Ya no recuerdo cuando llegamos aquí, mi nombre es Reiner Braun, y llegue con mi mejor amigo y compañero Berthold Fubar, ambos venimos de fuera de las murallas y formamos parte de una organización de hombres y mujeres que pueden tener el poder de convertirse en titanes. Venimos bajo comando y vigilancia de Annie Leonhardt, una chica fría, apática y completamente despreciable, yo la odio, y Berthold también. Fue ella quien nos forzó a destruir las puertas del muro Maria, Berthold, al ser el mas fuerte, rompió la puerta de Shiganshina y yo rompí la puerta de entrada al muro Maria, permitiendo que esas asquerosas criaturas llamadas titanes se adentren, aniquilando a un tercio de la humanidad. Yo no tengo nada en contra de ellos, asi que mi misión no es del todo clara, pero si me rehúso de alguna forma, se que esa perra de Annie me matara, o peor, matara a Berthold, y yo nunca permitiría eso, el es simplemente lo más valioso que tengo.
Desde que nuestros padres murieron, solo tuve a Berthold, y ha sido como un hermano para mí, la organización solo nos atrapo, y al ver lo insignificantes que éramos, solo nos dieron este maldito poder, sin siquiera preguntarnos ni nada. Desde ese día fatídico, tengo el poder de convertirme en el Titán Acorazado, y Berthold tiene el poder de convertirse en el Titán Colosal, dos horribles monstruos con la misión de aniquilar. No sabemos cómo ni porque, solo debemos obedecer órdenes, o nuestras vidas peligrarían. Al principio quise rehusarme y huir lejos, muy lejos, pero lo que me detuvo ese día fue la imagen de el… la única persona que me quedaba en ese mundo, quien me libro de mi soledad y no dudo en abrirme su corazón, al verlo aterrado e inmóvil sin poder responder, solo me quedo estar ahí, a su lado, aunque tenga que soportar a la imbécil de Annie como nuestra líder.
Una vez dentro del muro Rose, solo nos quedo esperar, solo me quedaba la culpa, la maldita culpa de ser el asesino, aunque sea indirecto, de miles de personas que no tenían la culpa de haber nacido en un mundo tan cruel, pude ver a niños sin sus padres, personas hambrientas y desesperadas, y nada pudimos hacer.
Y la culpa nos ataco una vez más cuando dieron esa maldita orden de que los refugiados del muro Maria participen en la reconquista del mismo, pero la realidad era que debían deshacerse de esas personas para mitigar el hambre, malditos sean ellos, malditos todos, maldita orden, maldita Annie.
Annie… oh Annie, esa maldita mocosa que no hacía más que vigilar nuestros pasos día y noche, pues ella sabía muy bien que nosotros estábamos en contra. Si había algo que me impedía matarla, era que si bien yo tenía la fuerza para derrotarla, como humano o como titán, sabía que Berthold no tenía esa fuerza, sabía que si le tocaba un pelo a Annie, ella no dudaría en aplastar a Berthold en su forma de titán, pues Berthold, a pesar de ser fuerte como titán, aun no podía controlar muy bien su poder, y Annie, a pesar de su tamaño, era fuerte, muy fuerte, aun mas que Berthold.
Solo nos quedo esperar, hasta que decidimos enlistarnos en la milicia para pasar desapercibidos, una vez dentro, solo debimos actuar como soldados normales, Berth y yo seguíamos juntos, pero para nuestra buena suerte, Annie actuaba como el lobo solitario que siempre fue y nos dejo en paz mientras continuaba nuestro entrenamiento.
-Bien… entonces, a que unidad entraras Berthold?
-Pues… pensaba unirme a la Policía Militar… pero Annie también ira, así que no se qué hacer, tampoco quisiera ir a la Tropa Estacionaria…
-Pues… podemos huir de Annie, si ella se irá a la Policía Militar, nosotros podemos ir a la Legión de Reconocimiento.
-Ha!! Estás loco? Pueden descubrirnos!! Armin es muy astuto, sin olvidar que Mikasa nos destrozaría… y Eren haría que todos nos repudien, sin saber que nosotros no elegimos ser parte de… tu sabes, la “misión”
-No importa! Sabes lo inmenso que es el mundo fuera de las murallas, y la Legión sale a menudo, sería nuestra oportunidad de escapar, aunque el mundo estuviese infestado de titanes, podemos usar nuestro poder.
Berthold me miro pensativo, y luego de un momento su mirada se ilumino y me miro emocionado.
-Es verdad… podemos hacerlo, entonces, entraremos a la Legión de Reconocimiento…
-Si!!! Claro que lo harán!!!
De la nada, esa voz tan familiar y tan repudiable se hizo audible en el lugar.
-Annie… que haces aquí?
-Ya Reiner sabes que no puedes tratarme así se te olvida que puedo hacerles verdad?
Ambos la miramos callados mirándola con el característico desprecio que sentíamos por ella.
-Bien, como saben, pasado mañana debemos elegir a que unidad pertenecer, yo me iré a la Policia Militar, y desde ahí actuare yo, y ustedes rastrearan todo desde la Legión, cada vez que tengan que entregar sus reportes al rey nos encontraremos y les dare nuevas instrucciones, quedo claro?
No supe que responder, solo la ira estaba en mi corazón al ver como Annie nos miraba como un par de insectos, unos peones sin valor alguno para ella salvo la utilidad que tenemos.
-He dicho… QUEDO CLARO, REINER?
Acto seguido, la maldita agarro a Berthold del cuello y apunto un cuchillo a su nuca, su punto débil.
-Si… quedo claro, pero no te atrevas a lastimar a Berthold, perra.
-Qué no?? Puedo hacer con ustedes lo que me venga en gana, no sé si se te olvida.
Un movimiento instintivo hacia ella, tratando de darle un golpe en la cara, pero ella es ágil y rápida, de un momento a otro estaba de rodillas en el suelo, con un brazo alrededor del cuello y un cuchillo que apuntaba a mi nuca.
-Oye Reiner, sabes que la orden tiene más miembros y tu muerte o la de Berthold no sería importante, se te olvido o qué?
-BASTA ANNIE!! Lo haremos, cumpliremos con la misión, pero por favor, suelta a Reiner, por favor.
Con ese aire de soberbia y apatía que la caracterizaba, me dejo caer al suelo.
-Así me gusta, deberías aprender de Berthold, Reiner, el si es un buen chico. Ahora será como la otra vez, Berthold romperá la puerta de Trost, mientras Reiner ira después tras la puerta interior de Rose. Si me fallan o intentan algo mas, los dejare expuestos frente a todos, sacare sus insignificantes cuerpos humanos del cuerpo del titán frente a todos ellos. Y los mataran sin piedad, eso ténganlo por seguro. Bien, nos vemos mañana.
Sin más que decir, Annie salió dejándonos abatidos e impotentes. Tanto ella como nosotros sabíamos, que éramos débiles, y esa debilidad es la que nos impide nuestra felicidad.