas le tomó de una pierna y guió su enorme falo a la entrada dilatada, para luego pedirle que enrede sus manos en el cuello y sin más preámbulos le embistió, haciendo que la otra pierna también se aferre a las caderas.

—¡aaagh….! —fue el único alarido que soltó, el miembro también se adaptó completamente, siendo devotado por esa estrechez.

 

No aguardó mucho en comenzar las embestidas, primero lentas, pero fueron aumentando la intensidad a medida que pasaban los segundos. Los brazos se aferraban fuerte mientras revotaba una y otra vez, desplazando su espalda en los muros y gimiendo. Lo que Brendan no sabía es que Zaphiri tenía vecinos, y dichos gemidos y embestidas se escuchaban perfectamente al lado. 
Cuando los movimientos se fueron volviendo más violentos, las piernas comenzaron a sentirse incómodas y cansadas para seguir aferrándose, por lo cual una se caía por sobre las nalgas del mayor, mientras la otra se concentraba con fuerza en la cintura. Las uñas del más joven se inyectaron en la piel, dejándolo en carne viva por la pasión que se sentía. Al cabo de unos minutos, los dos estaban cansados, pero  Zaphiri no había llegado al orgasmo aun, mientras el más pequeño ya estaba duro y los constantes frotes de los vientres servían como fricción en el pene. Los gemidos no paraban un minuto y el mayor sentía que iba a romper la pared si continuaba así, hasta que sintió un pequeño brote mojando su vientre, bajó la cabeza y vio el semen de su compañero fruyendo, por lo que aceleró más rápido, sintiendo como le apretaba.

—¡AAAAAAGH, BRENDAN SIIII! —gritó mientras se movía fuertemente, al cabo de unos minutos sintió el pre-semen salir.

—¡AAAH, DIOS DIOOOOS! —gimoteó su compañero antes de llegar al orgasmo completamente y sentir como el otro lo bañaba.

 

Se sentía diferente, se sentía realmente bien. Cerró sus ojos y en sus pensamientos no veía la cara de Sebastiane como en sus pesadillas, el olor era diferente, como a tabaco, pero no el que fumaba Zaphiri, ni siquiera el de su padre, uno de una pipa.  Abrió lentamente sus ojos para ver que frente a él no se encontraba Zaphiri, sino una persona mucho mayor, con cabello canoso y ojos azul profundo. Le tomaba fuerte de las caderas y le embestía una y otra vez. Gritó y empujó a su amante hasta hacerlo caer y él voló por el aire estrellándose en el piso, golpeándose la cadera.

—¡Aaagh! ¿Qué demonios te pasó? —gruñó enojado el joven, una vez que controló el horrible dolor, Brendan levantó la cabeza para ver al pelinegro.

—¡Zaphi, eres tú! —inmediatamente se levantó y le abrazó.

—¿Qué? ¡Claro que soy yo! ¿Quién pensabas que era?

—¡Lo vi, Zaph! Lo vi….—se cubrió la boca, el chico no comprendía nada—. Vi a mi abuelo.

—¿Quién?

—Mi abuelo —susurró en voz baja, Zaphiri frunció el ceño.

—¿Tu abuelo?

—Lo vi....estaba frente a mi....él estaba penetrándome no tú —se cubre su rostro, sollozando.

—Brendan,....

—Ese viejo arruinó mi vida.....

—Tranquilo Brendan….todo estará bien.

—¡No, no está bien! Nada está bien, ¿y si cada vez que tenemos relaciones se me aparece? Pensé que estaba listo, pero veo que no lo estoy —muerde sus labios—. Él me seguirá hasta la tumba.

—Tranquilo, no te seguirá…..yo te protegeré de cualquiera que intente hacerte daño….

—Zaphiri….perdóname….

 

Continuará.

 


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