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Quebrados por Jesica Black

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Notas del capitulo:

Antes que nada y como puse en el sumario, es necesario que lean TODO el fic nuevamente porque he editado y cambiado cosas del mismo. Luego vengan a leer este capitulo. 

Les pido disculpas a todos por dejarlo en ascuas, pero de verdad, no tenía planeado eso, y cuando comencé con otros fics y terminé, este quedó debajo de todo. Sé que han pasado muchos años, pero yo no puedo hacer un fic sin inspiración, porque ni yo lo disfruto ni ustedes lo disfrutan. Suelen criticarme eso, pero hay que dejar la crítica sobre el tiempo y disfrutar. Yo tambien he esperado por muchos fics en mi vida que se actualizan añares después y no por eso me quejé al autor, simplemente re-leo la historia si me gustó y si no, la dejo y chau.

Eso planeo. Esto es un cierre personal que quiero darle a la historia, no me importa si me comenta uno, dos o nadie, es algo que quiero hacer yo. Gracias por leer y espero les guste el final del cap, son 22 asi que este no es el 'final' pero estamos cerca de la meta.

Besos.

Capitulo 20
Recuperando los recuerdos de mi vida.

 

 

Brendan fue a visitar a su hermano mayor, este se encontraba con Ian en la cama, haciéndole morisquetas todo el tiempo mientras besaba su hermosa carita. El menor de los Antares había recuperado un poco de aquella calma de su hogar, ahora convivía con su madre y padre en la casa familiar junto a su hijo Eloy y había ido a la obstetra para que le confirme que su segundo hijo sería un varón. Camus sonrió ante la visita y comenzaron a hablar amenamente, no había pasado mucho tiempo y ya el pelirrojo mayor se encontraba mejor de salud, sus análisis habían dado perfectamente y caminaba casi tan bien como antes de tener el accidente, sólo en un día más le darían el alta y tendría que evitar el contacto con Milo hasta que Deuteros le dijera que todo estaba bien, claramente él no sabía con exactitud todas las mentiras que decía Ivonne detrás suyo, pero si sabía lo suficiente.

Camus le manifestó a su hermano el dolor de no poder tener hijos, cosa que había escuchado de sus padre, pero inmediatamente el más joven aclaró sus dudas:

—Bueno, no es exactamente así, según me dijeron papá y mamá —comentó el menor, Camus arqueó la ceja—. Es verdad, tú estabas embarazado de dos meses durante el accidente y tuvieron que realizarte un raspaje por tu estado físico y de salud, no podías albergar otra vida, era de alto peligro. Pero, podrás tener más hijos.

—¿Lo dices de verdad?

—Claro, ellos temían que por el consumo excesivo de las distintas sustancias que te dieron, pudieras perder fertilidad,  y tener complicaciones, pero esto no dio así en los examenes —indicó el menor—. Mamá está un poco más tranquilo sabiendo que puedes tener una vida más normal, pero eso no quita que siempre hay un riesgo de no poder llegar a término con el embarazo.

—Es verdad, igual, no planeo tener más hijos —comentó Camus, bajando su rostro para mirar a su pequeño acostado completamente en la cama—. No es que no quiera casarme o tener una familia, pero no puedo evitar pensar que no será con Milo.

—¿Eh? ¿Por qué dices eso?

—Por qué.....aagh, tú sabes, Brendan. Ivonne y todas las mentiras que le dice de mí.

—Es un tonto Milo si se deja engañar por esa perra..... ¿qué inventó ahora? —preguntó el más joven.

—Dijo que era el criado y que Ian era hijo de ambos, de ella y él.

—¿Y qué dijiste?

—¡Nada!

—¿Cómo que nada? Esa imbécil está diciendo que eres un criado y que tu hijo no es tu hijo sino de ella, yo le hubiera partido la cara de un golpe —indicó el adolescente, Camus sonrió ante los dichos de su hermano y negó con la cabeza.

—No era fácil, Milo estaba allí y tiene sus problemas, además no quería que dejara de abrazar y besar a su hijo, ¿sabes lo difícil que es? —señaló el joven pelirrojo y suspiró cansado—. Estoy harto de todo esto, fui un imbécil en todo momento. Primero, en seguir los consejos de Afrodita, luego en irrumpir en su departamento y huir con él como si fuéramos dos adolescentes.

—Se aman.

—Tú también a Zaphiri y cometiste errores ¿no? Yo cometí estos errores.

—Al menos los tuyos no te dirán en unos años 'mamá'...bueno tal vez sí—bufó frustrado—. No es que no ame a Eloy, estoy yendo con Shion Lemuriano nuevamente para vincularme con Eloy y con mamá, pero todo es a su tiempo.

—Es verdad —susurró, Brendan se levantó de la cama y tomó a Ian que se encuentra dormido—. ¿Ya se van?

—Mamá dijo que venga a buscar a Ian, es tarde y debes descansar.

—No tengo sueño —bufó molesto.

—Pronto vas a salir, lo mejor sería, no sé, caminar por  el hospital, tal vez te encuentres con alguien con quien hablar —comentó y guiñó un ojo, Camus no comprende al principio pero luego sonrió.

—Eres un bobo, Brendan.... —comentó mientras se levantó—. Pero gracias por la recomendación.

—Nos vemos en casa en unos días —el menor tomó mejor a su sobrino y luego de despedirse de su hermano lo dejó solo.

 

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Milo bufó, estaba harto que su 'familia' lo trate como un idiota, está bien, no recordaba absolutamente nada y apenas se levantó se sentía un poco confuso con toda las caras nuevas que había conocido, pero era un hombre adulto, si quería salir al jardín para tomar aire fresco ¡podía hacerlo!
Esperó hasta que el horario de visita terminara y Almita saliera por la puerta ese mismo día, sonrió tanto que le dolían las mejillas. Cuando supo que no había quedado ningún familiar, intentó levantarse de la cama, la silla de ruedas estaba muy cerca y pudo tirar su brazo un poco para alcanzarla. Se sentó en ella y una vez acomodado pudo andar por los alrededores. Agradecía que esa mañana le habían sacado el suero, porque si no sería una verdadera tragedia arrastrarlo por todo el hospital.

Desde que había soñado con —el que su mujer decía— su sirviente, había evitado ir a verlo o siquiera cruzarse con él por la culpa, aunque en definitiva, su familia incluso trataba que no tuviera mucha interacción con él y cuando decía su familia, se refería a la tal Ivonne. No recordaba nada, lo único que sabía era que su madre le dijo que convenientemente había cambiado su color de cabello a rojo hacía pocos días —Almita detestaba a Ivonne—, lo cual le hizo afianzar más el hecho que él mantenía una relación con el niñero de su hijo. También, podía percibir que su corazón no reaccionaba a ella, no es que no la quisiera, simplemente no le agradaba en lo absoluto —ok, tal vez no la quería ni un poco—, en cambio, sus padres, sus amigos e incluso ese pequeño niño que era su hijo, le producía tanto amor y jolgorio en su corazón que no pudo evitarlo, él no estaba mal, sino que ella es la piedra en su camino.

Cuando llegó al jardín, había poca gente allí, entre ellos un par de enfermeros que fumaba, un doctor que descansaba tomando un refrigerio y un pelirrojo sentado en uno de los bancos. No lo dudó, quería saber la verdad, por lo que se dirigió al pelirrojo pensando que era Camus, pero....

—¡Camus! —gritó, al darse vuelta esa persona no era Camus, ahora que lo veía bien, tenía el cabello corto.

—¿Disculpa? —preguntó el señor—. ¿Me dijiste Camus?

—Disculpe, lo confundí con alguien —Milo se sonrojo y giró para ver hacia otro lado, justo en ese momento Camus, el real, salía del edificio para mirar las hermosas flores—. ¡Camus! —inmediatamente se acercó a él.

—Milo.....digo, señor Gemini, veo que se siente mucho mejor —intentó seguir el juego para no presionar la memoria de Milo, pero este gruñó.

—No me digas Gemini, suena muy mal en ti, dime Milo —indicó y señaló unos asientos—. Siéntate conmigo, Camus.

—Sí —inmediatamente el pelirrojo tomó lugar en el banco y Milo se puso junto en la silla de ruedas—. Me alegra que puedas salir de tu cuarto, no te he visto por aquí.

—Mi familia e Ivonne han estado obsesivos conmigo, casi no me dejan salir a ningún lado —gruñó—. Para vivir así, prefería estar muerto.

—No digas esas cosas, Milo. Tu familia se preocupa por ti.

—¿Y tú? ¿Tú te preocupas por mi? —preguntó el rubio, Camus tomó un color tan rojo que se apareja a sus cabellos.

—Sí, por supuesto....

—Camus.....sé que Ivonne me miente, no estoy seguro en qué, pero me miente.... —dijo con un tono serio—. Necesito que me digas la verdad ¿me dirás la verdad?

—Los doctores dicen que no deberíamos forzar la memoria.

—No la estamos forzando, estamos intentando estimularla. No soy tonto, Camus —miró al muchacho—. Cuando desperté, lo único que recordaba eran.....cabellos rojos —susurró tomándole un mechón, lo que hace a Camus enrojecer más si es que podía—. Y amatista. Tus ojos son de ese tono ¿verdad?

—Sí —susurró.

—Tú estabas conmigo cuando choqué, ¿no es cierto? —preguntó—. Ambos estamos internados, ambos tuvimos accidentes, no soy idiota, debo unir los puntos. Pero ¿por qué?

—Milo, lo mejor será....

—¿Por qué estábamos juntos? ¿Por qué conducíamos a tanta velocidad? ¿Por qué mis heridas fueron más profundas que las tuyas? ¿Qué hay entre nosotros? Dime....

—Milo —se levantó—. No puedo ayudarte.....los médicos....

—¡Los médicos pueden irse a la mierda! No sabes lo que es no recordar nada, no recordar a quien amaste ni a tu propio hijo —golpeó la silla de rueda con la mano—. Odio estar en esta silla y odio no poder caminar....odio no recordar nada....odio esta vida, ¡hubiera muerto mejor!

—¡BASTA! —gritó Camus, sus ojos se habían llenado de lágrimas.

—Camus....no llo-...

—Me duele lo que dices, me duele mucho —gruñó, Milo se detuvo en su conversación—. ¡Detente! Yo.........yo.......Te amo....

—Camus....

—Te amo, maldita sea ¡te amo! Y lo peor.....es que todo esto es mi culpa, es nuestra culpa....somos unos idiotas que pensábamos que huir estaría bien....

—¿Huíamos? ¿De quién?

—No viene el caso ahora....yo......no sé qué decir, estoy asustado..... —susurró en un gruñido y se da la vuelta para salir corriendo.

—¡CAMUS, ESPERA, CAMUS! —gritó, pero con la silla de rueda no pudo siquiera alcanzarlo, no sabía en que habitación estaba y tampoco si lo volvería a ver—. Yo también te amo.....

Camus corrió hasta su habitación y se abrazó a la almohada mientras lloraba amargamente. Él había deseado que Milo no lo recuerde, pero incluso si eso pasó en la realidad, no podía evitar sentirse frustrado por ello. Milo estaba recordando de a poco, él sacaba sus propias conclusiones, no era un imbécil, pero no podía con su angustia. Deseaba por un momento que Milo se alejara de Ivonne y volviera a sus brazos, pero de repente recordó que fue por culpa de él que se encontraban en esa situación, odiaba su desdicha.

—Espero que Milo algún día logre amarme nuevamente.... —susurró, porque en realidad, Camus sabía que no iba a poder seguir viviendo si Milo no lo amaba nuevamente.

 

Por otro lado, el joven Gemini se quedó allí, mirando las flores de diversos colores y recordando lo dicho por Camus. Lentamente comenzaba a sentir que imágenes llenaban su cabeza. Un auto yendo a toda velocidad, él pidiéndole a Camus que se aferre a él, una persona loca tirándole piedras a su auto. Y entonces lo supo, no hizo falta demasiado cuestionamiento, lo supo inmediatamente.

—Ivonne —gruñó frunciendo el ceño. No estaba muy seguro, pero sabía que algo así había pasado con Ivonne.

Su cabeza dolía mucho de tanto pensar, si Ivonne había ocasionado el accidente ¿por qué lo había hecho? ¿Sentía resentimiento? Si Camus lo amaba y él a Camus sin siquiera conocerlo ¿entonces él mantenía una relación clandestina? Camus no le había logrado disipar ciertas dudas, pero de algo estaba seguro, los dos viajaban en un auto a extrema velocidad siendo seguidos por alguien que ocasionó el accidente —Ivonne probablemente—, ambos se amaban locamente y su corazón saltaba con solo ver esos hermosos ojos, por lo tanto, el cariño era real.

—No entiendo nada, pero......ya sé donde conseguir respuestas —Milo sonríe, no lo había pensado hasta el momento.

Fue a su cuarto como pudo, pidió ayuda a un enfermero que lo sacó de los pastizales y luego llegó al cuarto para ver ese pequeño artefacto en la mesa. Su teléfono. Tenía clave y no recordaba cual era, pero ésta llevaba letras, lo que fue mucho más fácil adivinarlo.

—C-A-M-U-S —escribió, inmediatamente el celular se abrió y dejó ver un montón de fotos y mensajes—. Es hora que recuerde, aunque me duela la cabeza más tarde —susurró.

Efectivamente, Milo supo que estaba casado con Ivonne, habían algunas imágenes de la boda y de él recibiéndose como abogado, pero en ninguna de ellas se veía feliz hasta que cruzó un álbum que decía 'Mi verdadera familia', lo abrió, estalló la maraña de pensamientos en ese instante cuando se vio a si mismo sonreír abiertamente, con Camus junto a él y quien era hijo de ambos, un pequeño bebé de unos pocos meses de vida. Milo sintió en lo más profundo de su corazón, que ese era su lugar especial y su momento especial, junto a Camus y su hijo. Descendió más las imágenes y notó esta vez la relación, desde que eran más jóvenes o al menos Camus lo era. Siempre mirándose con mucho amor, tomándose las manos o haciendo morisquetas frente a la cámara. Ese era el tipo de relación que quería tener para siempre.

—¿Por qué Camus entonces se comportaba así? —preguntó para sí mismo.

 

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—¡Hijo! Bienvenido a la libertad —comentó Aeneas mientras abraza a Zaphiri, luego que este fue liberado.

El muchacho de ya 24 años se encontraba con el cabello aun más largo que antes, algunos tatuajes de más  y una mirada más fruncida y profunda que se suavizó al recibir el afecto de su padre. Su hermano Erin también le abrazó, a pesar de sus 9 o 10 años —ya no sabía qué edad tenía su hermano— aun seguía siendo un pequeño piojo para él, dado que Zaphiri era demasiado alto.
Krest también se fundió en un abrazo con su hijastro, le besó la frente y le contempló un poco más. Zaphiri estaba en libertad y pudo sentir el aire fresco de la mañana golpear su rostro nuevamente.

—Gracias por pagar la fianza —murmuró el más joven, Aeneas negó.

—No agradezcas, se lo debes a Brendan —dijo Aeneas, Zaphiri miró a su padre.

—¿Brendan?

—Él fue quien juntó el dinero para liberarte, es un chico muy generoso —comentó Krest con una sonrisa—. Mi sobrino siempre fue alguien muy sensible, incluso ahora, se sentía muy culpable por su encarcelamiento y decidió dar todo el dinero, apenas y pusimos algo de plata.

—Nosotros también estábamos juntando, pero sin la joyería nos era bastante difícil....pero ahora estamos nuevamente por ese rumbo.

—¿La recuperaste? —preguntó Zaphiri, Aeneas asintió.

—Al parecer Aspros y Deuteros decidieron dármela nuevamente porque les parecía estúpido que por casarme con un no-griego fuera desheredado.

—Oh, era por eso —susurró sin entender bien Zaphiri.

—Pero ya todo está bien, Milo despertó y está comenzando a caminar, no lo he visto ¿te gustaría ir a verlo ahora mismo? Es temprano y las visitas de la mañana empiezan a las 8.

—Me gustaría, aunque quiero bañarme y cambiarme, he estado mucho tiempo con esta ropa puesta.

—Te entendemos —dijo Krest y se acercó al auto—. Bueno, vamos al auto.

 

Zaphiri se sienta en la parte de atrás mientras Aeneas conduce y Krest va de copiloto. Durante todo el viaje, el muchacho jugó con su hermanito y le hizo cosquillas, extrañaba un poco la atmosfera familiar a pesar de siempre ser un imbécil para esas cosas. Entonces se preguntó si Brendan había dado a luz o no, ya ni recordaba la última vez que se vieron ni tampoco cuantos meses de embarazo tenía, había sido muy desagradable con él cuando lo vino a visitar, a pesar que Zaphiri sabía que todo lo que hacía Brendan era por él y nada más que por él. Se sintió un desgraciado, pero no pudo evitar la furia. ¿Qué le hizo pensar a Brendan que de esa forma conseguiría dinero? Bueno, era la mejor forma que se le pudo ocurrir pero ¿por qué alguien que tuvo una vida solitaria, sin querer contacto, se prostituiría?

—Papá.....tú sabías que Brendan..... —se detuvo, Aeneas lo miró por el espejo retrovisor pero no dijo nada, Zaphiri observó a su hermano, lo mejor era no hablar de ese tema o al menos, no por ahora.

 

Continuará

 

Notas finales:

Gracias por leer y por el amor que le dieron a este fic todos estos años.


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