Todavía recuerdo esa primera pintada. Recuerdo ese brillo de felicidad que relucía en tus ojos y las carcajadas que dejabas escapar mientras me mirabas. Recuerdo tu lengua lamiendo tu labio inferior en señal de concentración y también la primera vez que nos pillaron, ¿No te acuerdas tú?
Eso fue aquella primera vez que planteaste la idea, “Un grafiti. Solo uno, no nos va a pasar nada, ¿Verdad?” Finalmente accedí. No sin antes haberte hecho pedirlo mil y una veces con esa carita dulce tuya. Y nos pillaron. A pesar de que habíamos echado a correr para evitar a los policías y nos burlamos de ellos, finalmente nos pillaron y nos empujaron contra aquel coche patrulla.
Sin embargo nos dio igual. Porque sabíamos que estábamos los dos juntos, que uno estaba con el otro. Nuestras carcajadas entremezcladas se alzaron juntas al cielo estrellado mientras los agentes vaciaban nuestra mochila de spray.
Seguimos riendo incluso horas después de que nos dejaran marcharnos, apoyados el uno sobre el otro burlándonos de esa justicia que apresaba nuestra libertad. Burlándonos de que eran unos simples adultos aburridos que vivían hundidos en la absurda y repetitiva rutina.
Y uno de mis mejores recuerdos contigo… aquella primera vez que te sostuve entre mis brazos. Aquel primer beso que te arrebaté contra la pared. Tu mirada suplicaba clemencia, a pesar de que tu cuerpo pedía acción y, finalmente, no pudimos controlarnos, tú lo sabes bien. El temblor entero se apoderó de ti, jadeabas en busca de aire y me llamabas entre apasionados susurros. Tu piel se encontraba coloreada de un adorable color rojo, y perlada de gotas de sudor que temblaban a tu ritmo.
Hacer el amor contigo fue como completarme a mí mismo. Sentir tu piel con mi piel fue un continuo recordatorio de que sí tenía algo por lo que vivir. Fue un recordatorio de que me pertenecías y por eso aquella noche te rogué antes de pintar la pared con nuestras palabras de joven libertad “Déjame poseerte una vez más” Y sí, digo hacer el amor, no aquellas primeras veces que te coloqué contra una pared para aliviar la quemazón sexual.
Me refiero a aquella vez que te susurré en el oído palabras de posesión, esperanza y futuro. Sí, aquella. Pero ahora todo se ve tan lejos… incluso las persecuciones con los demás, o aquella noche en la que, tumbados en el suelo, observábamos las estrellas relucir y nos dijimos a nosotros mismos que aquello era un para siempre. A pesar de tus palabras… me mentiste, me abandonaste, te rendiste, todo se fue a la mierda.
Y así, sin ser capaz de derramar una lágrima más yo, NamJoon, te escribo esta carta a ti, TaeHyung, sabiendo que siempre permanecerás en mi memoria y corazón así que corre, aunque me caiga está bien, corre, aunque duela un poco está bien. De esta manera digo adiós a la vida terrenal y vuelvo contigo para cumplir ese para siempre que aplazamos. Te amo... V.
Fdo: NamJoon.