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UNA VERDADERA FAMILIA por Ina Laufeyson

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—Rey Laufey —llamó Verdandi (presente) —me temó que usted olvida algo importante en el templo.

—Váyanse —dijo Laufey con voz severa.

—Farbauti habría criado a Loki —dijo Skuld (futuro).

—¿Loki? —pensó Laufey. Entonces se dio cuenta que se referían al niño. Esas extrañas brujas ya le habían puesto un nombre.

Laufey sabía que sería una pérdida de tiempo hablar con ellas, por lo que también las abandonó sin darles la oportunidad de explicar su visita. ¿Algún día podría arrepentirse de dejar a Loki? Laufey estaba convencido que el niño ya solo era hijo de Farbauti porque suyo  ya no.

Cuando Laufey alcanzó a sus guerreros, llamó la atención de un joven jotun llamado Sentry. Era el más joven de los guerreros, siendo su primera batalla con los asgardianos. Sentry tenía algo particular que hacía que los demás se burlaran de él, por el simple hecho de sentir algo de afecto por algunas cosas, y ver a su rey con las manos vacías lo horrorizó. Primero, Sentry creyó que Odín no solo había matado a Farbauti sino también al niño. Aunque estaba herido, corrió hacia su rey y preguntar por el príncipe, pero Laufey lo miró con una mirada casi fulminante y sin contestarle siguió su camino. Así que Sentry volvió hacia el templo, quería ver con sus propios ojos lo que había pasado. Y es cuando notó que alguien lo seguía: era Hailstrum, el jotun más tonto según él porque era muy ruidoso, torpe, y de complexión bastante robusta.

—No me sigas —Sentry trató de usar una voz demandante pero solo salió una cansada.

Hailstrum lo ignoró, tomando más velocidad en su andar y ser el primero en llegar al templo. Sentry apenas pudo llegar unos minutos después y presenció cómo Hailstrum estaba enterrando el cuerpo de Farbauti mientras el príncipe Loki lloraba desconsoladamente encima de una roca.

Sentry tomó al niño en sus brazos, pero el solo contacto hizo que Loki llorara aún más como si el frío lo lastimase.

—No es normal —dijo Sentry a su compañero—, no soporta el frío. Además es tan pequeñito que no puede ser un jotun.

—Es el príncipe y no importa si es débil. —corrigió Hailstrum.

—Hasta que hablas —se mofó Sentry—. El rey Laufey lo abandonó, ¿verdad?

Antes de que Hailstrum respondiera, sintieron la presencia de las tres nornas que se habían escondido para dar el tiempo exacto en que las cosas sucedieran como ellas predijeron.

—Su nombre es Loki —Skuld (futuro) salió del escondite, mostrándose ante los dos jötnar—. Y deben cuidarlo.

Hailstrum se lanzó hacia ellas para atacarlas pero Sentry lo detuvo a tiempo, dejando a Loki sobre la roca en que había sido abandonado por su padre.

—Nuestro rey lo abandonó.

—Pero ustedes vinieron por él —dijo Urd (pasado) mientras se acercaba un poco más hacia Loki—, y eso ya no es abandono.

Por instinto, Sentry tomó de vuelta a Loki en sus brazos al ver que las nornas trataban de acercarse más, pero el llanto del niño por el contacto hizo que preguntara a las nornas sobre esa extraña anormalidad. Después de todo, ellas eran unas brujas y tal vez podrían ayudarlo.

—No te preocupes, Loki estará bien —dijeron mientras cada una de ellas se quitaban sus capas para abrigar al pequeño y se marchaban prometiendo verse pronto.

Sentry estaba seguro que al llevar de vuelta a Loki con su padre, el rey, podría asegurarse como un jotun muerto o peor, un jotun desterrado con el bebé. Si el rey lo había abandonado era porque no quería a Loki, y eso horrorizaba al joven jotun. El heredero al trono, muerto. Sin importar las consecuencias que le caerían, Sentry se llevó a Loki hacia los demás. En el camino logró tranquilizar los llantos del niño, y escuchó cómo Hailstrum gruñía a cada rato, y Sentry no tenía que adivinar: a pesar de la reciente batalla, Hailstrum estaba dispuesto a defender con su vida tanto al joven jotun como a Loki, aunque no lo admitiría nunca y haría lo posible porque pareciera lo contrario.

A lo lejos, Laufey vio cómo el par de jötnar traía de vuelta al niño. Apretó los puños, molesto. Pero debía admitir que tal vez hacían lo correcto, ya que si sus súbditos se enteraban que había abandonado a su hijo a la muerte podrían exigir su renuncia al trono. Aunque había estado planeando decir a todos que Farbauti y el niño habían muerto a manos de Odín, y así nadie lamentaría la muerte de Loki por su discapacidad, pero sí lamentarían la de Farbauti.

Todos se instalaron en la parte más alta de Jotunheim, reconstruyendo ahí su hogar y un nuevo palacio. Todo sería temporal hasta conseguir de alguna forma una nueva estrategia para vencer a los asgardianos.

Y solo bastó dos días para que Laufey estuviera seguro que odiaba a Loki. No soportaba escucharlo llorar día y noche, tampoco quiso verlo más por el hecho de no solo odiarlo más sino terminar asesinándolo. Cuando Sentry se lo entregó, no dijo nada, ni regaló algún gesto de agradecimiento, solo tomó a Loki con una mano, suficiente para ese ser pequeño y notó que no era ni siquiera un jotun completo, le faltaban marcas en la piel. Pensó que tal vez no se había formado del todo en el vientre de Farbauti.

—Te harás cargo de él. —Le ordenó a Sentry. Y fue así como trató de olvidar a Loki, ignorándolo por años. Sin importarle qué comía o qué vestía. Solo el importaba que ese niño no lo ofendiera con su presencia delante de sus súbditos.

Pero si alguna vez pensaba en Loki, sabía que se encontraba con Sentry y Hailstrum.

🌟🌟🌟

Habían pasado mil años* y Thor ya tenía mil doscientos cincuenta años. Era el príncipe más deseado por las asgardianas, quienes suspiraban con solo ver su trabajado cuerpo o aquella sonrisa genuina que hacía volar suspiros en todos los reinos. Era rubio, tenía el cuerpo bien trabajado y contaba con una actitud bastante positiva y algo arrogante. Constantemente participaba en torneos que midieran la fuerza de los oponentes, y Thor era algo tonto en cuanto a fuerza se refería. Solo pensaba destruir cualquier amenaza y esto era un dolor de cabeza para Odín que insistentemente le recordaba que un rey primero debía pensar antes de actuar. Y en cada oportunidad, Odín le aconsejaba con ejemplos sobre las alianzas que había logrado con algunos reinos enemigos.

Y claro, Thor no era tan tonto; era un gran muchacho, buscando siempre justicia para los débiles. Por eso, Odín le confió el Mjolnir y a pocos días estaba dispuesto a dejarle ya el trono.

Thor tenía como amigos a muchos asgardianos, guerreros, forasteros e incluso entre la servidumbre. Pero los más sobresalientes eran su gran amiga Sif y los tres guerreros más fieles y valerosos: Fandral, Volstagg y Hogun. En tiempos de guerra, los cinco eran uno solo y eso era suficiente para ganarla.

—Eres el príncipe más fuerte de los nueve reinos, cariño —dijo su madre, mientras tomaban el desayuno—. Y desearía que esa fuerza que tienes sea para proteger a alguien que te ame y tú a ella.

—Madre, tú eres a quien quiero proteger por ahora —dijo Thor tomando la mano de su madre para depositar un beso en el dorso.

Frigga solo sonrió. A veces le enviaba indirectas y otras veces era directa, pero sabía muy bien que Thor no tenía a alguien especial en su vida, y eso no la detenía a presionarlo un poco ya que deseaba poder conocer a su nuera y tal vez a sus nietos. No pensaba morir, tampoco estaba vieja como se podría esperar en los humanos. Frigga se mantenía tan joven y hermosa, que el mismo Odín se enamoraba cada día más de ella. Y es así como funcionaba el amor, ¿no? Y justamente esto hacía que Frigga también analizara la situación, no por su capricho tenía que empujar a Thor a tomar una decisión precipitada en el amor.

—En tres días serás coronado como el rey de Asgard —habló Odín, de repente, haciendo que madre e hijo le tomaran atención. —Debes saber que desde ese día tendrás una gran responsabilidad con Asgard y los reinos que protegemos.

—Entonces iré a preparar mi responsabilidad —Thor sonrió divertido, retirándose de la mesa mientras tomaba una manzana y le guiñaba a su madre.

—Este muchacho necesita más educación hasta para retirarse de la mesa —dijo Odín, moviendo la cabeza en clara desaprobación.

Frigga se limitó a sonreír, acariciando la mano de Odín mientras que Thor se dirigía hacia sus amigos para ejecutar el plan que desde hace meses tenía en mente.

A Thor le gustaba hacer todo lo que su padre le prohibía. Y no lo hacía por molestarlo, ni porque le gustara ser castigado; lo hacía por el simple hecho de entender qué tenía de malo.

Y ahora su plan era hacer una fiesta antes de su coronación en cualquier mundo que no fuera Asgard. Pensó en Midgard, mezclarse con los mortales, pero debía aceptar también las sugerencias de sus amigos.

—No quiero que Odín nos castigue, y todo por un capricho tuyo —dijo Sif seriamente.

—Vamos, amigos. Esta sería la última aventura para divertirnos —dijo Thor al saber que una vez siendo el rey tendría que dejar atrás incluso a sus propios amigos, porque eso era lo que un rey hacía: actuar de manera responsable, rodeado solo del concejo.

—Además, tendré más responsabilidades que diversiones —finalizó Thor, esperando ahora convencer a sus amigos.

—Tienes razón —apoyó Fandral—, pero no es necesario ir a otro reino. Celebrémoslo aquí y así nos ahorramos un castigo de Padre de Todo.

Todos estuvieron de acuerdo con Fandral. Thor solo bufó resignado, era obvio que no podría convencerlos. No tenía ese don de influenciar en los demás.

🌟🌟🌟

En Jotunheim, un pequeño joven jotun corría y saltaba sobre grandes rocas de hielo, con el miedo dibujado en sus ojos. Detrás estaban siguiéndole otros jötnar, amenazando de atravesarle con espadas de hielo. El joven jotun dejó caer algo, que parecía una pequeña piedra de hielo, sin dejar de correr, mientras su cabellera negra hacia una danza al son del viento.

Los gigantes que lo seguían, brincaron hacia el cielo por la explosión que la diminuta piedra ocasionó. E inmediatamente Laufey hizo una seña para que todos ellos se detuvieran. Y con aires de prepotencia se dirigió a Loki:

—No solo debes huir del enemigo. ¡Enfréntalo!

—Lo siento, rey Laufey —dijo Loki, inclinándose —. No…

—Es suficiente por hoy. Ahora vete.

Loki se inclinó otra vez y se marchó lentamente, pensando en cuál sería ahora el error que había cometido. Enfrentar a un jotun, para Loki era una tarea difícil cuando estos le doblaban, no, triplicaban en tamaño y fuerza.

Además, Loki temía a todos. Y no era secreto además de que todos en Jotunheim lo despreciaban, incluso su padre. A pesar de ser el hijo del rey, nadie lo respetaba, ni un poquito por temor al rey. Todos decían, incluido su padre, que no era digno de ser un jotun.

Los únicos con quienes Loki tuvo compañía y confianza eran Sentry y Hailstrum. A veces lograba hacerse amigo de los más jóvenes jötnar pero Laufey intervenía, prohibiendo que alguien se acercara al pelinegro. Aun así, Loki siempre intentaba mezclarse con su gente.

Pero al final solo Sentry y Hailstrum estaban para él. A veces Loki imaginaba que ellos eran sus verdaderos padres. Desde que Loki era tan solo un bebé, Sentry se había hecho cargo de él, y tal vez por eso, era un poco sobreprotector. Le consentía en todo, que a pesar de ser un gigante de hielo, se mostraba cariñoso. Hailstrum no podía ser igual, era un jotun después de todo, él no era diferente a los demás; con el semblante sombrío, su amenazante tamaño, era casi mudo para entablar una larga conversión, pero eso no lo detuvo de estar siempre ahí para Loki y Sentry. Gracias a Hailstrum, casi nadie se atrevía a insultar a Loki en su presencia.

Ambos jötnar habían dejado caer de su orgullo de hielo llamando a las nornas para pedirles lo que Loki necesitara como medicinas. Ya que Loki a veces sufría horribles dolores, y solo las nornas podían ayudarlo.

Loki era diferente a los demás y no solo en el tamaño sino también porque era el único que tenía cabello. Al principio, Sentry había intentado esconder esa maldición “asgardiana” rapándolo pero al poco tiempo, a Loki le volvía a crecer el cabello. Sentry vio que a Loki incluso se le marcaban las cejas y las pestañas, y por un instante creyó en la posibilidad de que su fallecido rey Farbauti había traicionado a Laufey con algún asgardiano, cambiando su forma a una de ellos, pero eso era imposible porque todos los jötnar odiaban a los asgardianos. ¿Pero y si Farbauti le había sido infiel a Laufey con otro ser de un lejano reino? Y antes de que cometiera el error de quitarle las cejas y pestañas, Laufey le dijo que todos sabían que el niño era anómalo por lo cual Sentry dejó que Loki creciera como habría estado destinado a ser.

Y las nornas fueron como la madre que Loki nunca conoció. Ellas lo visitaban constantemente, trayéndole siempre un regalo. Cada una de ellas protegía su futuro, viendo cuándo sería bueno ir a Jotunheim sin que los jötnar se molestaran con su visita y, fue así como su presencia se hizo algo habitual para todo Jotunheim. Ellas venían para ver crecer a Loki, y sabiendo que él no tendría la fuerza suficiente para soportar el clima helado de Jotunheim, se aseguraban de ser esa fuerza invisible disfrazada de medicinas y amor.

Cuando podían, le traían a Loki alguna que otra ropa abrigadora para que pudiera protegerse del frío y mientras pasaban los años, las nornas temieron que estuvieran equivocadas en sus predicciones ya que Loki se mostraba mucha más debilidad de lo imaginado. Pero con los años, Loki ya no era tan enfermizo haciendo que las nornas se aliviaran.

Loki aprendió a leer y escribir, gracias a ellas. Aprendió algunas costumbres de los nueve reinos, y sobre todo magia. Loki era feliz cuando ellas estaban a su lado, que por un instante olvida por completo a Sentry y Hailstrum, o intencionalmente los hacía a un lado para que en un corto tiempo no se sintiera diferente. Aunque la tristeza lo embriaga al verlas marcharse, sin saberse con exactitud cuándo volverían. Solo con ellas sentía una extraña sensación de felicidad, y gratitud, aunque tenía tantas ganas de preguntarles por qué lo ayudaban tanto, quiénes eran exactamente. Pero nunca se atrevió, temiendo que por primera vez ellas terminaran enojándose.

—Skuld dice que te gustará este libro. —Verdandi le entregó un ejemplar de historias de las guerras más importantes de todos los reinos.

Loki amaba los libros y más si tenían ilustraciones ya que era la única forma de ver lo coloridos que eran las vidas en otros reinos. Tenía un montón de libros, todos obsequios de las nornas. Algunos eran libros sobre hechizos simples para mantener equilibrada su magia.

Todas sus pertenencias las tenía lejos del palacio de su padre, tan lejos que ni los otros jötnar se atrevían pisar. Era su lugar secreto del que estaba seguro nadie sabía, a excepción de Sentry y Hailstrum, y por supuesto, las nornas (aunque todo  Jotunheim sí lo sabía). Era su pequeña fortaleza: eliminó el hielo de los suelos, forrando luego con alfombras. A pesar de que dijeran que no era digno de ser un jotun, Loki no lo sentía así puesto que tenía la misma magia que ellos y tal vez mucho más maravilloso que aún no lo descubría.

Cuando las nornas venían, los cuatro pasaban más tiempo adentro que afuera. Y fue cuando comenzó la pesadilla de Loki. Las nornas siempre temieron a Laufey y ese día, el rey jotun fue hasta ese lugar a amenazar sus vidas si no le traían el Cofre de los Viejos Inviernos que se encontraba en Asgard.

Sin dudarlo, las nornas se negaron, recordándole que nadie podía entrar al salón de reliquias del gran Odín cuando El Destructor era el guardián. Laufey lo sabía y no necesitaba que se lo repitieran. Él quería opciones ya que ellas podían predecir el futuro, bien podrían entrar a robarlo con astucia. Pero negarse al rey de Jotunheim, quien a pesar de su disconformidad las había dejado visitar a Loki, había sido un grave error.

La ira de Laufey terminó destrozando esa reunión. Las nornas, confundidas, sabían que algo así iba a pasar pero en ese momento algo andaba mal; por alguna extraña razón, Laufey había logrado alterar el tiempo con su magia y lastimar a una de ellas. Intentaron defenderse, evitando ser lastimadas pero observaron que nada podían hacer, no eran guerreras tampoco. Así que decidieron marcharse cuanto antes. Mas antes miraron por última vez a Loki que gritaba pidiéndole a su padre se detuviera, que no las lastimara. Por el pánico ni siquiera habían reparado en él, se odiaron a sí mismas mientras tomaban la decisión más difícil. Al encontrarse las miradas entre ellas y Loki, se pudo escuchar un adiós silencioso de los labios de aquellas mujeres de las que Urd empezó a derramar lágrimas rojas.

No importaba cuanto gritara, Laufey simplemente jamás lo escucharía solo por ser Loki. Ni siquiera pudo impedir cuando una grande y desagradable bestia fue liberada para perseguir a las nornas más allá del portal que habían abierto. Y como si no fuera suficiente, Laufey empujó a Loki para destruir libremente todas las cosas que el pelinegro atesoraba: libros, ropa y sobre todo su pequeño hogar. Loki se limitó a mirar cómo sus cosas eran destruidas, sin tener otra opción que llorar preguntándose qué pasaría con él después de eso, y si la bestia ya se había comido a las nornas.

—Actúa como un jotun si no quieres que te mate —le amenazó Laufey después de haber destrozado todo lo que Loki había logrado tener esos años.

Una vez Laufey se marchó a su palacio, Loki dejó salir todo el dolor, llorando como un niño. Ese día era sus cumpleaños número novecientos cincuenta* y todo había sido un desastre. Odió a su padre más que nada en el mundo. Le había hecho sufrir mucho con su indiferencia, e insultos, pero ese día se había excedido. En ese momento también odió a Sentry y Hailstrum por no haber salido en su ayuda. En ese estado no podía aceptar la justificación de que habrían muerto por contradecir a su rey.

Loki corrió hacia un precipicio, dispuesto a caer de él y ponerle fin a su vida como debió haber sido desde que era tan solo un bebé. Si no saltó no fue porque lo detuvieran, simplemente recordó que las nornas, vivas o muertas, no aceptarían tal cobardía en él. Además tenía que demostrar a su padre que podía ser fuerte, que nunca lograría deshacerse de él.

Desde ese día no volvió a saber nada del paradero de las nornas, tampoco pudo volver a hacer bromas con Sentry, imitando casi por completo a Hailstrum en el lenguaje.

En los siguientes cincuenta años*, Loki vivió en el palacio junto a su padre como el príncipe que se destinó debía ser. Pero fue una calamidad vivir ahí siendo ignorado por su padre como si fuera una piedra más mientras los más jóvenes se burlaban de él o los mayores lo miraban como un enemigo, a veces hasta con asco. Pero cumplir sus mil años* había sido algo más afectuoso, por primera vez todo Jotunheim supo que su príncipe cumplía la mayoría de edad. No importó que no lo felicitaran ni que hicieran alguna fiesta como en los libros que había leído, no le interesó nada más que el hecho de saberse entre todos que ya tenía la edad suficiente para ser considerado en tomar el trono.

A Loki realmente no le importaba casi nada. Solo le preocupaba una cosa y era el frío. A pesar de no vestirse como los demás –una especia de falda corta y algunas joyas en las manos, cuellos o cabezas- sentía demasiado frío y cada ver era peor. Y en las últimas noches tampoco había logrado dormir. Cuando había regresado a su antiguo territorio a recuperar lo que se pudiera, recogió algunas ropas estropeadas o rotas, pudo remendar algunas y otras tuvo que usarlas como sábanas. De los libros que tuvo, habían sobrevivido cuatro que los escondió cuidadosamente para que cuando saliera del palacio, regresara a leerlas y releerlas. Pero en esos cincuenta años, se aburrió de leer siempre lo mismo, incluso sus prendas se hicieron viejas hasta el punto de ya no darle el mínimo calor.

Laufey se hacía más apático, restando importancia a las necesidades de su hijo. Silenciosamente, Loki había perdonado a su padre por desterrar y asesinar a las nornas. Aunque había solo una cosa que no podía perdonarle, y era el hecho de ser despreciado hasta con su silencio. Ni una sola vez Laufey lo llamó por su nombre. A veces se preguntaba si podría huir de Jotunheim. Ir quizá a Nornheim, Midgard…porque empezaba a odiar a Jotunheim y su gente.

—Sólo con el Cofre de los Viejos Inviernos podía darnos el poder de transportarnos por los mundos —le dijo Sentry, pensando que Loki nunca debía pisar otro reino porque sería odiado como en Jotunheim por ser parte de los gigantes de hielo, los destructores de mundos, y eso podría entristecer más al joven.

Muy en el fondo, Sentry deseaba poder llevar lejos a Loki, a un lugar donde pudiera ser feliz pero era demasiado arriesgado, ¿y si Loki había nacido para ser infeliz?

—Toma —Hailstrum cortó el silencio, entregando a Loki un hermoso collar de oro blanco.

—Y es parte de los dos —dijo Sentry con algo de orgullo.

Loki sabía que era un regalo por su cumpleaños. A pesar que era un hermoso detalle, Loki deseaba más una cobija. Agradeció por el regalo y se lo puso, mostrándose más bello y frágil. Los dos jötnar no pudieron evitar sentir algo de melancolía al verlo así, prometiéndose mentalmente que siempre estarían ahí para protegerlo.

En un intento de ponerse de pie, Loki sintió un pequeño mareo viendo todo borroso y oscuro…

Notas finales:

*19 años humanos, :’v poor Loki.

*50 años en el fic son 1 año humano :’v perdón es que ya no le puedo cambiar por cosas que se vienen adelante y es primordial que nuestros dioses vivan muchos años sin envejecer jfjdkfjaks

Por si alguien se me ofende: cuando Loki piensa que el suicido sería una cobardía… no apoyo el suicidio como tampoco creo que sea de cobardes. De hecho, se debe tener mucho valor para hacer algo así L pero por fis no lo hagan y apoyen a sus seres queridos, no saben que un “te quiero” puede cambiar el día de alguien <3


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