-¡Hisoka!.- Se acerco a él para abrazarle.- Ya ha pasado, tranquilo estoy contigo.- Sujeto al pequeño entre sus brazos. Ese pequeño, su pequeño de fríos ojos esmeraldas lloraba ahora desconsoladamente entre sus brazos perdiendo todo el orgullo.
-Duele.- Una frase sin comprensión aparente.- No te vayas, no dejes que me coja.- Como queriendo responder por él, sus cicatrices comenzaron a brillar, con un fuego que le quemaba el alma.
-No te tocara nunca más, te lo prometo.- Una promesa incumplida y de nuevo repetida, una promesa sin valor pero a su vez llena de sinceridad. Las manchas de sangre sobre la cama le demostraron cuan frágiles podían ser sus palabras. Por segunda vez se había repetido la tortura del menor.- Maldito seas Muraki.
-No me mires así.- Sus heridas siempre le habían acomplejado, pues le recordaban el fin de su inocencia, arrebatada de una forma salvaje.
-Eres tonto no tienes que esconderlas por mi.- Beso suavemente los brazos de su compañero.- No te avergüences.
-Cada vez que cierro los ojos le siento en mi interior.- Sus ojos verdes llenos de pesar miraban al techo sin ver.-¿Puedo pedirte un favor?
-Claro.- Una sonrisa sincera apareció en el rostro del otro muchacho, daría su alma por verle feliz.
-Hazme el amor.- Una mueca de preocupación- Quiero olvidarle, quiero pensar que lo hice por que lo deseaba, que el no fue el primero.-Lágrimas escaparon de sus ojos contra su voluntad.- ¿Quiero creer que fue con la persona a la que amo?.
-Hisoka, el pasado murió con tu vida terrestre ahora tienes una nueva vida eres otra persona,- acaricio su rostro para atraerle y besar suavemente sus labios- pero si lo deseas te mostrare el paraíso.
Los besos comenzaron a sucederse mientras una luna sangrienta brillaba en el firmamento y en espejo se reflejaban los cuerpos de los amantes, mostrando una dolorosa verdad. Un joven rubito de ojos verdes y un hombre de cabellos platinos. Mientras que en el pasillo un joven castaño de ojos violetas recuperaba el conocimiento lentamente.