—Solo tengo que doblar la esquina, cruzar la calle, esquivar la muchedumbre de la tarde y podre saborear mi estúpido y sensual frappuchino como hipster que se respeta que soy. —me murmure incontables veces mientras que caminaba con mis audífonos en la orejas, sin contar que caminaba como un flamenco.
Hoy era un día soleado.
Y yo
ODIO.EL.SOL
Lo detesto con toda mi alma.
Llevaba puesto un pantalón pegado a mis sexys piernas y a mi bonito y voluminoso trasero, ya que como dice mi mami “Presume lo que tienes ahora, que cuando seas viejo se van a colgar”; ya saben, cómo cualquier madre diría.
Llevaba puesto también una polera SUPER delgada, que hasta juraba se traslucía, color turquesa y mis hermosas zapatillas negras.
Si, hoy andaba muy sexy por las calles.
Solo faltaba que Bruno Mars saliera y me cantara Uptown Funk.
Y eso que lo que llevo puestos son las primeras fachas que encontré.
Solté un suspiro aliviado después de cruzar la calle, y es que la muchedumbre de gente que normalmente hay no está.
Oh si bebe, la vida es bella y buena.
Di saltitos de macho internamente antes de casi correr hacia mi cafetería favorita.
Sturbacks, el hogar los hipster.
Es mi lugar favorito ya que, como ha ido perdiendo popularidad, había poca gente.
Y era el hogar de los frappuchinos que yo adoro desde que me prohibieron tomar bubble tea…
Además tienen wi-fi gratis.
Es el puto paraíso.
Sonreí para mis adentros mientras comenzaba a caminar de manera normal hacia Sturbacks… nah, no es cierto, yo estaba modelando.
─a02;●◊●a02;─
Ok… ¿Recuerdan que les dije que la vida es buena y bella?
PUES ME RETRACTO.
¿Por qué? ¡¿POR QUE?! ¡¿OSASTE A PREGUNTAR POR QUE?! TE DARE TU POR QUE.
Bueno, primero cuando llegue el mi paraíso este estaba LLENO.
Que lleno, ESTABA RE.BEN.TAN.DO.
Había demasiadas personas y eso es muy malo, al menos para mí y mi poca paciencia lo es.
Segundo, NO PODIA PEDIR NADA. Todas las pubertas hormonales estaban amontonadas en la caja, como si hubiesen visto a su “Oppa” y trataran de arrancarle una extremidad para poder postearla en Instagram.
Y el tercero y más doloroso de todos…
El wi-fi estaba lento.
Así es, como me escucharon, MUY lento.
Me quería tirar de un puente.
─a02;●◊●a02;─
Luego de terminar mi lista de “Porque la vida es una mierda” me dispuse a pedir, así sea por la fuerza.
Yo IBA a tener mi frappuchino, y ni el Papa me lo iba a impedir.
Comencé a empujar con “delicadeza” a las chicas que estorbaban mi camino y pude escuchar muchas quejas y uno que otro insulto, pero solo uno me sacó de quicio.
—Esa cosa horrorosa me empujo ¿Puedes creerlo? —le dijo una put— una chica a su amiga e instantáneamente voltee hacia la chica –la cual tenía un poco de cara en su maquillaje- y me enderece totalmente mientras alzaba una ceja y me posicionaba en frente de ellas.
—Mira queridita ¿Ibas a pedir algo? No ¿Cierto? En ese caso será mejor que te muevas de mi camino. —dije de forma arisca mientras la veía de arriba abajo con cara de Iug y ella solo se me quedo mirando como si fuese un modelo ¿Con que cosa horrorosa, no? —Y por favor, cierra la boca, que apestas el lugar. —dije y me di la vuelta para seguir mi camino hacia la caja.
A mí NADIE me dice cosa horrorosa, ni mi madre.
Llegue a la caja mientras jugaba en mi celular sin prestarle atención al cajero.
Grave error.
—¡Hola! Bienvenido a Sturbacks ¿Qué desea pedir? —escuche la animada y dulce voz del cajero y jure que vi el mundo color rosa por un momento, pero no levante la mirada de mi celular.
—Un frappuchino de moccha mediano, por favor. —dije de manera cortes y clara para que me entendiera.
—No hay problema ¿Cuál es tu nombre? —me pregunto aun de manera risueña y su colonia podía olerse hasta donde yo estaba.
Era la colonia más orgásmica que había olido en mi vida, tuve que aguantarme las ganas de pegarme al cuello del chico.
—Sehun. —murmure mientras trataba de pasar el puto nivel de jueguito del pandita que quiere ir al año.
—¿Sehyun? —pregunto el chico obviamente confundido, solté un bufido disimulado y me dispuse a levantar la cabeza.
—No, es Se-- —Ay mama, si es un sueño que no me despierten— Hun. —Termine de decir en un suspiro mientras veía al chico delante de mí corregir mi nombre del vaso.
OH.POR.DIOS.
Debo de haber muerto e ido directo al infierno, porque estoy viendo al demonio más sexy del lugar.
LA PUTA MADRE.
Es el chico más guapo que han tenido la dicha de ver mis lindos ojitos, y el que no le encontraba ni una fucking imperfección.
Cabello negro y brillante.
Ojos avellanados de color café.
Rostro fino que lo hace ver muy joven.
Piel hermosamente blanca.
Nariz pequeña y perfilada.
Pestañas largas y hermosas.
Es un poco más alto que yo.
Y una sonrisa hermosa que en estos momentos esta dirigía a mí.
Ahora entiendo por qué tantos adolescentes hormonales habían venido.
Creo que me va a dar algo...
El me dicto el precio de la bebida pero, por obvias razones, no lo escuche y me limite a extenderle el billete de mayor valor que tenía, se cobro y me entrego el boucher y mi cambio, pero lo rechace.
—No, quédatelo. —dije aun idiotizado por su belleza.
—No, no, no, esto es mucho dinero, no puedo aceptarlo. —dijo mientras negaba con la cabeza y me extendía el dinero.
¿Por qué es tan guapo, Dios, por qué?
—Insisto, quédatelo. —le dije con una sonrisa la cual el correspondió.
—¿Esta seguro? —me pregunto ahora mordiendo su labio inferior y por un momento quise ser yo quien le mordiera el labio.
—Muy seguro. —dije y el solo pudo sonreír hasta que en las esquinas de sus ojos aparecieron una adorables arrugas.
Vomitare un arcoíris.
—Muchas gracias, y su café estará listo en unos minutos. —Dijo mientras le entregaba el vaso a una de sus compañeras y asentí saliendo de la fila.
Me pare en el área de entrega y empecé a evaluar mi comportamiento delante del suculento cajero, y fue cuando me di cuenta que había hecho cosas que nunca antes haia hecho.
Yo soy un tacaño a morir, pero le di mi cambio.
No le sonrió a extraño, pero con el mis pómulos casi tocan el techo.
Tengo muy poca paciencia, pero no le grite por que se equivocó con mi nombre.
No soy de fantasear con la gente, pero a él me le quede viendo como si fuese la mejor obra de arte.
.
.
.
Ok, tengo miedo.
Minutos después escuche como una voz femenina decir mi nombre y me acerque a recibir mi hermoso frappuchino y ¿Una galleta gigante?
—Disculpe, pero yo no ordene esto. —dije señalando la galleta mientras que la chica solo soltaba una linda risa mientras envolvía la galleta en una bolsa de papel, y pude jurar que escuche a todos los chicos del café suspirar al oírla reir.
—Es de parte de alguien, así que ¡Disfrute su pedido y vuelva pronto! —dijo la alegre chica y pude leer en su etiqueta que su nombre es YeoBin.
—Gracias… —murmure pensativo sin apartar mi vista de la galletota, tome una pajilla, una servilleta y salí del local.
Camine hacia mi hogar sin dejar de mirarla, ya iba por la mitad de camino y de mi frappuchino, pero aun no me dignaba a comer la galleta y es que era muy extraño
¿Quién me dio la galletota?
Llegue a mi hogar y entre ignorando olímpicamente el hecho de que mi hermano y su novia estaban haciendo cositas malas en el sofá.
No me volveré a sentar ahí.
Entre a mi habitación, me quite los audífonos de la ropa y deje mi celular sobre la mesita de noche. Me senté sobre mi cama aun sosteniendo la gran galleta y me decidí a abrir la bolsa con un poco de miedo.
Saque la galleta y mis ojos se iluminaron, era de chispas de chocolate, mi sabor de galleta favorito. Parpadee incrédulo mientras dejaba la galleta sobre mi cama y revise el interior de la bolsa, pero no había nada, hasta que revise bien y note que había una pegatina con algo escrito justo donde estaba el logo de la bolsa, lo saque y lo empecé a leer.
“Gracias por el dinero, enserio *w*. Espero disfrutes tu galletota, no sabía que sabor te gusta, así que elegí mi sabor favorito, espero haber acertado c:. Ten un buen día Sehun-ah, cuídate y espero verte pronto.
Atte: El cajero”
Volví a mirar la galleta y después la nota y así sucesivamente durante unos veinte minutos hasta que una sonrisa de idiota apareció en mi rostro y un pequeño sonrojo se apoderaba de mis mejillas. Revolví mi castaño cabello antes de agarrar una almohada y gritar como una chica… pero.
¿Por qué demonios me siento así con ese cajero que no conozco?
Bueno, ya tengo un enigma en mi vida.