La piel blanquecina es tibia y suave al tacto, que él sea mayor difiere de la actitud infantil que suele dominar la mayoría de las veces y en la altura que ha alcanzado, él es por mucho más pequeño que la persona que descansa a su costado, abrazándolo por la cintura mientras su pecho abraza la longitud de su espalda.
Se siente bien...
Sehun abraza un poco más fuerte la cintura del mayor, como si quisiera fundirlo en su cuerpo a como dé lugar, para siempre.
Al joven le gusta el olor a frutos matizados con menta que emana el contrario, es relajante y cálido, es su hogar. El mayor es su hogar.
El tinte negro azabache que recubre las hebras del cabello adverso le hacen pensar en la noche, una tranquila y estrellada, en donde la brisa tibia acaricia sus rostros. A Sehun le gusta como todos los estilos y colores le sientan a su mayor, excepto el rubio, el color dorado le hace ver más pálido de lo normal y delgado de lo que realmente es, le hace ver enfermo. Pero Sehun sabe que su adverso es vital y hermoso cuando lo único que le recubre es una capa fina de sudor perlado, ama aquellos momentos, tanto que quisiera retratarlos de mil maneras; en una fotografía, una pintura, una silueta, pero no soportaría que alguien más viera de esa manera a quien ha declarado mentalmente como su propiedad privada.
Sehun hace un recorrido de besos suaves desde la parte posterior de la cabeza de su chico hasta su nuca, su cuello y parte casi completa de su quijada. Los suspiros del mayor son como el viento, suaves y alegres cuando todo está en paz, cuando no hay algo que le perturbe; pero también son como la tormenta a la orilla de la playa, escandalosa y siempre tratando de arrastrar hacia adentro algo que ha hecho la mayor parte de su vida afuera. Sehun se siente así cuando entre sus labios se pasea curiosa la lengua de su adverso, él quiere arrastrarle al más hondo abismo de placer y amor, pero Sehun ya ha entregado todo en bandeja de plata y solo basta un pequeño y tímido "Te amo" para que el chico de largas piernas caiga rendido, dispuesto a todo o nada, una apuesta al caballo invisible.
No recuerda cómo fue que se vio atrapado en el chico, que ahora se remueve e a su costado derecho, con tanta intensidad. Trata de recordar, de verdad trata; pero el tacto tibio de los labios ajenos sobre sus parpados corta toda conexión que haya establecido y lo trae de un solo tirón al presente.
- Anda ya...-El chico hace puchero.- Abre los ojos, sé que estás despierto...
El rostro del menor se adorna con una sonrisa tranquila al momento en que niega levemente sin abrir los ojos.
- Quédate en silencio un minuto más... -Acaricia la cabellera del hombre.- Quiero que tu calor se grabe un poquito más en mi cuerpo y te dejaré ir...
El mayor sonríe de manera tal, que en sus mejillas un par de hoyuelos hacen acto de presencia.
- Está bien, HunHun...-Susurra, sus labios acariciando con suaves roces el pecho desnudo del menor.- Solo unos minutos, luego debes ir al instituto...
- Lo sé...Tú también debes ir a trabajar, pero no por eso te apresuro...
El mayor ríe juguetonamente antes de que aplique un poco de fuerza sobre su costado y con una pierna, pase sobre el menor, lo suficiente como para sentarse sobre sus caderas y apoyar sus manos en su pecho. Él conoce muy bien aquella posición.
- ¿Te he dicho lo lindo que eres?
- Tú eres hermoso...
- ¿Lo mucho que te quiero?
- Te amo...
- ¿Lo bien que me haces?
- Eres perfecto
- ¿Lo mucho que te amo?
- Ámame mucho mas
- ¿Lo bien que se siente tu cuerpo junto al mío?
- La fuerza de gravedad...
- También lo mucho que me gustan tus piropos de cerebrito
- Como cuando el gas metano hace combustión química...
El hombre que está sobre las caderas de Sehun ríe, inclinándose poco a poco hasta que sus labios tienen el deleite de saludar a la boca del menor con un húmedo chasquido de su lengua contra la otra.
Sehun solo en este momento se permite abrir los ojos, y ahí, frente a él, con el calor de sus piernas abrigando su abdomen se encuentra de frente con los hoyuelos teñidos también de un rosa claro y ojos brillantes. ¡Dios santo! Se escapó un ángel del cielo, pero él no piensa devolverlo...
- Te amo, hyung...
- Yo también te amo, Sehun...
- Te necesito hyung, quiero hacer el amor contigo una vez más... ¿Puedo?
- Llegaremos tarde bebé...
- No importa...-El menor se sienta, atrapando entre sus manos la cintura del mayor.- Quiero hacerte el amor- Sehun alza un poco su barbilla para alcanzar el belfo de su adverso y succionarlo un poco.- La ciencia aprueba que hacer el amor por las mañanas reduce el riesgo de ataques al corazón y otros problemas comunes, y yo quiero mantenerte sano...
El joven chico ríe ante las ocurrencias de su adverso y sin responder a nada, recorre con pasos de perezoso cada parte, cada centímetro, cada lugar pálido y liso que posee Sehun. Hasta que el punto de retorno se pierde en medio de las prendas que van al suelo y sábanas fuera de lugar.
Sehun recuerda que la primera vez que vio al mayor era una tibia tarde de otoño. Una como ésta, con las hojas volando de aquí hacia allá, con el calor y el frio trenzando una danza en medio de los troncos rugosos que hacen guardia a cualquier pareja de enamorados.
Sehun también recuerda lo torpe que fue al pedirle su número o como vertió malteada de chocolate en su camisa en la primera cita.
Un desastre andante...así río el mayor una vez mientras ambos yacían en el suelo llenos de barro y empapados hasta el hueso ante la lluvia torrencial.
Sehun recuerda muchas cosas hermosas, recuerda el amor...recuerda a Yixing, su olor a menta y canela a veces, también a frutos del bosque y flores silvestres.
El hombre castaño toma un respiro y trata de alzar la vista un poco, solo un poco antes de que las lágrimas comiencen a hacer estragos en sus ojos, antes de tener la oportunidad de hacer cualquier cosa. Duele...le duele el alma y el corazón se le aprieta en un calambre tan fuerte que hasta respirar se convierte en un trabajo arduo y agotador.
Sehun mira la rosa blanca en su mano derecha, aquella misma mano que luce un anillo de oro blanco en el dedo anular. Suspira, y después de ello siente una palmadita en el hombro que le intenta dar consuelo.
Pero nada de eso le devolverá a Yixing.
Nada le devolverá el brillo que tenían sus ojos cuando se reían de todo y nada a la vez.
- Yixing está mejor allá que aquí...-Una persona elige muy mal las palabras de apoyo que le da al chico.- Era demasiado bueno para todos nosotros...
- Él era mi ángel...-La voz de Sehun amenaza con quebrarse.- ¡Era mi ángel! ¡Y un maldito hijo de puta me lo arrebató! -El joven castaño explota demasiado enojado contra alguien que no tiene la culpa.- ¡No tienes idea de todo lo que él era para mí! ¡Tú no entiendes nada de esto! ¡Tú. No eres más que una perra en celo todo el tiempo! -La resonancia de una cachetada hace eco en el súbito silencio.-
- Yo no quería que él muriera, Sehun.- Luhan habla con amargura y dolor. Mucho dolor. Él siempre estuvo colado por aquel pálido chico pero éste jamás lo notó. Que ahora Sehun esté soltero, dolido y roto no es su culpa, en absoluto. Pero no puede negar que en un momento vio la luz de esperanza en el futuro.
Sehun se queda con el rostro enrojecido un momento, lo necesario para tomar el oxigeno que emana de sus pulmones antes de gritar a todos que lo dejen solo, que los dejen solos, porque Yixing sigue vivo en su corazón. Su amor lo mantiene vivo.
- Una vez dijiste que...jamás te irías a alguna parte sin mí... ¿Por qué te vas ahora? -Sehun resopla.- Yo te amo hyung... ojala solo eso bastara para que me abrazaras otras vez...