Otra noche más… otra noche de la cual no dormiría, otra noche como las anteriores que terminaría completamente agotado. ¿La razón? Já. Quería que fuera mentira, pero no. Allí estaba él, sobre el cuerpo de aquel chico de ojos verdes que, no sabía por qué, pero desde hace unos cuantos días que sentía ese deseo de… poseerlo. ¿Cómo había llegado a esa situación? Tampoco lo sabía, pero lo que sí sabía y estaba completamente complacido, es de tener el cuerpo sudoroso de aquel chico que le sacaba el sueño, bajo suyo.
— Jean… —Mencionó. Elevó sus brazos y se aferró a su cuerpo desde su cuello. Ah, la calidez del chico lo alimentaba. Aún se sorprendía de que estuviese haciendo ese tipo de cosas con un chico… especialmente, con Eren.
Bueno, solo se dejaba llevar por el momento, como cualquier persona lo haría, es decir, tener sexo con él no hacía diferencia alguna, pues seguía discutiendo hasta llegar a las manos, culpándose el uno al otro, demostrando que nos e agradaban en lo absoluto, pero detrás de todo eso, se escondía un deseo inmenso de tenerse el uno al otro. ¿Estúpido? A su parecer, demasiado.
Continuaba moviéndose sobre el cuerpo del chico, escuchando como este gemía por lo bajo al entrar y salir de su cuerpo con rapidez pero, discretamente, pues debían amoldarse al lugar, estaban en el comedor, ¿quién visitaría ese lugar a las dos y media de la madrugada? Era un lugar perfecto, aunque en varias ocasiones casi son descubiertos, lo que sería un gran problema y, a la vez, un poco excitante.
— Abre más tus piernas. —Musitó cerca de su oído al inclinarse un poco más sobre él. Y así fue como el chico de ojos verdes se lo concedió, dejándose perder en ese momento de placer mientras buscaba el punto máximo de este.
Hace tiempo comenzó a pensar en aquel chico como algo más… ¿¡Estaba loco!? Desde que Eren le confesó que lo deseaba de otra forma, no puso sacar de la cabeza la idea de probar, al menos un poco, de lo que el más bajo quería. ¿Por qué no? Desde entonces, sus noches continuas de sexo no cesaron. ¿Qué decir? Estaba complacido, el cuerpo de Eren le daba todo lo que necesitaba, pero… ¿Sentimentalmente? No había pasado mucho desde algo dentro de él comenzó a encenderse.
Sabía que el que se enamoraba terminaba perdiendo, pero no podía evitarlo. Tal vez era el deseo carnal lo que estaba confundiéndolo, pero el hecho de pensar que alguien más pudiera tenerlo de esta misma forma en la que él estaba ahora mismo, hacía que le subiera la sangre a la cabeza. “Imposible” pensó, pues fue entonces cuando sus estocadas aumentaron con tal brusquedad que terminó por hacer que Eren acabara al mismo tiempo que él… y todo por un tonto pensamiento de egoísmo.
Perdido en su mente, las cálidas manos del más bajo se posaron en las mejillas del castaño, haciendo que su vista se fijara en la persona que… podía decirlo, le gustaba. Eren acercó los labios a los de Jean y dejó que aquel momento los dejase llevar, fundiéndose en un beso algo apasionado.
— Jean… me gustas, Jean. —Vaya descarado era el idiota. Decir esas cosas tan a la ligera, ¿o era él quien no podía decir esas mismas palabras? Se dejó caer sobre el cuerpo del más bajo, cansado, agitado, sudoroso, aún dentro del cuerpo ajeno.
— Eren, eres un idiota. —Esto hizo que de los labios del mencionado saliera una pequeña risa. “Tú también me gustas” pensó, pero no lo diría, las cosas así eran realmente agradable y cada noche le hacía entender a Eren que no podía hacer esto con nadie más… excepto él.