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Yo no nací para amar por Ottanara

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Notas del capitulo:

Mi segundo fanfic :3 Será algo extenso

¿Mis lágrimas? Me las trago.

¿Mis problemas? Me los guardo.

¿Mis cicatrices? Las escondo.

¿Mi sonrisa? ¿Cuál sonrisa?

Desde pequeño, no tuve ningún amigo. Era una sombra, pasaba desapercibido, sólo cuando les convenía a los otros, cuando estaban aburridos, se burlaban, me golpeaban, me humillaban.

Mientras pasaba el tiempo, me fui guardando todo ese dolor y odio. No tenía a nadie para desahogarme, mis padres se habían divorciado cuando yo tenía dos años y al cumplir los 10 mi regalo de cumpleaños fue la noticia de que mi madre había muerto en un accidente de auto.

Mi padre nunca dijo nada y se encargó de mí desde ese día, aunque le daba poca importancia lo que me pasara. Nunca me preguntó cómo me sentía, nunca me preguntó porqué llegaba a casa con el ojo morado, el labio partido, el cuerpo magullado...Aunque yo tampoco tenía las intenciones de decirle.

Mientras fui creciendo, mi padre fue entrando cada vez más en la bebida. Yo estudiaba y sacaba buenas notas, aunque eso no me proporcionaba seguridad contra mis compañeros.

Siempre fui tímido, callado, reservado y sí...algo llorón.

Entré al último año de secundaria y bueno, llegó él, aparentando ser el chico más popular, chicas babeando por él y con una fina sonrisa como el de un sable. Mi vida dio un giro 180 grados, todavía no sé si para bien o para mal.

 

-Oye cuatro ojos, te estoy hablando.

No respondo.

-Imbécil pon atención cuando te hablo-espeta un alto y atlético chico que me lleva una cabeza de altura, me tima del pelo con fuerza.

-¿Qué quieres?-gruño.

-Dame tu cuaderno de Matemáticas, no hice la tarea.

-No es mi problema.

-Hoy despertaste con la boca algo suelta idiota.

-Tengo un nombre, deja de llamarme idiota.

-¿Crees siquiera que eres digno de un nombre? Basura, pero bueno Laito, que de por sí es nombre de nena, dame de una vez tu cuaderno.

-Me extraña que me lo pida, tu siempre tomas lo que quieres sin concentimiento del otro.

Bufó y tomó mi cuaderno, llevándoselo a su banca.

Akio era un chico sin remedio, ya no debería molestarme su actitud de rebelde sin causa.

Sólo es el líder de un grupo de 5 integrantes, igual de idiotas que él, que pierden su tiempo golpeándome.

Suena la campana que anuncia el final de clases. Me dirigo al asiento de Akio, deseando encontrar mi cuaderno allí.

Efectivamente se encuentra, pero cuando lo abro veo que las hojas están rayoneadas, rotas y con groserías escritas con plumón negro.

Mi mano se tensa, mi pulso se acelera, el odio va creciendo, quema como ácido en mi garganta.

Pero no. No debo explotar, sería mal visto, me lastimaría más de lo que ya estoy, sólo se burlarían, yo no soy vengativo.

Suspiro y tomo mi cuaderno, tal vez logre rescatar unos apuntes para estudiar.

-No es correcto que te dejes.

-Usted sabe más que nadie que llamarles la atención no funcionará de nada.

Volteo y veo la mirada de mi profesor, hasta ahorita, el único que se ha percatado de mi silencioso sufrimiento.

-¿Y por eso te dejas golpear?

-Los intento evitar.

-Eso no sirve de nada.

-Con ellos nada sirve.

-No es correcto.

-Lo siento sensei, me tengo que retirar.

-Intenta...por lo menos hacer un amigo-exclama.

-Lo tengo a usted como amigo.

-Un profesor no es un amigo.

-Entonces no intente ayudarme.

Mi profesor siempre le he preocupado, desde la primera vez que me vio, me trata como un niño, defendiéndome cada vez que puede, pero nunca ha entendido que yo no intento pelear, yo quiero seguir adelante, yo puedo superarlos...

No soy bueno haciendo amigos, todos se ríen de mí, de mi complejidad delgada y pálida, de mis lentes chuecos, de mi padre borracho, de mi timidez y debilidad. Además mi padre asusta a los otros, es agresivo y grosero, varias veces ha traído putas a la casa. Yo sólo cierro la puerta y me pongo los audífonos, sé que después de follar mi padre golpea a las chicas, hubo una vez que noqueó a una y le rompió un diente.

Cuando llego a mi casa, me lo encuentro acostado en el sillón tomando.

-Volviste-dice con tono de disgusto e indiferencia.

-Voy a estudiar a mi habitación.

-Eres un aburrido Laito ¿Por qué no tomas algo?

-Soy menor de edad, tengo 15.

-¿Y eso qué importa mocoso?

-Voy a estudiar a mi habitación. Buenas noches.

Es mentira. Esta noche no pienso hacer la tarea, ni estudiar. Tiro mi cuaderno a la basura.

Me dejo caer sobre la cama, soltando todo el aire de mis pulmones y sin poder evitarlo, dejo escapar varias lágrimas.

¿Por qué lloro justamente ahorita? He pasado por cosas peores...Yo...no debo llorar.

Está mal.

Me seco las lágrimas. Me acomodo entre las mantas y espero a dormirme, deseando no tener pesadillas esta noche.

Notas finales:

Soy cruel :v


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