Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Obscene [ChenMin]. por Shiza-chan

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Puej este es el primer ChenMin que escribo. Más que nada, es algo así como un regalo para una persona muy especial para mí y en verdad espero que le guste.

Estoy segura de que por ahí se me ha de haber colado algún error y no lo noté, así que les agradecería que me lo dijeran.

Pero bueh, espero les guste y me digan qué les pareció. Voy a tratar de actualizar pronto.

 

Si al principio se había mostrado reacio a todo lo que aquello representaba, ahora no tenía ni la más mínima intención de parar lo que estaba haciendo.
Pudieron haber sido los tragos de más, o las miradas deseosas que su cuerpo recibía cada que movía las caderas al ritmo de la música. No lo sabía. Pero, en ese momento, MinSeok se sentía como la persona más jodidamente atractiva del planeta.
Un aura de confianza se había instalado a su alrededor a los pocos segundos de haber ingresado a la pista de baile y parecía crecer cada que un nuevo par de ojos se posaban en él para seguir sus movimientos; logrando sacarle una risa traviesa que terminaba perdiéndose entre los murmullos de la gente alrededor.

Apenas hace unas horas estaba que guillotinaba a LuHan por haberlo arrastrado (sí, arrastrado en el sentido literal) a un lugar así sólo para que él pudiera ligarse al barman que lo traía coladito (SeHun, le parecía que se llamaba) y después dejarlo tirado en la barra para poder irse con el chico a quien-sabe-dónde a hacer quien-sabe-qué. Aunque MinSeok ya tenía un presentimiento bastante acertado de qué era lo que se habían ido a hacer esos dos.

Había tenido claras intenciones de largarse del sitio, pero para su pésima suerte, había llegado con LuHan en el auto del mismo y, para rematar, no llevaba su teléfono consigo en esos momentos. Por su mente cruzó la posibilidad de caminar los nueve kilómetros que había entre el bar y su departamento, con suerte encontrando un taxi por el camino. Pero -y podían llamarle miedoso, gallina o como gustasen- las calles de Seúl no eran las más seguras a eso de las tres de la mañana y él no quería arriesgarse a que una fotografía de su cadáver apareciera en el periódico matutino del día siguiente. ¿Exageraba? Tal vez. Pero MinSeok no era de los que corría riesgos; y en esa ocasión -por mucho que le molestase- no sería la excepción.

En un antro solo había dos opciones: O bebías; o bebías y bailabas. Hasta ahí llegaba la lista. Pero MinSeok tampoco era de los que disfrutaran de exponerse en medio de una bola de completos desconocidos, así que aunque no fuese fanático de ello, opto por la opción de beber.

Una no hará mal. Había pensado.

Error.

Bastaron unos cuantos tragos para que alguien que apenas y bebía se volviera fanático del tequila y de paso, empujarlo inconscientemente dentro de la pista de baile.

Tal vez le agradecería luego a LuHan. O le rompería una lámpara en la cabeza. Todo dependía de que tan fuerte fuera la cruda.

Una nueva canción comenzó a hacerse sonar por los altavoces y MinSeok no pudo contener la sonrisa divertida que hizo acto de presencia en su rostro. 
Llevó una mano a la hebilla de su cinturón negro, metiendo el dedo pulgar por dentro de los pantalones mientras que la mano que le quedaba libre se dedicaba a hacer ondas y movimientos lentos en lo alto; siguiendo el ritmo que él mismo se había impuesto apenas escuchar las primeras notas sonar. Movía las caderas de izquierda a derecha, de atrás adelante; de manera lenta y constante, sólo cambiando el ritmo cuando la música lo hacía.

El alcohol en su sistema sin duda estaba haciendo maravillas destruyendo sus inhibiciones. No sabía si debía o no agradecer por eso, aunque la respuesta era un poco obvia. 
De haber estado sobrio, probablemente hubiera preferido un brazo roto antes que acceder a bailar de aquella forma en medio de un grupo de desconocidos que lo devoraban con la mirada.

De haber estado sobrio, habría corrido despavorido al sentir tantas manos desconocidas posarse en su cuerpo de manera descarada cada dos segundos.

De haber estado sobrio, habría dado la vuelta sobre sus talones y le habría estampado un puñetazo en el rostro a quien estuviera detrás de él, pasando sus brazos alrededor de su cuerpo, por debajo de los brazos y atrapando sus caderas firmemente con ambas manos, basándose en eso para jalar al más bajo hacia su cuerpo.

Pero ese no era el caso, MinSeok estaba lo suficientemente tomado como para que aquello no le molestara en lo más mínimo y de paso, hacerlo soltar un murmullo de gusto cuando sintió su trasero chocar con algo duro que comenzaba a refregarse contra él.

El desconocido pasó una de sus manos al frente del cuerpo del pelirrojo y se detuvo cuando llegó a la hebilla del cinturón ajeno mientras que la otra permanecía firme en su cadera. Sus dedos picaban por adentrarse al interior de la prenda y explorar el terreno hasta ahora desconocido, pero en su lugar se limitó a dejar la mano de la misma manera que el dueño del cuerpo que lo venía tentando desde el momento en el que entró por las puertas del antro "Two Moons": con el pulgar adentro, por detrás de la hebilla, y el resto de los dedos descansando cerca de la entrepierna.

La música cambio, imponiendo un ritmo un poco más veloz pero sin llegar a considerarse realmente rápido, más bien... Era sensual y sexy. MinSeok aprovechó el cambio de ritmos para pegarse más al cuerpo del ajeno, acción que fue bien recibida y misma que se vio recompensada con un par de labios posándose en el lado derecho de su cuello. Suspiró haciendo la cabeza hacía el lado opuesto, dándole más espacio para trabajar. Podía sentir la respiración entrecortada del contrario chocar contra su mejilla, lo cual le dio a entender que el chico era como de su altura, quizás sólo un par de centímetros más alto que él, tenía que verlo para averiguarlo; la idea le pareció sencillamente atractiva.

Con una sonrisa traviesa marcada en el rostro, el pelirrojo comenzó a girar de manera lenta, moviendo las caderas sensualmente y sin alejarse más de lo necesario del calor que le transmitía el cuerpo ajeno. No se explicaba el porqué, no lo entendía, pero por alguna razón ese tacto, contrario a todos los roces fugaces que su cuerpo había recibido con anterioridad a lo largo de la noche, había provocado algo nuevo en él; algo completamente desconocido y que había logrado desembocar una nueva ola de sensaciones que a sus veinticuatro años le resultaron aterradoramente fascinantes.

Finalmente luego de lo que parecieron los segundos más lentos de su vida, MinSeok quedó frente a frente con el chico que ahora tomaba su cintura con posesividad. Jadeó de impresión. El chico frente a él era jodidamente atractivo; Min no le calculaba más de veinticinco años, llevaba el cabello negro ligeramente largo y peinado hacia atrás, su sonrisa con aire felino hizo que naciera en él la enorme necesidad de besar sus labios delgados y sus ojos... Eran tan oscuros que MinSeok se sintió perdido en ellos por una milésima de segundo; destilaban un deseo que parecía querer consumir de pies a cabeza al pelirrojo que ahora no podía apartar la vista del rostro del pelinegro.

La música, los murmullos de la gente y todo lo demás a su alrededor dejó de existir en cuestión de segundos. Por un momento, solo eran ellos dos. Por un momento, sólo eran sus miradas conectadas. Por un momento, sólo eran sus labios chocando y moviéndose de manera rítmica, casi sincronizada, como si el acto en cuestión hubiera sido premeditado y planeado detalle por detalle; cosa que estaba alejada de la realidad por más que sus mentes les gritaran que debía ser así.

MinSeok jadeó cuando las manos del opuesto se deslizaron ágilmente por su espalda e iniciaron un camino que iba de su espalda baja y ascendía por toda su columna hasta llegar al inicio de los omóplatos. Al llegar a esa parte lo que hizo fue deslizar sus manos al frente, rozando de manera pasajera el pecho del chico por sobre la camisa blanca sin mangas que dejaba a la vista sus trabajados brazos, y dejarlas estacionadas en los hombros ajenos.

El contacto de esos labios estaba volviendo loco a Min, pero lamentablemente era humano y tenía la necesidad de llenar sus pulmones con aire de vez en cuando para no morir; así que más por necesidad que por gusto, rompió el beso para jalar aire.
Estaba más que dispuesto a iniciar un nuevo beso y hacer reaparecer aquel placentero hormigueo en su piel, pero por lo visto, el pelinegro tenía otros planes en mente ya que antes de que MinSeok pudiera siquiera rozar sus labios, se apartó de él con una sonrisa llena de promesas indecentes, comenzando a caminar lejos del pelirrojo para perderse entre las personas que seguían bailando ajenos al reciente encuentro de ambos chicos.

Sólo le tomó un par de segundos reaccionar antes de salir corriendo detrás del pelinegro. El corazón le latía a mil mientras que sus ojos recorrían velozmente su entorno en un intento de localizar al chico hasta que por fin lo localizó cerca de la barra y sus miradas chocaron. A MinSeok se le secó la garganta cuando lo vio morderse el labio inferior de manera sensual.

El más alto tomó un vasito pequeño cuyo contenido no logró identificar y después de ingerir el licor de un sólo trago (en realidad, no se necesitaba mucho más que eso por el tamaño del vaso), le dedicó una última mirada al pelirrojo que seguía absorto en el mismo lugar para luego salir de manera galante de la parte principal del antro; desapareciendo por una puerta que estaba a unos metros a la izquierda de la barra.

Una vez más sus piernas reaccionaron por sí solas, como si tuvieran mente propia, y, para cuando quiso darse cuenta, se encontraba frente a la misma entrada. Una cortina de satén azul desempeñaba el trabajo de "puerta" y en la parte superior, una placa plateada citaba Darkrooms.

No era estúpido. Sabía -a pesar de no estar en sus cinco sentidos al cien por ciento- qué era un Darkroom y qué era lo que ocurría allí dentro.

No es como si él hubiera estado en ese tipo de situación anteriormente, pero otro de sus mejores amigos, BaekHyun, tenía la mala costumbre de narrarle sus aventuras nocturnas mientras que trabajaban en la cafetería y él sin poder hacer nada, se golpeaba la cabeza contra cualquier cosa dura al tiempo que el menor terminaba con su relato de la semana. Pudiera ser por eso o bien por el posible coma etílico que estaba por darle que no le sorprendió tanto ver a personas semi-follando en los pasillos laterales de la sección apenas cruzar la cortina, mientras que otros cuantos ya lo estaban haciendo en pequeños "cubículos" en el pasillo principal; apenas delimitados por gruesas cortinas negras que muchos ni siquiera se habían molestado en cerrar.

Podría estar incluso drogado, pero ni siendo así le agradaría la idea de ver o escuchar a parejas follando sin ton ni son, por lo que prefirió irse por el pasillo de la derecha y evitarse vistas desagradables.

El pasillo se encontraba abarrotado con parejas de todo tipo: hombres con mujeres; mujeres con mujeres; hombres con hombres... Al pelirrojo le había parecido ver incluso un trío. Pero no le importaba. Ninguna de esas personas era la que él estaba buscando. Detuvo su andar. Estático. Repentinamente confundido.

Una duda llegó como un balde de agua helada directo a su cabeza. De improviso. Sin cuidado. Devolviéndole momentáneamente la sobriedad. ¿Por qué estaba buscando al chico? ¡Ni siquiera conocía su nombre!, ¡Ni siquiera lo conocía! Y sin embargo ahí estaba, parado a la mitad del pasillo en medio de un montón de personas potencialmente excitadas y alcoholizadas; esperando encontrar un pequeño rastro del chico con sonrisa parecida a la del gato Cheshire.

Su parte racional -la poca que quedaba de pie- le decía a punta de gritos y patadas que saliera en cuanto antes de ahí mientras aún tenía la oportunidad de hacerlo. Pero por otro lado, se encontraba una parte de él a la cual todavía no le había asignado un nombre; era esa que le pedía con dulces palabras que se quedase. Que encontrara el chico. Que corriera, por primera vez en la vida, riesgos y se dejara llevar por el momento al menos una vez.

La posibilidad era sumamente tentadora, como el canto de una sirena. Sereno. Seductor. Lleno de promesas.

No había mucho que pesar y sin embargo él permanecía ahí de pie como un verdadero idiota al intentar tomar una decisión que ya había sido tomada por él desde el momento en el que se dejó moldear por las manos del pelinegro y terminó siguiéndolo hasta esa sección del antro.

Una risa sin gracia salió de sus labios. No sabía ni su nombre y ya se encontraba irrevocablemente atraído por él.

Cuando llegó a lo que parecía ser el final del pasillo no pudo evitar soltar un bufido de frustración al no haber encontrado al chico. Frente al pelirrojo de encontraba una puerta metálica de color plata que tenía una de esas cerraduras de tarjeta comunes de los hoteles. No hizo ni siquiera el intento de abrirla, sabiendo de antemano que no conseguiría nada con eso siendo que ni por asomo contaba con la tarjeta de acceso.

Tal vez se había ido por el pasillo contrario. O bien se había dirigido al pasillo de los cubículos. No lo sabía, pero no lo averiguaría si seguía ahí de pie.
Decidido, dio media vuelta sobre sus talones, chocando con alguien justo al instante de hacerlo, cosa que lo hizo trastabillar hacia atrás.

- Lo lamento - Se disculpó con la cabeza mirando al suelo.

MinSeok se movió a un lado para irse del sitió pero antes de poder avanzar dos pasos siquiera el sujeto con el que había chocado lo tomó del brazo impidiéndole marcharse. Se volteó confuso en su dirección, en busca del porqué de aquella acción; pero, una vez más, terminó perdiéndose esos ojos oscuros que venía buscando desde hacía rato.

- Tú... - El monosílabo le salió tan parecido a un suspiro debido a que el ruido de la música en el exterior no daba para que fuera de otra manera.

-El mismo, baozi - El pelinegro sonrió cuando el menor lo reconoció y casi por instinto, llevó una de sus manos a la nuca del chico mientras que la otra se deslizaba hasta su cadera para tomarla con decisión.

MinSeok jadeó de la impresión pero aun así se negó a separar sus ojos de los ajenos. Extrañamente, el apodo asignado por el otro no le molestó en lo absoluto. No era tampoco como si fuera el primero en referirse así de él gracias a sus mejillas sobresalientes. En su lugar le sonrió de la misma manera traviesa y por unos segundos guio su mirada a los finos labios del pelinegro. Hacía apenas un rato se había quedado con las ganas de besar aquellos belfos delgados que hacían lo hacían estremecerse con apenas un roce.

Se humedeció los labios con la lengua.

Cuando intentó besar una vez más al otro, éste en lugar de alejarse como la vez pasada, sonrió ladino contra los labios del menor antes de unir estos con los suyos; al tiempo que presionaba más el agarre en la nuca del pelirrojo para profundizar el contacto.

MinSeok envolvió los brazos alrededor del cuello ajeno mientras se alzaba levemente sobre la punta de sus pies. El pelinegro lo notó y la palabra adorable cruzó por su cabeza de manera fugaz.

No se tomó la molestia de alejarse de los labios del pequeño baozi mientras buscaba algo dentro de los bolsillos traseros de sus pantalones. La manera en que el otro mordía sus labios entre besos era simplemente excitante y no le importó demostrarlo al momento de hacer que su entrepierna semi-despierta se refregara contra la ajena. Al notar que su contrario estaba en las mismas condiciones que él, un sentimiento de orgullo le recorrió el cuerpo.

Sacó la tarjeta de sus pantalones cuando por fin la encontró y aun sin dignarse a soltar al otro, tanteo el terreno con la mano hasta que encontró la hendidura de la cerradura y deslizó de manera torpe la tarjeta por ella. Cuando escuchó un suave "bip" por parte del aparato, tomó con apuro la manija de la puerta y la giró para que ambos cuerpos pudieran entrar a la habitación entre tropezones torpes y risas que se ahogaban en la boca del otro.

Tal vez, pensó MinSeok, correr riesgos de vez en cuanto no le hacía daño a nadie.

Notas finales:

BSL para todos, Dollys :* 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).