A Dean le gustaba ir al Roadhouse después de trabajar. No sólo ponían música increíble y tenían las mejores hamburguesas del mundo, además la dueña era la madre de su mejor amiga. Muchos regulares venían al bar, y él los conocía a todos excepto a uno. Un hombre había empezado a venir hacía unas dos semanas, cada noche de lunes a viernes.
-Le estás mirando otra vez –dijo Jo. Jo era la hija de la dueña del bar. Tenía el pelo largo y rubio, y una actitud que podía competir con la suya. Eran muy cercanos, y se habían besado una vez cuando estaban borrachos, pero ambos se habían apartado con disgusto al besar a su “hermano”.
Dean suspiró y apartó la mirada tomando un trago de su cerveza. –Lo sé –dijo.
No podía evitarlo. El hombre era bajo, más bajo que su tipo pero había algo acerca de él. Tenía ese pelo negro alborotado que le daba un look de “recién follado”. Vestía una estúpida gabardina de color crema que era un duro golpe a la moda pero que en él lucía adorable. Siempre venía sólo y se sentaba ahí leyendo un libro lo que era también intrigante especialmente en un bar. Luego estaban sus ojos. Eran del tono azul más atractivo que Dean había visto nunca. Eran como una piscina, una en la que podías ahogarte.
-Pues ve y dile hola de una vez. Ha venido todas las noches. Debe vivir cerca.
-No quiero molestarle.
-¿El gran Dean Winchester tiene miedo? Sino vas a decirle hola no te serviré más.
Dean suspiró y la miró. Parecía totalmente seria y sabía que lo estaba. Dejaría de servirle, y se aseguraría que su madre tampoco lo hiciera.
-Está bien.
Tomando un profundo respiro, se levantó y camino hacia la mesa. Cuando llegó se dio cuenta de que no sabía que decir. Así que dijo la primera frase cursi para ligar que le vino a la mente.
-¿Dolió?
-¿Disculpa?–preguntó el hombre, finalmente levantando la mirada del libro. Dean se estremeció cuando sus ojos verdes finalmente encontraron de frente al desconocido de ojos azules.
-¿Dolió?–repitió.
El hombre paro. – ¿El qué dolió?– preguntó, frunciendo las cejas. A ver si no era lo más adorable del mundo.
-Cuando caíste del cielo.
Ahora el otro hombre realmente parecía perplejo.
-¿Por qué iba yo a caer del cielo?
Dean se quedó quieto. ¿Realmente el otro nunca antes había oído esa línea cutre para ligar o se estaba quedando con él?
-¿Por qué pareces un ángel?–contestó, con un tono de pregunta en su voz.
El hombre abrió los ojos de par en par, y entonces negó con la cabeza. –Puede que me hayan nombrado tras un ángel, pero no soy uno. Los ángeles no existen –dijo.
Le tomo un momento a Dean darse cuenta de que el hombre no estaba bromeando. Parecía legítimamente triste por no poder ayudar a Dean. Sin saber cómo responder se dio la vuelta sobre sus talones y volvió a su taburete.
-¿Qué tal ha ido? –preguntó Jo en cuanto se sentó.
-No quiero hablar de ello.
-Tan mal, ¿eh? –dijo ella riendo, y deslizó otra botella de cerveza delante de él.
***
Al día siguiente Dean vio al mismo hombre en el bar. Decidió volver a intentarlo. El hombre realmente no podía ser tan inconsciente ¿verdad? Todo el mundo conocía una línea cutre para ligar cuando la oía. Si lo volvía a intentar, seguramente el hombre entablaría una conversación o le cortaría por volver a molestarle.
-¿Eres un mago? Porque cuando te miró todos los demás desaparecen.
El de ojos azules alzó la vista hacia él otra vez. Vio el reconocimiento en sus rostro, y supo que le recordaba del día anterior.
-No. Soy un profesor de universidad, y… -hizo una pausa para mirar a sus alrededor–. El bar está bastante lleno para ser un martes en la noche.
Una vez más se dio vuelta sobre sus talones y se marchó.
***
Las siguientes tres noches acabaron del mismo modo.
-Parece que he perdido mi número de teléfono. ¿Me das el tuyo?
-¿Cómo puede mi número de teléfono ayudarte con tu problema? Además… ¿por qué necesitarías llamarte a ti mismo?
-Tu cuerpo es un 50% agua y yo tengo sed.
-Quien sea que te ha dado esa información está equivocado. El cuerpo de un hombre es un 60% agua, de la que estoy seguro que el bar dispone para saciar tu sed.
-Mi médico dice que estoy falta de vitamina U*
-¿Es el mismo que te dio las estadísticas sobre el agua? No existe tal cosa como la vitamina U. Es de hecho una enzima.
Para el sábado, Dean estaba un poco feliz de que el chico no fuera al bar. Estaba agotado. Realmente no podía creer que el chico fuera tan denso, o que fuera tan bueno haciendo que Dean se sintiera como un idiota. Cuando llegó el lunes ya había recuperado su valor y lo volvió a intentar.
-Me suenas mucho… ¿No hemos ido juntos a clase? Podría jurar que hemos tenido química.
-¿Es por eso que sigues hablando conmigo? –ojos azules, como Dean le llamaba ahora, preguntó-. No creo, pero, ¿a qué colegio fuiste?
Dean se quedó inmóvil. La frase para ligar no había funcionado, pero quizá eso derivara en otra conversación. –Fui a uno por aquí cerca.
-No. Me acabo de mudar aquí hará un mes. Lo siento –dijo cogiendo de nuevo su libro, y con eso Dean fue despedido.
-¿Trabajas en Dicks? Porque estás mostrando los bienes.**
Ojos azules alzó la mirada, y luego la bajo hacia su atuendo. –No. Compré la camisa y los pantalones en Walmart. Aunque las deportivas sí que son de Dicks.
Después de aproximadamente una semana usando frases para ligar cutres Dean estaba a punto de rendirse.
-¡Obviamente no está interesado¡ No puedo creer que estoy yendo hacia él y soltando frases aleatorias –hizo una pausa–. A menos que lo haga y piense que estoy loco. ¿Crees que me está siguiendo la corriente porque cree que tengo un tornillo suelto?
-Tienes más de un tornillo suelto –dijo Jo–. ¿Pero por qué no intentas simplemente hablar con él como una persona normal?
-¡Lo he hecho, pero me despachó!
-Entonces quizá él no esté interesado por ti.
-¡Uhg! –dijo Dean–. ¿Estais tú y Sam viendo esas estúpidas películas ñoñas otra vez? Eso ha sonado como uno de esos títulos idiotas.
-Simplemente ve y dile algo.
Dean asintió. –Un último intento. ¡No hay forma de que no pille la indirecta tras esta! –cogió su cerveza, bajándola rápidamente y luego caminó hacía allí.
-¿Has oído de la plataforma 9 ¾? Bueno, se me ocurre algo más con exactamente las mismas proporciones.
-¿Qué es la plataforma 9 ¾? ¿Es una estación de tren?
-¡¿En serio?!–Chilló Dean alzando las manos–. ¿Ni siquiera pillas Harry Potter? ¡Me rindo!–sacudiendo la cabeza se marchó dejando un muy curioso y curios Castiel tras él.
***
El domingo, Castiel quedó con su hermano Gabriel para almorzar. Gabriel era quién había ayudado a Castiel a conseguir su puesto enseñando en la universidad, ya que su novia Kali era la jefa del departamento. Fueron a un café que Gabriel juraba tenía unos dulces increíbles. Pasaron unos cuantos minutos hablando de pequeñas tonterías hasta que finalmente Gabriel preguntó.
-¿Y qué tal va todo, Cassie?
Castiel puso los ojos en blanco. Odiaba cuando Gabriel lo llamaba así, pero si le decías no a Gabriel, él se lo tomaba como un “Oh Gabriel, por favor continua haciendo eso”.
-El colegio está bien. Tengo algunos alumnos realmente brillantes este semestre, y luego están los que cogieron mi clase porque pensaron que sería fácil. Probablemente la dejen antes de la media evaluación –hizo una pausa frunciendo las cejas–. Aunque ha habido algo raro.
- ¿Raro? ¿Viniendo de ti? Si tú crees que es algo raro, debe serlo. ¿Qué pasa?
-Bueno, voy a este bar cada día después del trabajo para relajarme con un libro y una cerveza. También tienen las mejores hamburguesas que he probado en mi vida.
-Ajá –dijo Gabriel indicándole que continuará.
-Está este chico que siempre está allí también. Creo que conoce a la propietaria. Ha estado viniendo a mí todas las noches y diciendo cosas extrañas. Creo que debe estar loco o sólo. No estoy muy seguro.
-¿Qué clase de cosas extrañas?
-Bueno… -Y Castiel procedió a contarle todas las cosas que Dean le había estado diciendo. Cuando iba por la mitad de la historia, Gabriel rompió a reír.
-¡Oh Cassie! ¡Eres realmente adorable! Eres tan lerdo que ni siquiera notas cuando alguien está ligando contigo.
-¿Ligando conmigo?
-Triste pero cierto. Todas ellas son bromas cutres para ligar que los chicos suelen usar con las mujeres. Casi nunca funcionan, pero sirven para reírte.
-Oh.
-¿Es atractivo?
Castiel pensó en el hombre del bar. Era alto, tenía una bonita voz áspera. También tenía las pecas más dulces y los ojos tan verde eléctrico que le recordaban la hierba en un día de verano.
-Sí, lo es.
-Entonces yo digo que vayas a por ello.
Más tarde esa noche, cuando Castiel llegó a casa arrancó el ordenador. Quería asegurarse de que Gabriel no estaba bromeando y empezó a leer algunas frases cutres para ligar.
***
El lunes Dean decidió no ir y molestar al pobre hombre más. Tampoco creía que su ego pudiera aguantar otro golpe. Eso era por lo que cuando alguien se sentó junto a él y empezó a hablar, se sorprendió. Giró la cabeza para darse cuenta que era ojos azules. ¡Ojos azules estaba sentado junto a él y le estaba hablando!
-¿Me puedes dejar tu teléfono? ¡Necesito llamar a control de animales porque acabo de ver un zorro!***
Dean le miró durante un minuto, luego una sonrisa apareció lentamente sobre su rostro y empezó a reír. -¿Acabas de usar una frase para ligar conmigo?
Castiel sonrió de vuelta avergonzado y asintió. –Tú has estado haciendo eso conmigo así que he decidido devolvértelas.
-¿Así que lo has notado?
Él sacudió la cabeza. –No. Le hable a mi hermano sobre ti, y él me lo señalo. Lo siento, pero mi sentido del humor siempre ha sido malo. No pillo las cosas demasiado rápido.
Dean asintió. –Está bien –hizo una pausa–. ¿Entonces estabas siendo amable o estás… ya sabes?
-¿Interesado?
-Sí.
-Qué te parece si me compras una copa y lo hablamos… ¿eh?
-Dean.
-Dean. Yo soy Castiel.
-Vales Cas, claro. Seguro que puedo comprarte tantas copas como quieras.