Solo siento dolor. Estoy sufriendo tanto que no se si estaría mejor muerto. Lo que comentan los médicos no es nada tranquilizador. Maldita sea ¿Nadie puede darme algún tranquilizante?
Cierro los ojos…es lo mejor… así al menos se acabará antes mi tortura.
Acaso ¿Estoy soñando? Eso significaría que no estoy muerto, a no ser que esto sea el otro mundo. Está todo muy oscuro, ni siquiera escucho algún sonido, ni veo mis propias manos.
He sido demasiado descuidado. Debí haber hecho caso a los consejos que me daba mi padre. “Si vas a ser conquistador, al menos nunca hagas tu el trabajo sucio” Seguro que debe andar muy enfadado.
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-¡¿Qué?! ¡¿Cómo?!- El Changlong se levanta sobresaltado.
-¡Child-sama, tranquilícese! ¡Se le abrirá los puntos!- Lo trata de calmar y advertir uno de los médicos.
Mira su cuerpo detenidamente. Estaba desnudo a excepción de una bata de tela que apenas servía para cubrir y llegaba a dejar ver su trasero. Levanta un poco aquello que lo cubría y podía ver una cicatriz en medio de su barriga.
-Me veo horrible-
-No se queje Child-sama, es una suerte que haya sobrevivido. Pensábamos que iba a morir-
Unos recuerdos comienzan a pasar como un rayo por la cabeza de Chilled. Aquel hombre de cabellos dorados a punto de mandarlo directo al infierno, con un ataque capaz de destruir un planeta entero.
-¡Mi familia! ¡Deben decirle rápido sobre los saiyans de pelo dorado!-
Intenta levantarse, pero de nuevo el doctor lo tumba en la cama -Primero cálmese, no querría tener que decirle a su padre, que su hijo al final a muerto por haber roto los puntos-
El hombre bajo se calma y termina por tumbarse. El doctor hizo un gesto a los demás compañeros que se fueran de la habitación. En realidad, todos con esas batas, sombreros y mascarillas no parecían muy diferentes físicamente.
El único que quedó en la habitación se va hasta una mesa donde tenía una bandeja y se coloca un estetoscopio. Pone el frío extremo del aparato en su corazón -Respire hondo, señor- Lo quita -Bien- Se deja el estetoscopio pendiendo de su cuello -Ahora cuéntame ¿Qué es eso de los saiyan de pelo dorado?-
Suspira antes de comenzar a contarle -Fuimos a un planeta para conseguir aquel liquido mágico. Pero en vista de que mis hombres no aparecieron, fui yo mismo. Todo parecía ir bien, pero apareció el…-
-“El” ¿Quien? Señor-
Mira el techo con una mirada muy seria -Un hombre de un aspecto que nunca había visto en mi vida. Tanto por su color como por su forma física y por supuesto su fuerza. Al principio tenía cabellos azabaches, pero luego se volvieron dorados. Fue entonces cuando se convirtió en aquel que casi me mata.-
-¿Esta seguro de lo que dice?-
-¡Mierda! ¡Claro que si! ¡Mi padre debe saber esto, antes de que aparezcan mas como el!-
-No se preocupe. Me encargaré ahora mismo de que su padre, el rey, reciba esta noticia-
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El Saiyan descansaba tranquilamente tumbado en la hierba fresca. Sus manos servían de apoyo para su cabeza, mientras dejaba los parpados cerrados. Era un gran alivio no tener mas amenazas por el momento.
De pronto escucha el grito de Berry. Odiaba que interrumpieran su momento de paz.
-Era demasiado bonito para que durase mucho- Se levanta con gran pesadez -¿Qué quieres mocoso?-
El chico comienza a jadear una vez que llega hasta el saiyan. Una vez normalizada la respiración comienza a hablar -¡Señor Bardock! ¡Unos hombres preguntan por usted!-
-¿Por mi?- Se levanta.
-Si. Parece que quieren hacer un trato con usted- El pequeño parecía preocupado.