Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Atracciones por SHINee Doll

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Otro fragmento de "El Baúl de los Recuerdos".

— Jinki… — le llamé, contemplando nervioso la edificación ante nosotros. — ¿Podrías recordarme por qué hacemos esto? — me colgué de su brazo por puro instinto, estremeciéndome ante el frío soplo del viento.

 

— Kibum, sabes que tengo un enorme interés por el área de la psicología. — me recordó con una amable sonrisa, mirándome fijamente. — Hace poco leí un libro que trataba sobre el miedo, las fobias y la mejor forma de enfrentarlas.

 

— Muy listo. — ironicé, mordiendo mi labio inferior ante el nerviosismo. — Aunque no eres psicólogo, así que dudo estés capacitado para hacer este tipo de cosas.

 

— «Si evocamos un fantasma y luego huimos, nos perseguirá encarnizadamente. Si, en lugar de eso, lo tocamos y nos enfrentamos a él, se desvanecerá». — recitó, colocando un dedo en su barbilla en una pose por demás pensativa. Enarqué una ceja ante su rostro victorioso. — Kibum, «el miedo es un monstruo que inventamos nosotros mismos y que luego nos asusta y persigue».

 

— Interesante. — coincidí, tirando de él. — ¿Por qué no volvemos a casa y discutimos esa fascinante lectura?, estoy seguro que puedo aprender mucho de ello.

 

— Buen intento. — sujetó mi mano con fuerza, arrastrándome a la fila nuevamente. — Si tanto te llama la atención, puedo prestarte el libro en cualquier ocasión.

 

Suspiré, bajando la cabeza, moviendo mi pie sobre la tierra húmeda. No quería hacer aquello. Daría mi vida por girarme y volver al apartamento que compartía con mi mejor amigo. Lástima que eso no me era posible debido a que era él mismo quien me orillaba a realizar tan alarmante aventura. Estaba asustado, ¿por qué Lee Jinki no lograba comprenderlo?

 

— Eh, chicos, ¡que sorpresa!

 

Nos volvimos a la vez, encontrándonos la amplia sonrisa de Kim Jonghyun y la mirada curiosa de Choi Minho, ambos compañeros nuestros de instituto. El primero compartía clases con Jinki, el segundo conmigo. Siempre estaban juntos, como buenos amigos, igual que Lee y yo. Traté de sonreír, ¡juro que lo hice!, pero sólo logré mostrarles una mueca que delataba mi creciente estado de pánico.

 

— No pensé que los encontraría aquí. — comentó el más bajo, rascándose la nuca con un aire tímido que se me antojó extraño. — Juraría haber escuchado que a Kibum le dan miedo estas cosas.

 

— Es así. — asentí, maravillado ante la posibilidad de escapar. — Sólo que el idiota a mi lado no se da por enterado.

 

— «Estamos atados con lazos invisibles a nuestros temores. Somos el títere y el titiritero, víctimas de nuestras expectativas». — respondió sin más, y me separé para mirarle.

 

— Jinki, si vuelves a decir algo como eso, juro que te golpearé hasta que…

 

— «Los males de los que huyes están en ti». — le siguió la corriente el alto, sorprendiéndome. — Supongo que estás tratando de curar la “fobia” de Kibum.

 

Supongo que no necesito decir que mi cara cambió de color y me acaloré increíblemente. ¿Cómo es que ellos hablaban con tanta naturalidad y despreocupación sobre mí y, mejor aún, en mi presencia? Jonghyun fue el único en notar que aquello me gustaba poco y nada, y me sacó de la fila, dejando a los otros dos conversar amenamente sobre cosas que para nosotros estaban más allá de cualquier límite.

 

— Seré sincero. — inició, sentándose en una piedra y palmeando la otra para que le imitase. — No soy el tipo de persona que se anda con rodeos, así que te lo diré…

 

Sonreí, viéndolo contradecirse a sí mismo. — Ahora mismo estás…

 

— Me gusta Jinki. — me interrumpió, dejándome sin aliento. — ¿Qué tipo de relación tienes con él?

 

Bien. Eso no era lo que esperaba. Mis ojos estaban muy abiertos y nada escapaba de mi boca. Él debió interpretarlo de modo incorrecto porque comenzó a darme uno de esos sermones sobre ‘luchar por lo que se quiere’, ‘no rendirse’ y ‘quitármelo’. Al final acabé riendo, seguro de que la situación había llegado demasiado lejos.

 

— Es mi mejor amigo. — lo frené extrañado apenas me recuperé del shock inicial. — Compartimos apartamento desde hace dos años, pero lo conozco de toda la vida. — movió su cabeza afirmativamente, aunque aún no estaba satisfecho del todo. — Mis sentimientos por Jinki son meramente fraternales. Es como un hermano para mí. Un estúpido, inútil y desagradable hermano, pero igual le quiero… o eso creo. No sé si aún le tendré en buena estima luego de salir de ahí.

 

Rió de buena gana ante mis palabras, dirigiendo su mirada a la famosa «casa embrujada» que estábamos por visitar.

 

Un grito proveniente del interior llegó a mis oídos en ese momento y pegué un salto, con toda mi expresión deformándose a causa del terror. Unos metros más allá, mi compañero de piso soltó un jadeo ante la mirada divertida del pelinegro.

 

— ¿Y se supone que él sea tu apoyo allá dentro? — se burló Jonghyun, levantándose y tendiendo su mano hacia mí. — Todo parece señalar que Jinki es igual de cobarde que tú.

 

Rodeé los ojos. — Nunca podemos ver películas de terror en el cine. — susurré, andando a su lado hacia los otros. — Siempre tenemos que rentarlas y verlas en casa… y al final acabamos durmiendo ambos en el piso de nuestra sala porque volver a las habitaciones es una idea demasiado aterradora.

 

— Ustedes son todo un caso. — señaló, sin dejar de reírse ruidosamente. — Buena suerte que Minho y yo estamos aquí. Contrario a ustedes, nosotros realmente disfrutamos de este tipo de cosas. Así que lo mejor será que nos mantengamos los cuatro juntos.

 

— Haces esto para estar con él, ¿no? — alcé una ceja castaña, esperando su respuesta. — Entonces caminaré a lado de Minho, detrás de ustedes…

 

— ¿De verdad? — saltó emocionado, tomándome las manos. — ¡Eres increíble, Kibum!

 

— Oigan, ¿qué se traen ustedes dos? — preguntó mi amigo, frunciendo el ceño en nuestra dirección.

 

Minho y él se cruzaron de brazos al mismo tiempo, fulminándonos con sus miradas. Atribuí sus acciones al hecho de que no estábamos prestándoles nada de atención más que a una posible escena de celos, a pesar de que eso fuese lo más probable y creíble dadas las circunstancias tan poco usuales. Cuando nuestro turno de entrar llegó, jadeé.

 

Si alguien me hubiese contado antes que me encontraría un fin de semana antes de la noche de brujas entrando a la casa embrujada de un parque de atracciones común y corriente, en una fría y otoñal noche, en compañía de mi mejor amigo, el chico enamorado de él y el que me gustaba a mí, posiblemente le hubiese dicho que esa era la mayor estupidez de la vida y que estaba loco. Pero siempre cae más pronto un hablador que un cojo. Así que ahí estaba, al borde de un colapso emocional tan pronto cruzar la pesada cortina negra con adornos morados que me acarició la espalda al bajar y me causó un escalofrío.

 

— ¿Tan asustado estás? — asentí, sin mirar a mi entrevistador. — Kibum, cuidaré de ti, lo prometo.

 

Suspiré aliviado de que no se riese de mi estupidez, aunque una parte de mí se encontraba avergonzada por sus palabras. No tardé mucho en soltar mi primer grito agudo de la noche, asustando a Jinki, quien en un intento de ponerse a salvo echó a correr por uno de los tantos pasillos oscuros de aquel laberinto, siendo seguido por Jonghyun de inmediato.

 

— Lo lamento. — me disculpé con Minho, bajando la mirada. — Debemos ir con ellos también. No me gustaría provocar un accidente, mucho menos que él se lastime.

 

— Son bastante cercanos, ¿verdad? — asentí, sujetándome de su brazo al pasar bajo una enorme telaraña que se me enredó en los cabellos.

 

— Vivimos juntos, ¿no lo sabías? — se detuvo de pronto y choqué con su espalda, sorprendido. — ¿Qué ocurre? — me preocupé, él se mantuvo en silencio.

 

— No pensé que Jinki y tú…

 

— ¡No es lo que crees! — chillé, sintiéndome enrojecer. — Somos mejores amigos. Nos criamos juntos, es lógico que compartamos un apartamento luego de mudarnos a Seúl.

 

Quizá no lo recordase, pero Jinki y yo veníamos de una ciudad cercana. Apenas llevábamos dos años en Seúl, y aún estábamos acostumbrándonos a la capital. Asintió, regalándome una sonrisa que por un momento me impidió pensar con claridad.

 

¿Eso significaba que se encontraba interesado en mí?

 

Sonreí estúpidamente, volviendo a seguirle, pegándome a él cada que alguna horripilante criatura salía de las sombras para espantarme. No había rastro alguno de Jonghyun o Jinki, pero sí de muchos hombres-lobo, vampiros, zombies, momias y demás criaturas de terror, todas empeñadas en arrancarme los gritos más fuertes, agudos y vergonzosos de mi vida.

 

No obstante, el mayor estremecimiento fue producto de mi compañero y no de uno de esos tantos monstruos. En algún punto entre el licántropo que me jaló la pierna y el vampiro que rozó mi cuello con sus dedos, la mano de Minho tomó la mía con firmeza, guiándome de ese modo a través de la oscuridad y mis mayores temores dentro de la edificación construida especialmente para espantar a todo aquel que pusiese un pie dentro. Mis nervios crecieron, no podía negarlo; sin embargo, la causa distaba de ser la inicial, transformándose en algo más, cosa que comprendía perfectamente ante el latir frenético de mi corazón y el temblor en las rodillas.

 

— Minho… — susurré, apretando su mano, haciendo que me mirase. — Gracias.

 

Mentiría al decir que dejé de tener miedo después de eso, también si contara que su calidez me embargó al punto en que todo lo demás dejó de importarme… Ayudó mucho, pero seguía asustado y preocupado por el par de desaparecidos.

 

Al final nos rendimos y dedicamos los últimos minutos de nuestra aventura a localizar la salida, con cada nueva y terrorífica aparición provocando que me pegase a Minho cual chicle a la suela de un zapato.

 

Lo hice reír un par de veces, así que supongo que destrozarme los nervios no fue tan malo.

 

— Ah, ese par de tontos, ¿qué pasaría con ellos? — pregunté apenas dejar la construcción, tomando una gran bocanada de aire. — Seguramente siguen dentro, tratando de…

 

— No estoy tan seguro. — comentó él, llevándose la mano a la boca para ocultar su sonrisa. — Mira ahí.

 

Seguí su dedo, directo a un viejo árbol seco… uno donde Jinki apoyaba su espalda al tiempo que Jonghyun le daba un beso que me avergoncé de haber presenciado… y que seguramente jamás le dejaría olvidar a ninguno de los dos.

 

— No sé si reírme o llorar. — exclamé, poco entusiasta. — Creo que de cierta forma tengo un poco de envidia, ¡sólo míralos!, ya quisiera yo…

 

— Kibum. — me interrumpió, sonriendo traviesamente. — ¿Planeas devolverme mi mano alguna vez?

 

Bajé la mirada, cruzándome con nuestras manos aún unidas. Lo solté de golpe, dando dos pasos veloces hasta atrás, tropezando con una botella plástica vacía y olvidada, seguro de que caería. Fue rápido, mucho y me rodeó la cintura con su brazo, atrapándome, quedando tan cerca que su respiración me acarició los labios. Jamás creí que sus ojos fuesen tan marrones y brillantes. Como chocolate, me dije, seguro de que no había orbes más hermosos que los suyos.

 

— ¿Puedo contarte un secreto? — asentí, enderezándome, sin soltar su camiseta (la cual tomé en un intento de salvarme o arrástralo conmigo, quién sabe) y su brazo envolviéndome aún. — Moría por tenerte así de cerca. — susurró en mi oído, mandando cientos de escalofríos por mi cuerpo. — Me gustas mucho.

 

¡Santo cielo!, ¡por todos los ángeles, las nubes algodonosas y el conejo lunar!, ¿no era una broma, verdad?, porque si se trataba de un chiste estaba seguro que me suicidaría llegando a casa… luego de asesinar a Jinki, claro está; porque no pensaba hundirme sólo. ¡Oh, claro que no!, me llevaría al pollo traidor conmigo, así nadie volvería a salir perjudicado por sus estúpidos experimentos luego de leer algún libro extraño.

 

— Minho, ¿hablas en serio? — dije apenas recuperar la compostura y algo de la poca cordura que me quedaba. — Porque si estás tratando de engañarme, burlarte de mí o jugarme una broma, puedes estar seguro que…

 

Colocó un dedo en mis labios, con ese brillo juguetón y la sonrisa sincera que tantas veces le vi antes.

 

— Me gustas, Kibum, desde que te presentaste ante nosotros en tu primer día. — traté de hablar, pero ninguna palabra salió; sólo fui capaz de balbucear algo que ni yo mismo entendí. — No podía dejar de mirarte, lo juro. Hay algo en ti que siempre te ha hecho diferente de los otros, que se robó mi atención y lentamente te convirtió en mi todo. — acarició mi mejilla con su pulgar, haciendo que se pusiesen más rojas (¡más rojas todavía!) de lo que ya estaban. — No espero que aceptes mis sentimientos, mucho menos que los correspondas, aunque me siento muy feliz de habértelos podido confesar.

 

— Minho, yo…

 

— No es necesario que me digas algo. — sonrió, apartando su brazo de mi cintura. — Lo entiendo, de verdad.

 

— También me gustas, tonto. — me miró con los ojos muy abiertos, sorprendiéndome al ver que podían tornarse más grandes de lo que ya eran por sí solos. — Pensé que te habías dado cuenta y por eso me evitabas en clases…

 

— Entonces, ¿puedo invitarte a salir?

 

— ¿No lo estás haciendo ya? — ironicé, rodando los ojos. — Me encantaría salir contigo, Minho. — admití luego de unos segundos, abrazándolo en una clara muestra de la emoción que me embargaba. — Ay, venir no fue tan malo después de todo.

 

— Me alegra que Jinki lograse convencerte, temía que te negaras. — rió bajo, cubriéndose la boca con el dorso de la mano.

 

— ¿Fue tu idea? — indagué, haciendo un puchero. — ¡Había mejores formas, rana boba!

 

— Maté dos pájaros de un tiro. — exclamó victorioso, al tiempo que Jonghyun y Jinki se reunían con nosotros.

 

Golpeé con fuerza el brazo de mi amigo, haciéndolo quejarse. Jonghyun se sorprendió, pero no dijo nada.

 

— No vuelvas a llamarme ‘pájaro’. — me quejé, siendo infantil, testarudo y algo berrinchudo. — Aunque supongo que ‘esta cosa’… — señalé a Jinki con el dedo, sonriéndole burlonamente. — es un feo pollo.

 

— Acaso… — me devolvió, con sus astutos ojos volviéndose más pequeños. — ¿no eres una especie de ‘gallina’?

 

Boqueé como pez fuera del agua, sorprendido ante sus palabras. Luego fruncí el ceño y el debió notar mi mirada asesina, porque tomó la mano de Jonghyun y echó a correr entre risas. Suspiré, poco dispuesto a seguirle, volviéndome hacia un demasiado contento chico de cabellos negros.

 

— Muy bien, señor valiente. — lo llamé, colgándome de su brazo. — Hagamos algo más emocionante ahora, ya he tenido suficiente de estas ‘atracciones’ de miedo.

 

— ¿La rueda de la fortuna?, ¿la montaña rusa?, ¿la casa de los espejos?

 

Tiré de él, comenzando a caminar hacia un lugar apartado y solitario. Tenía en mente algo mucho más ‘atractivo’ que cualquier juego mecánico, puesto de golosinas o improvisada carpa que ofreciese era feria.

 

Aunque eso Minho lo descubriría más tarde…

Notas finales:

End (?).


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).