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Carta a Jin Akutsu por Aless_chan

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Notas del capitulo:

Otra vez, les quiero agradecer muchisimo los comentarios!!!!!

Esta vez les dejo otro capitulo un poquitin mas larguito que el anterior. ¡Que lo disfruten!

Me voy a seguir estudiando ^^

Besos!!!!!!

*Aless*

El orgullo contra el amor
 

Sengoku se dirigió a casa de Dan. Para su suerte, el niño estaba sentado en el pórtico. Se acercó y se colocó a su lado. El pequeño se mostraba triste y sus ojos estaban algo brillosos pese al llanto.

-         ¡Dan! ¡No estés triste! ¿Quieres ir a dar un paseo conmigo? – Preguntó el pelirrojo intentando animarlo. Pero Dan negó con la cabeza. – Vamos, solo una caminata pequeña... Es decir, debo reparar mi... Error, el... Rompimiento entre ustedes... Que tonto fui, y todo por entrometerme solo para curiosear un poco. – Rió con gracia.

-         Basta... No me hables de eso... Es que... Me da mucha vergüenza ahora... – El niño se levantó para entrar a su casa. Pero Sengoku lo tomó del brazo:

-         Dan, Dan, no, no tengas vergüenza... Lo siento, lo siento mucho, no quise quebrantar lo de ustedes y quiero arreglar las cosas de alguna manera. -

-         No se puede... No se que pensará Jin de esto... Tal vez él ya no quiere saber mas nada de mi... -

-         Iré con él... –

-         No, no vayas...-

-         Si. Iré y hablaré seriamente, esto de ustedes no saldrá de mi boca, no le contaré a nadie. Te lo prometo... Se que siempre quisiste a Jin y por eso me preocupo. La vez que lo conseguiste tuve que arruinarlo, no fue a propósito, lo juro... Por eso quiero ayudarte a estar de nuevo con él...- Sengoku mostraba compasión por su compañerito.

-         ¿Cómo... Cómo sabes que siempre lo quise? – Los ojos de Dan se abrieron ante la sorpresa y sus mejillas tomaron el tono rojizo nuevamente.

-         Bueno... Verás, a veces soy muy observador ¡y se te notaba muchísimo! – Rió pero se detuvo enseguida porque el niño no sonreía. – Bueno, bueno, me haré cargo de reparar el mal que cometí... Quédate tranquilo, hablaré con Akutsu y estarás en poco tiempo unido a él nuevamente. –

Dan mostró una ligera sonrisa, agradeció la ayuda de Sengoku y entró a su casa. El pelirrojo tenía una misión y debía cumplirla. Caminó rápidamente hacia la casa de Jin. Tocó timbre. La madre de Akutsu atendió, pero dijo que su hijo aún no había llegado de la práctica. El chico, entonces, caminó hasta el club... Su compañero tampoco se encontraba allí.

-         ¿Dónde te has metido? – Preguntaba pensando en otro lugar en donde podría hallarse Jin.

Sengoku esperó una hora y llamó a la casa de Akutsu... Pero él todavía no había llegado... Tenía que hablarle si o si, lo antes posible.

De noche, Jin llegó a su casa, había estado caminando por la ciudad. Su madre había estado preocupada y al verlo llegar lo regañó:

-         ¡Jin, debes avisarme si te vas a ir por allí a vagabundear! No me hagas preocupar de esa manera nuevamente... –

-         No me digas lo que tengo que hacer... –

-         ¡Jin!... – Para la mujer era casi imposible lidiar con su rebelde hijo. – Además vino a buscarte un compañero de tenis... Y luego te llamó por teléfono... – Jin se detuvo antes de seguir:

-         ¿Quién era? – Se interesó pensando en que tal vez quien lo había buscado era el pequeño Dan.

-         El de cabellos naranja... –

-         No estoy para él... – Akutsu se desilusionó y continuó su camino al cuarto.

-         Tienes algo para cenar en la heladera... – Le ofreció su madre.

-         No... No tengo hambre... –

-         Hijo... ¿Te sucede algo malo? – La mujer intentó una vez mas acercarse a Jin sin ser rechazada. Pero él chico la ignoró. - Jin, por favor... Déjame ayudarte en lo que necesitas... – Su tono de voz era amable y compasivo. Pero Akutsu respondió:

-         Déjame, no necesito de tu ayuda. – Aquellas palabras hirieron a su madre.

-         Jin... – A ella se le llenaron los ojos de lágrimas y mas al ver una sonrisa sarcástica en el chico antes de cerrar la puerta de su cuarto... Le era imposible entablar charla con aquel insolente joven.

Akutsu dejó las cosas a un costado de la cama. Se recostó en ella y comenzó a pensar en Dan... Le provocaba vergüenza el que alguien se haya enterado de su sentimiento hacia el niño... Ya no quería ir a prácticas, no quería cruzarse con el entrometido de Sengoku. De solo reflexionar acerca de lo ocurrido le daban ganas de golpear al pelirrojo... Pero si faltaba a las prácticas de tenis, se mostraría cobarde y llamaría la atención de muchos... No, no dejaría de ir al club, lo que haría sería ignorar a quien lo había descubierto con Dan, a quien también, lamentablemente, optaría por ignorar...

Intentó dormir un poco, pero su pequeño compañerito no se alejaba de sus pensamientos... Daba vueltas en la cama torturándose. No quería ignorarlo, el pequeño no tenía la culpa. Iba a sentirse muy triste, y aunque Jin parecía disfrutar o no dar importancia cuando Dan lloraba, por dentro le apenaba un poco ver al infante sufrir por él. Se estaba adormeciendo, cuando tocaron la puerta del cuarto. Se levantó sobresaltado. No respondió ni dio permiso a que entren.

-         Jin, Jin, soy yo, Sengoku... – Se oyó desde el otro lado.

-         Lárgate... – Akutsu se paró detrás de la puerta.

-         Solo quiero unos minutos para hablar – Pidió el pelirrojo.

Jin abrió la puerta y con brusquedad tomó de la remera al visitante. Lo hizo entrar al cuarto, cerró la puerta y lo azotó contra esta. - Ay, ay... Ya, ¡tranquilo! No me golpees, solo vine a hablar, no busco pelea... – Suplicaba Sengoku tratando de cubrirse de un posible golpe.

-         ¿Qué es lo que tienes para decir? – La mirada dorada de Jin se clavó sobre los ojos azules de su compañero. – Vienes a molestar a... – Observó el reloj colgado de la pared. – ... las once menos cinco de la noche... ¿Te parece correcto? –

-         No, en realidad le pedí disculpas a tu madre, es que tenía que decirte algo con urgencia... –

-         No me interesa... Vete y ya deja de molestarme... –

-         Perdona por entrometerme y estar espiándolos... Pero Jin, no dejes a Dan por mi culpa, el es un buen chico, estaba muy triste hoy cuando lo vi... –

-         Eso a ti no te interesa y a mi tampoco. – Akutsu azotó una vez mas a Sengoku contra la puerta. –

-         ¡Jin! ¡Jin! ¿Qué está pasando allí adentro? – La voz de su madre se sintió desde afuera.

-         ¡No es nada, señora, no es nada! Solo estábamos hablando un poco... – Sengoku le respondió enseguida para no preocuparla. – Jin, Jin, ya deja de atacarme y hablemos tranquilos. – Le pidió en voz baja. Akutsu desistió de tomarlo de la remera y se sentó en la cama.

-         No tengo ganas de hablar de eso... Dije que lo olvides... –

-         No, Jin, no lo haré... No tengas vergüenza, nadie se enterará, le dije a Dan que guardaría el secreto, nadie mas lo sabrá. Lo juro, pero no lo dejes afligido... Dan está verdaderamente amargado... –

-         No me importa. – Jin mostró nuevamente el sarcasmo en su sonrisa, ocultando su verdadera emoción.

-         No es cierto, te importa y mucho... Lo se muy bien... Nunca te había visto feliz con alguien ni reír como lo hiciste en el café esta tarde. – Akutsu lo observó sádicamente, lo que le provocó un poco de miedo y agregó – Mira, lo digo en serio... Regresas al lado de Dan, yo no me meto mas, ya no los vigilo... Jin, se que te sentirás raro y tal vez te avergüence demostrar lo que sientes por el chico, pero si en verdad lo quieres no lo dejes solo porque alguien los vio juntos, de lo contrario él pensará que solo jugabas... Eso sería muy cruel, demasiado cruel... –

Jin pensó en el consejo que había recibido, Sengoku tenía razón, pero por mas de que quería volver al lado de Dan, su orgullo y el toque de vergüenza, no le permitían actuar como era debido...

-         Ya es suficiente, no necesito de tus consejos... Déjame en paz y vete de una vez -

-         Bien, lo haré, pero... Hazme caso... ¡Y ya se que me responderás que no te diga lo que tienes que hacer! Pero si quieres que Dan no esté mal, seguirás mi recomendación... Hasta luego... Y suerte... – Sengoku le guiñó el ojo y se retiró. Akutsu odiaba admitir que su compañero pelirrojo acertaba con lo que decía, pero no sabría si le haría caso... Se recostó nuevamente. Pero ahora el insomnio era intenso. No podía pegar los ojos. Se levantó, buscó un lapicero y papel  y comenzó a redactar una nota...

 
Alessandrie     29/05/2006

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