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Juego Otome por MemeDrogasLocas

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Notas del fanfic:

Because yolo :3 Tenía tiempo que no escribía MuraAka skkdhfkdsjfhsdjfhd espero les guste, está cortito y muy shonenaiesco(?) pero bueh yolo

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen son de Fujimaki <3 

v: <3 Ains muraaka pa la banda

disfruten 

Era ridículo haber comprado una consola solo para desperdiciar su tiempo un tonto juego de citas y Akashi lo comprendía.


¿Qué diría su padre si entraba a su habitación y le cachaba infraganti con esos videojuegos tan absurdos? Por una parte Akashi sabía que eso no pasaría, que su padre hiciera visitas fortuitas a su habitación era como un evento cósmico que quizá pasaba cada mil años y era muy poco probable que ese día fuera hoy, pero por otro lado, él mismo se daba vergüenza.


¿Cómo había terminado en esa situación? 


Bueno...


¡Vamos, Akashi-chii! Es muy divertido, además dicen que estos juegos ayudan para mejorar tu comunicación con otros.


¿Y funciona? ¿Tú lo has jugado Ryota?


Claro, jugué todas las rutas, tenía algo de tiempo libre. A veces uso frases que usan los personajes en el juego, a las chicas les encanta.


De acuerdo… lo probaré.


Y así fue como el distinguidísimo hijo de la familia Akashi, Seijuuro, había terminado comprando una consola con su dinero para jugar esa tontería.


“Cuanto antes acabe con esto, mejor”, pensó Akashi mientras introducía el juego en la consola, pronto la pantalla se iluminó y una musiquita romántica inundó la habitación, luego de bajarle un poco el volumen tomó el mando de la consola y presionó el botón de inicio.


Akashi pensó que el juego era de esos en donde interactúas con muchos tipos de chicas hasta que logras una cita, sin embargo pronto se dio cuenta de que no era el caso, en ese juego él vendría siendo la protagonista y a lo largo del juego tendría que interactuar con muchos chicos guapos. “Supongo que Ryota memoriza las frases de los chicos ya que el juego está diseñado para encantar a las chicas, en cambio el otro juego es solo un escape para chicos… ya entiendo. Bueno, será mejor que lo termine pronto”


Había seis chicos para conquistar, el típico tipo frío y calculador pero con sentimientos, el infantil irresponsable pero serio, el inteligente distante que en el fondo es un tsundere, el típico chico modelo que en realidad solo aguarda a conocer a la indicada, el chico que no destaca pero es amable, y el chico malo que puede ser caballeroso.


Akashi frunció ligeramente el ceño, ese juego era como ver a la generación de los milagros en una versión pintoresca y llena de belleza masculina. Incluso algunos tenían un color de cabello similar. “Ese se parece a Daiki… pero con la piel clara. Y ese es como Tetsuya pero con cabello negro y sin gusto por malteadas”, y así poco a poco encontró las similitudes con todos. Entonces Seijuuro supuso que podía tomar ese juego como un experimento (ya que de cualquier forma él nunca usaría ninguna de esas frases cursis, su estilo era ser educado y nada más), jugaría pensando en que esos chicos eran sus compañeros y en base a cuanto les conoce tomaría las decisiones en el juego hasta llegar a cada meta, tal vez así podría entenderlos un poco más y terminar rápido con ese bobo juego que Ryota le había recomendado.


….


Ya habían pasado unas seis horas, Akashi estaba enajenado en el juego, incluso estaba comiendo chucherías en su habitación mientras jugaba, algo muy anormal a su personalidad ordenada y pulcra. Con gran maestría Akashi se las había apañado para comprender a cada uno de sus amigos, sin esfuerzo ganó la ruta del chico que se parecía a Daiki, también la de Tetsuya, la de Kise y la de Midorima, sin embargo la de Atsushi le estaba costando trabajo. Tal vez se debía a que con el personaje que parecía Atsushi no pensaba en las respuestas sino que actuaba según sus emociones y sus diversas reacciones a las situaciones del juego. El pelirrojo sabía bien que si pensaba un poco todo era fácil, por eso las otras rutas habían sido sencillas, simplemente pensaba en la opción correcta más apegada a las personalidades de los chicos originales en cuestión y listo, ganaba. Con Atsushi no podía, su mente se ponía en blanco e incluso parecía que todas las opciones “lógicas y correctas” simplemente no existían.


Algunas horas más tarde Akashi había quedado totalmente prendado de ese personaje bidimensional que le recordaba tanto a Atsushi.


—Bien, la carta no funcionó, por lo visto no sabe captar indirectas…—murmuraba el excéntrico emperador mientras obsesionado repetía de nuevo cierta escena del juego—. Los dulces tampoco funcionan, yo pensé que le gustarían, ¿qué hago?


Sin importar que hiciera todo salí mal, o le salían los finales malos, o simplemente le parecía el odioso letrero de “juego terminado”, el caso era que su protagonista no lograba nada y el caprichoso sujeto parecía un niño mimado, algo estaba mal…


—¿Por qué nada funciona? ¿Qué quieres de mí? ¿Por qué no accedes a cita? —Se quejaba mientras reiniciaba por sexta vez el juego—. Empezaré desde el inicio, quizá debo elegir la opción “ir con él a la fuente” en el festival escolar pero, ¿no sería eso predecible? No quiero que piense que puede tenerme cuando se le dé la gana…


Akashi ya estaba hablando como si él en realidad fuera la protagonista, por suerte nadie estuvo ahí para hacérselo ver.


Observó, mucho tiempo después, su reloj. Eran las doce de la noche y simplemente no lograba ganar la ruta. Entonces Akashi en un momento de extrema lucidez, o quizá extrema idiotez, tuvo una idea que pensó era brillante: tener una cita con el real Atsushi. Si tenía una cita al estilo del juego con el real Atsushi seguro sabría las claves para el juego, lo ganaría y por fin podría olvidarse de esas tonterías de una buena vez, de hecho podría solo dejarlo, pero una parte suya se mantenía reacia a no terminar el juego de manera satisfactoria y victoriosa. Así que, con plan en mente solo hacía falta pedirle la cita a Atsushi.



—Gracias por aceptar esta cita, Atsushi —comentó Akashi.


Aquel día hacía frío, nublado, ventoso, y aun así parecía ser el día perfecto para una cita al estilo del juego.


Atsushi no parecía muy a gusto con el clima, no le gustaba para nada el frío, y aun así estaba ahí usando su gran bufanda violeta.


—Está bien, cuando quieras Aka-chin —Atsushi suspiró—. Oye, Aka-chin, ¿A dónde vamos? Estoy helándome, quiero comer algo dulce y caliente.


“Tengo dos opciones, la primera es llevarlo al lugar que a mí me gusta, y la otra es elegir el lugar a la que él le gusta… había una tercera elección que era ponernos de acuerdo, pero esa opción no sirve, termina en una discusión. A ver intentaré…”


—Iremos a una cafetería donde sirven pasteles y hay bebidas calientes, ¿te gusta?


Atsushi no sonrió pero parecía contento.


—Sí, eso suena muy bien… hubiera sido una molestia que Aka-chin me pidiera elegir, el frío me congela las ideas.


Akashi anotó sus logros mentalmente.


La verdad Akashi, en una situación normal hubiese ido a otro lugar, quizá un restaurante de clase o algo del estilo, no era lo suyo ir a lugares simplones, pero como en la cita del juego los lugares eran todos un montón de escenarios genéricos y simplones sin gracia real, ¿qué tiene de bueno ir a una cafetería para una cita? Ese tipo de sitios es para platicar un rato con las amistades pero nada más.


Mientras caminaban entre los tumultos de personas que se aglomeraban en las calles, Atsushi hizo un movimiento inesperado, de la nada ofreció su mano para que Akashi la tomara. Nuevamente Akashi no estaba seguro de que hacer pero sintió que si lo rechazaba sería algo descortés y como estaban entre tantas personas nadie los vería, y… muy en el fondo, lo deseaba también. Atsushi se quitó el guante y tomó la mano de Akashi, su mano grande y cálida cubrió la de Akashi por completo. Una sensación dulce y agradable cosquilleó desde los dedos del pelirrojo subió por su brazo y terminó en su cabeza, toda su piel pareció erizarse, hasta su cuero cabelludo.


—Aka-chin es malo no usar guantes cuando hace frío, pero está bien, yo te daré todo mi calor.


“¿Acaso Atsushi también jugó ese juego de citas? Lo que acaba de decir es tan cliché, tan tonto… tan encantador, tan lindo… No, no es posible, simplemente es la magia del momento”, deliberó Akashi, agradeciendo al viento helado por refrescar sus mejillas sonrosadas, la cara le ardía y estaba nervioso, pero, ¿por qué? ¿No era él quien tenía absoluto control sobre los acontecimientos? ¿No era todo un simple experimento del cual sacaría provecho para terminar ese estúpido juego?


Atsushi por su parte sonreía con calma, parecía satisfecho sosteniendo la pequeña mano, en comparación a la suya, de Akashi. Akashi entonces se planteó algo que no había previsto antes, ¿y si Atsushi malinterpretaba esa cita como algo serio? Bueno, es verdad que Akashi no había dado muchos detalles, ni explicaciones, eso era porque estaba tan acostumbrado a mandar que simplemente había olvidado especificar el porqué de la cita, aunque Atsushi tampoco había preguntado ni se había negado, así que, con mayor razón, menos había considerado importante decir algo sobre sus intenciones.


—Atsushi… ¿entiendes lo que esta cita significa?


—¿Hm? Claro, significa que puedo pasar tiempo contigo, Aka-chin.


—Pero siempre pasamos tiempo juntos en la escuela, Atsushi —repuso Akashi algo confundido.


—Ah… pero en la escuela está Mido-chin y él es muy ruidoso, me gusta más estar con Aka-chin a solas…


Akashi desvió la mirada, ni el viento frío lograría calmar el calor ascendente en sus mejillas, incluso su corazón se había acelerado un poco, estaba emocionado y era increíblemente difícil ocultarlo. No obstante, estando acostumbrado a manejar sus emociones y a reprimirlas se las apañó para comportarse como alguien decente y serio, ósea, su “yo” usual.


—Atsushi, tus manos se enfriarán —dijo Akashi luego de poco—. Ponte tus guantes, odias el frío, ¿no es así?


—Es verdad que odio el frío —convino el mayor, su sonrisa infantil rayaba en lo adorable—, pero la mano de Aka-chin es tan cálida que no necesito guantes, eres todo lo que necesito, Aka-chin.


Akashi estaba por explotar, sus emociones estaban a punto de desbordarse.


Cuando llegaron al café encontraron una mesa vacía, Atsushi se sentó al lado del pequeño pelirrojo en lugar de colocarse en frente, su pretexto era que necesitaba todo el calor posible, aunque en realidad el establecimiento gozaba de perfecta calefacción, de cualquier forma Akashi tampoco se opuso así que todo estaba bien.


“Por ahora todo bien… —pensó Akashi mientras observaba a la camarera acercarse con los dos pastelillos de chocolate que habían pedido—, me pregunto, ¿ahora qué sigue?”


—Aka-chin… abre grande —pidió de pronto Atsushi, en su mano derecha estaba un tenedor con un bocado considerable de pastel. Los ojos de Atsushi siempre tan desinteresados mostraban un poco de emoción. Akashi pensó que tenía otra vez dos opciones, para su sorpresa ni siquiera tuvo tiempo de analizarlas, su cuerpo parecía haberse movido por su cuenta, antes de que pudiera evitarlo ya estaba comiendo del tenedor de Atsushi. El gigante lucía muy, muy complacido.


—Aka-chin es terriblemente lindo —comentó con una sonrisa de satisfacción—. ¿Qué tal? ¿Está bueno?


—Sí… está muy dulce.


—Sé que los dulces no son lo tuyo, aun así gracias por traerme aquí, Aka-chin.


Akashi imaginó el “amorometro” del juego al lado de Atsushi, supuso que esa acción le había ayudado a subir puntos. “Eso significa —caviló analíticamente—, que con este personaje se debe ser asertivo pero ceder en las peticiones pequeñas y egoístas…”


—Está bien, me alegro de que estés contento.


—Oye, Aka-chin, ¿podemos tomarnos una foto?


—¿Qué? ¿Aquí? ¿Justo ahora?


—Justo ahora~ 


Atsushi sacó su teléfono y colocó la pantalla enfrente de ambos. Akashi se puso un poco nervioso, no porque temiera salir mal, sino porque cada vez el ambiente se volvía más y más romántico. Comer del plato del otro, los diálogos cursis y la foto conmemorativa… todo era tan cliché y encantador, Akashi sentía como si de verdad fuese la protagonista del dichoso juego de citas.


Atsushi tomó la foto.


—Ah~ Aka-chin, tienes pastel en la cara —dijo Atsushi con una gran sonrisa infantil, inmediatamente procedió a lamer el chocolate directo de la mejilla del pelirrojo. Akashi tuvo que ahogar sus ganas de soltar un quejido por la sorpresa.


—¿Por qué hiciste eso? —inquirió el pelirrojo con mirada demandante.


—Porque estamos una cita, y este tipo de cosas se hace en una cita.


—Espera, ¿qué? ¿De dónde sacas eso?


Atsushi sacó de su bolsillo una pequeña consola portátil y le mostró a Akashi lo que estaba jugando en él, y resultó ser exactamente el mismo juego de citas.


—Kise-chin me recomendó este juego. Yo le dije “Oye, Kise-chin, ¿qué debes hacer con la persona que te gusta en una cita?”, y entonces empezó a darme explicaciones molestas y complicadas que no entendí, así que me recomendó este juego, es aburrido pero aun así pensé “vaya, eso sí que suena romántico, quizá a Aka-chin le guste”, así que luego hice lo mismo que en el juego: esperé a que la protagonista me invitara a salir. Así que cuando me invitaste seguí al pie de la letra la ruta del personaje que se parece a mí, la verdad no creo parecerme, pero Kise-chin dijo que sí.


Akashi ni siquiera tenía ganas de decirle que él había estado jugando ese juego, sería demasiado penoso, tanto que posiblemente terminaría escondiendo su cabeza bajo la tierra como un avestruz. Lo único que pudo hacer fue reír, no había otra cosa por hacer. Los dos parecían apenados pero contentos, no había incomodidad en el aire.


—Aka-chin, tú me gustas mucho, tanto que jugué ese tonto juego bobo para saber cómo decírtelo, pero ahora veo que no tiene mucho caso, definitivamente prefiero ser directo con Aka-chin.


—¿Qué te parece si lo intentamos de nuevo? Atsushi, tengamos otra cita, y esta vez hagámoslo siendo nosotros mismos.


Atsushi parecía contentísimo con esa idea.


—Las que tú quieras, Aka-chin, tengamos mil citas.


Después de eso Akashi terminó el juego con facilidad y se lo devolvió a Ryota, no sin antes agradecerle por prestárselo, pero le advirtió que si le recomendaba ese juego absurdo a alguien más lo obligaría a entrenar en invierno sin camisa al aire libre. Kise, espantado, prometió que no compartiría su secreto con nadie más.


Luego de eso, Akashi empezó a vivir su propia historia otome al lado del gigante-come-dulces.


Fin.


 


 

Notas finales:

v: <3 Con todo mi kokoro caguai po(?)

DJFHJFHSKJFFD los juegos otome son vida, inspiran

>W<)/ Nos leemos 


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