— Y luego me dijo: "Siento que... Solo deberíamos ser amigos". —Se quejó mi amiga, Nataly. Me hablaba sobre su novio, o mejor dicho su ex-novio. ¡Qué catástrofe!.
—¿Lo dices en serio? Que patán, haberte ilusionado todo este tiempo para nada. Bueno, miralo de ésta manera, ahora por lo menos ya tienes a esa basura lejos de ti. Si quieres esta noche saldremos a bailar a algún lado para que... "Salgas de cacería". —Contesté riendo. Aquella tarde en el parque estaba yendo de maravilla, los niños corrían de un lado a otro y el canto de los pájaros adornaba la bella luz que proporcionaba el atardecer. Habíamos salido con Nataly a despejarnos un poco. Las clases ya habían acabado y el verano brillaba en todo su esplendor. —Este verano lo conseguiré, ¿Ya te lo dije?, mi amor eterno de verano. —Musité levantandome del pasto mientras me sacudía un poco.
—Pues... No hay un día que no me lo repitas David. Ni ningún verano tampoco. Adoras el amor... Pero siempre que te proponen citas los rechazas. Así jamás conseguirás nada mi niño. —Dijo ella, poniéndose de pié de igual manera que yo. Ya se estaba haciendo de noche y teníamos que volver.
—No... Tú no me entiendes. Todos esos que me han invitado no me han causado nada. Nada en... Mi interior, ¿Comprendes?. Quiero que mi amor eterno de verano llegue sorpresivamente hacia mí, que haga que mi corazón palpite a mil por hora, que me enamore con solo mirarme. Sino es una pérdida. —Expliqué, como si mis ojos se llenaran de emoción al describir todo aquello... ¡Yo quería mi jodido príncipe azul!.
Nataly no me respondió, solamente se rió de lo que dije y comenzó a caminar para la salida del parque. Tomé mis cosas y corrí hasta alcanzarla. Después de eso, caminamos juntos hasta que tuvimos que separarnos para ir a nuestras casas. Me dijo que no quería salir esta noche, y la comprendí. Por más que ella cambiara de novio como de remera, un rompimiento, era un rompimiento.
Al llegar a mi casa comí junto con mi madre, que estaba ocupada con los líos de su trabajo pero aun así se tomó el tiempo de sentarse junto a mí a discutir de las tonterías que me habían pasado en la facultad. Cuando terminé subí a mi cuarto a leer un poco en lo que también escuchaba algo de musica a través de mis auriculares, era... La noche perfecta. Una leve corriente de aire entraba por la ventana, agradecía eso profundamente, estos días el calor había sido de lo más horrible en todo sentido.
Leí el final del capítulo doce de mi libro y suspire, ya era tarde. Apagué todo y me acosté, obviamente no tardé mucho en dormirme con lo cansado que estaba... Hasta que escuche unas pisadas. ¿Era mi imaginación? Seguramente...
—Ángela... Sé que lo nuestro a sido complicado. —Comenzó diciendo una voz de la nada, haciendo que mis ojos se abrieran de golpe y me sentara rápidamente en mi cama observando a la persona que se había metido en mi cuarto.
— ¿Ángela? ¿Quién eres? ¡Largo de mi casa maniático! —Exclamé lanzándole mi almohada para saltar de la cama y ponerme en posición de pelea. — Tengo... Tengo un bat de béisbol bajo mi cama así que... ¡Te aconsejo que te largues ahora!. —Agregué, mi voz temblaba y se oía insegura pero no tenía miedo de usar ese bat. Mi padre una vez me dijo "Si algo se mete en la noche, ¡Dale duro!".
— ¿Qué quién soy? Eso debería preguntarte yo a ti. Este es el cuarto de mi novia Ánge...la. No, espera, no lo es. —Respondió totalmente calmado mientras observaba todos el cuarto. Ángela, ese nombre si que se sonaba.
— ¿Ángela? Uh... ¿Buscas a una Ángela rubia? ¡Inútil! Ella vive al lado. Esta es mi casa mono estúpido. —Expliqué masajeandome la frente en una pose de "No puedes estar hablando en serio" mientras que el chico frente a él reía.
—Lo siento, pensé que eras mi novia... Pensé que entrando sorpresivamente en su cuarto ella me perdonaria por haberme olvidado de nuestro aniversario... Incluso traje un regalo. Soy Bautista, un gusto. —Dijo él, ¿Bromeaba, verdad? ¡Lo menos que le iba a causar a la pobre era un infarto!.
—No entras a la medianoche a una casa ajena, "Bautista". Y si lo haces... Trata de no equivocarte. Yo David, largo. —Respondí señalando la ventana, pero cuando me di cuenta el estaba agarrando uno de mis libros, lo estaba ojeando. — Hey, ¿No me oíste?. Deja de tocar y vete. —Le quité el libro mientras él volteó sonriendo, estaba confundido. Pero lo divertido empezó cuando mi corazón se paró, ¿La razón? Mi madre tocaba mi puerta. En mi momento de pánico metí de un empujón a Bautista en el armario.
— Hijo... Escuché varios ruidos, ¿Estás bien? ¿Tienes una chica contigo? Porque lo entendería... ¿Les traigo comida? —Comentó ella, haciendo que hiciera una cara rara. Eso hubiera sido extraño si de verdad hubiera tenido a alguien aquí. Independientemente de Bautista, que se metió.
— No, mamá, estoy solo. Caí de la cama por unas pesadillas, no te preocupes. —Abrí la puerta y le contesté algo despeinado. Ella rió y me dio un beso en la mejilla deseándole unas "Buenas noches". Cerré la puerta cuando la vi irse por completo a su cuarto.
—¿Tu mamá no nos traerá comida? —Escuché a mis espaldas, me giré sobre mis talones indignado. Esto se convertía en una comedia perturbadora.
—Bautista, te metiste a mi cuarto a la fuerza y ahora me estas pidiendo comida. ¡Largate!. La casa de Ángela está al lado... Pero... Tampoco vayas a su casa, llamará a la policía. Yo haría eso. —Respondí llevándolo nuevamente hasta la ventana, él solo se rió y salió despidiéndose de mí.
Volví a mi cama y me recoste nuevamente, ¿Qué fue todo eso? Ese chico es desastroso, pobre Ángela, ella es una chica tan... Normalita. No le di más vueltas al tema y me dormí.
Al día siguiente me desperté más tarde que lo usual, tomé mis pantuflas y bajé a la cocina. Se podía oler a la distancia el exuberante olor del café por las mañanas. Vi que mi mamá estaba preparando junto al café unas tostadas, que delicia. Entonces me senté en la mesa de la cocina.
—Buenos días David, es raro verte despierto a estas horas. Siempre te levantas más temprano. —Comentó mi mamá, tenía razón, solo que esta vez no sé que pasó. Mientras bebía el café mi madre seguía hablando de su trabajo. —Esta noche vendrán a cenar los vecinos, quizá puedas hacerte más amigo de Ángela. —Agregó mi madre llevándose una tostada a la boca, yo solo suspire.
—Nataly me odiaría toda su vida si me hiciera amigo de Ángela, son enemigas desde que tienen memoria. Además tú sabes que ella es celosa conmigo y Nicolás. —Hablé dejando el café a un lado para hacerme tostadas con mermelada. "Y además, escoje novios raros" pensé, pero eso me lo guardé para mí.
Nicolás era mi otro mejor amigo, él era alto y muy apuesto. Empecé a hablarle porque me había gustado su cabello, que es rojizo y combina sus pecas sus... Muchas pecas. Mas luego descubrí que tenía novia... Y que ella era Nataly, me la presentó y automáticamente supe que iba a ser mi mejor amiga porque estaba leyendo una de mis novelas favoritas. Así es como uno hace amigos hoy en día. Maso menos.
Pasó todo el día y dieron las nueve de la noche. Momento de la querida cena con nuestra vecina y su familia. Me arreglé no tan elegante, iba a ser en mi casa de cualquier manera. Bajé ya que había escuchado el timbre y como mi mamá seguía luchando con las joyas que se iba a poner en el cuello decidí abrir la puerta.
—¡Hey, David!. —Mierda.
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