¿Lengua? ¿De que habla?—preguntó la impresionada madre de Seto.
Hablo de su manera de hablar—explicó el rubio con una sonrisa a todas luces divertida para el castaño. Se estaba divirtiendo a sus costas el muy idiota—Se nota que es su hijo pues es instruido de manera suma en su forma de dirigirse a los demás—agregó Joseph dejando halagada a la señora—Yo disfruto de la lengua de Seto con placer—dijo el rubio sin que la señora entendiera el doble sentido que por supuesto el ojos azules si captaba.
Después de un rato en que comieron, el padre de Seto le dijo—Hemos sabido que te han dado el puesto de ayudante del socio que maneja la firma—
No soy su ayudante, sino más bien su mano derecha—corrigió el ojos azules sin dejar de mirar la carne que cortaba.
Me alegro de que subas de posición pero a estas alturas deberías ser ya un asociado—dijo el señor Kaiba con mirada atenta a su plato.
Joseph los miraba a todos. La frialdad de esa gente hacia su hijo era innegable. Su hijo había sido promovido y lo único que sacaban a relucir era el pensamiento de que en esos momentos debería estar más alto. Sintió que la empatía lo invadía ahora.
La cena fue calmada luego de eso. Era algo tarde por lo que Seto se quedaría, además de que estaban en Sapporo.
Yo quisiera quedarme si no es mucha molestia—dijo el melado con una sonrisa—Es que es tan tarde y Tokyo…--
Llamaré un taxi. De seguro el aeropuerto tiene un vuelo o dos por la noche—dijo el castaño sacando su celular.
¡Ah, señora Kaiba!—dijo Joey de repente mientras Seto buscaba la aplicación correspondiente a los taxis--¿Le conté la historia del gatito curioso y el cachorro?—preguntó el rubio para sobresalto del ojos azules, que lo miró enseguida pues ambos sabían a que se refería.
¡No!—respondió su madre con cara de “¿Y esto a que viene?”—¿Es interesante?—preguntó después con cierta curiosidad.
¡Madre! La red se encuentra caída de seguro por las comunicaciones en esta época—le dijo el hijo único a su mamá, luego miró a Joey y después de respirar profundo añadió—De seguro él podrá quedarse esta noche aquí. ¿Verdad?—
El cuarto de Seto era el mismo de su adolescencia pues sus padres lo dejaron así para sus ocasionales visitas y para cuarto de huéspedes. En él había un sillón cama para cuando se quedaba mas de una persona y ahora Wheeler jugaba con la almohada que le habían dado lanzándola hacia arriba y atrapándola pero con la mirada fija en el espacio como pensativo.
¡Ahora te entiendo! Con unos padres así no era para menos—dijo con una pensativa voz el rubio y el ojos azules lo miró. Ya estaba en su pijama pues se había cambiado en el baño y había vuelto.
¡Quiero que te quede claro que no deseo hablarte! Lo único que deseo es al levantarme no hallarte—dijo Seto.
¡Te salió en verso! Eres todo un poeta—dijo el melado sonriente y el otro se volvió para entrar a la cama frente suyo.
No puedo entender porque no lo entiendes—dijo de pronto muy serio el rubio en un suspiro--¿En realidad creíste que algo así podía suceder? Tú conoces mi historia. ¿Crees que mi familia permitiría que tuviera una relación gay? En verdad te hago un favor—añadió. De pronto estaba al lado del ojos azules tocando con su mano el hombro. Seto lo miró con ojos dolidos, el otro esbozó una sonrisa algo triste—Supe que sería así desde que te besé por primera vez. Tú…--
Seto sentía los latidos de su corazón, la mirada triste y la voz sincera eran solo alicientes para lo que deseaba hacer. La mano que tocaba su hombro solo lo llevaba a la perdición. La voz del otro se perdió cuando sus labios tocaron los de él y con una mano en la nuca y la otra en la cintura pegó el cuerpo de este al suyo. No podía detenerse. Quería sentir esos labios que eran suyos. Ese cuerpo que hacía que sus sentidos se agudizaran. Su voz dulce que lo volvía loco.