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Mi asesino y Salvador por Dark Toy

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Notas del capitulo:  Si... el susto fue por hacer que Kyo e Iori se llevasen bien. O_o, es que la idea resultaba divertida XD!
Capitulo 3:
La verdad


El tiempo pasaba. Y cuando Kyo creyó que el asesino había desaparecido de su vida, recibió su visita. Ahora, no había momento en el que el joven se sintiese tranquilo.
Podía sentir, como en todo momento era observado. En la oscuridad, cuando iba a la universidad, cuando salía a la casa de alguno de los chicos, e inclusiva cuando iba a la tienda de la esquina a comprar los víveres.
Al principio, la situación le enervaba. Pero con el pasar del tiempo, se convirtió casi en un ritual.
Los combates, se presentaban en los momentos menos esperados.
Había veces, que el sujeto aparecía cuando estaba yendo a clases, lo que conllevaba a que Kyo volviese a casa tratando de curar sus heridas.
Perdió varias clases de esta manera.
Pero los enfrentamientos, se distanciaban mucho entre sí. Así para la próxima vez que Kyo volvía a ver al sujeto, sus heridas ya habían sanado, solo para dejar paso a unas nuevas.
Durante los enfrentamientos, Kyo maldecía a diestra y siniestra. Ese sujeto, lo obligaba a esforzarse más allá de lo que consideraba posible.
Y todos los combates, terminaban con los dos dando un empate diplomático. Era así, porque estaban tan heridos que no podían quejarse.
Al final, cada uno se iba por donde había venido. Deseosos de tener un nuevo encuentro.
En una ocasión en especial, en un combate en particular, Kyo le había gritado al sujeto que se identificase.
No porque realmente le importase su identidad, sino que lo había hecho más bien para saber como referirse a él, porque ya estaba harto de llamarlo “asesino”.
El acechador, había reído con suavidad, pero al mismo tiempo de manera seductora.
—Yue...— fue todo lo que dijo.
Y desde entonces, Kyo se refería a ese sujeto como Yue. El nombre de la luna en chino.
Kyo algo tenía que admitir, el tipo tenía estilo.
En ocasiones, tanto Benimaru como Shingo lo bombardeaban con preguntas sobre sus heridas. Y el siempre contestaba que se había metido en una pelea callejera.
El único que sabía la verdad tras esas heridas, era el pelirrojo de Iori Yagami.
Tras la primera vez lo que lo había visto tocar, se habían convertido en una extraña amistad. Lo que Kyo nunca pudo compartir con alguien, lo hacía con él.
Durante lo recesos de clase, se la pasaban sentados bajo un árbol en el campus, sin hacer nada más que compartir el silencio. Lo cual ya de por sí era mucho, porque cada vez que estaban juntos, aparecía Yuki Kushinada, intentando llamar la atención del castaño.
Así pasaba el tiempo para Kyo en Osaka.
Se acercaba la etapa de exámenes. Y Kyo apenas tenía tiempo para respirar.
Se pasaba todos los días encerrado en su departamento en compañía de sus amigos estudiando, hasta el punto que sus neuronas se consumían.
Esas reuniones, siempre eran acompañadas por chistes sin sentido aparente, pero que por un motivo u otro todos reían como estúpidos.
Así llegó el día del examen.
Kyo, caminaba despreocupadamente, cuando reconoció la familiar presencia de Yue.
Suspiró exasperado, justo ese bendito día se le ocurría aparecer. Deseaba pelear con él, pero tenía que llegar a la universidad, no se podía dar el lujo de perder un examen.
Caminó rápidamente, intentando infructuosamente perderlo.
Sintió cómo le tironeaban del brazo, y terminó en un callejón muy familiar.
—¿Intentabas escapar de mí... Kyo?—preguntó Yue, quién con sus ojos color sangre le miraba con reproche y enfado.
—Tengo un examen, y justo hoy se te ocurre aparecer. ¿Qué tal si lo dejamos para después?—preguntó el joven con una vaga esperanza, y una sonrisa inocente.
—Olvídalo...
Y sin decir más, comenzaron a batallar. El castaño, apenas tuvo tiempo para dejar caer su mochila, cuando ya esquivaba una garra. Con velocidad casi inhumana, se quitó la chaqueta, quedando solo con una remera blanca y sus guantes de motociclista.
—¡Eres un dolor de cabeza!—le gritó el joven mientras que lo golpeaba.
—Por eso te gusto...—creyó que el otro murmuraba.
Y Kyo, ante su arranque de ira por ese comentario, atacó con un salvajismo que nunca antes había conocido que tenía.
Yue, en cambio, parecía sumamente satisfecho por ese cambio.
Era imposible discernir entre las figuras que peleaban con inusitado salvajismo.
Y ellos, apenas se daban tiempo para respirar.
Kyo, a pesar del fulgor del combate, era perfectamente conciente de que no tenía mucho tiempo. Atacó con especial velocidad y fuerza. Lo que no previó, fue que Yue le atacase por la espalda, rompiendo su remera desgarrando su piel y dejando expuesto su cuerpo.
—¡Maldito...!—murmuró mientras giraba sobre si mismo para golpearlo.
Pero su cuerpo fue apresado en una suerte de abrazo que lo dejó inmovilizado.
—¡Suéltame...!—forcejeó el joven.
Sus cuerpos estaban muy cerca el uno del otro. Yue, les respiraba sobre el cuello dejando que el aliento a través de la tela se encargase de todo.
—Te ves mejor así... En mis brazos...—le susurró la voz apagada del asesino.
—¡Deja de burlarte de mí!—le gritó el joven mientras se debatía con fuerza.
—Nunca me burlaría de ti...—Y sin decir más, desapareció.
Kyo, quedó allí de pie recuperando el aliento. Su espalda sangraba, podía sentir las gotas bajar por su espalda.
—Maldito bastardo...—murmuró mientras que se improvisaba una venda con lo que quedaba de su remera.
Sería un gran problema si veían sus pantalones manchados por la sangre. Y lo peor era que tenía suerte si llegaba al examen. A duras penas, intentando no rozar demasiado sus heridas abiertas, se colocó la chaqueta. Y comenzó a caminar ejerciendo toda su fuerza de voluntad para evitar que se notase que acaba de pelear, o ser violado en caso contrario, porque sin duda eso debía parecer.
Caminó, y cada tanto hacía una mueca de dolor. Cuando llegó a la universidad, notó que el timbre acababa de tocar.
Corrió hasta su aula, y entro justo antes de la profesora.
Se dejó caer cansadamente en el pupitre, y se arqueó hacia delante tratando de evitar que su espalda rozase contra el respaldo del asiento.
—¡Kyo-kun! ¿Te sientes bien?—preguntó Yuki mientras se acercaba un poco más a él.
Kyo, no gritó solamente porque no creía tener las fuerzas..
—Si estoy bien...—contestó mientras se recostaba.
—¿Qué tienes en la chaqueta?—preguntó la joven que acercaba su mano peligrosamente al castaño.
Kyo se daba por muerto, además sabía que en cuanto la joven le tocase no podría aguantar un gemido por el dolor que sentía su cuerpo.
Pero el contacto nunca llegó.
—No pongas tus sucias manos en él Kushinada...—la voz era amenazante, pero al mismo tiempo protectora. Kyo sonrió, al tiempo que Yuki lanzaba una exclamación de indignación.
El castaño giró la cabeza y se encontró con la mirada lavanda de Iori. Este, se inclinó cerca de él.
—Volvieron a pelear...—no era una pregunta, era un hecho. Kyo se limitó a mirarlo con una sonrisa en los labios.— No deberías haber venido...
—Hoy es el examen... no me podía dar el lujo de faltar.
—Kyo....
Lo que sea que el pelirrojo estaba por decirle, quedó en el aire porque la profesora ya pasaba los exámenes de mano en mano. Pero hubo algo que hizo a Kyo sonreír de sobre manera...
El pelirrojo, nunca antes le había llamado por su nombre.


Kyo, estaba demasiado cansado. Después de hacer el examen lo mejor que pudo, salió del aula intentando parecer sano.
Llegó al patio, era el primero en salir. Pero debía quedarse en las instalaciones para saber el resultado de la prueba.
Se tiró boca abajo en la sombra del árbol que él y el pelirrojo solían usar. Estaba muy cansado, su espalda le dolía, su cuerpo estaba resentido por el combate de la mañana y la falta de atención a sus heridas. Lo peor, era la sensación de sopor. Kyo parecía estar a punto de quedarse dormido.
Y lo abría hecho de no ser por el sonido de pasos que se aproximaban.
Se sentó con lentitud, su mirada estaba nublada por el cansancio. Su cuerpo no solo fue maltratado, sino que después de eso tuvo que someterse al estrés mental de un examen universitario.
Tardó unos segundos en definir quién era el que se le acercaba. Pero al ver que era el pelirrojo con lo que parecía un botiquín, solo pudo sonreír.
—Quítate la chaqueta, hay que aprovechar que los demás están en clase.
—Siempre mi salvador...—fue todo lo que dijo el castaño mientras que se retiraba la ropa con cuidado. Lanzó un pequeño gemido al sentir cómo la remera que sirvió de venda improvisada se le había pegado a la piel por la sangre seca. Era doloroso.
—Por Dios... Fue demasiado....—murmuró el pelirrojo con una nota de reproche.
—No... De hecho fue más suave que otras veces... Sino fuese porque teníamos un examen, podría haberme encargado yo mismo de mis heridas.
—¿Cómo demonios se te ocurrió venir con estas heridas? No me digas que fue por el examen, esa excusa es basura.
—...
La verdad, era que Kyo solo había ido porque necesitaba ver a alguien en especial.
Se quedaron en silencio, Iori tratando las heridas del castaño con el mayor cuidado y toda la velocidad que podía conjurar.
Terminaron poco antes de que pasase la media hora. Todavía quedaba otra más antes de que terminase el examen.
Eso le sorprendió un poco al castaño, ¿En qué momento había hecho toda la prueba?.
—Ya estás curado.—declaró el pelirrojo mientras que guardaba sus cosas. Kyo se puso su chaqueta y volvió a cerrarla. Al menos, su espalda ya no le ardía tanto.
Más por instinto que por otra cosa, se recostó en la pierna del pelirrojo, que le servía de almohada.
—Sal de encima, hay que regresar al salón...—comentó el pelirrojo mientras que miraba desde arriba.
—No quiero... tengo sueño...—murmuró el joven, acurrucándose un poco más.
—Kyo, quítate...—repitió Iori.
—Kyo quiere dormir...—murmuró el joven con vos aniñada.—Eres cómodo... Por eso me gustas más que Yue...cálido... agradable...—continuó el joven con una sonrisa de satisfacción mientras que su mente se desconectaba, y Kyo iba al mundo de los sueños.
El pelirrojo, que parecía tener todas las intenciones de hacer sufrir al niño por su desplante, dejó que su mano se pasease por el cabello castaño.
—A pesar de estar herido... viniste por mí...—murmuró el pelirrojo con una sonrisa en los labios.
Un hilillo de sangre se escapó por el borde de la frente de Kyo. Era como si la herida estuviese escondida, y con el movimiento del cabello pareció abrirse nuevamente.
—Peor de lo que pensé...—comentó Iori mientras limpiaba la sangre.
Tomó al joven entre sus brazos, y se alejó.
Kyo tenía derecho a saber la verdad sobre él...


Soñó que era abrazado, que era protegido y querido. No por ser un heredero de un clan poderoso, sino por ser simplemente él. Por ser el joven orgulloso y cabeza dura que siempre miraba altivo pero que era tierno e inocente si se lo conocía.
Y cuando despertó y vio los ojos de cierto pelirrojo, supo que el sueño era realidad.
—¿Iori... qué...?—miró a su alrededor con un poco de confusión. Estaba en el dormitorio del pelirrojo, o eso creía.
A comparación de su departamento bien cuidado, Iori aparentemente vivía en una mansión.
…l estaba recostado en una cama tamaño matrimonial. Las sabanas eran de algodón color vino, y al mirar arriba, cayó en cuenta que la cama tenía pilares y un dosel.
Velas brillaban a través de la gasa que cubría los lados de la cama.
Sintió que llevaba puesta una bata, y aparentemente solo llevaba su ropa interior.
Y solo entonces, Kyo cayó en cuenta que él pelirrojo estaba recostado a su lado, y lo sostenía fuertemente de la cintura. Sin decir nada todavía, Iori lo abrazó con fuerza. El pobre castaño, sentía como se le subía la sangre a la cabeza.
—Llevas dos días durmiendo.... Me tenías preocupado...—declaró Yagami mientras lo soltaba, pero permanecía recostado a su lado. Su mano, ahora estaba en el costado de Kyo, y le acariciaba con cuidado.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde estamos?—preguntó el castaño, tratando calmar su corazón.
—Estás en la mansión de mi familia. Después del examen, te quedaste dormido en mis piernas. No has despertado desde entonces, hasta ahora...
Permanecieron unos momentos en silencio, simplemente mirándose y preguntándose que podrían decir a continuación.
Kyo, estaba muy sonrojado. No podía apartar la mirada de los ojos del pelirrojo. Algo había cambiado, pero su mente no podía decirle exactamente qué. Hasta que se dio cuenta.
Se colocó de costado, enfrentando directamente a Iori, y su mano derecha se movió con tranquilidad y cuidado para posarse en el rostro del pelirrojo.
Ante el contacto, Iori cerró los ojos, y dejó la mano de Kyo vagar sobre su piel.
—Todo este tiempo...y nunca me di cuenta... Yue...—dijo con suavidad.
Iori abrió los ojos, y Kyo finalmente entendió. Los ojos de Iori, eran de color rojo sangre.
Yagami, en un movimiento rápido, tenía al joven atrapado contra las sábanas bajo su peso. Su sonrisa, era un de total y completa malevolencia. Pero la expresión de Kyo, seguía tan apacible como en un principio.
—¿Me temes?—preguntó el pelirrojo con una mirada seria.
—No te temí como asesino, no te temo ahora.
—¿Me odias?
—No... No puedo odiarte...
—Entonces... ¿Me desprecias?
—¡Por supuesto que no!
El rostro del castaño, denotaba angustia. Iori, se sentía regocijado. Dejó caer su cuerpo sobre el de Kyo, y enterró su rostro en el área en la que el hombro se une al cuello.
Se quedaron así, Kyo finalmente se atrevió a moverse, pero solo atinó a acariciar el cabello de aquél hombre que le cuidaba y atormentaba.
“Mi verdugo y mi salvador...”
—Dime... ¿Porqué?—se atrevió a preguntar, y lo siguiente que supo, fue que el pelirrojo se separaba de él y caminaba hacia lo que parecía una ventana.
Kyo, se limitaba a mirar a través de la gasa. No podía moverse, en su mente apenas entendía que Iori era el mismo asesino que lo llevaba asediando por meses. Y ahora....
—Mi familia... es un clan de asesinos y yakuzas.—relataba el pelirrojo con voz monótona.—Desde que era un niño, se me crió solo para matar de la manera más efectiva. Yo... era el arma de mi padre. Y cuando él murió, yo quedé al frente de una organización de sombra y muerte. Al fin era libre de hacer lo que quisiese... Pero lo único que realmente deseaba, era morir... Deseaba acabar con mi vida, no soportaba el tener que matar y cargar con la sangre de gente inocente en mis manos.... Lo peor de todo... era que solo encontraba paz cuando mataba...
Suspiró y permaneció en silencio unos momentos antes de continuar. Kyo, simplemente se quedaba callado mirándolo a través de la tela. Tan cercano, y tan lejano.
—No mataba débiles... Buscaba entre los que eran capaces de defenderse, entre los guerreros. Tenía la vaga esperanza... de que tal vez encontraría a alguien lo suficientemente fuerte como para acabar conmigo.... Y cuando lo encontré... solo pensaba que... que... lo quería para mí. No quería morir, simplemente, deseaba tener a esa persona cerca constantemente, y sentirlo completamente mío...
Iori, se acercó a la cama, y comenzó a caminar en torno a esta. Kyo, apenas podía distinguir si figura. Era una escena un tanto poética, y él estaba finalmente comprendiendo al alma atormentada del pelirrojo. Por eso, se mantenía callado.
—Cuando te vi por primera vez, cuando llegaste hablando con la profesora Chizuru... Lo único que pude pensar, era que eras la criatura más hermosa que había visto... Y cuando me enfrenté a ti ese mismo día, me di cuenta de que eras tú a quién buscaba.... Y desde entonces, te rondaba. Aunque ni siquiera te dieses cuenta, yo siempre estaba allí, observándote.... Por las noches entraba en tu departamento... y me quedaba allí mirándote, deseando poder tocar tu piel y escuchar tu voz... Antes de conocerte, yo simplemente no existía...
La voz finalmente cesó. Y de entre los pliegues de la gasa, la mano del pelirrojo tocó con suavidad el rostro del castaño.
—Ahora... si debes odiarme...
—¡No seas idiota!—gritó finalmente el castaño, exaltando al pelirrojo. Tomó la mano de Iori, y de un tirón tenía al pelirrojo atrapado en un abrazo.—Después de haberme contado todo eso, no sería capaz de odiarte....
Su voz, era un murmullo inaudible, y su cuerpo temblaba imperceptiblemente. Iori, se limitaba a mirarlo con una expresión de sorpresa pura. Kyo, le acariciaba con suavidad, mientras que mantenía el rostro escondido su pecho. Sintió la humedad en su camisa, y supo que Kyo lloraba.
—¿Por qué lloras?—preguntó el pelirrojo, sintiéndose inútil. Acariciaba el cabello del castaño.
—Por ti...—dijo con simpleza. Iori, sintió una opresión en su pecho.
—¿Qué...?—preguntó, pero con pequeño temblor en la voz.
—Lloro por ti... Lloro por ti, y lloro de rabia por no haber venido antes... Por no haberte ayudado antes...
—Kyo...
Iori, estaba completamente perdido. Era la primera vez que alguien le demostraba cariño abiertamente. Era la primera vez que alguien lloraba por él.
Con suavidad, se separó de Kyo, y besando esas lágrimas, recostó al castaño.
—I...Iori...—el castaño, estaba completamente sonrojado ante la repentina actitud del pelirrojo.
—Tranquilo...—murmuró Iori con una mirada llena de paz, y otra emoción que Kyo no pudo discernir.
El pelirrojo, se recostó sobre él, y con elegancia, limpió con besos las lágrimas que el castaño había derramado por él.
Y por primera vez, Iori besó a un Kyo perfectamente consciente de su proximidad.
En un principio, el contacto era suave, casi soñador, solo para ir tomando forma.
Kyo, sintió como la mano de Iori lo tomaba de la nuca, ejerciendo más presión, ahondando el beso. Volviéndose cada vez más apasionado.
El pelirrojo, incontables veces había soñado con ese momento. Innumerables veces, se había quedado mirando el espacio imaginándose tocando a ese joven que se encontraba entre sus brazos. Y ahora que finalmente lo tenía, no pensaba dejarlo ir.
Las manos de Kyo se aferraban a su camisa con fuerza.
Sus alientos, se mezclaban, y se escuchaban los pequeños gemidos del castaño.
Ya cuando se separaron para recuperar el aliento, se quedaron simplemente mirándose a los ojos.
—Yo...—comenzó el castaño con suavidad, de manera casi insegura— Yo nunca antes me había enamorado de un hombre...—murmuró mientras cerraba los ojos.
Iori sonrió. Las palabras “Terreno virgen” se le vinieron a la mente, junto con un “Derecho de primera vez”. Podría marcar al joven castaño como suyo...
Miró como el castaño, aún con los ojos cerrados, esperaba una respuesta. O más bien una sentencia, beso nuevamente esos labios sonrosados. Y en un susurro, dijo una verdad que solo Kyo tendría derecho a saber.
Kyo, sonrió, y al abrir los ojos, se encontró con los ojos color escarlata del pelirrojo.
—Me gustan tus ojos... No deberías esconderlos...— murmuró mientras acariciaba el rostro del más grande.
Yagami, sonrió con suavidad, y volvió a reclamar esos labios. No volvería a usar los lentes de contacto.
El castaño, rió en el beso.
Mentalmente, se preguntaba que demonios le iba a decir a sus amigos en cuanto le viesen.


Cuando finalmente sus heridas habían sanado, y Iori se sentía satisfecho con su curación, había vuelto a la universidad.
Los días que pasó desconectado del mundo, solamente con la compañía del pelirrojo, fueron realmente liberadores. Porque, más allá de lo que se confesaban y se contaban, Kyo encontró que no le importaba la clase de pecados que Iori hubiese cometido. …l, amaba al pelirrojo, con todo y fallas.
Le hizo prometer no volver a matar, y él aceptó de buen grado.
Obviamente, habría casos especiales, como por ejemplo, si alguien se le acercaba de más, le lastimaba, o intentaba coquetear con él. El pelirrojo era muy posesivo. Pero lo encontraba favorable, después de todo, uno es la obsesión del otro.
En cuanto Kyo puso un pie en el edificio, donde se suponía que estudiaba. Fue acribillado por las preguntas y los gestos preocupados de Benimaru y Shingo.
—¡¿Se puede saber dónde demonios estuviste todo este tiempo?! ¡¿Te das una idea de cuánto tiempo estuvimos buscándote por todo la maldita ciudad y tú ni rastros de vida?!
—Beni... cálmate— mientras Kyo hablaba, tenía que esquivar los golpes de un muy malhumorado rubio.
—Espera un momento... ¿Qué es esa marca?— dijo el rubio de pronto, señalando con un dedo tembloroso el cuello del castaño.
—¿Qué...?— Kyo, no llegaba a ver de qué hablaba el rubio. Pero en cuanto Shingo le entregó un espejo para que se viese, su rostro se tornó de color carmín.
—Tú... tú te la pasaste de juerga mientras que nosotros nos sacábamos los cabellos de la preocupación... ¿Verdad Kyo?—la vena en la frente de Benimaru, se había hinchado y parecía estar a punto de explotar.
—Beni... no me asustes... no... no es como tu crees... lo que pasó...
—Fue que te la pasaste cogiendo como un conejito mientras que nosotros llamábamos a la policía, a tus padres y revisábamos debajo de piedras, y en cada callejón rogando que no te hubiesen matado...
—Deja que te explique...
—¡Voy a matarte!—gritó el rubio, finalmente estallando, lanzó un puñetazo directo al rostro del castaño, quién lo evadió con gracia.
Eso, solo logró enfurecer más al rubio.
Los golpes volaban, pero Kyo los evadía a todos, pero no contestaba al fuego.
—¡Deja que te explique con un demonio!—terminó por gritar el también.
Todos los que estaban atrincherados en el pasillo viendo, comenzaron a correr apuestas y a reír. Pero hubo alguien que no estaba tan contento.
Kyo, finalmente cansado, lanzó una patada hacia la boca del estómago de Benimaru. El rubio, quedó sin aire, y la pelea se dio oficialmente por finalizada.
—¡¿Ahora tengo tu atención?!—gritó el castaño, claramente molesto por el berrinche de su amigo. Claro que le daba la razón, pero no podía hacer nada con respecto a lo pasado.
—Maldito... me preocupo por ti... y vienes a golpearme...—murmuró el rubio tratando de recuperar el aire.
Shingo, veía alternativamente a uno y al otro. Pero un destello de color rojo le llamó la atención.
—¡Yagami-san... Espero que usted pueda calmar a esos dos!—exclamó el muchacho sonriendo.
—¿Porqué pelean exactamente?
—Porque, como Kyo-san estuvo desaparecido tanto tiempo, y no dijo nada Benimaru-san se sintió muy preocupado. Y como parece que Kyo-san tiene una marca en el cuello, bueno.... Benimaru-san se enojó más todavía... Y ahora están así...
—Hn...
El pelirrojo, se acercó por la espalda al castaño, y ante los ojos de todos, lo tomó por la cintura.
Su mano derecha, se abrió camino por la camiseta del chico, mientras que su mano izquierda tomaba el rostro de Kyo y lo mantenía en su lugar para que lo besase de manera posesiva.
El castaño, solo pudo sonrojarse ante la repentina interrupción, y lanzó un leve gemido ante la cadencia del beso.
—Kyo estuvo conmigo todo este tiempo. Así que deja de actuar como un bebé...—le dijo el pelirrojo a Benimaru.
El rubio, miraba con ojos como ventanas semejante despliegue pasional. El resto de los presentes, estaban completamente en shock. Algunas chicas, comenzaron a hacer comentarios como “Que tierno!” o “Se ven muy bien juntos”. Otros suspiraban en derrota, porque los dos más grandes exponentes de belleza de la universidad estaban juntos. Y otros, simplemente miraban y luego se iban.
Después de unos momentos, se escuchó un grito estridente por todo el edificio y el campus.
—¡LO SABÍA, SE LA PASARON FORNICANDO. Y NO LEVANTARON EL TUBO DEL TEL…FONO SI QUIERA PARA INFORMAR SI ESTABAN VIVOS!
—¡BENIMARU!—respondió otro grito de un joven castaño completamente sonrojado.
Y mientras este par se gritaba mutuamente, Shingo fotografiaba a la nueva pareja.
Iori, por su lado, se veía muy satisfecho. Y con un simple abrazo y un susurro, calmó al castaño, y se lo llevó dejando solamente a un muy enfadado rubio.
Las vueltas de la vida son muchas...
Y si el rubio perdonó a Kyo... Eso depende de lo que ustedes deseen creer...

~OWARI~

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