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Quebrados por Jesica Black

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Capitulo 9
Destapando la olla

 

Luego que Zaphiri acabó con su privacidad, entraron Dégel y Camus, quienes inmediatamente lloraron encima de Brendan rogándole que no volviera a hacerlo. Por un momento creyó Dégel que el cumpleaños, más todos los sucesos felices que tenían la vida del pequeño últimamente (como la posibilidad de un re-encuentro con su padre), haría que mantuviera su buen humor, pero definitivamente no lo habían logrado, habían fracasado como familia nuevamente. Sebastiane aun seguía siendo una piedra en el camino, una cuya extracción del círculo familiar sería inevitable. 
No tardó mucho entonces en ingresar Kardia al cuarto, haciendo el menor ruido posible para no cortar la atmósfera familiar que se había comenzado a formar. Esta vez, Dégel lucía mucho más preocupado, el tono pálido de su rostro había aumentado cuando se entero de la manera en que habían encontrado a su hijo y era imposible que no tuviera la idea de internarlo aunque sea contra la voluntad del menor, no por nada, los intentos de suicidio le harían tener todo a su favor.

—Hola….—una voz ronca se hizo notar, todos voltearon para ver como Kardia ingresaba, con sus muletas—. Brendan…

—¿Eric? —preguntó extrañado, Dégel arqueó la ceja.

—¿Eric? —esta vez fue Camus quien preguntó y volteó—. ¡Ah, cierto, eres el chico que vimos en el bar!

—¿Cuándo ustedes dos estuvieron en un bar? —Dégel miró a sus hijos con fastidio.

—Lo siento, esperen, en realidad….—Kardia suspiró—. Bueno, yo les mentí, en realidad soy Kardia, pero tenía mucho miedo que la primera imagen que tuvieran de su padre sea en un bar.

—¿Tú eres mi papá? —cuestionó el menor.

—¿Tú estuviste en un bar? ¿Con los chicos? ¿Acaso están locos? —Dégel aun seguía impresionado, ¿qué diablos pasaba aquí?

—Yo puedo explicarte mamá —el pelirrojo mayor interrumpió—. Verás, resulta que hace unas semanas, cuando Brendan y tú se pelearon, decidimos ir a buscar a papá a un bar, y Brendan tuvo inconvenientes, papá lo salvó y a partir de ahí lo conocimos.

—¿Y estuvieron en contacto con él bajo otro nombre? —el peliverde miró a Kardia, este sonríe estúpidamente.

—No, en realidad no….—Camus estaba herido en su orgullo por haber dudado de su propio padre, pero Brendan mantenía una leve sonrisa.

—No puedo creer que al fin puedo verte, papá….—murmuró y miró la pierna rota del mismo—. ¿Cómo te lo hiciste?

—Una larga historia —murmuró y arrastrándose fue hasta el muchacho para abrazarlo y besarlo—. Te amo, cariño.

—Yo también, papá —susurró en su pecho, Dégel sonrió de costado, pensando que no había momento más conmovedor, pero debía cortarlo.

—Brendan —susurró, los dos, padre e hijo, le miraron—. Hay algo que debemos decirte, algo muy serio…

—¿Qué? —preguntó, luego observó a Zaphiri que estaba cerca de la ventana y Milo, quien acababa de entrar para abrazar a Camus.

—Te internaremos en una clínica psiquiátrica…

—¿QUÉ? —gritó, casi levantándose de golpe llevándose los tubos por delante.

—Has intentado suicidarte varias veces en poco tiempo, no queda de otra, eres peligroso para tu seguridad…..haré los papeles mañana y apenas te den el alta estarás allá.

—¡Papá, no pueden hacerme esto, ayúdame! —rogó a Kardia, pero este negó.

—Lo siento, corazón, pero has hecho muchas locuras y no podemos arriesgarnos.

—¡Zaphiri! —Le miró—. ¿También estás de acuerdo?

—Estaré contigo todos los días….

 

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Habían pasado unos días y  Dégel se encontraba acomodando los papeles que le habían entregado para la internación de Brendan en el psiquiátrico. Su hijo ya había recuperado sus energías, la trasfusión de sangre había sido todo un éxito y se disponía a abandonar el hospital en menos veinticuatro horas, por lo que no había tiempo que perder. Mientras acomodaba las cosas en los cajones asignados de su estudio, la puerta se abrió lentamente dejando pasar a Camus, quien aún estaba vestido con la ropa de dormir. Suspiró y se acercó lentamente. Al ver que su madre no le hacía caso en lo absoluto por más que estuviera allí, carraspeó.

—¿Hm? —Le echó un ojo—. ¡Ah, Camus! ¿Qué sucede?

—Necesito preguntarte algo —murmuró jugueteando con sus dedos, Dégel continuaba de un lado para el otro.

—¿Es urgente? Porque tengo que preparar las cosas para tu hermano, le darán el alta en unas horas —miró su reloj de pulsera y continuó buscando las fichas.

—Pues, en realidad sí porque en media hora debo irme, tengo una cita….—aun así, Dégel no lo escuchó y continuó lo que hacía—. ¿Mamá?

—Camus, cariño, estoy ocupado, en serio, si podemos hablar esta noche.

—Es que es un tema delicado —insistió.

—¿Sobre qué? —bajó una caja arriba del armario y la colocó encima de su escritorio.

—Es sobre sexo….—inmediatamente lo que estaba haciendo dejó de hacerlo, levantó el rostro espantado—. Sí, es sobre eso….

—¿No te cuidaste?

—¿Eh?

—¿Estás embarazado? Por dios Camus….—se tomó el rostro de la impresión.

—¡No, no, no! —negó rápidamente—. No, en realidad…..aaah, es precisamente sobre tener relaciones.

—¿Acaso Milo te pidió tener relaciones? —esta vez dejó de lado todo, su hijo necesitaba un consejo.

—No precisamente, pero estuve a un pelin de hacerlo con él el otro día, gracias a dios Brendan comenzó a llorar….

—Siempre tu hermano fue intuitivo en eso —murmuró con una sonrisa el peliverde.

—Aun así, me siento algo nervioso ¿qué haré si me lo propone? ¿Cómo tengo que hacer? ¿Qué debo hacer? No comprendo nada del sexo y en la escuela solamente te enseñan donde se la mete el hombre a la mujer…. Pero ¿y en hombres?

—Aaaah, querido, eso lo aprenderás cuando llegue el momento, todos fuimos aprendices —se sentó y miró a su hijo—. Pero hay algo que debes saber, siempre usa preservativo.

—¿Preservativo? —preguntó y luego suspiró—. Sí, lo sé, me lo han dicho en la escuela.

—Entonces ¿cuál es el problema? Ve tranquilo, sino te sientes preparado se lo dices a Milo y ya, es un chico inteligente, dudo que te fuerce a hacer algo que no quieres.

—¿Y si no es así? ¿Y si de verdad él quiere? —preguntó nervioso, Dégel le estiró la mano y se la tomó.

—Si te ama de verdad, él te esperará…

—Hmmm….—sonrió para sus adentros y se levantó—. Yo lo amo…

—Entonces, si realmente lo amas y él te ama, se respetarán mutuamente….—le apretó la mano a su hijo—. No hay nada más hermoso que eso.

—¿Tú a qué edad conociste a papá? —preguntó, Dégel suspiró y miró hacia otro lado buscando una foto.

—A los doce o trece años, creo que estaba entrando a secundaria.

—¿Y cuál fue tu primera impresión?

—Estaba en mi mismo curso, pero era dos años mayor —comentó, luego comenzó a hurgar entre las cosas de la caja—. Yo era muy joven, y no comprendía mucho, además él tuvo una vida horrible.

—¿Horrible? —preguntó arqueando la ceja.

—Sí, bueno….tal vez él debería contarte la historia de sus padres…..—sacó una planilla y sonrió—. ¡Aquí está la planilla de tu hermano! Bueno, debo ir al hospital.

—¡Espera! ¿Por qué no quieres contarme la historia de papá? —cuestionó levantándose de la silla, Dégel le miró antes de retirarse.

—Por qué no es mi historia.

 

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Como habían quedado, Milo lo esperaba en una cafetería como siempre. Estaba vestido con una camiseta blanca, unos pantalones por debajo de las rodillas color café y su cabello rubio descansando en sus hombros. Miraba, con el celular en la mano y los anteojos encima de la cabeza, los últimos mensajes que habían intercambiado. Hacía calor, pero allí adentro estaba muy a gusto. Se acomodó el cabello y levantó la vista para ver ese muchacho correr hacia él. Su cabello era rojo y largo, sus ojos amatista rojizo y su cuerpo escultural. Vestía una camiseta negra y unos shorts de jean, traía unas zapatillas cómodas puestas e intentaba cubrirse con un sombrero que mucho favor no le hacía. 
Se acercó y se saludaron con un beso en la boca, para luego cada uno tomar su lugar nuevamente. Camus se quitó el sombrero y se daba aire con él.

—Hace mucho calor hoy —murmuró, Milo rio por lo bajo—. ¿Cómo estás?

—Bien, acabo de salir de la facultad y tengo toneladas de cosas para leer —la mirada de Camus cambió de sonrisa a tristeza—. Pero no me interesa, quería verte….

—Yo también…..—estiró las manos y se las tomó para luego mirarle los ojos—. Te extrañé mucho.

—Y yo igual ¿cómo está tu hermanito?

—Bien, está saliendo, ahora mamá lo llevará a la clínica psiquiátrica —suspiró Camus, luego acomodó todo su cabello rojo a un costado—. ¿Y tú? ¿Tus padres? ¿Tu familia?

—Bien….oye, quería invitarte a pasar la noche a mi casa ¿quieres venir?

—¿Estarán tus padres? —preguntó, Milo negó.

—Ya no vivo con mis padres, te comenté que vivía solo bueno, no solo, sino con mis compañeros, pero ellos no estarán, así que estaremos solos y juntos, miremos una película acurrucados….ya sabes…..pasarla lindo….—comentó, Camus arqueó la ceja ¿esto era una propuesta a dormir juntos?

—Estas…..pidiéndome ¿dormir juntos?

—Bueno, si no quieres yo…

—No, no….es decir, sí quiero pero….creí que primero me presentarías a tus padres y todo eso formal…..—comentó Camus, Milo tragó duro—. ¿No quieres acaso?

—Claro que sí, mi amor, solo que….—suspiró pesadamente el rubio y separó sus manos—. No es que no quiera, en realidad…… ¿recuerdas a Ivonne? —Camus frunció el ceño.

—Sí, la recuerdo —dijo de mala manera.

—No, cariño, no te pongas así….—le tomó nuevamente las manos y las besó—. Recuerda que mi estúpido padre me quiere casar con ella, yo no la amo, ¡es tan apática!

—Lo sé —murmuró con moritos, a Milo le pareció lo más tierno del mundo.

—Bueno, la cuestión es que si te presento como novio, puede que papá me arme un escándalo con todo eso….—Camus suspiró deprimido y Milo lo vio directamente—. Lo siento….bebé.

—Está bien, pero deberías ser honesto con tu padre y decirle que no estás enamorado de ella y que quieres alejarte.

—Lo sé, pero créeme, no es fácil enfrentar a papá, sobre todo ahora que está nuevamente llorando por mamá —se tiró el cabello hacia atrás con una de sus manos y volvió a acariciar las de su amado—. Así que por ahora es imposible.

—Pero me prometes que cenaré con tus papás algún día….bueno, con tu papá.

—Claro, podemos cenar cuando quieras, pero no puedo presentarte como mi pareja….

 Luego de esa pequeña charla, la tarde pasó por demás divertida para ambos. Tomaron algo fresco, fueron  a ver la fuente de agua y se besaron a escondidas en un pasillo al lado de un cine. Los besos eran húmedos, frescos, perfectos para ese día caluroso, y se estaba volviendo adictivo. Las manos recorrían sobre todo las caderas e intentaban adentrarse en la piel, era delicioso, pero el aire se hizo necesario por lo cual se separaron.

—Aaaah, fue genial…. —susurró el pelirrojo, mirándole a los ojos.

—Eres adictivo….

—Tú también —murmuró muy cerca de la boca para darle otro beso.

—Hmm, sabes, ahora que estamos íntimos, tal vez podría mostrarte mi sentido del humor, ¿te gusta que un chico te haga reír, verdad?

—Claro…..

—Bueno, he practicado unos chistes porque Aioria, un amigo mío de la facultad, hará una fiesta este sábado y quiere a un buen contador de chistes, pensaba en empezar con algunos ligeros para luego ir subiendo el tono ¿sí? ¿Serías mi primer espectador?

—Claro —sonrió—. Anda. Cuéntame un chiste.

—Bien, ahí va —carraspeó un poco—. ¿Cuál es el colmo de una rosa?

—¿Cuál es el colmo?

—Que lo dejen plantado su novia jardinero….jajajajajaja —Camus pestañó rápidamente mientras Milo se reía.

—Cariño, creo que es ¿cuál es el colmo de un jardinero? Que su novia se llame Rosa y lo deje plantado.

—…..oh….se oye mucho mejor.

—Porque va así el chiste, cariño —comentó Camus sonriendo, mientras le acomodaba los mechones de cabello detrás de la oreja—. Mejor dejemos lo de los colmos, no es lo tuyo…

—No, espera, espera, tengo otro….. ¿Cuál es el colmo de un panadero?

—¿Hm? ¿De un panadero? No sé…. ¿cuál es?

—Querer merendar y que no haya nada abierto jajajajajajajajaja…..

—………………—pestañó, Milo se detiene unos minutos y al ver que su novio no reacciona piensa que no debió haberlo contado bien.

—Hm, creo que no lo conté bien —susurró.

—Parece o no es gracioso directamente…..anda, cuéntame otro….—le tomó de la cintura para acercarlo más a él, Milo adora la iniciativa de su nueva pareja y continua.

—Ok, un hombre estaba tomando un vaso de vino sentado en una terraza al lado de su esposa y dice: Te amo tanto que no sé cómo pude vivir tantos años sin ti. La mujer sorprendida le pregunta: ¿estás hablando tú o el vino? Pensando que estaba borracho y él le contesta: estoy hablando yo…al vino….JAJAJAJAJAJA

—Hm…….—le miró, Milo se detuvo y Camus comenzó a reír forzadamente—. Jaja es bueno Milo, le habla al vino, claro…

—¿No soy gracioso?

—Creo que no…—enredó sus manos en el cuello de Milo y lo acercó—. Pero eres bueno en otras cosas, como besar….—se acercó lo suficiente pero Milo lo detiene.

—Te contaré otro…

—No, no otra vez….—murmuró bajito y suspiró—. A ver….lánzalo.

—Bueno, era una pareja hablando y la mujer le dice: mi amor, estoy a dieta….el marido le responde: ¿y cuánto has perdido? A lo que ella dice: una semana…..

—…….—pestañeó rápidamente—. Ok Cariño, eres pésimo.

—¿De verdad? Vaya, yo quería sorprender a Aioria con algunos chistes.

—El chiste sería gracioso si supieras contarlo —murmuró acariciándole el rostro—. Mejor déjale eso a alguien que sepa…

—Hm… —se desanimó pero rápidamente se le ilumina el rostro—. ¿Y si hago magia?

—Ni hablar…—se aleja.

—¿Eh? ¿Por qué?

—Porque seguramente me usarás a mí como tú “secretaria” y no quiero….estoy muy cómodo teniendo el cuerpo unido.

—Pero te verías muy sexy con un traje de lentejuelas….—le siguió, pero Camus no estaba dispuesto a decir que si por nada del mundo.

 Así acabo su cita, Milo pidiéndole a Camus formar parte de su equipo de magia y éste negándose tajantemente a ello.

 

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Camus había regresado de su cita con Milo, luego de pedirle cenar junto a la familia de este para formalizar aún más la relación, aunque solamente logró una cena normal de amigos. Caminó por las extensas calles hasta encontrar una serie de departamentos, en uno de ellos vivía Kardia Antares, su padre. Luego de la conversación con su mamá, le había quedado en la memoria la historia que ocultaba ese muchacho de ojos azules y sin pensarlo más se dirigió al departamento número siete. 
Subió las escaleras y caminó por los pasillos, golpeó la puerta y aguardó, a pesar que solo habían pasado unas pocas semanas, Kardia aún estaba con muletas, salvo que esta vez utilizaba una de ellas. 
Al abrir la puerta y encontrarse con el pelirrojo, Kardia sonrió y le hizo pasar. El pequeño cachorrito comenzó a ladrar contento con la llegada de un nuevo amigo para jugar y Camus se colocó a la altura del bichito para acariciarlo. Inmediatamente el padre se sentó en el sillón y apoyó su pierna en la mesita ratona para luego indicarle a su hijo que tomara asiento a su lado.

—¡Qué lindo que viniste a verme! Justo estaba por salir a ver a tu hermano, le dieron el alta y tenemos que ir al psiquiátrico —comentó dándole unas palmadas en las piernas.

—Tenía ganas de venir y hablar contigo ¿cómo has estado? Tu casa es muy linda.

—Sí, más le vale a mi inquilino, pago una fortuna —miró para todos lados, estaba goteando afuera y se veía por las ventanas.

—Jajaja, deberías irte a vivir con nosotros…

—Ya sabes Camus, intento respetar los tiempos de Dégel….—sonrió de costado—. Y dime, ¿cómo estás? Sé que trabajas en una joyería.

—Sí, lo hago.

—¿Ganas bien?

—Aun no cobro, pero es un suculento sueldo —tomó una almohada y la abrazó.

—Me alegra, y ¿la escuela?

—Ya casi la termino….solo me faltan tres meses más….

—Ahh, ¿y…..tú novio?

—Bien, es muy dulce conmigo……—apretó sus labios, quería iniciar una conversación, pero no podía—. Papá. ¿Puedo hacerte una pregunta?

—¿Quieres dinero?

—No.

—¿Entonces? —Estiró su mano para tomar el plato de galletitas—. ¿Quieres?

—No, gracias…..—suspiró—. Quería preguntarte sobre tu familia….—la cara de Kardia cambió drásticamente—. Mamá siempre nos comentó que tuviste una vida dura, pero jamás nos contaste que….

—Mis padres eran hermanos….—soltó, Camus se sorprendió ante esto y pestañó varias veces.

—¿Qué?

—Mi “madre” era el hermano menor, luego habían dos mujeres y mi padre era el hermano mayor, que yo creí era mi tío —suspiró dejando las galletitas en la mesa.

—No entiendo….tus papás….

—Mis papás eran hermanos —volvió a repetir, esta vez con un poco más de ira, se notaba que estaba molesto—. Yo fui criado por mi padre y su mujer, es una historia horrible, no la pasé nada bien.

—¿Por qué? ¿No eran buenos contigo?

—¡Ja! ¿Buenos? Ojala hubieran sido un cuarto de bueno de lo que fui yo con todos mis defectos, mi padre ni siquiera me quería y su mujer era una puta resentida.

—Papá, me estas asustando…..—murmuró algo aterrado, Kardia entonces suavizó sus facciones y le acarició el cabello a Camus.

—Te contaré más o menos lo que sé…..—apretó sus labios pero luego los relamió—. Mi padre era diez años mayor, se llamaba Sebastiane Antares…..—miró para otro lado—. Es tu abuelo, el que conoces de mi lado......el que le hizo eso a Brendan.

—El abuelo....—susurró, es verdad que no tenía mucha relación con sus abuelos paternos, pero sabía que Sebastiane siempre tuvo una obsesión con Brendan—. Lo que recuerdo de él es que molestaba mucho a Brendan cuando este era bebé, luego mamá nos llevaba a su casa y siempre me quedaba con la esposa mientras él jugaba con Brendan, nunca me dejaron ver lo que le hacía hasta que a los cinco años de mi hermanito los encontramos.....

—Sí, ese infeliz —gruñó—. Y su mujer se llamaba, Marian o algo así, a estas alturas me vale verga su nombre.

—¡Papá! —criticó, no estaba acostumbrado a oírlo hablar así.

—Ellos lo tienen merecido, eran una dupla de imbéciles. El punto es que ellos nunca se interesaron por mí, yo pasaba más tiempo en la calle o tomando alcohol que en casa, se peleaban constantemente porque ella no podía tener hijos y él sí, era más que obvio dado que yo era hijo de él.

—¿Y quién era tu “mamá”? —cuestionó, nunca había conocido a quien dio a luz a su padre y eso era porque Sebastiane se había adueñado de Kardia completamente.

—Alain, Alain Antares —suspiró y luego volvió a mirarlo—. No tengo muchas fotos de él, pero  ve hacia ese armario, segundo cajón a la derecha.

 

Camus se levantó, caminó unos metros hasta el dichoso armario, lo abrió y hurgó entre los cajones encontrando una foto allí, en ella había un matrimonio con cuatro hijos, uno que parecía tener doce años, dos niñas de diez y nueve años y un bebé de dos. Camus reconoció inmediatamente la sonrisa socarrona de su padre en la mirada del niño de doce años y los ojos con destellos celestes en la mirada del bebé, muy parecido a Brendan cuando era de esa edad. Se acercó a su padre y le extendió la foto para volver a sentarse y escuchar.

—Mis abuelos murieron cuando Alain tenía ocho años, mi “padre” tuvo que salir a trabajar para mantener a sus hermanos, mis tías trabajaban muchas veces en casa de familia, aunque eran muy pequeñas aun….tendrían dieciséis y quince años…..—miró mejor la foto—. Mi madre me tuvo a los trece, justo cinco años después de la muerte de sus padres…..hasta ese momento que quedó embarazado, nadie sabía quién era mi padre, por así decirlo.

—¿No lo sabían?

—No, en esos tiempos, la gente intentaba ocultar los embarazos adolescentes porque eran una deshonra, a lo que mis tías ocultaban todo —le entregó la foto a Camus nuevamente—. Recuerdo muy nítido uno de esos días a mis cuatro años, aun mi padre no se había casado con Marian, era antes de eso supongo.

—¿Qué pasó?

—Aaaah, creo que jamás lo olvidaré…..

 

 Estábamos en la cama con mi madre, él me había contado una historia de piratas y me acariciaba los cabellos para hacerme dormir. Estaba todo muy tranquilo, mis tías dormían en el cuarto de arriba y yo en el cuarto de abajo con Alain, quien más que mi mamá parecía mi hermano mayor. Cerré los ojos ante sus caricias, pero un sonido nos despertó a ambos. Él giró su cuerpo para escuchar mejor y solamente pronunció unas suaves palabras:

—Él está aquí —me dijo en esa ocasión, su cabello era tan largo como el tuyo y de un tono rojizo, era el único pelirrojo de la casa, además, sus ojos eran de un divino tono azulado, como Brendan. Se acercó a mí y me alzó, enredándome en sus brazos y caminando hacia lo que sería el armario con rejas de madera—. Quédate aquí, no hables, ni grites…..él podría golpearte….

—Mami….—susurré, en ese momento era tan pequeño que no recordaba si sabía hablar bien.

Él me miró tras las rejas de madera y saludó con su mano dándome un suave beso volador. Luego, giró a la puerta e intentó abrirla, pero mi padre fue más rápido. Venía completamente borracho, su cabello negro le cubría los ojos al igual que su insipiente barba. Pude ver como miraba entre esa mata de cabellos a mi madre, quien en ese entonces no pasaba de la edad de Brendan. Mordió su labio hasta el punto de escurrir sangre y sin decir más, el morrudo hombre de cabellos negros y ojos verdes se abalanzó contra él. 
Desde donde estaba, no podía ver mucho más que la cama rebotando y los gritos desesperados de mi madre para sacárselo de encima. Cerré los ojos fuertes y solo el chillar del movimiento, los gritos, los golpes, los gruñidos, el dolor…..solo eso se escuchaba en la habitación.

 

—¿Tú padre le violó? —preguntó, Kardia cerró los ojos y asintió.

—No era la primera vez. Durante toda mi vida habrá sido lo que más veía, aun cuando era un pequeño bebé en una cuna, mi tía, la mayor, fue la única que me supo afirmar las constantes violaciones que sufría mi madre, al igual que abortos…..yo fui un aborto fallido ¿lo sabías? —comentó Kardia, su hijo negó horrorizado—. Tal vez por eso no supe apreciar el amor de tu madre en su momento, nadie más que Alain me había amado tanto y ni siquiera tuve tiempo suficiente con él.

—¿Por qué? ¿Qué pasó con él?

—Un día papá lo echó….es todo lo que sé, jamás volvió.

 

 Era una tarde en mis dulces seis años, estaba haciendo la tarea en mi cuarto cuando escuché unos gritos provenientes de la cocina. Era bastante tarde o al menos eso recordaba yo. Caminé los pocos pasos de mi habitación hasta la cocina, la cual era el cuarto más cercano. Asomé mi cabeza para ver a mi padre colérico. Del otro lado, se encontraba Alain, con su cabello nunca más rojo y su mirada tan joven aun, no debía tener más de diecinueve años, se tomaba su inmenso vientre de seis meses, otro hermano. Durante el tiempo que mi papá me había llevado a vivir a su casa junto su esposa y Alain, mi madre había sido embarazado al menos tres veces más, de los cuales, dos nacieron bien y uno muerto. Mis hermanos fueron adoptados por Marian y Sebastiane, mientras que yo era el único hijo legalmente de mi madre, pues tenía roces aun a mi joven edad, con la mujerzuela esa. 
Ese último bebé, mi hermano menor por seis años, también sería inscripto como hijo de Marian y debido a eso mi madre se rehusó a entregarlo.

—¡No lo haré! —Gritó en ese momento, la furia se encontraba en sus ojos, aferrando su vientre—. Estoy harto de ti, de esta casa y esta familia donde reniegan de mí.

—¡Eres un perra! Eso es lo que eres, ahora ten al bebé y sal de esta casa….

—¿Piensas que te dejaré apropiarte de este? Ya demasiado sufrí, sufrimos tus constantes ataques de borracho…. —gritó y se le acercó—. Me llevaré a Kardia lejos de ti…..no volverás a saber de nosotros.

—¡SILENCIO, PUTA! —gritó él y abofeteó a mi papi tal así de hacerle caer al piso—. Tú estás aquí para engendrar los bebés que Marian no puede tener, ese bebé es mío, maldita perra arrastrada, y no te irás con Kardia ni con ningún hijo mío……—fue lo último que escuché antes de oírle partir.

El llanto de mi mamá esa noche fue lo que me mantuvo despierto hasta altas horas de la noche. A la mañana siguiente, me llevó al colegio y cuando regresé con papá, no lo encontré. Sebastiane también estaba molesto por ello y lo buscó día y noche….pero nadie supo jamás su paradero.

—¿Y qué pasó? ¿No será acaso que el abuelo Sebas lo….? —intentó imaginar lo peor, Camus, pero Kardia negó.

—Papá jamás se atrevería matarlo, teniendo una semilla suya en el vientre.

—¿Y nunca lo volviste a ver? —Kardia niega.

—Ni a él, ni a mi hermano….solo tuve el “placer” de criarme con Noah y Nathan —murmuró masticando—. Ellos se parecen a papá, debe ser por eso de ser “los nenes de papi”, mientras que yo, era el renegado de la familia, terminé volviéndome en un borracho inmundo como él. Entiendo por qué mi padre atacó a Brendan, es el más parecido a Alain, por lo tanto deseaba hacerle sufrir y a la vez, hacerme sufrir a mi....

—No sabía eso….—mordió su labio—. ¿Y no tienes nada? Es decir, nada para empezar a buscarlo.

—No, creo que él es feliz sin mi…..y yo, ahora que he estado en contacto con ustedes no puedo estar mejor —abrazó a su hijo con uno de sus brazos, Camus recibe el abrazo—. Te amo.

—Yo también papá, gracias por compartir la historia. ¡Se me hace tarde!

—Ok, saludos a tu madre y dile a ese tal Milo que se aleje de ti….

—No se lo diré —fue lo último que comentó Camus antes de cerrar la puerta.

 

Kardia queda con un gusto amargo luego de contar su triste historia, tal vez deseando que su madre donde sea que este, se encuentre bien.

 

Continuará.

 

 


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