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Talvisota, Guerra de invierno. por Ross Golbach

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Notas del fanfic:

Los personajes pertenecen únicamente a Hidekaz Himayura.

Por más que deseara salir, sabía que era imposible, la seguridad era demasiada y él se encontraba bajo llave. No podía salir y escapar, era como estar secuestrado, aunque no lo estaba, solo se encontraba siendo protegido por su pueblo finlandés, porque ellos no querían que nada malo le pasase.

Suspiró.

Pensaba ingenuamente que Suecia lo ayudaría, pero se decepcionó al saber que no sería así, ya lo había entregado una vez a Rusia ¿Dos veces, sería capaz? Su independencia de Ivan había sido tan efímera como la luz de una vela, apenas y pudo disfrutar, porque se vino la Segunda Guerra Mundial y a pesar de querer haber permanecido neutral, no había contado con que la Unión Soviética lo atacaría ¡A pesar de enfrentarse contra Hitler y Alemania! Stalin estaba loco por mandar a su ejército rojo a por él, que a la guerra que ahora estaban luchando contra el eje.

Pero ¿Qué podía hacer ahora? A Rusia le había importado poco o nada ese hecho, sus soldados se encontraban cruzando su frontera para enfrentarse a su pequeño país.

Tenía ganas de llorar, pero ahora mismo no podía. Tampoco es como si pudiera odiar a Berwald, porque a pesar de todo, lo seguía amando, aunque le dio la espalda en esa guerra, aunque lo haya dado a Rusia alguna vez, para él, Suecia siempre sería… Suecia, la persona -nación-que amaba.

Al notarse a sí mismo llorando, se reprendió mentalmente, repitiéndose constantemente en voz baja que debía ser una nación fuerte, si Suecia le había dado la espalda, entonces él demostraría que podía vencer a Rusia con o sin su ayuda, quería ser una nación fuerte y no depender nunca más de nadie.

—Señor Finlandia, le hemos traído buenas noticias —Escuchó como un soldado quitaba lentamente el seguro.

Se sentó en su cama y miró hacia la puerta, esperando a que pasara y le dijera lo que tuviera que decir, porque si decía que era algo bueno ¿Era verdad? ¿Sobre la guerra? ¿Acaso habían ganado? No, no podían ganarle a Rusia ni en sus mejores sueños, es por eso, que la pequeña llama de esperanza que tenía se estaba apagando, solo se mantenía por el deseo de demostrarle a Berwald lo capaz que era.

Otra vez pensando en él, se había sorprendido, pero era lo normal, a fin de cuentas.

— ¿Qué es lo que traes? —El joven soldado, de cabellos dorados ingresó a la habitación, para encontrarse con la representación humana de Finlandia con esa mirada triste que portaba con orgullo desde que la guerra empezó.

Todos sabían que quería ir a la guerra y apoyar a su gente, pero no podían darse el lujo de dejarlo expuesto y que lo capturaran, si lo hacían sería el fin de Finlandia, porque pasaría a ser parte de Rusia y nada más, porque Finlandia no existiría más.

La vida era cruel, efímera para ellos, pero eterna para Tino.

—Vamos con la ventaja en esta guerra, el ejército rojo está disminuyendo, aparte, no soportan el frío y mueren, por lo que podemos quedarnos con sus provisiones —Tino sonrió levemente al oír eso.

¿En serio habría una esperanza? ¿Acaso podría demostrarle a Suecia lo que valía? La noticia era muy buena, pero había algo que no cuadraba y era que Rusia tenía uno de los ejércitos más fuertes del mundo y él, apenas acababa de ser un país independiente, no tenía mucha experiencia estando solo en el mundo cruel que era ese.

Había librado otras batallas antes, contra Noruega y Dinamarca, pero todas habían sido a lado de Suecia, ahora se encontraba solo. ¿Por qué quiso ser independiente? No por esto, era seguro.

Se levantó de la cama y comenzó a arreglarse lentamente, bajo la mirada de aquel varón y poco le importaba ahora su vida. Iría a la guerra, si tenía que morir, lo haría al menos enfrentando a los rusos, junto a su pueblo y conservando su honor, su Finlandia que quizá no sería recordada por muchos, pero su nombre brillaría orgulloso en los pocos libros de historia que lo mencionaran.

Sus ojos comenzaron a aguarse lentamente al imaginar su destino y se acobardó tras ponerse su primera bota, ¿Qué pasaba si moría? ¿Qué harían sus hermanos? Le dolió el pecho el pensar así y sintió temor, mucho temor, ni siquiera el saber que llevaban la ventaja lo hacía sentir mejor, porque conocía a Ivan y este, apenas supiera que va perdiendo, junto con Stalin, no les importaría mandar más del ejército rojo a las fronteras con Finlandia, después de todo, Hitler no estaba enterado de la pequeña guerra que ahora mantenía con el nórdico y si lo estaba, no creía que les importara.

Esperaba poder sobrevivir ese invierno, que la vida durara un poco más y para cuando volviera a ver la luz del sol, su gente cantara "¡Nuestra tierra, nuestra tierra, nuestra patria!" que el Hymni Suomi se escuchara en alto y después festejar y agradecer por un día más, esperaba que la URSS lo dejara en paz de una vez.

Tenía la pequeña esperanza de que podría sobrevivir, lo hicieron con Dinamarca ¿Por qué Rusia sería diferente? Si Suecia ahora lo abandonaba a su suerte, entonces quería demostrar que era lo suficientemente fuerte e independiente para ganar la batalla.

Sin embargo, no podía negar que tenía miedo, él debería estar en el campo de batalla, no escondido en un lugar "Seguro" solo por ser la figura humana de Finlandia, si debía morir, que fuera a lado de su gente que lucha hasta el final solo por él.

Si iba a morir, quería hacerlo con el orgullo que era pelear hasta su último suspiro, tratando de evitar caer en las manos de los rusos y así, haber sido leal a su patria, su Finlandia, su Suomi.

Respiró profundamente y salió de la habitación, con sus manos temblando, pero la frente en alto, listo para ir a luchar contra Rusia y hacerle ver a todos de lo que era capaz. 


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