Hoy era el primer día de Miguel en su nuevo instituto, sin embargo, algo le preocupaba. La noticia que le dio su novio; Ruben, de cambiarse a su mismo instituto le aterraba, por el simple hecho de que él era un novio celoso, protector y agresivo a quien se le acercara a su preciado Miguel, ahí el motivo de su intercambio.
-¡Adiós mamá!- se despidió Miguel desde la entrada de su casa rumbo al instituto.
-Adiós Miguel, cuídate.- gritó su madre que se encontraba en la cocina, preparando el desayuno para el padre del pelinegro.
Miguel caminó a paso lento, primero hacia la casa de su novio, ya que no sabía en que calle estaba su nueva escuela, pero antes de que llegara a la casa, Ruben venía caminando en la dirección contraria de Miguel.
-¡Rubius!- saludó Miguel con un beso en la boca a su novio Ruben, o como él le llamaba, Rubius.
-Hola Mangel.- dijo Ruben correspondiéndole el beso al menor.
-¿Vamos?- preguntó Miguel entrelazando sus dedos con los del castaño, quien le sonreía afirmando.
Caminaron tomados de las manos hasta que llegaron al portón del instituto, Miguel se puso delante del mayor, evitando hacer un contacto directo a sus ojos verdes.
-¿Pasa algo?- preguntó Ruben desconcertado.
-Eh… la verdad es que si, no quiero que golpees a nadie por acercarse a mi.- pidió Miguel mirando hacia abajo, esperando la respuesta por parte de Ruben.
-Estoy aquí para protegerte.- Ruben tomó el mentón de Miguel con suavidad, exigiéndole que lo mirase a sus ojos.- No quiero que nadie se te acerque, siempre he desconfiado de tus amigos.
-Pero no tienes que golpearlos.- contradijo Miguel.
-Entonces estaré a tu lado para controlar ¿sí?- sugirió Ruben llevando su brazo al hombro de Miguel para volver a caminar.
El pelinegro aceptó la propuesta de su pareja, con tal de que no dañara a sus compañeros no había problema, no quería que ellos conocieran el nivel de agresividad que Ruben era capaz de alcanzar estando celoso y enfadado. Ellos conocían a Ruben, ya que él a veces veía a Miguel con sus amigos, de modo que ellos ya ubicaban al novio de este.
Miguel guió a Ruben por los pasillos, hasta llegar a su salón correspondiente, se sentaron en las últimas butacas, encontrándose más aislados de los demás. Por la puerta del aula entraró un chaval de baja estatura que caminó hacia Miguel.
-¡Eh! ¡Mangel!- saludó Alejandro con un abrazo a Miguel.- Cuanto sin vernos, tío. Soy yo, Alejandro.
-Joder Alex, hace mucho que no te veía.- rió Miguel con nerviosismo, apartando sutilmente a Alejandro de su cuerpo.
Ruben miraba al recién llegado con un semblante frío, con solo verlo lo llegó a odiar, principalmente porque tocó a Su Novio.
-¿Y este quién es?- inquirió Ruben de manera grotesca.
-Rubius...- regañó Miguel a su novio, con un pequeño codazo.
-Soy Alejandro, ex compañero de Mangel.- respondió el bajo- ¿Y tú?- preguntó de igual manera que él.
Ruben se acercó a la cara de Alejandro -acción que rapidamente alertó a Miguel- con una sonrisa burlona y habló:
-Soy su novio.- volvió a su lugar, junto con Miguel y le besó profundamente, pero con su mirada puesta en el bajo.
Un silencio incómodo apareció en el ambiente, quebrado por el timbre del insituto que retumbó indicando el inicio de las clases.
Ruben se encargó durante todo el día que Alejandro no se acercase a Miguel, odiaba ver a Miguel con otros chicos. Y así estuvieron por todo el día hasta que tocó el timbre final.
Ruben y Miguel salieron como entraron, con sus manos entrelazadas, caminaron en dirección a la casa de Miguel, ya que no tenían más que hacer.
A Miguel le encantaba estar así, en el sentido de que su novio estuviera relajado, sin sentimientos celosos y de querer golpear a un chico por estar cerca de su novio.
Al principio eso le había costado a Miguel, estar sólo, sin amigos, pero luego se fue acostumbrando, hasta que admitió y entendió que no le hacía falta estar rodeado de amigos, porque aprendió a sentirse completo al lado de Ruben, no por obligación o porque Ruben le dijiese, lo aprendió por su cuenta, por que junto a su novio, se sentia seguro.
Estaba decidido a no alejarse de su novio, porque él sabía que Ruben jamás llegaría a lastimarle, Miguel confiaba plenamente en él.