El despertar solo era algo a lo que ya estaba acostumbrado, cada mañana hacía el mismo recorrido desde mi cama a la ducha y de ahí a la cocina donde volvía a ser humano cuando la cafeína entraba en mi sistema. Algunas veces llegaba a pensar que una mascota sería la compañía perfecta para estas mañana, pero al ser realista temía no tener el tiempo suficiente para cuidarle; así es la vida de un músico.
Cuando menos me daba cuenta estaba ya en mi oficina, firmando papeles correspondientes a entrevistas y nuevas sesiones fotográficas, diseñando algo o intentando hilar alguna letra nueva, desde este mi punto de vista mi vida es bastante aburrida. Las fans se decepcionarían de saberlo.
Todos creen que la vida de alguien con fama es mera emoción, fiestas, pasarla bien, conseguir hombres, mujeres o lo que se te venga en gana, una vida llena de glamour y lujos, pero no, al menos mi vida no es así. Si bien mi guardarropa trato de mantenerlo a la vanguardia, mi apartamento es más bien... algo promedio, acogedor. Prefiero usar el metro o simplemente caminar y el lugar de vivir en una interminable fiesta por los antros del país, prefiero jugar video-juegos con mis amigos y comer algo de pizza.
He empezado a oír por los pasillos de la disquera que la edad me ha vuelto un tipo aburrido, que heperdido la pasión ¿pero ellos que saben? La vida tiene sus momentos llenos de emoción y fuertes palpitaciones, incluso para mí. Y justo esa emoción llegaba como si nada abriendo la puerta sin apenas tocar, creyéndose el dueño de todo, aunque si de algo era dueño era de mis frenéticos latidos…
-Kohara, se está haciendo tarde ¿Qué demonios esperas? Se supone que hoy presentamos el nuevo sencillo de nuestra banda.- Y ahí estaba ese exigente hombre que le imprimía el color y la emoción a cada uno de mis días, aunque él no sabía nada de eso.
-Dame cinco minutos y te veo en la van, Shinji~.- La sonrisa, aquella estúpida sonrisa que me provocaba no tardó en aparecer en mi labios. A veces lo odiaba, lo odiaba mucho por no darse de cuenta de nada.
Apenas le vi salir de la oficina me puse en pie para ir acomodarme un poco el cabello, un vistazo rápido en el espejo de cuerpo completo que mantenía para ver que mi apariencia fuera aceptable para las fans. Dejé mis gafas de pasta gruesa y me coloqué aquellas gafas oscuras de marca que cubrían buena parte de mi rostro.
Algunos saludos por el pasillo y sonrisas cordiales antes de ir hasta el estacionamiento donde la camioneta me esperaba. Al subir aquel pelinegro me indicó que me acomodará a su lado, con su brazo rodeándome los hombros, otorgando ocasionales caricias en aquella zona. Sin querer un pequeño suspiro se me escapó ¿De verdad no se da cuenta de lo que pasa aquí? Así es él, cuando estamos solos se vuelve un hombre dulce, tranquilo, incluso cariñoso, pero cada vez que pensaba que podía tener una oportunidad lo escuchaba decir “Ko, eres mi mejor amigo, ojala tú nunca cambies” y recordaba cual era mi lugar, a su lado, sí pero solo como un amigo más.
De ese modo el viaje se me pasó en un pestañeó, e incluso al bajar me sentía un poco adormilado. Más que por costumbre que por otra cosa sentí los labios de Shinji en mi mejilla “Es para la buena suerte” solía decirme desde hacía años cuando habíamos comenzado a tocar en Alice Nine, pero tan pronto bajamos de aquel vehículo volvía el chico rudo, el galán de la banda, el hombre que medio Japón deseaba.
En medio de fans y cámaras aquella tarde se fue lenta, de vez en cuando notaba la mano del mayor en mi pierna a lo cual trataba de no darle importancia y poder seguir sonriendo a las chicas y chicos que se acercaban a comprar nuestro single [Turbulence] no fue hasta nuestro receso que pudimos ponernos en pie para estirar las piernas. Los chicos del staff nos guiaron a la parte trasera de aquella gran tienda donde nos tenían ya preparado un almuerzo para ambos y vaya que la comida me olía a gloria. Solo la parte del staff que se encargaba de nuestra seguridad se quedaron en la puerta de aquel lugar, lo cual agradecía pues necesitaba un momento para despejarme de la multitud.
-Oye Amano, deja comida para mí.- Alegué mientras a prisa iba a tomar una lata de soda y robaba uno de los emparedados que el pelinegro ya tenía en la mano.
-Siempre robas lo que voy a comer, a ver hasta cuándo se te quita esa jodida maña.- Lo vi rodar los ojos e ir a tomar su silla para alejarla a un rincón de aquel lugar. Les juro que si no lo conociera como lo hago juzgaría de loco a aquel hombre. De cualquier modo, sin decir nada fui y me coloqué a comer a su lado, pronto sentí su grande mano revolviendo mis cabellos, a lo cual sonreír sin decir más.
-Lo siento, Ko, tuve una mala noche y una mala mañana. No dormí todo lo que quería.
-No te preocupes, prefiero que gruñas aquí antes de que muerdas a algún fan. No quiero demandas a causa de un tigre en sus días.- Rodó los ojos con fingida molestia y pronto ambos nos unimos en risas.
-Sigues siendo el mismo idiota que hace años, exceptuando las arrugas claro.
-Eres un pesado de lo peor.- Nuevas risas afloraron hasta que aquel bendito receso había llegado a su fin, por más cabeza hueca que pudiera ser Shinji, no podía más que fingir enojarme con él, eran raras las veces que peleábamos en serio a menos que “El rey demonio” saliera a flote en mí.
Regresamos a aquel lugar juntos, riéndonos y susurrándonos bromas sin sentido. A veces quería saber que pensaban aquellas chicas al vernos generalmente juntos, las veía susurrarse entre ellas y reír, casi como lo hacíamos hasta que tomamos nuestro asiento. Al reanudar con las firmas, fotos, sonrisas y agradecimientos lo que restaba del día me pareció ir más rápido hasta que la noche llegó poniendo fin a nuestra jornada. Me sentía exhausto y por la cara de todos los que nos acompañaban no era el único, así que apenas agradecimos a los dueños de aquel lugar fui a la camioneta esperando estar pronto en casa, aunque no paso mucho cuanto también Shinji se unió a mí y me abrazo por la cintura buscando acurrucarse como un niño contra mi pecho, apenas y escuché un “Tengo mucho sueño, joder” pues solo oía esos frenéticos latidos retumbar en mi pecho. Deje un pequeño beso en su coronilla y le abracé también, al fin de cuentas venía ya medio dormido.
Esa noche me costó más de lo usual dejarle en la camioneta e ir a mi hogar, pensaba adelantar un poco de trabajo, quizás ejercitarme un poco en la caminadora antes de ducharme y dormir. Y justo fue lo que hice, en ese orden, pero aquella pequeña sonrisa bobalicona no se borraba de mis labios, a pesar de ser alguien que siempre intentaba mantenerse controlado en todos los sentidos posibles era algo que se me salía de las manos por completo, aunque en ese momento el calor en mi pecho estaba presente sabía en el fondo que en cualquier momento iba a ser todo lo contrario cuando Tora llegara con alguna chica nueva, o lo viera escurrirse con alguna de las fans que iban a probar suerte con él, tal vez hasta con alguno de esos muchachitos de rostro afeminado que le había descubierto en el móvil cuando se quedaba medio ebrio en mi casa.
Aun así esa noche esperaba poder dormir con aquella sonrisa, imaginando que nuevamente le tenía en mis brazos, buscando algo de calor.
Y justo al estar en la cama, mi móvil sonó…
[SMS To; Ko-chan]
Descansa conejillo de la suerte, gracias por cuidar mi sueño en la camioneta. Te veo mañana.
Al parecer aquella noche no iba a sentirse tan sola como las demás, al parecer esa noche podía permitirme soñar con él.