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Aniversario por HaruPuhi

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Notas del capitulo:

Hola hola!

Bueno, soy nueva en esta página y quería estrenarme con un pequeño One shot con unos personajes originales, los cuales salieron de una historia que mis dos mejores amigos y yo creamos hace tiempo >< sé que no está muy bien hecho, sobre todo el lemon xD pero si os soy sincera nunca he escrito lemon yaoi así que..perdón de antemano ;-; espero que os guste mucho y que no me matéis por lo romanticona que puedo ser a veces! Y también si hay alguna falta de ortografía ><

La luz anaranjada del cielo daba paso a un nuevo día. Un moreno yacía en su cama, con el rostro totalmente pacífico. Unos ojos azules lo observaban dormir tranquilamente, desde la cama. Este acarició sus cabellos con ternura, enredando los dedos en las suaves hebras, con cuidado de no despertarle. Aquel era un día especial para ambos, o al menos eso pensaba el rubio ojiazul que observaba a su pareja. El moreno fue despertando poco a poco, abriendo sus ojos, dejando ver en estos un color azul como la noche, y una mirada profunda, pero limpia.

-Buenos días.-dijo el rubio, sonriéndole a su pareja.

-¿Has estado observándome mientras dormía?-las palabras del moreno hicieron ruborizarse a su pareja.

-S-Supongo..-el chico se escondió bajo las sábanas. Su pareja se escabulló entre estas para abrazarle y robar un dulce beso de sus labios.-No tienes por qué avergonzarte de ello, yo también lo hago a veces-.

El rubio escondió el rostro entre sus brazos, aspirando aquel aroma embriagador que su pareja emanaba constantemente, y que él tanto amaba. Subió el rostro hasta que ambos labios quedaron a escasos centímetros de la boca de su amado, y esperó pacientemente a que este los acariciase con los propios, propinándole una suave caricia que se convirtió en un dulce beso. Ambos se besaban bajo las sábanas, las cuales eran testigos del amor que ambos se profesaban fervientemente. Pasados unos cuantos minutos, el moreno se separó para recuperar el aire perdido y poder hablar.

-Vamos a desayunar Snow, o si no llegaremos tarde-.

El nombrado simplemente asintió y salió de debajo de la cama. Snow pesadamente fue a la cocina a preparar el desayuno, mientras pensaba en cómo sorprender a su prometido, Van, en un día tan especial como era aquel, el aniversario de cuando se conocieron. Para el rubio era muy importante aquel día, ya que si no hubiese sido porque se perdió con su mejor amiga mientras se desplazaban hacia Manchester, nunca hubiese conocido al que ahora era su prometido, con el cual en unos meses contraería matrimonio, ni podría haber superado su trauma de la adolescencia.

Van apareció en la cocina, ya vestido para irse a trabajar; llevaba una camiseta de color azul marino, con el logo de la tienda de videojuegos donde trabajaba, y unos pantalones vaqueros holgados. Su rostro estaba adornado por unas gafas de pasta de color negras, que hacían contraste con el color de sus ojos y la claridad de su piel. Llevaba el pelo despeinado, pero eso sólo le hacía lucir mucho mejor. Se acercó a Snow por detrás, besándole la nuca con dulzura, haciendo que el menor se estremeciese entre sus brazos. Ambos desayunaron tranquilamente mientras hablaban de cosas irrelevantes, como por ejemplo el mal humor que tenía su amiga Silver ahora que estaba embarazada de su marido, Rin, y no dejaba de pedirle antojos una y otra vez.

La pareja se despidió y el rubio, decidió pasarse por una tienda a comprar algo para la celebración de aquella noche, tenía que ser especial. El móvil del ojiazul sonó, era su mejor amiga la que llamaba, para ver cómo se encontraba. Pesadamente descolgó.

-¡Más te vale haber tenido una buena razón para no llamarme en una semana, maldito!-parecía estar bastante molesta.

-Sí, lo sé, pero es que…-se rascó la nuca buscando una buena excusa para darle a su amiga.-He estado ocupado preparando el aniversario con Van-.

-¿Aniversario?¿Pero no era dentro de dos meses el oficial?-.

-Lo sé, pero es que…hoy hace ya cuatro años que nos perdimos para ir a la boda de Leah.-murmuró el rubio.

-¿¡Ya!? Y parece que fue ayer cuando tuvimos que llamar a la puerta de aquella mansión y que prácticamente tu prometido nos medio secuestró.-la chica se había echado a reír.

-Ja ja, que graciosa eres.-bufó molesto.-Te recuerdo que si no fuese por eso, tú ahora no estarías felizmente casada y a punto de tener a una niña que probablemente tenga tu mal genio-.

-Si no fuese porque mi vientre no me deja ver más allá de este, ahora mismo saldría de casa para pegarte una buena hostia.-dijo bastante molesta.

-Venga venga, Silver, no te enfades, sabes que voy a querer a tu hija tanto como te quiero a ti.-Snow intentaba calmar el mal genio que su amiga peliazul tenía.

-Hm..bueno, te perdonaré si vienes a casa a traerme un pastel de chocolate con fresas-.

-Ahora no puedo, ya sabes que tengo que preparar el aniversario de esta noche, pero si quieres pasado mañana, vamos de visita y te llevo todos los pasteles que quieras ¿de acuerdo?-.

-Está bien, está bien. No hagáis muchas cochinadas esta noche.-de nuevo reía a través del teléfono.

-¡C-Claro que no!-las mejillas del rubio de nuevo habían adquirido un color rojizo bastante intenso.

Estuvo hablando con su amiga durante un rato más, hasta que llegó la hora de irse a trabajar. Snow trabajaba a media jornada en una heladería del centro de Londres, una que era bastante conocida y que se llenaba con frecuencia. Durante su tiempo de trabajo, estuvo pensando qué organizar para aquel día tan especial, y entonces consiguió tener una buena idea. En cuanto salió de trabajar, se dirigió corriendo a comprar todas las cosas que necesitaba, dando gracias de que Van trabajase también por las tardes, ya que así podría prepararlo todo con más tranquilidad.

La noche llegó, y con este Van, el cual venía terriblemente cansado, ya que había sido un día duro en la tienda. Cuando abrió la puerta, se encontró con algo que no se esperaba. En la entrada del piso, había un camino de velas aromáticas, que inundaban este de un olor agradable a vainilla y a canela. Perplejo, el pelinegro fue caminando hasta llegar al salón, donde estas velas rodeaban la mesa central, donde se encontraba su prometido.

Allí estaba Snow, vestido con pantalones de vestir y una camisa color claro, que resaltaba su pelo rubio y sus ojos azul cielo, y contrastaba con su piel ligeramente más morena que la de su pareja. En la mesa había dos platos, en los cuales reposaba la comida favorita de Van, recién cocinada, una botella del mejor vino que había podido comprar, un jarrón con varias rosas frescas, y por último una caja en medio.

-Bienvenido.-sonrió Snow recibiéndole.

-¿Y…y esto..?-Van estaba realmente sorprendido por aquello.

-¿No recuerdas el día que es hoy..?-la mirada de Snow era bastante sugerente en aquel momento.

-Claro…hoy hace cuatro años que nos conocimos pero..¿todo esto es por eso..?-.

Snow asintió con la cabeza.-Quería que celebrásemos este aniversario de una manera especial, sabes…-.

Van se dejó llevar por el menor, sentándose en la silla. Ambos comenzaron a mantener una velada romántica, comiendo y bebiendo vino, disfrutando de la compañía el uno del otro. Ambos eran felices, y lo demostraban con las sutiles miradas que se lanzaban, las caricias cómplices bajo la mesa, los pequeños besos que compartían. Snow retiró los platos y seguidamente le tendió a Van aquella caja, de terciopelo violeta con un lazo blanco rodeándola. El moreno la abrió, encontrándose con un bonito colgante de plata, con una pequeña perla azul incrustada en este.

-Es precioso..-murmuró levemente.-Como tú-.

Snow se sonrojó agachando la mirada, en su cuello podía verse uno exactamente igual pero con la perla en color rojo. Van se puso el colgante y se acercó a su prometido, acariciando sus mejillas sonrojadas con las yemas de sus dedos. Azul con azul se encontraron, de manera electrificante, parecía que podían salir chispas de aquellas miradas tan intensas.

-Bien..ahora quiero mi otro regalo.-Van susurró en el oído del rubio, pasando la lengua por el lóbulo de este de manera sensual.

Snow emitió un suave jadeo, que fue el detonante para Van. No tardó en devorar los labios del rubio con pasión, mordiendo su labio inferior para pedirle paso. El rubio abrió sus labios, dejando que la lengua del contrario invadiese su cavidad bucal y juguetease con su propia lengua. Las manos del menor se aferraban a los brazos de su prometido, ahogando gemidos sonoros que morían en la garganta del contrario. Van sujetó a su pareja de las piernas y le alzó en brazos, no había problema pues Snow estaba delgado y era bastante bajito, así que podía con él perfectamente.

Ambos atravesaron el piso hasta llegar a la habitación, comiéndose a besos y a mordiscos, la pasión que emanaban podía cortarse con un cuchillo. Van dejó suavemente a Snow sobre la cama, despojándole de la camisa, acariciando con las yemas de los dedos aquellas rosadas protuberancias que pedían a gritos ser atendidas. El rubio sentía que podía morir entre los brazos de su moreno cada vez que le acariciaba y le besaba de esa manera, mas no perdió tiempo en quitar la camiseta de este, dejando ver su torso níveo y formado. Se deleitó acariciando cada músculo con las yemas de sus dedos, mientras su pareja se dedicaba a besar y a morder su cuello, dejando un rastro de saliva y leves marcas rojizas, las cuales algunas se quedarían en su piel un par de días.

Los dedos de Van recorrían el torso de su amado rubio, deteniéndose en los pequeños botones rosas que al mínimo contacto se erectaron, cosa que el moreno agradeció, ya que así confirmó que su prometido estaba completamente excitado. Presionó sus caderas contra las contrarias, para que abriese las piernas; el rubio accedió inmediatamente, flexionando sus rodillas hasta dejar a Van entre estas, de manera que sus caderas estaban totalmente juntas.

-Así Snow..ábrete para mí…-susurró con la voz grave y cargada de excitación, la que hizo que el rubio sintiese un fuerte escalofrío recorrer su espina dorsal.

Los labios de Van fueron bajando lentamente, pasando por su torso y por su vientre, no quería perder más tiempo, quería hacer al menor suyo de una buena vez. Desabrochó el botón de los pantalones y tiró de estos, dejando a su rubio con sólo los bóxer. Con movimientos lentos y pausados, hizo lo mismo con los propios, quedando en ropa interior. Se lanzó de nuevo hacia los labios de Snow, el cual los recibió gustoso, mientras alzaba sus caderas para sentir cómo su miembro rozaba con el de Van.  Jadeó al notar como el moreno intensificaba esa deliciosa fricción para ambos, y pronto se vio suplicándole con la mirada que lo tomase.

Van cogió un bote de color azul de la mesita, en el cual se leía con letras bien grandes “Lubricante”. No tardó en quitar los bóxer de Snow, mojándose los dedos en aquella sustancia viscosa y transparente, rozando sus dedos en la entrada del menor. El rubio se tensó al sentir el tacto frío del lubricante, y cómo un dedo comenzaba a invadir su interior. Contuvo un gemido cuando este comenzó a moverse en círculos en su interior, ensanchando este para que no sintiese dolor alguno.

Poco a poco fue introduciendo el segundo y el tercero, el interior del rubio se adaptaba fácilmente a los dedos del moreno, ya que estaba acostumbrado a estos desde hacía cuatro años, y nunca le suponía ningún problema el ser dilatado.

Van sacó aquellos dedos de su interior y se bajó los bóxer, quedando como su madre lo trajo al mundo entre las piernas de su prometido, y sin previo aviso comenzó a entrar dentro de él. Snow exhaló un gemido sonoro al notar como su interior era invadido por el miembro de su prometido, de aquella manera lenta y tortuosa. Aferró las manos a sus amplios hombros, casi clavando las uñas en la carne, sentirlo en su interior era tal delicia que sentía que podría llegar al orgasmo con sólo pensarlo.

-M-Muévete…-suplicó con los ojos llorosos, mordiéndose el labio inferior.

El moreno comenzó entonces a embestir lentamente, saliendo sólo un poco de su interior para seguidamente volver a entrar. El cuerpo del menor daba pequeños espasmos al sentir como entraba de nuevo, echando la cabeza hacia detrás. Una de sus propias manos fue hacia su miembro, masajeándolo arriba y abajo para deleite de su pareja; el cual no sabía cuánto iba a poder aguantar sin embestir de manera intensa a su prometido.

Poco  a poco Snow sentía como quería más y más, y aquellas embestidas lentas no le eran suficiente, necesitaba sentir como Van le hacía completamente suyo, como él sabía, como lo había hecho la primera vez, en aquella mansión, cuando Snow era un chico inestable, que no confiaba en nadie y que ocultaba al mundo su homosexualidad por miedo a ser rechazado, y la libertad que encontró en los brazos de ese moreno que ahora le hacía el amor en un piso en las sinuosas calles de Londres.

-M-Más..Van..ngh..m-más fuerte..p-por favor..-suplicó con los ojos llorosos por el placer recibido.

-Cómo ordenes..my lord..-.

El moreno comenzó a arremeter con fuerza en su interior, saliendo y entrando con rapidez e intensidad. Llegó a golpear un punto en el interior de Snow que hizo que este se retorciese de placer en sus brazos. Rápidamente comenzó a embestir contra ese punto, haciendo que al menor se le deslizase un pequeño hilo de saliva por la comisura de sus labios. Van cambió la mano del rubio por la suya propia, masturbando al menor mientras embestía con fuerza y se inclinaba para besarle con deseo, casi comiéndose sus labios en un arrebato pasional por el momento.

Snow no podía más, estaba al límite y aquello el mayor lo notó, por lo que sus acciones comenzaron a ser casi frenéticas, sintiendo como el miembro del rubio palpitaba entre sus dedos. No necesitó más de una embestida en su punto dulce y una caricia en el glande del menor para que llegase al orgasmo y se derramase entre los torsos de ambos. Van no pudo evitar llegar unos momentos después, al sentir las contracciones que hacía el interior de Snow, apresándole y casi asfixiándole. Se derrumbó sobre el cuerpo de su amado, jadeando con fuerza. Estaba exhausto. El rubio abrazó a su moreno, hundiendo los dedos en su pelo con dulzura.

-T-Te amo Van…-murmuró sonriendo levemente.-Gracias por liberarme aquel día…por dejarme ser yo mismo sin miedo a ser rechazado..y por amarme durante todo este tiempo..-.

-Sería yo quien tendría que darte las gracias, por liberarme de aquella prisión que sentí durante cien años..por liberarme de la cárcel que era esa mansión, y por aceptarme aún cuando era un ser lleno de odio y oscuridad, cuando era el Amo y no Van..-besó los labios de su prometido.

Dos almas que se unieron por el destino, y que juntas salieron de las prisiones que cada uno tenían, amándose a pesar del tiempo, de la distancia, del universo, superando las barreras y consiguiendo la felicidad que ambos anhelaban durante tanto tiempo, encontrándola en la sonrisa del otro.

                                                                                              FIN

Notas finales:

¡Espero que os haya gustado!

Si quereís más fanfics de esta pareja sólo decidlos, y pronto escribiré cositas chachis e historias largas (?)

Nos vemos!


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