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Castle in the Sky por Ana Jaegerjaquez

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Notas del fanfic:

Después de mucho tiempo y recuperar mi computadora - que la malvada me había "abandonado" - regreso a escribir. Asì que comenzaré a retomar los que había dejado. Una disculpa a aquellas personas que me leían. Esto...nació por y para el grupo de Facebook "HaiKise: Haizaki Shougo x Kise Ryouta."

Notas del capitulo:

Los Personajes pertenecen a Fujimaki Tadatoshi. Sólo tomados para esta loca historia sin fines de lucro.

La narraciòn está un poco rara,así que espero no les moleste. Está combinada.

Castle In The Sky

Parte I

Desde hace tiempo que estoy en este mundo sin él. Lo extraño demasiado. No hay minuto o día que pase sin que lo recuerde. Su voz, sus ojos, su cuerpo, su olor. Todo lo recuerdo a la perfección, como si aún estuviera aquí, a mi lado. Pero aunque desee que esté junto a mí no puedo. Los muertos jamás revivirán, por más que lo deseemos, por más que le roguemos a un ser Divino, éste no escuchará nuestras plegarias. Y ya no sé qué hacer. Me cuesta demasiado el estar escondiéndome de aquellos que asesinaron a mi pareja. Lo necesito tanto...

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            La primera vez que lo vi, estaba al lado de ellos. Todos. Los vampiros de más alto grado, la "Primera Generación". Los llamaban La Generación de los Milagros. Había escuchado de ellos, que eran demasiado fuertes y que el clan de los hombres-lobo no tenía derecho siquiera a dirigirles la palabra. Pero el último en unirse a ellos, y aunque no era de la primera generación, era muy querido por todos. Siempre estaba al pendiente de nosotros, como si supiera lo que necesitábamos. Incluso nos llegaba a ayudar en la cacería. Pero yo lo odiaba.

            Su sonrisa para con todos era amable y jamás la desdibujaba de su rostro. Incluso cuando se enojaba, permanecía en él de esa manera que hacía que solo lo deseara como no lo había hecho con nadie. Pasaron años - ya que los vampiros y los hombres-lobo envejecemos más lento que los humanos - cuando me enteré que él no era un vampiro por completo. Más que eso, tampoco un licántropo ni mucho menos un humano. Por eso, cada vez que salía, uno o dos de la Generación lo acompañaban. Era un Nephilim, un ángel mitad demonio. Más que un integrante, era su fuente de alimento de aquellos a los que siempre habíamos considerado más fuertes que nosotros. Pero él tenía la capacidad para destruirnos por igual, con el mínimo movimiento. Lo que más me intrigaba era que parecía ser que no sospechaba nada de su naturaleza. Tal vez por ello lo cuidaban tanto.

            Después de enterarme de aquello, hubo algo más que llegó a mis oídos, está bien decir que era el complemento a ello. Esa información sería una de las cosas por las que después sería perseguido, junto a él. Había entrado al castillo junto a otros de mis compañeros a dejar objetos que, desde otro reino, mandaban como tributo. Pasé cerca de una de las enormes puertas que daban hacia una de las salas, y los escuché hablar sobre él.

— Entonces, ¿cuándo le diremos lo que verdaderamente es, Akashi? Ya empieza a sospechar que no es uno de los nuestros. Sobre todo con las veces que nos hemos metido a su recámara. — el tipo de piel morena se relamió los labios.

Daiki, tienes que controlarte. Sabemos que nuestro "sol" es completamente delicioso. Así que nadie debe saber que es un Nephilim.

— Akashi, explica a qué te refieres cuando dices que es un Nephilim. ¿Tiene algo que ver con que su sangre nos sea tan adictiva?

— Midorima-kun, pensé que estabas muy cerca del conocimiento de nuestro querido Akashi. Me has decepcionado. — una vena resaltó de su frente, ignorando el comentario del pequeño.

— Aka-chin, ¿por qué la sangre de Kise-chin es tan dulce? ¿Puedo tomar un poco más?

Suspiró, un poco cansado. Aquellos no entendían la implicación de tener a alguien así con ellos. Llevó su mano a su frente, tratando de encontrar un poco de calma para poder explicar que involucraba todo eso.

Los Nephilim son seres de dos reinos y dos razas, más poderosas que nosotros. Por supuesto que ellos, al ser una mezcla, son el doble de fuertes que sus padres. Ryouta es uno de ellos, de los pocos que hay. Debido a que su nacimiento es un acontecimiento demasiado importante hay muy pocos, pues en el principio de los tiempos fueron cazados por el vampiro más poderoso: Caín.

Midorima se levantó de su asiento. Pensaba que no había alguien más fuerte que ellos, pero me di cuenta que no era así.

— Entonces, ¿dices que somos descendientes de Caín? ¿Y dónde está ahora?

El peli-rojo esbozó una sonrisa. — Fue capturado y reside en el cielo. Al ser el primero y estar bendito, es igual de poderoso que un Nephilim, por ello es que podía pelear de igual. Los demonios y los ángeles se unieron para poder aprisionarlo.

— Estás diciendo que si no queremos perder a Kise-kun como nuestra fuente de alimento... ¿Tenemos que protegerlo?

— Más que eso, Tetsuya. Su sangre, al ser la combinación de dos razas es deliciosa. Aunque eso ya lo sabían. Pero hay otros seres que pueden hacerse adictos a ella, aún si no son vampiros.

— ¿Por qué, Aka-chin?

— ¿Qué otros pueden hacerse adictos? No me digas que los estúpidos lobos o las malditamente molestas hadas.

— Así es. Ellos forman parte de la lista. Una vez que pruebas la sangre de un Nephilim es difícil separarse de ella. Una, es en extremo exquisita. Mejor que la de los humanos. Dos, te hace más fuerte, independientemente de lo que seas. Incluso a los humanos. Y tres, si encuentra a la persona o ser que lo enamore, le jurará lealtad y peleará por él.

            Todos quedaron sorprendidos con aquella declaración. Y una misteriosa muestra de miedo se pudo divisar en sus ojos. Ahora comprendía muchas cosas por las que lo protegían tanto. Estaba a punto de marcharme cuando escuché pasos detrás de mí y un olor parecido a la miel invadió mis fosas nasales, haciendo que relamiera mis labios. Era un aroma como al de la primavera, llenando mi cuerpo de una energía que no había experimentado. Giré el rostro con lentitud, hacia aquel aroma que impregnaba el ambiente, por donde venía, fue cuando lo vi. Habían escuchado rumores de que era muy hermoso, incluso más que ellos, pero estaba claro que tales habladurías se quedaban cortos con lo que mis ojos veían.

            Una alta, esbelta y bien formada figura, ojos dorados como el sol y cabello igual de brillante y colorido, así como esa sonrisa que dibujaba en su rostro. Ahí fue la primera vez que lo vi. Y había decidido algo que no me había pasado con nadie. "Eres mío". Más que el pensamiento fue el instinto el que habló por mí. Fue como si la parte animal en mi interior ya sabía que tenía que ser así. Llegó corriendo hacía la puerta, empujándola, aunque sin dignarse a mirarme. Unos celos desconocidos me invadieron para ser la primera vista, más así me sentí. Dentro saludó a todos. Creía que los besos estaban dedicados solo a las mujeres, pero él besó a todos en la boca, uno por uno, dando al siguiente que probara del sabor del otro.

Akashi-cchi, ¿por qué están todos aquí? Pensé que Murasaki-cchi iría a mi habitación. — el mencionado se levantó, yendo a su lado. Tomó su mentón y volvió a besarlo, mucho más profundo que lo había hecho el rubio.

— ¿Acaso Kise-chin me extrañaba? — los demás solo esbozaron una sonrisa, mirando el acto frente a ellos.

— Ah, pues... Un poco. — el de cabello azul se levantó al ver ese casi imperceptible color rojo en su rostro.

— Kise, ¿qué te parece tener dos por el precio de uno? — una sonrisa sádica se formó en sus labios.

— ¿Eh? Pero... No quiero que digan que soy un flojo. Porque es seguro que si estamos los tres voy a terminar cansado. Y dormiré más de la cuenta.

Akashi negó con la cabeza, esbozando una sonrisa, dando el permiso a los dos para estar con Kise. — ¿Lo ves? Akashi ha dicho que está bien.

— Después de todo, terminas durmiendo más de la cuenta con cualquiera de nosotros.

— N-no deberías decir eso, Midorima-cchi! — comentó un poco alterado y bastante sonrojado.

— Kise-kun, no deberías sentirte avergonzado. Todos conocemos tu cuerpo.

            Volvió a sonrojarse, más que antes, aunque era verdad. Todos iban a su habitación para alimentarse y después de ello, sus labios eran profanados por la boca del que se había adentrado. Y no es que se avergonzara de eso, pero tampoco quería que las personas que habían cuidado tanto de él pensarán mal.

Dejó que el moreno se comiera - literalmente - su boca, hasta que un hilo de sangre se escurría por sus labios.

Eso no se hace, Aomine-cchi. Me dolió. — de separó de él, quedando atrapado en los brazos del más alto. — ¿Qué pasa, Murasaki-cchi? — preguntó al ver el mohín enfurruñado.

Mine-chin te ha mordido y se supone era mi turno. — comentó, haciendo una trompetilla con los labios, ocasionando la risa del rubio.

Pero solo fue mi labio, no mordió de más. Está bien, aún tengo para ti si es lo que quieres. — el de cabello morado esbozó una sonrisa prepotente al moreno, que sujetaba al rubio de la cintura. Lo levantó en brazos, cargándolo como bolsa de papas. — ¡Espera Murasaka-cchi! ¡Así no, me lastimas! — más el otro hizo caso omiso, cantando feliz porque tendría un poco más de esa sangre dulce.

            Los otros cuatro solo sonrieron por la pareja que subía las escaleras, fue cuando el olor a perro mojado les llegó. El aroma de Ryouta les había opacado tan desagradable olor, pero ahora eran capaces de percibirlo. Midorima se levantó, yendo hacia la puerta que daba al pasillo de la entrada principal, abriéndola violentamente. El otro se quedó sorprendido por la repentina acción, ocasionando que casi cayera.

¿Qué demonios estás haciendo? — el verde de sus ojos se hizo aún más profundo, más el lobo no se dejó intimidar.

Escuchar la conversación tan interesante que tenían. Ah, también haber venido a dejar esto, "Su Majestad." — lo último fue dicho con burla, que no pasó desapercibida por ninguno de ellos. El pelirrojo se acercó, imponiendo su aura, haciendo que la del lobo flaqueara un poco.

Eres Haizaki Shougo, ¿cierto? Del clan de los Lobos de la Luna Plateada. Ya recuerdo, fueron a los que vencimos realmente fácil. — la risa burlona de los otros sólo acrecentó el enojo del cambia-formas.

Sí, soy de ese clan. ¿Algún problema con eso?

Ninguno, solo que es extraño que tengan a alguien tan valiente entre sus filas. — hizo un desdén con la mano. — Ya puedes retirarte. — y le cerraron la puerta en la cara.

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            Después de haber hecho la entrega y regresar a sus labores asignadas, la furia aún circulaba por sus venas. El trato que le habían dado era de lo más despreciable, e incluso, habían ignorado el hecho que sabía información valiosa, dándole a entender que su existencia era tan de poco valor que no importaba si lo dijera, eran capaces de borrarlo fácilmente de la faz de la tierra.

— "Me siento tan impotente, está vida que llevamos es una mierda. Si los malditos cobardes de mis antepasados hubieran hecho las cosas bien no estaríamos aquí ni así. Pero no tiene caso que siga pensando así si al final no he logrado nada..." — lo mejor era dejar de pensar en eso por al menos un instante y regresar a casa.

Cuando regresé a casa, mis padres y mi hermano estaban en la mesa demasiado serios, y la líder - Alpha más bien - salía de mi recámara, trayendo consigo un dije en forma de ángel, ese que había encontrado hace tiempo.

Alpha Satsuki, bienvenida. — hice una reverencia antes de acercarme a la mesa.

Haizaki-kun, por favor toma asiento. Necesito hablar contigo sobre algo importante. Algo, que la médium Riko ha visto de ti.

Eso fue algo inesperado, puesto que lo que la médium veía... Siempre se cumplió. Supongo que esta vez no era la excepción, por lo que, al escuchar aquello, mis padres se exaltaron.

¿Qué es lo que ha visto?

¿Acaso es algo malo lo que le pasara?

Al contrario. — tomó asiento en la cabeza de la mesa. — O eso quiero creer. Dime, Haizaki-kun... — tomó mi mano entre las suyas, pues estaba sentado justo a su lado. — ¿Hoy viste a alguien importante para los vampiros? — asentí. — Dime, ¿cómo era? Su aspecto, su olor. ¿No sentiste nada extraño cuando pasó junto a ti?

Ahora que lo mencionaba, pensé unos segundos sobre ello. Hasta que recordé que mi cuerpo se estremeció tan solo con su cercanía, que mi lobo interior había estado inquieto y que había sentido unos terribles celos cuando los otros lo besaron.  Y se lo dije, como también el hecho de que la persona por la que había sentido tales cosas - y aún lo hacía - era el rubio que siempre estaba con ellos.

            La Alpha se mostró un poco... ansiosa, por no decir que el miedo invadía su cuerpo. Estando tan cerca era imposible no olerlo, lo que alteraba a mis padres y hermano. Aún no entendía nada y la Alpha estaba por explicarme cuando la médium - pareja de la Alpha - llegó a la casa. Se adentró sin el permiso y tomó asiento a mi otro lado, obligándome a verla a los ojos.

Solo puedo decir esto. Hay más, puedo sentirlo, pero es como si una cortina de humo bloqueara mi visión y ésta ya no llega más allá. Pero... — suspiró, como si lo que iba a decir era demasiado grave. La observé un instante extrañado, no es como si mi vida no estuviera en peligro a diario. — Tienes que saberlo. Que esa persona que ha cautivado tus sentidos es tu pareja destinada.

            Fue cuando todo... ¿Qué? Eso no podía ser. Que la persona que estaba con los vampiros, que servía de su fuente de alimento era mi pareja... Eso no era posible. Sólo una mala jugada de... A saber quién, intentando burlarse de mí. Era obvio que exploté con tal declaración. No iba a creer semejante mentira de parte de ellas, aún si eran la Alpha y su pareja, por lo que me levanté, dispuesto a irme a mi habitación.

Sabes a lo que me refiero, ¿verdad? — se paró en el umbral de la puerta, esperando lo que le diría. — Sabes que si ellos se enteran que tú eres la pareja de él, no sólo irán a por ti, también por todos los que te rodean o los que tienen algo que ver contigo. — era verdad. No importaba que fuera un insensible e hijo de puta con otras personas, pero su familia y manada eran primero. Algo haría, aunque aún no sabía qué.

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Observó el techo, con los brazos debajo de la cabeza, realmente estaba mal. Todo. Su vida, el puesto que tenía, la comida e incluso la pareja destinada. ¿Cómo debería reaccionar ante todo lo que le habían dicho? No era demasiado creyente de la adivinación pero era sabido que... No tenía caso seguir pensando en ello, lo mejor era salir a correr, después de todo, su instinto, el lobo interior estaba ansioso y no sabía por qué.

Literalmente, se levantó lo más rápido que pudo, quitando su camisa, el pantalón y los zapatos. La puerta fue abierta con violencia comenzando a correr y en el acto, transformándose en un lobo plateado. Dejó que el lobo tomara el control, jadeando mientras corría, sintiendo el aire a través de su pelaje y la tierra entre sus patas. El olor de la misma y el agua llegaba a sus fosas nasales, haciéndolo sentir más que vivo, libre de los vampiros que estaban esa noche en el castillo, deleitándose con el sabor de su pareja.

Llegó hasta una pendiente, dándole la vista perfecta de lo que había más allá de los que sus ojos podían ver. Creyó que estaba solo, que había sido el único en salir aquella noche, pero no fue así, él estaba ahí. Tanta fue su sorpresa que la transformación falló y lo volvió humano. El Nephilim lo miraba directo a los ojos.

Eres tú. — habló con voz suave, acercándose lentamente hacia Haizaki. — Sentí tu presencia en el castillo esta mañana. Tu instinto asesino me estaba llamando. — se quedó sorprendido, más que antes. No sabía que su lobo pudiera llamar a alguien.

¿A qué te refieres con que mi instinto te llamó?

Ya veo. Aunque lo sentiste y te diste cuenta de quién era, no lograste descifrarlo... ¿Verdad?

¿Qué me di cuenta, dices? — pronunció con desdén, tratando de alejarse aunque fue detenido. Un escalofrío agradable le recorrió desde su mano hasta su nuca, bajando hacia su entrepierna. No!, lo que menos quería ahora era una erección... Aunque también estaba otra cosa.

Estoy seguro que te diste cuenta, pero no lo admites... ¿Por qué? — que no hubiera volteado a él cuando estaba en el castillo, no quería decir que no había notado que había estado ahí. Sintió su calor, escuchó el latido de su corazón y también un dolor inexplicable cuando besó a los otros, sabiendo que él estaba viendo. — ¿Sabes qué soy? ¿Y por qué estoy con ellos?

Lo sé, y lo otro es lo que quiero saber.

— Pues yo... Estoy con ellos porque Akashi-cchi me recogió. — comentó con un dejo de nostalgia. — Mis padres fallecieron cuando era un bebé, asesinado por los mismos vampiros que ahora cuidan de mí. — río sin sentir gracia, solo tristeza que el lobo de Haizaki olió.

            Soltó su mano sin querer hacerlo, ese calor le había llegado al corazón y a sus pensamientos, sintiendo al lobo de Haizaki removerse en el interior, impaciente por tomarlo y marcarlo como suyo. Dedicó una sonrisa antes de volver a alejarse tan solo unos pasos, los suficientes para él también calmarse.

A veces, las cosas no son como nosotros queremos que sean. Pasan eventos, situaciones, momentos que están fuera de nuestro control y, sin desearlo, nos volvemos sumisos ante ellos. Eso es lo que a mí me pasó. Si estoy con ellos es porque me he vuelto demasiado dependiente y la verdad no sé qué haré si me separo de ellos.

¿Aun sabiendo que fueron ellos quienes mataron a tus padres? — el rubio sonrió un tanto triste.

Aun sabiendo eso. Pero estás aquí y sabes lo que soy porque realmente no sé nada. — volvió a acercarse, esta vez más rápido que antes. — Cada vez que trato de buscar información por mí mismo ellos llegan. No hay ningún momento en el que pueda alejarme de ellos. Como si el saber sobre lo que soy fuera algo malo. Y mi desesperación empieza a aumentar.

Eso es lo que  en ese momento no entendí, el por qué lo habían dejado solo, porque no estaba ninguno de ellos con él. Y aún sigo sin entender, ¿cómo es que pudo salir? ¿Por qué lo dejaron solo? ¿Qué hizo él? Pero tampoco le tome importancia en ese momento, lo único que me importaba es que él estaba ahí, conmigo.

¿Por qué me dices esto? ¿Quieres que te diga lo que eres? Debes seguir con tu búsqueda. — volteó, dándole la espalda, dispuesto a volver a transformarse y seguir su camino, más la voz de desesperación lo detuvo.

Por favor! Realmente no entiendo una mierda de la situación. Quiero saber por qué algunas de las personas y otros seres mueren después de haber tenido algún contacto conmigo. — suspiró. Estaba más que claro que ayudar a quien era su pareja significaría una muerte más cercana, pero su lobo le dictaba lo mismo, ayudar - de cierta forma era ayudarse a si mismo - a saber lo que era, aún cuando ya lo sabía.

¿Qué vas a darme a cambio?

— Lo que quieras, lo prometo.

— ¿Estás seguro de lo que estás diciendo?

— Totalmente.

— ¿No vas a preguntar ni siquiera lo que tengo en mente?

— No lo necesito, porque vas a ayudarme.

Suspiró pesadamente. Esa era una de las cosas por las cuales era una mierda de persona con los demás seres vivos. No podía, estaba mal, sería acarrear la muerte hacia los de su manada, sin embargo, siempre, dentro de esta, se había mencionado y dicho que no hay nada más importante que tu pareja. Pues una vez que la encuentras tu destino gira completamente entorno a ella.

Estuvo a punto de acercarse a él una vez más, pero las luce del castillo, una a una comenzaron a iluminar el lugar.

Al parecer no será hoy cuando te diga lo que eres. — había vuelto la vista hacia el espacio iluminado, lo mismo que había hecho el rubio. — Si puedes, mañana ven a esta misma hora y te diré lo que sé. — El chico asintió, comenzando a caminar hacia el castillo y él, volviendo a su transformación.

Sabía que es una locura todo aquello, todo esto. Más no pude negarme. Fue exactamente como había dicho la Alpha. Regresé a mi casa, dispuesto a descansar, más me fue imposible hacerlo. No dejaba de verlo una y otra vez en sueños, pidiendo que no lo dejara, que estábamos juntos y eso era suficiente. Pero al siguiente segundo, estaba él en un charco de sangre, mientras yo... Me desperté varias veces, hasta que llegó la mañana.

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            Mientras caminaba, no dejaba de pensar en ese chico de cabello negro. Antes lo había visto y en ese entonces tenía el cabello plateado, señal de que sería el próximo Alpha, o eso es lo que había escuchado acerca de los Luna Plateada, pero hoy, con ese color en el cabello, no se veía nada mal. No pude controlar el flujo de la sangre a mis mejillas, era - si no la primera vez que lo sentía - la primera vez que mi corazón trataba de hacerme volver.

            Ellos llegaron corriendo hacia mí y, tanto Akashi-cchi como Aomine-cchi, me abrazaron, mostrando preocupación. Los otros sólo se limitaron a verme con alivio en la mirada, más fue Midorima-cchi quien me dirigió la palabra.

¿Dónde estabas?

— Salí a caminar, estaba aburrido en mi habitación.

Sabes que no debes salir sin ninguno de nosotros.

No hice nada malo. — estaba comenzando a molestarse. Akashi estiró uno de sus brazos hacia su rostro, atrayéndolo hacia el suyo.

Pero tienes prohibido salir, a menos que uno de nosotros te acompañe.

Es suficiente. — apartó la mano del pelirrojo, y alejándose de ambos vampiros que lo tenían entre sus brazos. — Jamás puedo hacer algo que quiero sin que ustedes lo sepan. Apenas si puedo respirar un momento a solas. Creo que si estuviera en su control no me dejarían hacer tal cosa. — caminó en medio de ellos, empujándolos para abrirse paso. Al llegar al umbral de la gran puerta, giró hacia ellos, que habían quedado estáticos. — Al menos, déjenme estar a solas conmigo mismo y mis pensamientos.

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No era normal que el rubio se mostrara en tal actitud y menos que rechazara el abrazo de uno de ellos, sobre todo del pelirrojo. La cara de Aomine y el líder de los vampiros cambiaron por completo, yendo tras él, siendo acompañado por los otros.

Akashi-kun, ¿qué fue eso? Kise-kun jamás se ha comportado de esa manera.

Lo sé, Tetsuya, y eso es un tema importante. — era la primera vez que la cara del vampiro más poderoso mostrara tal faceta de preocupación. — Algo ha pasado mientras estaba afuera.

¿Qué crees que haya sido, Akashi?

¿Ya no vamos a tener la deliciosa sangre de Kise-chin~? — el más alto de ellos lamió sus labios otra vez, rememorando el sabor de ese líquido rojo.

¿Qué vamos hacer, Akashi? Yo no pienso dejar que Mi Kise se aparte de mi lado. — el pelirrojo, al escucharlo, se detuvo, haciendo que loa demás imitaran su accionar frunciendo el ceño.

Querrás decir Nuestro, Aomine. — comenzó a acercarse a él, emitiendo un aura que denotaba molestia y una profunda ira. — Kise, si será de alguien, será mío. Y ustedes lo saben. Más, en este momento no es bien visto que peleemos entre nosotros. — retomó su caminar hacia la sala. — Debemos averiguar qué es lo ha pasado con nuestro Sol.

Aka-chin, ¿alguien va a quedarse con Kise-chin? Yo puedo quedarme.

Conozco tus intenciones, así que no serás tú. — el de cabello morado hizo un gesto de molestia.

¿Entonces quién?

Será Midorima. Él se quedará. A ustedes los necesito, iremos al templo.

Un suspiro por parte de los de cabello azul cielo y eléctrico llenó el espacio entre ellos. Eran los únicos que sabían invocar al Dios. Seguramente, lo que Akashi buscaba, era saber si algo había pasado con el rubio. Midorima comenzaba a sospechar que había pasado, pero ¿estaba bien decirle a Akashi lo que, probablemente, era lo que pasaba?

En ese caso, iré a ver cómo está Kise.

Intenta sacarle todo lo que puedas. Quiero saber por qué estaba afuera.

El de lentes asintió, yendo hacia las escaleras.

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Estaba molesto, demasiado. Siempre era lo mismo, incluso ahora, cuidándome como si no pudiera hacer nada por mí mismo. ¿Acaso no confían en mí? Tanto tiempo con ellos, aún sabiendo que asesinaron a mis padres, he estado con ellos desde entonces. Quizás y soy un tonto por no odiarlos, por mostrar cariño a hacia ellos, pero ¿debería hacerlo?

Kise. — había tocado la puerta dos veces, más no obtuvo respuesta, por lo que decidió entrar a la recámara. — ¿Estás bien? — su mirada distante le preocupó.

Estoy bien. ¿Por qué la pregunta? — lentamente se levantó, yendo hacia la ventana. Desde ahí, observó a Aomine y Kuroko con las ropas ceremoniales, lo que le sorprendió. Era extraño - por no decir que ridículamente nulo - que estuvieran vestidos de tal manera.

Aléjate de la ventana. — fue hasta él y lo llevó de vuelta a la cama, obligándolo con un poco de brusquedad a sentarse.

¿Por qué estaban vestidos así?

— Kise, déjalo.

— Pero Midorima-cchi, ¿por qué...

— ¡No puedo! — su grito había asustado al rubio. Se acercó a él, quedando frente a su persona, sobre sus rodillas. — Tanto  Akashi como los otros, no quiero perderte.

— ¿P-por qué dices eso?

Lo observé, el movimiento de su cuerpo entero, totalmente nervioso. Sus manos temblaban y sudaban mucho; sin embargo, su mirada me decía algo más. De repente, la puerta se abrió violentamente, dejándome ver al chico de la noche anterior.

Vine por ti, rubia

Notas finales:

¿Qué les ha parecido? Me gustaría saber su opinión al respecto. Y ahora, me voy a escribir los otros fics que he dejado.


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