Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Días de Lluvia (Suga x V) por Kantona Park

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Estos dos drabbles los escribí para una amiga. Sé que son muy cortos pero me hacía mucha ilusión compartirlos con vosotros. Originalmente era sólo un drabble pero vi la necesidad de continuarlo. Últimamente no recibo ningún review por lo que sólo subiré la segunda parte si recibo uno. Lo siento de verdad, pero me hace ilusión tener al menos un review. Espero que os guste mucho ^^

Estar enamorado siempre había sido un problema a causa de las dudas e inseguridades. Pero si además, estabas enamorado de un hombre, un compañero de grupo, uno frío y distante, el problema se triplicaba. Había olvidado cuantas veces su pequeño corazón se había resentido a causa de gestos de desprecio por parte del otro. Aún sabiendo que no era el único que recibía estas acciones de su parte, era inevitable notar un pequeño pellizco en el pecho.

 

Estar enamorado de Yoongi, era un calvario. Si bien tenía su lado dulce, apenas lo mostraba con los demás. Para ello tenía que estar de muy buen humor, y encontrándose él a su lado, esto no era muy posible. Podía palpar sin ningún problema que Suga se sentía exasperado cuando él se encontraba a su alrededor. Era consciente de que su personalidad escandalosa no era del agrado del mayor. Pero él no podía esconder su verdadera personalidad tan sólo por gustarle al rubio. Era algo que no estaba dispuesto a hacer.

Aún le ardía el sentimiento de escozor en el pecho al recordar el gesto poco agradable de Yoongi en una ocasión que lo abrazó por detrás. De hecho, existía una foto en la que toda fan se había reído de la situación. No es que la escena no fuera graciosa, simplemente ver una mueca cansada en el rostro de la persona que amas cuando le haces un gesto de cariño es doloroso.

 

Taehyung se encontraba mirando por la ventana como las gotas frías caían al suelo. Había una tormenta cuyos truenos retumbaban, callando los normalmente ruidosos sonidos de la ciudad. El vaho empañaba de vez en cuando el cristal, por lo que lo limpiaba con la manga de su jersey para poder seguir mirando el exterior. No es que ese día estuviera triste, se sentía algo melancólico. Ese tipo de días en los que a pesar de no tener motivo estás apático. No miraba nada en especial, no le había ocurrido nada fuera de lo común. Simplemente se encontraba allí, de pie mirando por la ventana.

Unos brazos rodearon su cintura desde atrás consiguiendo que los latidos de su corazón se aceleraran a tal punto que ensordecían sus oídos. Sin embargo, a los pocos segundos pudo apreciar que no eran exactamente los brazos que él esperaba que lo rodearan. Él no olía como su hyung, no se sentía como él. Y no se equivocó. Un J-Hope sonriente le besaba la mejilla mientras apoyaba la barbilla en su hombro. No había segundas intenciones, era una manera de decir «estoy aquí para cuando te apetezca hablar». Taehyung agradecía enormemente la atención de Hobi y Jimin. Gracias a esos dos, sus días melancólicos habían sido más fáciles de sobrellevar. Se sentía muy afortunado por tener amigos como ellos junto a él.

 

Tras una sonrisa tranquilizadora por parte de V, ambos fueron a la cocina para comer con los demás. Más que comer, era engullir mientras se hacían bromas los unos a los otros. Obviamente Taehyung no estaba muy participativo, cosa que notaron todos los miembros. Era algo extraño verlo con la cabeza gacha mientras comía en silencio. Pero todos comprendían que no siempre se tiene un buen día. Tras ofrecerse a recoger y fregar para mantenerse ocupado en algo, volvió a encontrarse sólo en la cocina. Una vez más le daba vueltas a la cabeza. A todo y a nada.

 

No era una persona dramática por el amor no correspondido. Tenía completamente asumido que esto tenía que ser así. No se lamentaba a cada segundo por su desdicha. No compartía su malestar con nadie (ni nunca lo haría). Resignación, eso era lo que sentía V. Estaba resignado a que las cosas nunca cambiarían. La amargura de su pecho era lacerante, más no devastadora. Aceptaba lo que le había tocado sin ningún tipo de cuestionamiento. También se sentía un cobarde por no haber nunca dado el paso de expresar lo que verdaderamente se instalaba en lo más profundo de su interior. Ya no sólo por no confesarse, cosa que tenía claro que nunca haría, sino por no ser capaz siquiera de contarle a sus mejores amigos lo que estaba sintiendo cada día. Definitivamente era un cobarde.



Tras sus grandes reflexiones y dejar la cocina reluciente, fue a su habitación. Se sentó en el suelo junto a la ventana, apoyando la frente en el cristal para continuar observando el húmedo exterior. Le gustaba la lluvia. El agua no sólo le recordaba a lágrimas, sino que era purificante. Limpiaba y renovaba todo lo que tocaba. El agua siempre corría libre, hacia adelante, sin remordimientos. La propia reflexión, digna de un análisis de Sijo coreano, le hizo esbozar una leve sonrisa. Se le estaba yendo la cabeza.

 

Una presencia ingresando en la estancia le hizo girar el rostro hacia la puerta. Viendo cómo su amor, aquel que tanto anhelaba, se sentaba a su lado para mirar por el mismo rectángulo que él. Se mantuvieron en silencio durante unos minutos. No era incómodo. Cada uno se encontraba metido en su propio mundo interior mientras el agua corría traviesa por los cristales.

 

De repente, una mano sujetó su nuca con fuerza hacia adelante. En tan solo unas milésimas de segundo sintió toda la confusión agolparse en su cabeza. Disipándose en cuanto unos labios finos y suaves atraparon los suyos con delicadeza. Estaba en el cielo. El corazón le bombeaba con tanta fuerza que le dolían las costillas. Suga le estaba besando, y eso era suficiente para morir en ese momento.

 

– Me gustas – la voz del mayor inundó sus oídos, haciéndolo fruncir el ceño.

Vio las mejillas levemente sonrojadas del rubio mientras se levantaba a toda prisa de donde estaba sentado. Observó como tropezaba de camino a la puerta, sintiendo como una leve carcajada abandonaba sus labios. Giró de nuevo el rostro hacia la ventana, esta vez con una enorme sonrisa rectangular que iluminaba toda su cara. Todos los pensamientos de su cabeza se transformaron en uno solo: Desde ese momento, los días de lluvia serían sus favoritos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).