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La escolta de la Diosa por Aphrodita

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CAPITULO 2: “El poder de la palabra”...
 
 
  Pasaron varios días, menos de una semana, en donde Siegfried tuvo mas intentos fallidos por hacerle entender a un crío sus claras intenciones. Saori aun seguía manteniendo largas conversaciones con Hilda, no quedaba mucho tiempo y debía convencerla, quedarse no era bueno, pero irse tampoco parecía una buena opción ¿Qué hacer? Si la representante de Odin dejaba aquellas tierras el mundo correría serio peligro, pero si continuaba en ese clima crudo tampoco podría hacer mucho por su tierra y su gente.
  Fue una tarde un tanto extraña, en donde el Pegasus vio a lo lejos, junto a la puerta de la biblioteca discutir a Alpha Dubhe acaloradamente con Alberich, a pesar de que no pudo oír absolutamente nada, era evidente que el primero se encontraba a la defensiva mientras el otro le reprochaba algo. Dejaron de discutir, cuando Megrez Delta vio, por encima del hombro del otro, al morocho invitado de pie. Rápidamente el pelirrojo se fue hecho una furia y el pelilargo, cambiando su semblante se acerco al pequeño cordialmente.
  Luego, de pasadas unas horas, en las que Seiya busco quitarse de encima a un insistente Guerrero, decidió dar una vuelta por el Palacio solo. No era que la presencia de Siegfried le molestaba pero ya comenzaba a incomodarlo con extraños gestos demasiados cariñosos para su gusto, en su inocencia el Pegasus no supo que eso era lisa y llanamente un coqueteo.
  Para completar ese nefasto día en el que el Santo de Athena no había podido dar con su Diosa para preguntarle si llevarían mas tiempo allí, Alberich salió a su encuentro, desde la obscuridad, con unas palabras que terminaron por desbordar al menor:
 
--Aléjate de Siegfried... O te ira muy mal...
--¿Es una amenaza?... –Seiya volteó con la furia en sus ojos.
--No... Es una advertencia... –Dijo Amatista tranquilamente y apoyando su espalda en la pared en una pose despreocupada, su flequillo cayo sobre su frente.
--¿Cuál es tu problema?... –Estaba realmente molesto.
--¿Mi problema? No, yo no tengo ningún problema... Pero tu los tendrás si no te alejas de él... ¿Quedo claro?... –Finalizo el Guerrero de Odin caminando hacia él e increpándole con un dedo.
 
  Por suerte apareció, como siempre, Siegfried para evitar una pelea, alertado aparto al Pegasus de un brazo y se lo llevo, sin mas el pelirrojo se alejo mas ofuscado que antes. El pelilargo una vez solo con el menor intento averiguar:
 
--¿Qué te ha dicho Alberich?...
--¡Nada! ¡Es un idiota!... –Exploto el morocho fuera de si.
--Tranquilo... Pero ¿Qué te dijo?... –Pregunto Siegfried con sumo interés.
--¡Me dijo que me alejara de ti!...
--¿Por qué?...
  En ese momento Seiya se tranquilizo de golpe extrañado con la pregunta del otro, ni siquiera el mismo supo la respuesta y por eso respondió con otra:
--No se... Dime tu ¿Por qué me tengo que alejar de ti?...
--Nah... No le hagas caso... –Naturalizo Alpha Dubhe la situación –Supongo que esta celoso porque nunca le di cabida...
--¿Eh?... –Si, el Pegasus había entendido bien pero sus oídos no daban crédito.
--Hoy a la noche nos reuniremos de nuevo... Estate listo después de la cena... –Desvío el pelilargo la conversación.
--¿Hoy? Pero... –El morocho intento escapar.
--Pero nada... Te estaré esperando, no me falles... –Esa noche no se le escaparía.
--Bueno... –Concedió Seiya al ver los ojos suplicantes del otro.
 
  Cada uno se fue por su camino y el Pegasus decidió que lo mejor era bañarse temprano, antes de la cena, aunque no le hacia gracias ver como se emborrachaban los demás, quizás la pasaría bien si en esa ocasión Tholl finalizaba la noche con alguna canción de Madonna, cantada a coro por los demás.
 
 
ZZZZZZ
 
 
  Después de la cena, cuando las tres mujeres del Palacio se pusieron de pie para irse juntas, los hombres se fueron por su lado al salón de juerga como ellos lo denominaban. Seiya se sentó con mas confianza en una punta, de allí podría ver, en la extensión de aquella mesa larga de madera el espectáculo que se le ofrecía ante sus ojos, supo que no pasarían muchas horas hasta verlos un tanto alegres.
  Siegfried, como era de esperarse, se acerco al pequeño invitado con dos copas y una se la ofreció al Pegasus quien lo rechazo.
 
--Pruébalo, te gustara... –Insistió Alpha Dubhe con una sonrisa.
--¿Qué es?... –El japonés olió aquel contenido sin poder descifrar que era.
--Licor de Huevo... Es delicioso... Como no te gusta la cerveza, te traje esto solo para ti... –El guerrero nórdico, aun con la copa en la mano volvió a ofrecerla –No tiene mucho alcohol...
 
  Pero lo cierto, para alguien que no bebe, cualquier dosis de alcohol es suficiente para volverlo un idiota.
  El morocho acepto la copa y con duda bebió un sorbo, se relamió los labios tragando ese liquido espeso y muy dulce, aquello le gusto... Con  mas seguridad dio otro sorbo y luego otro, distrayéndose con una conversación amena con los demás guerreros asgardianos. Cuando Seiya quiso darse cuenta su copa estaba vacía y él un tanto feliz, mas que de costumbre y por primera vez reconoció que estar entre amigos, bebiendo algo delicioso era sumamente gratificante, aunque bueno, no eran amigos, pero el alcohol consigue convertir hasta el mas desconocido en un amigo de toda la vida por quien pondríamos las manos en el fuego.
Al ver que la copa de su invitado se encontraba vacía, Siegfried se puso de pie tomando dicha copa y caminando hasta un rincón la lleno de otro liquido mas bien blanco, cuando llego ante el Pegasus este inquirió curioso pero sin dudarlo bebió de aquel liquido antes de escuchar la respuesta: “Es licor de piña”... Al japonés le supo muy dulce, demasiado empalagoso, fue por eso que gracias al consejo de Alpha Dubhe corto ese sabor con un poco de cerveza ¡Y la combinación fue aun mas exquisita!. Realmente la estaba pasando de lujo, pero con el correr de las horas ya ni podía prestar atención al concierto que Tholl estaba dando, apoyando su cabeza en la mesa balbuceo algo que Siegfried apenas pudo descifrar:
 
--No... Me... Siento... Bien...
--Pero claro niño... Te has bebido hasta el agua de los floreros... –Reprocho Alpha Dubhe divertido.
--Creo que... Mejor... No... –Seiya quiso decir algo pero ni el mismo supo que.
--Si no estas acostumbrado a beber... No es bueno que te tomes todo de buenas a primera... –Dijo Siegfried y tomando un brazo del menor acoto –Vamos, necesitas recostarte... Veras que así te sentirás mejor...
--Si... –Concedió el Pegasus y dejo que el guerrero de Odin lo cargara hasta su cuarto.
 
  ¡Por Zeus que Athena no lo viese en ese estado lamentable! ¿Qué diría al ver a su Santo mas fiel en esa condición deplorable? En fin, de todos modos Seiya la había pasado mas que bien, por primera vez se había divertido entre ellos.
 
 
CCCCCC
 
 
En el extremo opuesto del Palacio, las damas tenían una nueva conversación, sin tiempo que perder Saori intento ponerse mas firme que su interlocutora, Flare sentada a un costado sirviendo las copas se mantuvo ajena pero igual de interesada:
 
--Hilda... Por favor te lo pido, recapacita... ¿Qué consigues quedándote aquí?...
--Mucho mas, que si me voy... –Respondió Hilda perdiendo la paciencia, siempre fue una mujer de carácter dulce pero igual de firme. –Saori... Si yo dejo estas tierras... ¿Qué ocurrirá?... –Desafío a lo ultimo.
--No lo sabemos, son todas conjeturas... Pero de lo que si estamos seguras es que... –Le costaba decir aquello –Tu estas muriendo... Si te quedas aquí... Por mi padre Hilda... Tu salud hoy en día es una prioridad y no tu pueblo... ¿Cómo vas a ayudarlos si cada día que pasa empeoras mas y mas?...
--¿Y si la medicina moderna no puede hacer nada? ¿Y si esto que tengo es una maldición? Ningún medico podrá curarme entonces...
--No lo sabes... Y no lo sabremos hasta que te atiendas correctamente... –En un intento desesperado, la pelimorado imploro con sus ojos –Por favor Hilda, por lo que mas quieras: Tu pueblo, tu hermana... Pero ven conmigo a Japón, ya encontraremos una solución...
 
  Las ultimas palabras de Saori tuvieron un efecto en Hilda inesperado, ella era consciente de lo delicada que estaba su salud pero al mismo tiempo era consciente de la importancia de su presencia en Asgard... Sin saber, la solución al problema se encontraba en ese mismo cuarto... Flare derramaba algunas lagrimas orando en silencio a su Dios para que obrase un milagro.
 
 
VVVVVV
 
 
Fue relativamente fácil para Siegfried cargar el pequeño cuerpo de Seiya cuesta arriba por las escaleras, pesaba menos que una pluma. El Pegasus abrió sus ojos y se encontró boca arriba sobre una cama, supo que era su cuarto, volvió a cerrarlos sintiéndose mas relajado pero tuvo que abrirlos cuando sintió algo en su cuello, una humedad desconocida e intimidante.
 
--¿Qué... Que haces?...
--Eres... Un niño hermoso... –Susurro Alpha Dubhe en el oído del morocho mordiendo sensualmente el lóbulo de su oreja.
--Sieg...  Yo... –El japonés quiso decir muchas cosas pero unos labios le privaron de tal acto.
 
Sin permiso, y con total lujuria, el guerrero de Asgard irrumpió en la boca del menor saboreando su esencia, un sabor a licor se mezclo en sus bocas volviendo la situación aun mas calurosa, con sinceridad el pelilargo dijo al mismo tiempo que se incorporaba para quitarse la camiseta.
 
--No tengo intenciones de lastimarte... Veras que te gustara...
 
Seiya nada pudo hacer, sus sentidos se encontraban nublados y ver el torso desnudo de aquel guerrero fue el ingrediente necesario para perder la cabeza, sin saberlo estaba experimentando su primer deseo, y ese deseo se lo estaba provocando un hombre, un ser de su mismo sexo.
  En pocos segundos, Alpha Dubhe quedo con su piel curtida por heridas, a simple vista. El Pegasus hizo un esfuerzo sobre humano por enfocar su mirada en ese cuerpo ¡Dioses! Era realmente hermoso ese asgardiano, con su cabellera enrulada y castaña cayendo por sus firmes hombros. Sus ojos bajaron mas encontrándose con una erección que amenazo su virginidad.
  El momento mas tenso para el japonés, fue cuando el otro intento quitarle su ropa, intento hacerse entender que era Siegfried y que no lo lastimaría, que era buena persona y que se encargaría de cuidarlo. Un poco mas tranquilo y convencido, Seiya se dejo hacer.
  Tener a ese chiquillo virgen a su merced fue mas de lo que pudo haber deseado Alpha Dubhe, aquel niño que había peleado en un pasado no tan lejano con una fuerza desconocida y sobre humana se encontraba ahora frágil e indefenso, temblando como una hoja.
  El pelilargo recorrió con las yemas de sus dedos aquella inexplorada piel, consiguiendo gemidos ahogados por parte del menor. El Pegasus se aferro a las sabanas cuando sintió la poderosa mano del guerrero sagrado aferrando con un poco de violencia su miembro semi erguido que termino por levantarse con ese brusco contacto.
  Las mejillas del morocho se tiñeron de carmesí al sentir unos besos húmedos rodeando su intimidad, un deseo loco por mover su cintura lo inundo, pero logro controlar esas ansias mordiéndose el labio inferior... Un par de lengüetazos dieron a parar sobre la extensión de su pedazo, y ahí si, Seiya no reprimió un gemido.
  Siegfried sonrió de medio lado al ver la reacción del otro, engullo ese miembro y se dedico a saborearlo con real pasión y devoción. El Pegasus experimento algo que jamas creyó que llegaría a experimentar, algo en él se convulsionaba y pujaba por salir, justo en el mejor momento Alpha Dubhe dejo aquella tortuosa labor. Consternado el morocho abrió sus ojos para reprochar pero se quedo con sus palabras en la garganta cuando vio la proximidad de un miembro. Sin tapujos Siegfried introdujo su pedazo en la pequeña boca de su invitado.
 
--Oh... He querido que me hagas esto desde que nos vimos... –Balbuceo Alpha Dubhe.
 
  Y a pesar de que Seiya no era un experto y sus dientes le causaban dolor, el guerrero nórdico se las arreglo para disfrutar aquello con algo de morbo. Supo por el rostro del morocho que no le agradaba hacer eso y estaba bien, al principio nunca gusta. Compadeciéndose del Santo de Athena, Siegfried guardo su semen y antes de que este saliera disparado dando a para a la garganta del menor, lo separo con delicadeza.
  Desconcertado, Seiya se quedo quieto en el lugar, sin saber cual seria el próximo paso del pelilargo.
  Siegfried, con suavidad, coloco al Pegasus boca abajo poniendo previamente la almohada bajo su vientre. Con el trasero un tanto levantado gracias a esa almohada, el morocho no necesito que le explicasen con manzanas que ocurriría allí, su corazón latió aceleradamente amenazando con un infarto prematuro. Lejos de experimentar un dolor desagradable, el trasero del japonés experimento un placer inexplicable hasta casi asqueroso, pues Alpha Dubhe, abriendo los glúteos de Seiya hundió su cabeza para lubricar aquella virgen entrada con un poco de saliva.
Al principio se le hizo incomodo al Pegasus sentir esa humedad en su intimidad, pero poco a poco se le hizo exquisito, ya que la lengua del guerrero asgardiano se movió frenéticamente, danzando alocadamente de un lado al otro. Un dedo que irrumpió en su orificio le arranco un grito, con dulzura y calidez, Siegfried deposito un beso en la espalda arqueada del niño para consolarlo al mismo tiempo que empujaba ese dedo mas y mas. Luego fue otro, el dedo que le hizo compañía al índice, moviéndose en círculos en su interior, dilatando cada vez mas la entrada que se resistía a ceder.
  Harto de esperar y de jugar, Alpha Dubhe retiro esos dos dedos consiguiendo otro gemido de dolor por parte del japonés al sentir ese desgarro al salir. El pelilargo acomodo sus rodillas en el colchón y acercando su miembro lo guió hasta el orificio, sonrojado por el trato, del pequeño.
  Seiya se contrajo, pero una mano sobre su vientre lo volvió a situar en el mismo lugar, atrayendo al Pegasus hasta su pedazo, el mayor busco introducir apenas la punta. El morocho se aferró a las sabanas y hundió el rostro el colchón cuando ese miembro lo desgarro por dentro, no supo cuento tiempo paso, si segundos, minutos, horas y días, pero con insistencia Siegfried llego a destino lanzando un sonoro gemido que retumbo en aquel cuarto, se quedo quieto, estático, en parte para darle un respiro a su inexperto amante y por otro lado porque si se movía aunque sea un poco, el néctar saldría sin mas.
  Seiya respiro entrecortadamente, y cuando dejo de tensar sus músculos creyendo equivocadamente que todo había pasado, Alpha Dubhe retiro ese pedazo de su interior hasta la punta y volvió a irrumpir en su orificio con suma violencia, luego otra vez, y otra vez... Lo que había empezado lento, ahora era un movimiento frenético de caderas y vaivenes alocados.
  El Pegasus trato de no concentrarse en el dolor. Compadeciéndose nuevamente de su amante, el guerrero nórdico bajo su mano hasta la entrepierna del morocho y aferrando con brusquedad prosiguió a masturbarlo con la misma intensidad con la que lo penetraba. Recién ahí, el japonés pudo sentir algo distinto al dolor, por primera vez sus gemidos no eran de dolor. Sin poder evitarlo, Seiya comenzó a cooperar con Siegfried, levantando mas su trasero y moviendo sus caderas en un ritmo constante y acompasado. Cuando quiso darse cuenta, un gemido surgió de la boca del Pegasus mientras que de su miembro el semen caliente y espeso dio a parar sobre las sabanas blancas.
Luego del momento intenso de placer, cuando los músculos se relajaron un poco, el morocho volvió a la cruda realidad, pero lejos de mostrar indicio de querer acabar, Alpha Dubhe retiro del todo su pedazo y revoleando la almohada al suelo, acostó a su amante boca arriba.
  Con el cuerpo de ese guerrero asgardiano sobre el suyo, el japonés tuvo las de perder, así que sin mas abrió sus piernas y recibió a su hombre, aferrándose de su espalda, sintiendo el calor de su piel sobre su pecho. Siegfried embistió con furia y descontrol a Seiya, al mismo tiempo que su boca recorrió todo su rostro, cuello y pecho. Por primera vez, el Pegasus se sintió en la gloria, aun mas cuando ese liquido caliente exploto en su interior inundándolo y saciándolo en parte.
  Se quedaron abrazados en silencio, el corazón del pequeño morocho latió de emoción, agradecido con ese hombre que le había enseñado algo tan maravilloso, sonrió cálidamente, una sonrisa que Siegfried no pudo ver, y as;, Seiya, se quedo profundamente dormido gracias a su primera borrachera y el cansancio de su cuerpo.
 
 
BBBBBB
 
 
  Al otro día Seiya despertó sintiéndose fatal, con un dolor de cabeza inexplicable y con tanta sed que podría beber el Nilo sin dificultades. Cuando quiso darse cuenta de su situación se sintió un tanto asqueado, completamente desnudo, tapado a la mitad por unas sabanas impregnadas de aroma a sexo. El semen seco sobre su piel y un dolor inexplicable lo llevaron a bañarse. Luego de esa ducha necesaria, volvió a su cuarto y retiro esas sabanas, reviso en un armario prácticamente vacío encontrando otro par que armo como su dolor de cabeza y cuerpo le permitió.
Sin embargo, una sonrisa surco sus rostro al recordar el momento vivido la noche anterior, y le sorprendió no encontrarse a Siegfried de pie fuera de su cuarto.
Bajó por las escaleras con el fin de desayunar algo y beberse por lo menos dos litros de agua, lejos de encontrarse a Alpha Dubhe, el Pegasus tuvo la desgracia de cruzarse con Alberich quien con una sonrisa irónica investigó de manera hiriente:
 
--¿Y Pegasus?... ¿La pasaste bien anoche?... Por lo que veo si, tu rostro hoy esta distinto...
  “Gracias a la terrible jaqueca” Pensaría cualquiera... Sin ganas de soportarlo el morocho respondió:
--Hoy no tengo ganas... Así que si me haces el favor ¿Te corres?... –Como el otro no mostró indicios de hacerlo, el japonés paso a su lado empujándolo apenas.
--Parece que Siegfried te quito las ganas ayer...
  Automáticamente Seiya volvió sus pasos y con violencia lo tomo por la camisa al mismo tiempo que entre diente le advirtió:
--Deja de molestarme Megrez Delta... No se cual es tu puto problema conmigo... ¿Tanta bronca te da que Siegfried no te haya dado cabida?... –Recordó el Pegasus las palabras de Alpha Dubhe.
--Oh no... Justamente ese es el problema... –Un tinte extraño en el tono de voz del pelirrojo y un brillo triste en sus ojos alerto al menor –El problema reside en nos da cabida a todos... Y ya ves... Así nos deja...
--¿Eh?... –Se desconcertó el morocho soltando poco a poco el agarre.
--Pero en fin... Por lo que veo tu no vales la pena... haya tu, si te hace feliz...
--Siegfried es una buena persona, y un gran guerrero... –Aseguro el japonés intentando convencerse a él mismo.
--¿Tanto lo conoces? ¿Puede asegurarlo?... Si, no te lo discuto, es un gran guerrero... Pero nada mas... –Harto de es chiquillo explosivo, Alberich se alejo por el pasillo.
 
  Confundido, Seiya se quedo de pie analizando las palabras del otro, y negando con su cabeza camino hasta la cocina para desayunar algo. Aun esas palabras, pasadas las horas no habían abandonado su atormentada mente, fue recién cuando dejo de desayunar y salió del palacio con su abrigo abrochado hasta arriba que comprobó lo que Megrez Delta quiso decirle.
  A lo lejos Siegfried dialogaba con los gemelos Syd y Bud (No mas en la sombra) animadamente. Con una sonrisa el Pegasus se acerco a su hombre pero este lejos de recibirlo lo saludo fríamente como los otros dos, penso que quizás se debió a la presencia de los hermanos. Pero en todo el día, Alpha Dubhe no intento acercarse al invitado, y pasado ese día, al otro tampoco, aparentemente se había olvidado de todo, o mejor dicho había conseguido lo que se propuso y ya no necesitaba nada mas del Santo de Athena.
  Una tristeza inundo el corazón inexperto del japonés, su primer desengaño amoroso, su primer enamoramiento o mejor dicho agradecimiento hacia otro hombre, que no intento siquiera saber como se encontraba de animo el menor.
  Su Diosa salió al auxilio, cuando un día buscó a su guerrero para advertirle que pronto partirían de regreso a Japón, mejor así, irse cuanto antes. La única buena noticia era que Hilda también viajaría con ellos, pero la mala noticia era que seria escoltada por uno de sus Guerrero, en ese momento al Pegasus el mundo se le hizo trizas ¡Qué no lo eligiera a Siegfried!.
 
 
NNNNNN
 
 
  Alberich noto la tristeza en aquel adolescente, supo que había entendido sus palabras, en parte se sintió contagiado por ese sentimiento trayendo a su memoria lo ocurrido con Siegfried un año atrás, en las mismas condiciones que Seiya.
  Acercándose casualmente al Pegasus, una noche, Megrez Delta se sitúo a su costado. El morocho lo ignoro, observando por el amplio ventanal una obscuridad densa.
 
--Tenias razón... –Susurro el japonés con la voz quebrada, apoyando su frente sobre el frío vidrio.
  Seiya tenia la facultad de ver sus errores y reconocerlos.
--Siempre la tengo... –Aseguro el pelirrojo llevando sus manos detrás de su espalda.
--No quise creerte...
--Es que a mi... Nadie me cree... Con el tiempo perdí credibilidad... –Confeso el asgardiano.
--Me siento patéticamente usado... –Seiya sonrió con melancolía.
--Bienvenido al club... –Bromeo Alberich –Tranquilo, con el tiempo pasara...
--Tu quisiste advertirme y yo no te escuche... –Observó por primera vez al otro.
--No eres ni el primero ni el único... De hecho, yo fui el primero... Pero como te dije antes he perdido credibilidad y lamentablemente todos caímos en la trampa...
--Pense que era buena persona... Y buen guerrero... –Se indigno el Pegasus.
--Y lo es... Es un excelente guerrero, y en parte buena persona... A todo el mundo cae bien, es servicial y simpático... Solo que para él, acostarse con un hombre es solo una necesidad física ante la escasez de mujeres... Pero nunca estaría con uno de forma oficial...
--Gracias... –Soltó el morocho.
--Oh... No conozco el significado de esa palabra... –Volvió a bromear Alberich consiguiendo una sonrisa por parte del otro. –Vamos a dar una vuelta por allí... –Invitó con el fin de distraer al pequeño.
 
  Seiya descubrió que muchas veces sacamos conjeturas apresuradas con respecto a una persona, descubrió lo equivocado que estaba y lo apresurado que había sido en hacer un juicio sobre Alberich y Siegfried.
 
Por su lado, Megrez Delta vio a un niño, pues el Pegasus aun no dejaba de ser una criatura con respecto a algunos temas y eso le pareció exquisito. Si bien el pelirrojo no se consideraba una buena persona, necesito reconfortar al dolido morocho y lo consiguió con una conversación banal e irónica sobre la vida de todos en el Palacio y en la Mansión, la conversación derivo a Hilda y sobre su posible escolta, el japonés confeso a su nuevo amigo que rogaba que no fuera Alpha Dubhe.
  Luego de pasadas unas horas llego el momento de la cena, y en dicha cena, la representante de Odin dio la noticia de su partida y que en su lugar quedaría Flare orando para evitar una catástrofe hasta que ella se recuperase y volviese a Asgard, pero nada dijo de su escolta, solo comento que iría con uno de sus guerreros.
  La cena finalizo y cada uno se fue por su lado, Seiya evito cruzar su mirada con la Siegfried pero este tampoco reparo en el joven.
 
 
NNNNNN
 
 
  Al otro día, Seiya despertó y abajo era puro revuelo, todos estaba en la sala principal cuchicheando entre si, Hilda apareció causando el silencio general, acompañada por su hermana y por Saori dando la peor noticia para Seiya, Siegfried la acompañaría y seria su escolta en Japón.
  Alberich desde una punta le dedico una mirada de consuelo y empatía, el Pegasus sonrió dando a entender que estaba todo bien, que mas daba, por lo menos allí tendría a sus amigos para distraerse y no perdería el tiempo preocupado por Alpha Dubhe.
  Ese día, el ultimo antes de la partida, el morocho paso todo el tiempo en compañía de Megrez Delta, descubriéndolo un poco mas, se llego a sorprender de lo bien que la caía el pelirrojo, pensar que siempre quiso matarlo con sus propias manos al recordar lo que le había hecho a su maestra Marin y compañeros, sobre todo al recordar sus palabras cargas de rencor, odio, y egoísmo. Y que equivocado que estuvo ese tiempo, pues el asgardiano era simplemente un humano mas, con sus problemas y dilemas morales, con sus valores y juicios... Quien opina y piensa de una forma puede cambiar de parecer gracias a un suceso, constantemente las personas cambiamos de parecer a lo largo de nuestra vida, es una forma de madurar.
Llegada la noche, Seiya se despidió de su compañero con un poco de tristeza, seria la ultima vez que lo vería y vaya a saber uno, cuando se encontrarían de vuelta. Se quedaron en silencio observándose unos segundos, riendo nerviosamente para ver quien daba el primer paso:
 
--Bueno Alberich... Fue un gusto conocerte mejor...
--Lo mismo digo... –Coincidió Alberich.
--Nos volveremos a ver... Estoy seguro...
--Eso espero...
--Adiós... Me voy a dormir... –Al ver que nada ocurría, Seiya opto por ser el primero en cortar la conversación, pero en cuanto se dio vuelta una mano sobre su brazo le obligo a voltear.
 
  Sorpresivamente, el Pegasus se encontró con el rostro de Megrez Delta y en menos de un segundo un beso irrumpió en sus labios, un beso que primero fue dulce y respetuoso, pero luego con la consecuente invasión de la lengua, el pelirrojo volvió ese beso mas apasionado.
 
--¿Qué haces?... –Pregunto el morocho avergonzado.
--Perdón... Es que quizás no te vuelva a ver nunca... Y no quería quedarme con esto...
--Esta bien... –Seiya no se sintió ofendido, todo lo contrario, pero era muy raro ser besado por un hombre.
--Me da mucha bronca que Siegfried viaje contigo... –Sin mas, el pelirrojo dio la media vuelta y se fue perdiéndose en la obscuridad.
 
  Pero si de algo se jactaba Alberich era de su capacidad para persuadir a otros y convencer con las palabras... Entrada la mañana del otro día, con solemnidad se acerco a Hilda e hincándose en una reverencia que mantuvo hasta el final del dialogo le planteo algo lógico:
 
--Mi señora... Siegfried sin dudas es el mejor guerrero que tiene Asgard...
--Así es... –Concedió la muchacha sentada en su trono, sus empleadas iban de un lado para el otro preparando todo para el inminente viaje.
--No es prudente que un gran guerrero deje estas tierras... –Al ver el rostro confuso de su señora, Megrez Delta acoto rápidamente –Usted en Japón estará segura en compañía de la Diosa Athena y sus guerreros que han demostrado en un pasado su fuerza y su poderoso Cosmos...
--¿Cuál es el punto Alberich?... –Aquella conversación se le hizo extraña a la dama.
--Asgard, mientras usted no este, estará mas vulnerable que de costumbre... Es prudente que Siegfried se quede en compañía de su hermana Flare por si surge algún inconveniente... En él deposito mi confianza, y se que si algún enemigo se informa de su partida he intenta aprovecharse de ello, Alpha Dubhe se encargara de mantener todo bajo control...
  Recién en ese momento, el pelirrojo levanto apenas su mirada para ver la reacción de Hilda, la mujer analizo las sensatas palabras de su guerrero y tuvo que reconocer la verdad en ellas.
--Si, tienes razón... Pero Alberich... Sin rodeos... –Descubrió la representante, Alberich era un hombre a quien no le importaban esos temas referentes a la seguridad de Asgard y quien jamas hablaría bien de Siegfried de no tener un motivo o un fin--¿Adónde quieres llegar?...
--Déjeme acompañarla...  –Soltó el guerrero sin mas vueltas --Yo seré su escolta hasta Japón...
  Hilda sonrió con un semblante débil.
--Alberich... Me hubieras dicho de entrada que querías unas vacaciones...
  El aludido rompió a reír con delicadeza manteniendo su postura y su porte.
--Entonces... ¿Qué dice señorita?...
--Digo que... –Suspiro la dama –Tienes razón... Es mejor que Siegfried se quede; y si tu quieres salir de Asgard, pues bien... Serás mi escolta... –Se puso de pie como pudo y acoto –Prepara tu bolso cuanto antes que en media hora partimos...
 
  Alberich obedeció y en menos de quince minutos ya estaba listo, en la entrada del salón principal Saori, Hilda y Seiya esperaban a la escolta de la representante de Odin. El Pegasus se quedo de piedra al ver a Alberich con un bolso a cuesta, observo incrédulo a Siegfried y este al igual que todos los Guerreros restante estaba ocupando su puesto para saludar a su señora. La sonrisa de Megrez Delta confirmo la sospecha del morocho, aunque era mas que evidente la situación.
  Flare intercambio unas palabras con su hermana asegurando que cuidaría de Asgard, luego con Saori agradeciéndole su intervención una vez mas, y finalmente con los guerreros implorando que la cuidasen todo el tiempo. Sin mas, Wels estaba ya al final del camino esperando a los viajeros.
  Alberich y Seiya no pudieron intercambiar palabras hasta recién arriba del barco, pero con las miradas lo dijeron todo... Si, el pelirrojo era hábil para convencer y manipular a la gente a su antojo, y una vez mas había sacado provecho de eso.
  Las caras de Ikki, Hyoga, Shiryu y Shun al ver al Guerrero de la Amatista en la Mansión Kido seria impagable, aun mas verlo charlando en son de amistad con el Pegasus.
 
 
MMM FIN MMM
 
 
  Si, lo reconozco, es un fic “Medio del todo” choto, pero quise probar algo distinto, lo continuare con otro fic, en la Mansión con todos los demás Santos de Bronce, así vemos que onda con la vida de Hilda.
  Si les gusto o no les gusto, déjenme un comentario, en realidad quiero saber si la ambientación estuvo acorde. Sé que Siegfried no es tan bromista y sí mas correcto (Por lo menos así lo veía yo en el anime) Pero como de eso se trata el fic, lo varié un poco: O sea, si vamos al caso, los Santos de Bronce poco y nada saben de ellos; y nunca es bueno quedarse con la primera impresión ya que puedes llevarte una gran sorpresa.
 
 
  ¡Rosas! Nos vemos con un fic de Cowboy Bebop (Vicius x Spikee), hasta que Gadya me responda n_n. A por cierto, plagiaron Baka-ciones en un foro de mala muerte ¡Que descaro!.
 
 
  04/06/2006 19:16:06 –Argentina-
 
 

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