Me gustaría decir que lo nuestro comenzó como en las películas. Que nos chocamos por casualidad en la calle, cruzamos las miradas y nos enamoramos perdidamente el uno del otro. Pero en realidad no fue así. Nuestra historia comenzó de una forma más sombría y poco común.
Todo comenzó una noche como otra cualquiera en la que mis amigos y yo decidimos salir a beber. Cambiábamos de bar de forma aleatoria, sin ningún destino concreto al que dirigirnos y cada vez más borrachos. En una de estas un amigo decidió que nos llevaría a un lugar poco común que tal vez nos gustara. Mi mente ebria pensó que se trataría de un local punk donde servían cerveza mala como a los que solíamos acudir. Pero cuando la puerta del local en cuestión se abrió me di cuenta de lo equivocado que estaba.
Al principio pensé que se trataba de una discoteca moderna por la decoración y la música a todo volumen, pero entonces vi las jaulas colgando del techo. Miré más atentamente y me di cuenta de que dentro de estas había gente atada y amordazada. Giré sobre mí mismo y vi que en otra pared estaban colgando a gente del techo con ganchos que atravesaban su piel, haciendo que sangraran. Miré hacia otro lado mi vista se topó con un pequeño escenario sobre el cual un hombre enmascarado azotaba a una mujer. Miré al resto de mis amigos y vi que ninguno parecía ni la mitad de asustado de lo que estaba yo, de hecho parecía curiosos.
-Aryu, ¿Dónde coño nos has traído?-le pregunté algo enfadado. A lo que él respondió negando con la cabeza y sonriendo con sorna.
-Koi-chan, relájate. Tomate uno de estos, anda- dijo mientras me ofrecía un chupito de color azulado. Con algunas dudas al respecto me tomé aquel chupito de un solo trago. Tanto el sabor amargo, como el quemazón que sentí cuando el chupito descendió por mi garganta me hicieron sisear. Noté como rápidamente el alcohol se extendía por mi cuerpo. Aryu me miró divertido.
-¿Mejor?-preguntó sin dejar de sonreír, a lo que yo respondí con un leve asentimiento de cabeza. Pero algo captó mi atención por encima del hombro de Aryu. Un hombre joven, con el pelo largo y negro se dirigía hacia nosotros. Le miré embobado mientras se acercaba lentamente hacia nosotros. Llevaba unos pantalones de cuero de cintura baja, muy baja. Su torso estaba “cubierto” por una camiseta de rejilla a través de la cual se podía ver su trabajado y tatuado cuerpo. Pero lo que más llamaba la atención de este divino ser eran sus ojos gris hielo que me dejaron sin aliento cuando nuestras miradas se cruzaron.
Cuando el chico llegó a nuestra altura rodeó los hombros de Aryu con su brazo.
-Hola Aryu, me presentas a tu amigo el peli rosa-dijo con total descaro.
-Lo siento, Tsu, pero es que a Koi-chan no le van estos rollos-dijo. El tal Tsu me dio una mirada de arriba abajo y se mordió el labio.
-Es una pena-dijo mientras se acercaba a mi oído- si me dejaras tenerte aunque solo fuera una noche , te prometo que nunca te arrepentirías- me susurró antes de darse la vuelta y desaparecer entre la gente.
-Aryu, dame otro chupito de esos-dije. Él sonrió y me pasó uno , el cual me bebí de un solo trago. Si el Tsu ese quería guerra la iba a tener.